La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo LI
Que el siervo del señor no debe andarse mudando de un monasterio a otro, ni salir muchas veces para ir al mundo. Y este capítulo debe mucho notar el hombre religioso.


[XCIXv] Intrate per angustam portam: quia lata est via que ducit ad perditione, dijo Cristo a sus discípulos en el cap. VII de San Mateo, y es como si dijera: La puerta que es baja y angosta es la por do entran los que se salvan: y la puerta que es alta y ancha es la por do entran los que se pierden: y por eso vosotros mis discípulos, guardaos de entrar por la más ancha, sino por la más angosta: porque la casa del cielo tiene mala portada y buena morada, y la casa del infierno tiene buena portada, y mala morada. Nadie puede pretender ignorancia para decir que no sabe las sendas de la salvación, y el camino de la perdición: pues tan a la clara dice Cristo que la puerta del infierno es muy ancha, y la del cielo es muy angosta: y lo que nos ha de espantar es, decir que son muchos más los que por la puerta ancha se pierden, que no los que por la angosta se salvan. La puerta ancha es la vida ancha y viciosa, y la puerta angosta es la vida estrecha y virtuosa: de manera, que poco más o menos en la vida que cada uno hace, podemos conocer el paradero que cada uno tiene. El siervo del señor que vive encogido y recogido y estrecho, este tal entra por la puerta estrecha: mas el que vive vicioso, libertado y regalado, éste tal entra por la puerta ancha: de manera, que los absolutos y disolutos se pierden, y los encogidos y recogidos se salvan. A este propósito dice San Bernardo: El fundamento de todos los males es, dejar al cuerpo vaguear por do pudiere, y dar licencia al corazón a que piense en lo que quisiere: de la cual licencia se nos sigue, que cada día nos pide el cuerpo nuevos vicios, y cada hora atormenta el corazón con nuevos cuidados. Tan estrecha es la puerta del cielo, que no cabe por ella sino sólo Cristo y algún su siervo: y aun éste ha de entrar ladeado, y descalzo, y desnudo: y el que presumiere ir de otra manera, no sólo no le abrirán, mas aun ni le responderán. No teniendo Cristo pecado, nació en casa estrecha, y eligió vida estrecha, y enseñó doctrina estrecha, y murió en cruz estrecha: ¿y piensas tú de entrar en la gloria, por la puerta ancha?

Esto te para ti: quia nescitis qua hora dominus venturus est, dijo Cristo a sus discípulos en el cap. XII de San Lucas, y es como si les dijera: No os vais de casa para si yo quisiere venir, y estad proveídos para darme de cenar: y mirad no os durmáis cuando viniere a llamar: porque podrá ser que venga cuando no pensareis, y llame a la puerta cuando mejor durmiereis. No quiere el señor señalarnos la hora que ha de venir a nuestra casa: porque cada hora y momento estemos en vela: y para decir la verdad, no tarda él más en venir, de cuando nosotros acabamos de nos aparejar: de manera, que de nuestra pereza y diligencia, depende su tardanza y venida. Sobre estas palabras dice Hugo de arra anime cuando el ladrón quiere ir a hurtar, no quiere que esté el dueño en casa sino fuera, no quiere que que vele sino que duerma, ni quiere tomarle apercibido sino descuidado, ni aun quiere que sepa la hora, sino que duerma sin sospecha: porque evidente señal es de no entrar con buen propósito, el que en casa ajena no quiere ser sentido. Oh buen Jesús, oh amores de mi alma, no tenéis vos condición de ladrón corsario, sino del mayor enamorado y requebrado del mundo: pues queréis que os aguarden en casa, os tengan abierta la puerta, nadie os huya la cara, y que estén todos en vela: ¿porqué vos mi Dios y mi señor no venís a robar sino a dar, ni entráis a espantar sino a asosegar, ni aun subís a escalar paredes, sino a buscar entrañas? Pues Cristo no duda en su [Cr] venida, justa cosa es que nos halle en casa, y aun que halle la posada desembarazada y apercibida: porque a hallarnos fuera, le habríamos de dar cuenta de la ingratitud que con él usamos, en no le recibir, y de la apostasía en que caemos por nos ausentar. Pues Josué non recedebat de tabernaculo, dice la sacra escritura, en el cap. XXXIII del Éxodo, y es como si dijese: Tenía el santo Moisés a un mancebo que se llamaba Josué por criado: el cual era tan honesto y recogido, que jamás salía fuera del santo tabernáculo. El no salir Josué del tabernáculo, figura tiene del religioso que reside a la continua en el monasterio: y en decir que Josué era mancebo, es decir que al mancebo más que al viejo le conviene estar retraído y recogido: porque es la edad juvenil tan peligrosa, que cuanto un mancebo resplandeciere con más virtudes, le han de poner en menores ocasiones. No vaca de alto misterio decir la sacra escritura, que desde que Josué era muy muchacho, se habituó a ser retraído, y a no salir del santo tabernáculo: en lo cual se nos da a entender, que a la virtud del encerramiento se ha de avezar el monje desde muy mozo: porque tanto cuanto más está un árbol de tierra cubierto, tanto menos los hielos le secan, y los aires le derruecan.

El glorioso San Anselmo dice: Desde la hora que el señor me llamó al monasterio, me determiné de residir en él, como en un treintanario cerrado: del cual yo no quiero salir, hasta que el señor para sí me quiera llevar: porque harta guerra tengo en mi celda con la carne y el demonio, sin que me vaya a meter en los grandes peligros del mundo. En estas palabras santas, nos da a entender este santo, que el siervo del señor debe tomar el rigor de la clausura, como quien está en una cárcel perpetua: de la cual no espera salir, hasta que el cuerpo salga para la sepultura, y el ánima salga para la gloria. Al glorioso santo Tomás no quiso Cristo parecer ni consolar, hasta que se tornó al colegio apostólico, donde él había salido: y las cinco vírgenes locas de que hace mención Cristo, por irse y venirse a la plaza a comprar óleo, perdieron la vista del esposo deseado: de lo cual podemos inferir, que las inútiles vagueaciones del cuerpo, quitan las grandes consolaciones del espíritu. El que se está quedo en su monasterio muchos aparejos tiene para servir a Cristo: pues dado caso que allí la soberbia le combata, la envidia le inquiete, la gula le retiente, y la lascivia le moleste, solamente le podrán estos vicios alterar mas no derrocar: lo cual no es así fuera del monasterio, ado apenas será tentado, cuando se halle en el lodo caído. ¿Y tú no sabes que el edificio destejado luego se cae, la caña fuera del hueso luego se seca, el pez fuera del agua luego se muere, y el árbol descortezado luego se hiende, y que el monje fuera de casa luego se pierde? La doncella Dina hija de Jacob si no saliera fuera de su casa a ver y ser vista, ni el príncipe Siquem perdiera la vida, ni ella quedara infamada y corrupta. Si el triste de Judas no se apartara de la compañía de Cristo, ni se saliera de su sacro colegio, nunca él cometiera tan enorme delito, ni muriera después tan desesperado. Si Esan se estuviera con su padre en casa, y no se anduviera por los campos a caza: nunca él perdiera el mayorazgo, ni fuera Jacob primero que no el bendito. Si el atrevido de Simey tuviera a su casa por morada, y a Jerusalén por cárcel perpetua, como le fue mandado por sentencia, nunca él perdiera la vida, ni le confiscaran la hacienda. Avisos son estos muy notables, y ejemplos muy espantables, para que nadie ose salir del monasterio ado Dios le llamó, ni se aparte de la compañía con que Dios le ayuntó: porque si lo hace así mucho le aprovecharán los ejemplos buenos que tomará de los [Cv] unos, y los consejos santos que le darán los otros. El religioso que va muchas veces al mundo, siempre vuelve a su monasterio más envidioso, más codicioso, más alterado, más pensativo, y menos devoto, que cuando salió de él: de manera, que por algunos días tiene bien en el corazón que asosegar, y aun en la consciencia que confesar.

San Bernardo dice: Guardaos hermanos míos de las acechanzas del demonio a que no os saque de vuestro monasterio, so color de hacer algún bien, o de atajar algún mal: porque si una vez os saca de la compañía de los buenos, él os hará poco a poco de los malos. ¿No sabéis que a la oveja desmandada degüella el lobo, en la paloma desmandada se ceba el halcón, al caminante solo roba el ladrón, el río que sale de madre hace todo el daño, y que el monje que sale de su monasterio va del todo perdido? Peccatum peccavit Hierusalem: propterea instabilis tacta est, decía Dios en los trenos de Jeremías cpto. I y es como si dijera: Pecado sobre pecado pecó Jerusalén, y diole Dios en penitencia, que anduviese desasosegada toda su vida. Entonces comete el monje pecado sobre pecado, cuando olvidada la profesión que a Dios hizo, se torna otra vez a los bullicios y peligros del mundo: y la pena del tal apóstata es, que ande allá de todos corrido, y que él de sí mismo esté descontento. Peccatum peccavit el monje retraído, cuando quebranta la obediencia, y procura la libertad: y cuando huye de la compañía de los buenos, y se acompaña con los malos: y cuando pospone la vergüenza, y se atreve a su consciencia: y aun cuando había de orar, se pone a murmurar. Pecado sobre pecado peca el monje que no se contenta de andar alterado, sino que también altera a los otros, y que no contento él de murmurar convida a los otros a que murmuren, y no harto de parlar hace a los otros quebrantar el silencio: y lo que es peor de todo, que no tiene por bueno sino lo que él aprueba, y ni por malo sino lo que él condena.

San Basilio en su regla dice: No debe el siervo del señor olvidar el estado tan santo que tomó, ni olvidar la profesión tan alta a que se obligó: porque la paloma de Noé, hasta que halló qué traer en la boca, y ado asentase segura sus pies en la tierra, no salió del arca ado estaba, ni se apartó de la compañía que tenía. Por flaco y remiso que sea un monje en el yermo, todavía esta más seguro en el monasterio, que no lo estaría allá en el mundo: porque allá hay tanta libertad para pecar, y tantas ocasiones para en más y más tropiezos caer: que con tal que sirváis al rey, se les da poco que quebrantéis la ley. Si el patriarca Abraham anduviera vagueando fuera de su tienda, no mereciera que los ángeles entraran en su casa, y le dieran el parabién del hijo que deseaba: y si Gedeón no estuviera también ahechando el trigo en su casa, nunca el ángel le pidiera albricias de la victoria. Cuando Cristo predicó a las compañas de quien era el gran bautista, no le alabó de estar solo, de andar descalzo, de comer langostas, ni de morar entre las bestias: sino que solamente le loó y aprobó no el haberse ido al yermo, sino de nunca se haber tornado al mundo. Lo de suso es de Basilio. In quancumque domum intraveritis, ibi manete: et inde noneteatis, dijo Cristo a sus discípulos en el cap. X de San Lucas, y es como si dijese: Yo no os constriño a que moréis, más en un lugar que en otro, lo que yo os mando es, que después que tomareis asiendo de morar en una casa, no os salgáis ni mudéis de ella: porque la frecuente mudanza, arguye en el hombre poca prudencia. Mucho es aquí de ponderar, que cuando Cristo dijo estas tan altas palabras, no las dijo a los del pueblo en público, sino a sólos los de su colegio en secreto: para darnos a [CIr] entender, que a más altas cosas son obligados los que tienen este nombre de religiosos, que no los que allá en el mundo llaman mundanos. Nunca Cristo predicó en público, ni mandó al pueblo como mandó a los de su colegio, que yendo camino no hiciesen mochila, no llevasen bordones en las manos, ni pan en las alforjas, ni dineros en las bolsas, ni dobladas las camisas: porque aquellos eran consejos para solos sus amigos, y para los que pretendían ser perfectos.

San Bernardo sobre estas palabras dice: Al hombre que es vano y mundano no le prohibe Cristo morar ogaño en una casa, y alquilar para el año venidero otra: mas al que es varón perfecto y religioso, vale a la mano, y pónele en entredicho, a que del hábito que una vez toma, y del monasterio ado una vez se encierra, no se ose salir, ni el estado mudar. Mira hermano mira, que no te obliga Cristo a que seas religioso, ni te obliga a que te encierres en el monasterio: a lo que él te obliga es, que pues elegiste aquella manera de vivir, la conserves: y que pues por tu voluntad prometiste la clausura la guardes: porque gran señal es de perfección, procurar el monasterio más recogido, y huir del lugar más ocasionado. También es de notar, que no dijo Cristo, permaneced en la casa que escogiereis, sino que dijo no salgáis de la casa ado morareis: en lo cual nos dio a entender, que el siervo del señor no ha de elegir el monasterio más rico y huir del más pobre, ni debe procurar al prelado más manso y rehusar de vivir con el que es celoso: sino rogar al señor que le alumbre el estado que ha de elegir, y le deje hasta la fin en él perseverar. Quia dilexit movere pedes suos et non quievit, domino non placuit: dijo Dios por Jeremías en el cap. XIV y es como si dijera: Porque no quiere Israel tener quedos los pies, ni tampoco quiere tener asosegados los pensamientos, anda Israel desconsolado, y el señor se tiene de él por ofendido. No vaca de alto misterio decir primero que no tenía quedos los pies, y luego dice que no holgaban sus pensamientos, y a la postre dice, que estaba el señor enojado: en lo cual nos da el profeta a entender, que el principio por do el monje se pierde es, irse y venirse al mundo, y no poder asosegar en el monasterio. El siervo del señor que no está asosegado en su religión, sino que está de camino como quien está en mesón, él vivirá desasosegado, y dará bien que hacer a su prelado: porque el día que para ir fuera no le diere licencia, ha de andar murmurando por la casa. No se quejar el señor por Jeremías de lo cual Israel miraba con los ojos, ni de lo que tocaba con las manos, ni de lo que hablaba con la lengua, ni de lo que oía con las orejas, sino de lo que andaba con los pies: es darnos a entender, que más peca en una salida que hace el monje al mundo, que en un mes que está encerrado en su monasterio.

San Anselmo a este propósito dice: Decir Cristo qui lotus este, non indiget, nisi ut pedes lavet: es decir, que no abasta al siervo del señor alabarse de la castidad, y de la paciencia, y de la abstinencia, si por otra parte no quiere asosegar en casa: porque a mi parecer, entonces el monje tiene los pies limpios, cuando ya tiene atajados los profanos discursos. El religioso que procura ir cada día al siglo, de necesidad ha de aborrecer el coro, ha de rezar sin atención las horas, ha de decir corrida la misa, ha de extrañarse de visitar la enfermería, y aun le ha de pesar cuando la noche venga: porque si el día durase un año, tanto tardaría él en tornar al monasterio. Los pies que nos sacan del monasterio, y nos llevan a que nos perdamos en el mundo, no abasta que los lavemos sino que los cortemos: porque hasta hoy nadie subió al cielo andando, sino contemplando. Licencia tenemos de Cristo, para cortarnos los pies, y aun para sacarnos los ojos, si nos escandalizan: y entonces el siervo del señor corta los [CIv] pies con que anda, cuando desarraiga de su corazón lo que le altera y desasosiega: porque es imposible que tenga nadie los pies quedos, si sus pensamientos andan alterados. Deja pues deja los negocios de tu hermano, deja los de tu amigo, deja los de tu sobrino, y aun deja los de ti mismo, y estáte quedo en tu monasterio: porque allí tienes hartos enemigos con quien combatir, sin que vais al siglo a otros de nuevo buscar. El abad Casiano dice que de tres mil monjes que moraban en un monasterio de Tebaida, jamás ninguno de ellos pedía licencia para ir fuera: sino que solamente iban fuera los que compraban las palmas para tejer, y vendían las espuertas ya tejidas.

Hugo de arra anime dice: Si te pareciere hermano que el monasterio ado moras es pobre, y el prelado que allí tienes es áspero, y el lugar ado resides es enfermo, y el trabajo que allí pasas es mucho, conviénete sufrirlo por amor de Cristo: pues no viniste a la religión para te regalar, sino para te salvar. O tú eres bueno, o tú eres malo, si eres bueno dime ¿qué te puede hacer el prelado? y si eres malo y mal disciplinado, ¿piensas que ha de faltar otro prelado que sea de tus travesuras verdugo? Así como no hay cirujano cruel y carnicero, sino es el que topa con alguno que está desaforadamente herido: así por semejante manera no puede ser el prelado bravo y riguroso, sino cuando su súbdito es disoluto y perdido: y si al tal viéremos murmurar, o decir que se quiere mudar, echen a sí mismo la culpa y no al que gobierna la casa. En las colaciones de los padres dijo el abad Abraham. La más secreta y más sutil tentación con que el demonio tienta a los siervos de Dios es, cuando so color de algún bien los saca del cuerpo de la comunidad, para que viva en más libertad: porque ya sabe él muy bien que a la hora que un monje fuere libertado, le ha de tener por del todo perdido. San Basilio en una antigua regla dice: El siervo del señor no debe hacer caso del monasterio ado mora: si es bien sano, sino si es poco ocasionado: ni ha de elegir prelado que le dé muchas consolaciones, sino quien le ayude a remediar sus tentaciones: ni ha de procurar en la orden de tener familiares amigos, sino conversarse con los que son más santos: ni aun le ha de dar pena lo mucho que trabaja, sino lo poco que aprovecha. San Bernardo escribiendo a Ruberto monje dice: No pienses Ruberto que por mudarte de Roan a París, y de París a Borgoña, o de Borgoña a Normandía, has de vivir más consolado, y has de andar menos tentado: porque el bien o el mal que padecemos no depende del lugar ado moramos, sino del contento, o descontento que en el corazón tenemos. Sea pues la conclusión de todo, que el siervo del señor debe ser como árbol que a todos vientos defiende, y como pilar que jamás tuerce: porque de otra manera, diremos que es como los peregrinos que saben muchos hospicios, y tienen pocos amigos: y que así como la veleta del campanario se muda a cada viento, así él se muda a cada capítulo.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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