La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo X
De cómo los varones más perfectos son a más cosas de virtuosos obligados, pruébase esto con figuras y autoridades.


Vir sine mulier, qui volverint se domino consectare: a vino et omni quodinebriari potest, se abstinebunt. Palabras son estas divinas, y dichas por boca divina, al santo profeta Moisés: y están escritas en el libro de los números, en el sexto capítulo: en los cuales quiso Dios tanto decir como si dijera: El hombre y la mujer israelitas que quisieren apartarse del mundo, y ofrecer a sí y a lo que tienen en el templo, has los de avisar y decir, que no han de comer allí más de lo que yo les mandare, y que se han de abstener de todo lo que yo les vedare: porque si pretenden de alcanzar este nombre de nazarenos santos, hales de costar muchos y diversos trabajos. Y díjole más Dios: No han de beber vino, no han de gustar vinagre, no han de probar uvas, no han de comer pasas, no han de tocar al agraz: y finalmente les prohibo todo aquello que les puede embriagar y perturbar el juicio, y estragar y acedar el estómago. Para entender esta figura, es aquí de saber, que a los que ahora llamamos religiosos en la religión cristiana, solían llamar santos nazareos en la sinagoga: los cuales por evitar los trabajos domésticos de su casa, y los grandes bullicios de la república, se apartaban a hacer una vida monástica: asaz ejemplar y religiosa. A ser nazareno o religioso, nadie en la vieja ley era convidado, ni menos forzado: mas después que tomaba aquella tan santa manera de vivir, quisiese, o no quisiese la hacían guardar. Es ahora aquí de ponderar, que allende de los preceptos comunes que daba Dios a la gente común, daba también otros particulares preceptos, a sus particulares amigos: en lo cual se nos da a entender, que el cristiano y siervo de Dios, que quisiere algún don singular del señor recaudar, sepa que particular y singularmente le ha de servir.

Generalmente mandaba Dios a los israelitas que no fuesen voraces, ni comiesen cosas inmundas: mas a los que se llamaban nazareos, y se tenían por religiosos, no sólo les vedaron las cosas inmundas, mas aun les prohibían las que eran delicadas: dándonos en esto a entender, que el varón santo y virtuoso no debe pensar que está la perfección en traer la ropa corta, sino en hacer la vida estrecha. A más humildad, y a más caridad, y a más honestidad eran obligados los nazarenos consagrados, que no todos los otros de plebeyos: y vedar a ellos solos el vino, y todo aquello con que uno se torna borracho: es darnos a entender, que muchas cosas hay que son lícitas y honestas, a los que llamamos mundanos: la cuales son entredichas a nosotros los religiosos. Mihi licent multa, sed non expediunt omnia, decía el apóstol; y es como si dijera: Muchas cosas podría yo hacer, como uno de los del pueblo israelítico: las cuales no me convienen hacer en cuanto soy varón apostólico: porque a la vida apostólica pertenece, no sólo cumplir los mandamientos de Cristo: mas aun guardar los consejos del santo evangelio. En cuanto hombre, bien me podría hartar, mas de que me veo apostólico, no oso sino ayunar. En cuanto hombre podría descansar y holgar, mas de que me veo apóstol, ocúpome en orar y predicar. [XXIIv] En cuanto hombre podría responder a los que me injurian, mas de que me veo apóstol aun no oso resistir a los que me azotan. Por ser hombre podría estarme en un lugar quieto, mas de que me veo apóstol, ando por todo el mundo bautizando. Finalmente digo, que si no mirase más de que soy hombre, yo podría comer, y beber, y holgar: mas de que me veo apóstol, no oso aun lo muy necesario para el cuerpo tomar: porque no se puede llamar vida apostólica, sino la vida que es muy estrecha. Destas tan altas palabras del apóstol podemos colegir, cuánta diferencia ya de la vida del que está en el monasterio, a la que hacen los que están en el siglo: pues en ellos no es imperfección si algo les sobra, mas en nosotros los religiosos, es necesario que siempre nos falte. Nisi abundaverit iustitia vestra: plus quam scribarum et phariseorum non intrabitis in regnum celorum, decía Cristo a los monjes de su colegio apostólico, y es como si les dijese: Pues estáis en hábito de religión, y pretendéis alcanzar la perfección; tenéos por dicho amigos míos, que si vuestra vida, vuestra obediencia, y vuestra abstinencia no fuere más cogolmada, que no la de los mundanos, que viven en la república: ni acá os llamarán religiosos, ni allá entraréis en los reinos de los cielos.

Decir Cristo que la justicia del varón apostólico, ha de ser mayor que no la del que se quedó allá en el siglo: es avisarnos y amonestarnos, que no hemos de ser buenos a respecto de los que allá son malos, sino que hemos de ser aún mejores, que no los que en el mundo tienen por buenos: porque en caso de perfección, si el monje no lo pudiere ser, a lo menos es obligado a lo parecer. Dime yo te ruego, si no pensabas ser mejor que todos los que eran mejores en el mundo: ¿para qué tomabas trabajo de encerrarte en el monasterio? Si para guardar simplemente los mandamientos de Dios, y para creer los artículos de la fe, venías a ser religioso, ahora sabes tú que podías excusar ese trabajo: pues los guardan y los creen allá en el mundo muchos de los mundanos, como acá los religiosos: ¿Y tú no sabes, que el vivir de acá es muy diferente del vivir de allá: pues para ser tú buen monje, ni has de saber de ti, ni tener parte en ti, ni aun mirar por ti: sino que haga de ti el prelado, lo que suelen hacer de un muerto? ¿Y tú no sabes que Cristo nuestro Dios, a los del su sacro colegio les reveló cosas más altas, les mandó cosas más ásperas, les dio reprehensiones más duras, y les permitió tentaciones más espesas, que no a todos los otros plebeyos: en señal que eran más perfectos que no ellos? En los tiempos que el hijo de Dios predicaba, los más sabios eran los escribanos, y los más honestos eran los fariseos, y con todo esto dice Cristo, que ha de ser muy mejor nuestra vida, que no fue la suya: enlo cual nos da a entender, que tal y tan buena ha de ser nuestra vida, que todos la loen, y algunos la imiten. Entonces es mayor mi justicia, que no la del fariseo, cuando yo fuere más justo y honesto que no lo es él del mundo: mas ay dolor, que ya los fariseos son tornados religiosos, y los religiosos son tornados fariseos: pues hay muchos seglares en el mundo, la buena vida de los cuales, confunde a los que están en los monasterios. Sapientiam loquimur inter perfectos, decía el apóstol San Pablo, y es como si dijese: La sabiduría divina que es alta de entender, y la contemplación celestial que es dificultosa de alcanzar, y la caridad santísima, que es mentirosa de obrar, y la abstinencia [XXIIIr] perfecta de que pocos suelen usar, no las solemos predicar, ni menos encomendar: sino a varones muy perfectos, y a religiosos muy escogidos. Oh cuán bien decía el apóstol, en decir que los misterios divinos no los comunicaba sino a hombres muy heroicos: porque siendo como son las consolaciones divinas, un principio de paga de las obras meritorias; no las merecen gozar, los que no quieren trabajar.

Los misterios altos, y los gustos que da Dios a los sus regalados: no sólo no quiere el apóstol comunicarlos, mas aun ni hablarlos con los que no son santos y perfectos: de lo cual podemos colegir, que muchas cosas pasan entre Dios y sus escogidos la menor de las cuales, no alcanzan los que son imperfectos. No vaca de misterio, el quererse mostrar el apóstol tan zahareño, y tan escaso de palabras altas, con las personas que son bajas e imperfectas: porque hablar al que es apóstata del mérito de la obediencia, y al que es voraz del bien de la abstinencia, y al que es furioso del bien de la paciencia, y al que es disoluto del fruto del recogimiento: es para burlar de lo que le dicen, y para mofar del que se lo dice. Cristo nuestro Dios y todo nuestro bien, en lo más profundo de la mar mandó a San Pedro que echase las redes para pescar, y a Moisés en el monte más alto le mandó subir para le hablar, y su ley le comunicar: en lo cual nos dio a entender, que si queremos pescar la salvación, y subir a la cumbre de la perfección, hemos de extrañarnos de las cosas del mundo, y hemos de entrar a somorgujo, por lo que toca a su servicio. Aquél pesca con San Pedro en el mar más hondo, y sube con Moisés en el monte más alto: que no ama sino a Dios, ni quiere sino a Dios, ni busca sino a Dios, ni aun se contenta sino con Dios: y para tan gran señor servir, ni los halagos del mundo le engañan, ni los trabajos de la religión le espantan.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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