La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro III

Capítulo XX
En el qual el Emperador prosigue su carta y persuade a Claudio y Claudina que, pues son ya viejos, no deven creer al mundo, ni a sus regalos.


Esto que agora he dicho más aprovecha para avisar a los moços que no para doctrinar a los viejos; porque vosotros ya avéys passado la primavera de la puericia, y el estío de la juventud, y el otoño de la viril edad, y agora estáys en el invierno de la vejez, do paresce muy mal la cabeça nevada de canas traerla como moço llena de locura. Los moços, como no saben que se les ha de acabar la mocedad, no es maravilla que sigan al mundo; pero los viejos, que se veen ya deste engaño desengañados, ¿por qué de nuevo se van en pos de los vicios? ¡O, mundo, y cómo eres mundo! Es tan poca nuestra fuerça, y tan grande nuestra flaqueza, que tú lo queriendo y nosotros no lo resistiendo, en el golfo más peligroso nos engolfas, en las breñas más espessas nos emboscas, por las sendas más cerradas nos descaminas y por los caminos más pedregosos nos adiestras. Quiero dezir que en los riscos de mayores favores nos enrriscas, porque de allí con un puntapié después nos despeñes. ¡O! mundo, en el qual todo es mundo, cincuenta y dos años ha que en ti nascí, en los quales todos nunca me dixiste una verdad y tométe en diez mill mentiras; nunca cosa te pedí que no me la prometiesses; nunca cosa me prometiste que jamás tú me la diesses; nunca contigo traté que no me engañasses; jamás a ti me allegué que no me perdiesse; finalmente nunca vi en ti cosa porque te oviesse de amar y todo quanto en ti vía era digno de aborrescer. Esto presupuesto, no sé qué ay en ti, ¡o! mundo, o qué falta en nosotros tus [737] mundanos, que si nos aborresces, no te sabemos aborrescer; si nos riñes, sabémoslo dissimular; si nos das de coces, querémoslo sufrir; si nos das de palos, querémoslo callar; aunque nos persigues, no nos queremos quexar; aunque nos tomas lo nuestro, no te lo queremos pedir; aunque nos engañas, no nos queremos a engaño llamar; y (lo peor de todo) que nos despides de tu casa y nosotros no nos queremos yr della. No sé qué se es esto, no sé de dó procede esto, no sé en qué ha de parar esto, que al mundo que no nos quiere seguimos, y a los dioses que nos aman aborrecemos. Muchas vezes hago cuenta con mis años del tiempo passado, otras vezes rebuelvo mis libros para ver lo que he leýdo, y aun otras vezes ruego a mis amigos me den algún buen consejo, y no es para más de alcançar lo que he dicho y saber esto que quiero dezir.

Estando yo leyendo en Rodas rethórica; teniéndome allí Adriano, mi señor; siendo que era de edad de treynta y dos años; mi carne juvenil, no menos flaca que tierna, acontescióle que, puesta en aquella primavera, hallóse en soledad, y la soledad con la libertad olieron al mundo; y, oliendo, sentíle; y, sentiéndole, seguíle; y, seguiéndole, alcancéle; y, alcançándole, asíle; y, asiéndole, provéle; y, provándole, gustéle; y, gustándole, amargóme; y, amargándome, aborrescíle; y, aborresciéndole, dexéle; y, dexándole, tornóse; y, tornándose, rescibíle; finalmente el mundo me combidando y yo no le resistiendo, cincuenta y dos años de un pan hemos comido y en una casa hemos morado. ¿Queréys saber de qué manera el mundo y yo en una casa vivíamos o, por mejor dezir, en un coraçón morávamos? Pues oýd, que en una palabra lo diré. Quando yo al mundo veýa bravo, servíale; quando él me veýa triste, regalávame; quando yo le veýa próspero, pedíale; quando él me veýa alegre, engañávame; quando yo desseava una cosa, ayudávamela a alcançar; después, al mejor tiempo que la gozava, tornávamela a quitar; quando me veýa descontento, visitávame; quando me veýa contento, olvidávame; quando me veýa abatido, dávame la mano para subir; y quando me veýa alto, echávame un traspié para caer; finalmente, quando pienso que tengo algo en el mundo, hallo que todo lo que él tiene es un sueño. [738]

Si es algo lo que he dicho del mundo, mucho más es lo que quiero dezir de mí, y es que sin comparación es muy mayor mi locura que no su malicia; porque, siendo yo tantas vezes engañado, me ando en pos del engañador. ¡O! mundo, mundo, tienes tanto tino en tus desatinos, que nos traes a todos desatinados. De una cosa estoy maravillado, y que a mí mismo no puedo tomar tino, y es que sin interesse ninguno que nos vaya, pudiendo yr por la puente, arrodeamos por el vado; estando el vado seguro, nos aventuramos yr por el golfo; estando el camino seco, nos ymos por los trampales; teniendo manjares de vida, buscamos ponçoña de muerte; holgamos de nos perder, pudiendo bien acertar; finalmente digo que sin interesse cometemos la culpa, viendo con ella venir la pena.

Muy gran vigilancia deven tener los hombres cuerdos en ver lo que hazen, desaminar lo que dizen, tentar lo que emprenden, mirar a quién se allegan y, sobre todo, conoscer de quién se fían; porque es de tan baxo saber nuestro juyzio, que para engañarnos basta uno y para desengañarnos no pueden con nosotros diez mill. Tienen tan gran cuydado de nosotros, digo el mundo de engañarnos y la carne de regalarnos, que, siendo como es el camino estrecho, la senda fragosa, la jornada larga y la vida corta, jamás están nuestros cuerpos sino cargados de vicios y nuestros coraçones sino llenos de cuydados. De muchas cosas en este mundo me he espantado, pero de la que más me he escandalizado es que, siendo los otros buenos, les hazemos encreyente que son malos; y, siendo nosotros malos, queremos persuadir a los otros crean que somos buenos, y sólo porque nos tengan por buenos, assestamos al blanco de las virtudes y desarmamos en el terrero de los vicios.

Quiero confessar una cosa, la qual descubierta sé que a mí se me seguyrá infamia, pero por ventura algún hombre cuerdo tomará aviso della, y es ésta. En cincuenta y dos años de mi vida, yo he querido provar todos los vicios desta vida, no por más de por provar si ay en qué se satisfaga la malicia humana. Y, después de todo mirado, después de todo pisado y después de todo provado, hallo que quanto más como, más me muero de hambre; quanto más bevo, tengo más sed; quanto más [739] huelgo, me siento más quebrantado; quanto más duermo, estoy más desvelado; quanto más tengo, me veo más cobdicioso; quanto más desseo, más me atormento; quanto más procuro, menos alcanço; finalmente, jamás tanto pené por cosa, que después de alcançada no me empalagasse y luego de otra apetito no tuviesse. Suprema demencia es pensar ninguno que mientra vive en la carne ha de satisfazer a la carne; porque al fin poder podrá ella quitarnos la vida, mas nosotros no a ella su desordenada cobdicia. Si los hombres hablassen con los dioses, o los dioses comunicassen con los hombres, la primera cosa que les preguntaría es por qué hizieron finitos a nuestros tristes días y infinitos a nuestros malos desseos. ¡O!, crueles dioses, ¿qué es esto que hazéys, o qué es esto que permitís? ¿Ha de ser verdad que nunca hemos de passar ni solo un día bueno de vida, sino que en gustaduras desto y de aquello se nos ha de passar la vida? ¡O! intollerable vida humana, en la qual ay tantas malicias de que nos guardar, y tantos peligros de tropeçar, y aun tantas cosas en nosotros de considerar, que entonces a ella y a nosotros nos acabamos de conocer quando se llega ya la hora de avernos de morir.

Sepan los que no lo saben que el mundo toma nuestro querer, y nosotros de bovos no se le queremos negar; y, después de apoderado en nuestro querer, constríñenos a que queramos el nuestro no querer, por manera que muchas vezes querríamos hazer algunas obras virtuosas, y por avernos ya dexado en manos del mundo no osamos hazerlas. Usa de otra cautela el mundo, y es que a fin que no nos resabiemos con él, loa que loemos el tiempo passado, con tal condición que vivamos según el tiempo presente. E dize más el mundo, que, si nosotros empleamos las fuerças en sus vicios, él nos da licencia que de las virtudes tengamos buenos desseos. ¡O!, si lo viesse yo en mis días que la solicitud que pone el mundo en conservar a sus mundanos, pusiessen los mundanos en apartarse de sus vicios, yo juro que los dioses tuviessen más siervos, y el mundo y la carne no tuviessen tantos esclavos. [740]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

<<< Capítulo 19 / Capítulo 21 >>>


Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
© 1999 Fundación Gustavo Bueno (España)
Proyecto Filosofía en español ~ www.filosofia.org ~ pfe@filosofia.org