La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Libro áureo de Marco Aurelio

Capítulo XLVI
De otros más particulares consejos que dio el Emperador a su hijo Cómmodo. Especial le avisa que se allegue a consejo y que no sea pesado en el negoçiar, y lo que trae cabe sí.


Veniendo a cosas más particulares, bien veo que quedas moço, y que lo natural no se puede negar, y que como para los arduos negoçios son neçessarios maduros consejos, no menos para sobrellevar la carga de la vida humana deseamos algunas recreaçiones. Para tu moçedad déxote hijos de grandes senadores con quien passes tiempo; para tu doctrina déxote viejos romanos que te criaron y me sirvieron a mí con los quales te aconsejes. Inventar theatros, pescar paludes, matar las fieras, correr los campos, volar las aves, exerçitar las armas, cosas son que tu edad lo demanda y con la moçedad de los moços se han de complir. Pero mira, hijo, que ordenar exérçitos, inventar guerras, proseguir victorias, acceptar treguas, confirmar pazes, echar tributos, hazer leyes, promover a unos, descomponer a otros, castigar los malos y premiar los buenos: el consejo de estas cosas, que son muy arduas, de iuyzios muy claros, de cuerpos muy cansados y de canas muy blancas se han de tomar.

Pues eres moço, de fuera regozíjate con los moços; y por ser Emperador, en lo secreto ençiérrate a tomar consejo con los viejos. Guárdate, hijo, de toda estremidad, que tan malo es el príncipe so color de gravedad regirse del todo por viejos, como so espeçie de passatiempo acompañarse siempre de moços. No es regla general que todos los moços siempre sean moços y livianos, ni todos los viejos siempre sean viejos y [193] cuerdos. Soy çierto de una cosa: que, si los moços nasçen con locura, los viejos que viven y mueren con cobdiçia. Pues guárdate, hijo, te torno a dezir, de ser estremado en este extremo, porque los moços te corromperán las costumbres con su liviandad y los viejos te depravarán el juizio con su cobdiçia. ¿Qué cosa más monstrua puede ser que el príncipe que manda a todos se dexe mandar de uno solo? Por cierto la governaçión de muchos tarde se govierna bien por el paresçer de uno solo. El príncipe que a muchos ha de regir, el intento y paresçer de muchos ha de tomar.

En los Annuales Pompeyanos me acuerdo que hallé un libro de memorias pequeño que traýa consigo el gran Pompeyo, en el qual estavan muchas cosas que él por sí avía leído y sacado, y muchos buenos consejos y avisos que para diversas partes del mundo le avían dado, entre los quales hallé estas palabras que dezían: «El que govierna la república y comete toda la governaçión a viejos, muéstrase ser inhábil; el que la fía de solos moços es liviano; el que la rige por sí solo es atrevido; y el que por sí y por otros es cuerdo.» Por çierto fueron palabras dignas de tal varón.

Huelga, pues, hijo, de tomar consejo, y más en las cosas arduas, porque si no se açertaren, como de muchos fue el consejo, repartirse ha por todos la culpa. Aunque la determinaçión en los negoçios sea por pocos, el consejo tómale de muchos. Entre otros, este bien tiene el consejo común, que uno el inconveniente, otro el peligro, otro el medio, otro el daño, otro el provecho y otro el remedio te dirán. Y ten los ojos tanto en los inconvenientes que te ponen como en el remedio que te offresçen. Quando començares cosas arduas, estima en tanto los daños pequeños para atajarlos luego, como los grandes infortunios para remediarlos después.

Por çierto muchas vezes la poderosa nao por el descuido del piloto se anega en poca agua, y otra no tan poderosa se salva en gran golfo con diligençia. Y no seas pesado, tomando en cosas pequeñas cada hora consejo, porque muchas cosas requieren luego hecho y se dañan esperando consejo. Lo que pudieres expedir por tu autoridad propria y sin daño de la república no lo remittas a otra persona. Y esto es muy [194] iusto, que pues tu servicio depende solamente de los tuyos, su galardón dependa de ti solo.

En el año de seiscientos y treinta y çinco de la fundaçión de Roma, después de las crudas guerras con Iugurtha, rey de los númidas, el día que Mario triumphó, sin poner alguna cosa de las riquezas que traya en el erario dividiólo todo por su exército; y como fuese dello gravemente accusado porque no tomó primero el paresçer del Senado, respondió: «Los que no tomaron paresçer de otros para hazerme serviçios, no es iusto que yo tome consejo con otros para hazerles merçedes.»

De otra cosa, hijo, te quiero avisar, y es que muchos te darán consejo sin que se lo pidas, y en este caso ten esta regla general: «Iamás esperes segundo consejo de hombre que te dio el primero en perjuizio de otro, porque el tal las palabras offresçe en tu serviçio y el negoçio encamina a su provecho.» ¡O, hijo, y quánto ay que cognosçer en los hombres! En quinze años fui senador, cónsul, çensor, capitán y tribuno, y diez y ocho he sido Emperador de Roma, en los quales muchos me hablaron en periuyzio de otros, y muy muchos en provecho suyo y ninguno limpiamente me habló en provecho de otro y serviçio mío. Gran compassión es de tener a los príncipes de todos por su provecho, y ninguno por su amor y serviçio le siguen. Un consejo tomé para mí todo el tiempo que en Roma governé: jamás hombre tuve en mi casa dende que sentí ser odioso a la república.

En el año de la fundaçión de Roma de DCLIX, en la olimpiada CLXXVII, yendo Lúculo Patriçio, el gran amigo de Sylla, a la guerra de Mithrídates, acontesçió que en Tigrano, çiudad de los caldeos, halló una lámina de cobre a la puerta del Rey, en la qual estavan unas letras, las quales dezían allí aver esculpido el maestro de Alexandro Magno. Las letras eran caldeas y contenían estas sentençias:

No es sabio el príncipe que quiere tener en peligro su vida por sostener la privança de uno, y no quiere assegurar su vida y estado con el amor de todos.

No es cuerdo el príncipe que por dar a uno mucho quiere que tengan todos poco. [195]

No es iusto el príncipe que quiere más satisfazer a la cobdiçia de uno que a los serviçios de todos.

Loco es el prínçipe que menospreçiado el consejo de todos, sólo se fía del paresçer de uno.

Y finalmente, atrevido es el príncipe que por amar a uno quiere ser aborrescido de todos.

Palabras fueron dignas de eterna memoria, y por çierto los príncipes las avíades de traer en vuestra presençia. Pues más te diré, hijo, que Lúculo Patriçio puso en presençia del Senado todos los thesoros que traýa, y de la otra parte la lámina en que venían estas palabras para que escogesen lo uno y dexasen lo otro, y menospreçiando el Senado todos los thesoros, eligió la tabla de los consejos. [196]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Libro áureo de Marco Aurelio (1528). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo I, páginas 1-333, Madrid 1994, ISBN 84-7506-404-3.}

<<< Capítulo 45 / Capítulo 47 >>>


Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
© 1999 Fundación Gustavo Bueno (España)
Proyecto Filosofía en español ~ www.filosofia.org ~ pfe@filosofia.org