La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro II

Capítulo V
De la vengança que tomó una muger greciana del que mató a su marido por casarse con ella.


Plutharco, en el libro De las illustres mugeres, cuenta un caso digno de saber y aun a la memoria de encomendar, y es éste. Avía en la ciudad de Galacia dos ciudadanos famosos que avían nombre el uno Sinato y el otro Sinoris, los quales eran en sangre parientes y en familiaridad amigos, y competían sobre el amor de una donzella greciana generosa y hermosa, sobre quál dellos la avría por muger. Y para conseguir este fin ambos la servían, ambos la seguían, ambos la amavan y ambos por ella morían; porque la herida del amor es como el golpe del terrón, el qual lastima a uno y ciega a otro. La fortuna que lo quiso assí hazer, y en hados destos dos ciudadanos que avía de acontescer, el Sinato diosse a servir tanto aquella dama (que se llamava Camma), que al fin la alcançó por su muger propria; lo qual como lo viesse su competidor Sinoris, quedó dello no menos afrentado que lastimado; porque no sólo perdía lo que avía servido, mas aun de alcançar lo que desseava quedava desconfiado. Como vio Sinato, marido de Camma, que su muger era generosa, era afable, era graciosa, era amorosa y, sobre todo, que era muy hermosa, acordó de ofrecerla a la diosa Diana para que tuviesse por bien de guardar a él de peligro y a su muger de infamia. Y con verdad no podemos argüir a este cavallero ser inconsiderado en lo que hizo, ni ser precípite en su consejo, pues veýa que en ser como era su muger tan hermosa era de tantos desseada; porque con muy gran dificultad se guarda lo que por muchos se dessea. [373]

Aunque ya Camma era casada y estava so protectión de la diosa Diana, todavía su antiguo amigo Sinoris moría por ella, y por todas las vías y maneras la servía, la importunava, la seguía y requiría; y todo esto hazía él con cierta esperança que tenía que abastarían sus servicios de mudar a Camma los pensamientos para que, como eligió a Sinato por su marido público, escogería a él para que fuesse su amigo secreto; porque muchas mugeres son como los gustos dañados, las quales comen antes de lo que les es proybido que no de lo que les es sano y provechoso. Con razón era entre todas las de Grecia muy nombrada Camma por su hermosura, pero con mucha más razón era estimada entre todas las virtuosas por muy virtuosa; lo qual paresció muy claro en que jamás después que fue casada pudo con ella Sinoris que rescibiesse dél una joya, ni que le escuchasse una palabra, ni que se pusiesse a una ventana, ni menos que le mirasse a la cara; porque las generosas y virtuosas señoras no cumplen con ser simplemente buenas, sino que no muestren indicios a que si osassen serían malas.

Como sea verdad que el coraçón que de amor está preso por cumplir su desseo se ofrezca a cualquier peligro, visto Sinoris que a su querida Camma, ni con ruegos la podía ablandar, ni con dones la podía convencer, determinó de matar a Sinato, con presupuesto que, quedando Camma biuda, fácilmente se podría casar con ella; ca imaginava él que si Camma dexava de ser mala, no era porque le faltava desseo de serlo, sino que no tenía lugar para cumplirlo. Muerto su marido de Camma, luego fue de Sinoris requerida y de sus parientes importunada para que tuviesse por bien de celebrar con Sinoris matrimonio, y que perdonasse la muerte de su marido. Y, como ella era muger tan heroyca y que por ocasión de aquel casamiento tenía oportunidad de hazer lo que desseava, dixo a los parientes que aceptava su consejo, y dixo a Sinoris que le elegía por marido; y esto más lo hazía ella con ánimo de le segurar que no con intención de le perdonar.

Como fuesse costumbre entre los de Galacia que el novio y la novia comiessen en un plato y beviessen en un vaso el día que se celebravan las bodas, acordó Camma de buscar un [374] vaso de ponçoña, y assimismo una vihuela, la qual tañiéndola con sus manos començó a cantar delante la diosa Diana en esta manera:

«A ti, diosa Diana, que eres mayor de todas las diosas y muy querida de todos los dioses, protesto y juro que si hasta agora he conservado la vida, no ha sido sino con propósito de tomar esta vengança. Si no tuviera yo propósito de vengar la muerte de Sinato, mi marido, ¿para qué avía yo de bivir más que no él en este tan peligroso mundo? Pues me quitaron el con que yo descansava; pues me mataron al que yo amava; pues se absentó por quien yo moría; pues murió aquél por quien yo bivía; ¿por ventura avía yo de elegir otro género de vida sino enterrarme con él en la sepultura? Después que a mi marido vi muerto y vi a mí sola; después que vi a él entre los gusanos y vi a mí entre mis enemigos; después que a él vi cubierto de tierra y a mí cercada de tristura; tú sabes, diosa Diana, que jamás biví contenta y de mí misma estava aborrecida; porque por demás bivía mi cuerpo, estando mi coraçón con mi marido sepultado. El día que vi meter a mi marido en la sepultura, aquel día quise enterrarme con él biva; después acá muchas vezes he estado de colgarme de una soga o buscar quien me quitasse la vida. Y si estuve de poner en mí las manos crueles, no fue sino por vengar la muerte de mi marido que le dieron cruel; porque, podiendo y no queriendo, más le ofendía yo en no la vengar que no le ofendió Sinoris en le matar. A ti, gloriosa Diana, suplico, y a ti, gran dios Júpiter, ruego os sea muy acepto el sacrificio que de mi persona yo oy hago; pues es verdad que Sinato, mi marido, entre todas las de Achaya me miró, entre todas las de Grecia me escogió, en servicio mío su hazienda gastó, en seguirme a mí su juventud consumió, por contentarme a mí grandes peligros passó. Y, aunque sea mucho lo que le devo, parésceme cumplir con hazer lo que puedo, que pues a él por mi causa le quitaron la vida, que yo por su servicio acepte la muerte. Mi padre ya es muerto, mi madre no es biva; mis amores ya son acabados, mi hazienda ya [375] es gastada; mi honrra ya es olvidada, mi coraçón está en la sepultura; pues no me queda (¡o!, marido mío) sino la vida, que es lo peor desta vida, de muy buena voluntad la ofrezco por lo que toca a tu honra. A ti, Sinoris, que presumes de ser mi marido y piensas de consumir comigo oy matrimonio, yo ruego a los inmortales dioses que en lugar de tálamo, te hagan un sepulcro; en lugar de vestidura, te vistan una mortaja; en lugar de bodas, te celebren las obsequias; en lugar de cama, te den la sepultura; en lugar de manjares preciosos, te entreguen a los hambrientos gusanos; en lugar de música y canto, vayan en pos de ti todos llorando; en lugar de bivir con alegría, te vean morir con rabia; porque muy injustos seríades vosotros los dioses si a este maldito de Sinoris no le quitássedes la vida agora que él más dessea bivir, pues él a mi marido dio la muerte en tiempo que desseava menos morir. Tú lo sabes muy bien, gloriosa Diana, quán contenta y alegre parto desta vida y me voy a cenar con mi marido a la otra; y si caso fuere que me fueren ingratos los muertos, a lo menos este hecho ternán siempre en memoria los bivos.»

Acabada esta oración que hizo Camma a la diosa Diana, bevió ella y dio a bever a Sinoris del vaso de aquella ponçoña, no pensando él que bevía sino vino o agua; y fue el caso que él murió a mediodía y ella murió ya que era noche obscura; y fue en toda la Grecia tan de coraçón llorada su muerte, quanto de coraçón amavan todos su vida.

Las princesas y grandes señoras claramente pueden colegir de los exemplos que aquí son puestos quán honesto y aun quán honroso es las mugeres amar y trabajar de ser amadas de sus maridos; y esto no sólo en el tiempo que los tienen bivos, mas aun después que los veen muertos; porque la muger que sirve a su marido en la vida paresce que procede de temor, mas la que le ama y honra en la sepultura no procede sino de amor. No deven hazer las princesas y grandes señoras lo que se atreven a hazer algunas mugeres plebeyas, es a saber: buscar algunos bevedizos, inventar algunos inormes hechizos para ser amadas de sus maridos; ca, allende que las [376] tales supersticiones no se pueden hazer sin gran rotura de consciencia y gran falta de vergüença, cosa injusta y aun escandalosa sería que sólo por ser de sus maridos amadas holgassen ser de sus dioses aborrescidas. Amar a Dios, servir a Dios, contentar a Dios, no por cierto embota la lança para que la muger honrada sea de su marido amada y regalada. Antes muchas vezes permitió Dios que algunas mugeres, siendo flacas, siendo feas, siendo pobres pacientes, sean de sus maridos más amadas que no las diligentes y hermosas; y esto no por los servicios que a sus maridos hazen, sino por la buena intención que de servir a Dios tienen; porque de otra manera no permite Dios que, estando él ayrado, tenga la muger a su marido contento. Si las mugeres quisieren tomar en este caso mi consejo, yo les enseñaré un muy notable hechizo, y es que sean calladas, sean pacíficas, sean sufridas, sean retraýdas y sean onestas, de las quales cinco yervas pueden hazer una confación; la qual si sus maridos la veen sin que la gusten no sólo serán dellos amadas, mas aun adoradas; porque se han de tener por dicho las mugeres que por la hermosura que tienen serán desseadas, pero sólo por ser virtuosas han de ser amadas. [377]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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