La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo XXIX
De la honestidad y crianza que ha de tener el religioso, cuando comiere fuera del monasterio.


Si movido de caridad, o vencido de humanidad, quieres ir a comer fuera, hazlo por la obediencia, y pide para ello licencia: porque si lo hicieses a excusas de la orden, y a hurtas del prelado, no sólo te sería imputado a culpa, mas aun a especie de apostasía. No te has de contentar, con que el prelado te dé licencia, sino que te dé compañía, y aun compañía que sea honesta y religiosa: porque el monje que osa andar solo pierde el crédito con los suyos, y da mal ejemplo a los otros. No inmérito decimos que elijas buena compañía, para llevar contigo a comer fuera: porque si el compañero que llevas es desmandado en el comer, y desordenado en el beber, darte ha mala comida, y echarte ha a cada bocado en vergüenza. El día del convite antes que vayas fuera, oye primero misa, reza hasta el cabo tus horas, y no olvides tus devociones: y no vayas tan temprano que te hagan esperar, ni vayas tan tarde que les hagas desesperar: sino que de tal manera te hayas en el ir y en el estar y volver, que conozcan de ti a la clara: que más vas allá por su devoción, que por tu recreación. Llegada ya la hora, bendice ante todas cosas la mesa, y porfía de asentarte en la postrera silla: porque en lo uno mostrarás gravedad: y en lo otro humildad.

Avísote de una cosa hermano mío, y es que cuanto más fueres religioso recogido, te muestres con todos ser bien criado: pues jamás estorbó la buena crianza, de tener el monje buena consciencia. Asentado a la mesa, no comas hasta que todos coman, ni bebas hasta que todos beban, ni acabes el plato hasta que no quede nada, ni des grandes sorbos en el potaje o cocina, ni pidas a la mesa cosa señalada: porque dado caso que no quebrantes la regla, quebrantas las leyes de buena crianza. Está sobre aviso de no acabar la taza cuando bebieres, ni de derramarlo sobre ti cuando lo gustares: y ten cargo de aguar mucho el vino, y de no te andar con la taza rogando: porque notar al monje de voraz, no sería más de pecado: mas [LVIIv] acusarle de ebrio, sería gran sacrilegio. No te limpies las manos a los manteles, no lamas los dedos con la boca, no te suenes las narices con el pañuelo, no te rasques el pescuezo a la mesa, no comas a dos carrillos como mona, no hagas almenas de sopas en la cocina, ni des golpes con los huesos por sacarles la caña: porque en todas estas cosas tomarás poco gusto, y darás allí mal ejemplo. Guárdate de levantar a la mesa pláticas, ni de preguntar allí por nuevas: y si los convidados te convidaren a hablar, no te extrañes de les responder: con tal que no seas largo en lo que dijeres, ni porfiado en lo que defendieres: porque el monje porfiado, es primo del loco, y hermano del necio.

Suelen en los convites humanos, después que los estómagos se comienzan a escalentar, y los convidados a se alegrar, hablar en vidas ajenas, y poner mácula en algunas personas: y en tal materia como ésta, guárdate de hablar, ni de tu parecer allí les decir: porque a hacer lo contrario desto, mucho más ponías tú de consciencia, que no ellos de vianda. Si a la mesa donde comes se asentaren dueñas, o comieren doncellas, guárdate de tomar con ellas mucha plática, ni de emplear en ellas la vista: porque allende del escrúpulo que se te puede recrecer, y del buen ejemplo que eres obligado a dar: créeme hermano y no dudes, que no tienes tú tanto cargo de comer, cuanto ellos tienen de pies a cabeza de te mirar. Ten también aviso, en que si el vino que dieren a la mesa fuere malo disimúlalo: y si fuere bueno, no cures de loarlo: pues a la hora que lo has loado y vituperado, das señal de ti, que lo bebiste puro: lo cual es muy mal caso, y muy mal ejemplo: porque entre los mundanos súfrese aguar el vino, más entre los religiosos no se permite sino envinar el agua. No te pongas a los pechos babadero como viejo, no eches el pañizuelo sobre el hombro como cortesano, no despedaces la carne con las manos como despensero, no mordisquees el pan como muchacho, y ni comas muy aprisa como loco: porque según la gravedad que mostrares de fuera a la mesa, te juzgarán que es lo que tienes de dentro en el ánima. Si te pusieren delante muchos manjares, tienes licencia de probarlos, y tienes obligación de loarlos: porque de otra manera, quedaría el que te convidó muy corrido, sino conociese de ti que de la comida ibas contento. Entrar con tres dedos en el plato, tiénese por villanía, no tomar la sal con cuchillo tiénese por grosería, y hablar con el bocado en la boca tiénese por mala crianza: y aun pedir el vino más puro, y el agua más fría, se tiene por muy gran desvergüenza. No te descuides de que en acabando de comer, alimpies las migajas de la mesa, dobles muy bien el pañizuelo, quites la grasa que tiene el cuchillo, sacudas los pechos y mangas del hábito, y recojas tus manos como buen religioso: porque para ser el convite bueno, tú has de loar en ellos la opulenta comida, y ellos en ti la religiosa crianza.

Si por caso estando comiendo, o después que hayas comido, vieres allí algún hombre o mujer que diga donaires, o te provocare a risas, guárdate de dar en la silla de placer grandes palmadas, ni aun con la boca grandes risadas: porque no hay donde ganen honra los que presumen de cuerdos, sino es entre las locuras que hacen los locos. Agua a manos después de comer no la pidas si no te la dan, ni aun la tomes si te la dieren: porque es ley y privilegio de crianza, que solamente se dé al más principal de la comida, [LVIIIr] y que se asentó a la cabecera de la mesa. Así como no conviene al siervo del señor asentarse a la mesa sin bendecir lo que ha de comer: así no conviene levantarse della sin dar al señor gracias de lo que has comido: pues a él más que a nadie se ha de agradecer todo lo que tenemos, y todo lo que comemos. Está muy sobre aviso a que en pago de los manjares que te dieren los convidados, no te ofrezcas a negociar por ellos algunos negocios mundanos: con los cuales andes después distraído, y tengas necesidad de molestar a su prelado: porque desta manera menos mal te sería la comida que te dieron escotarla, que no con tanto derramamiento pagarla. Los parientes y amigos de los monjes no todas veces los visitan y frecuentan por hacerles placer, sino por pensar que los habrán menester: lo cual parece claro, en que a los religiosos muy recogidos y poco entendidos, jamás de seglares son importunados.

Después que hayas comido y de tus huéspedes despedido, no te desmandes a vaguear y andar por el pueblo: pues en ley de religión, y en caso de perfección, no cabe que habiendo tú dado licencia al estómago y vientre para se holgar y comer, la des también a los ojos para mirar y a los pies para andar, y a la lengua para parlar. Será pues el caso, que una hora o dos después que hubieres comido, pide a los huéspedes licencia para tornar a tu monasterio: en el cual si hallares a tu estómago agraviado, de lo mucho que comió, y a tu consciencia encargada de sí en algo se derramó, no dejes luego de confesarte, y aun muy bien disciplinarte: porque la carne quede castigada, y la consciencia de todo limpia. Los monjes de poco espíritu que estas cosas oyeren o leyeren, pórnanse a dellas burlar, y del que las escribe a mofar: mas el que fuere virtuoso y recogido, tomarse ha a llorar: lo uno por verse de los del mundo tan importunado, y lo otro por no ser en los convites tan recatado: porque nadie en esta vida puede vivir tan sobre aviso, que en uno que en otro no resbale a cada paso. No te espanten hermano todas estas reglas, ni el avisarte de tantas menudencias: pues eres obligado a guardarlas, no sólo por ser monje, mas aun por ser hombre: porque a todos los del mundo bien les aplace que seas humilde y llano, y mucho les desplace si te ven torpe y mal criado.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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