La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro III

Capítulo XXVI
En el qual el Emperador Marco Aurelio prosigue su carta y notablemente pone las cosas que los hombres generosos han de hazer y de las malas que se han de guardar.


En los tiempos passados, quando yo era moço y tú eras viejo, yo te servía a ti con dineros y tú a mí con buenos consejos; pero ya es otro mundo, en que, como te sentencien tus canas por viejo y tus obras te acusen de moço, necessario será mudemos de estilo, a que yo te socorra con buenos consejos, aunque tú no me des de tus dineros; porque te tengo en possessión de tan cobdicioso, que no darás un sextercio de plata por todos los consejos ni consejeros de Roma. Por lo mucho que te quiero y por lo que a ley de amistad devo, te quiero agora dar un consejo con el qual podrás saber qué es lo que un hombre bueno deve hazer para que de los dioses sea amado y de los hombres sea amado y temido. Si quieres tú, mi Cincinato, vivir quieto en este mundo, ten siempre en memoria lo que aquí te embío escripto.

Lo primero, acuérdate de los beneficios que has rescebido y trabaja de olvidar las injurias que te han hecho.
Lo segundo, estima en mucho lo poco tuyo y ten en poco lo mucho ajeno.
Lo tercero, allégate siempre a los buenos y apártate siempre de la conversación de los malos.
Lo quarto, muéstrate grave con los mayores y más comunicable con los menores.
Lo quinto, a los presentes trabaja de hazer buenas obras y de los absentes di siempre buenas palabras. [766]
Lo sexto, las graves pérdidas de fortuna siempre las ten en poco y las muy pequeñas de la honra estímalas siempre en mucho.
Lo séptimo, nunca por alcançar una cosa aventures muchas, ni por muchas cosas dubdosas no aventures una cierta.
Finalmente, te ruego y aviso que no tengas más de a uno por amigo y te guardes de tener a alguno por enemigo.

Estas cosas ha de tener el que entre los buenos por bueno se quiere contar. Yo sé que tomarás plazer de ver quán bien estos mis consejos van escriptos; pero yo le tomaría muy mayor si los viesse en ti cumplidos; porque dar y escrevir buenos consejos es cosa fácil, mas ponerlos todos por obra es cosa difícil. Por tener yo contigo amistad tan estrecha, y por ver la mucha abilidad que en ti avía, siempre procuré para ti oficios honrosos aquí en Roma, en que por mi intercessión fueste edil, y tribuno, y repartidor de gajes, y maestro de la cavallería; en los quales oficios tú te avías con tanta cordura, que a mí davan gracias en el Senado porque te los procurava, y para ti alcançavas en ellos perpetua memoria.

He sabido agora una cosa de ti, la qual ni quisiera saberla, ni menos que por ti tal cosa passara, conviene a saber: que dexaste el oficio de ser pretor en la guerra y te has emboscado a tratar por mar y por tierra mercaduría, por manera que los que te conocieron cavallero en Roma te veýan agora mercader en Capua. Escriviendo esta letra tuve no poco espacio suspensa la pluma, y no por más de ver quál afearía en ti primero: el generoso oficio que dexaste, o la vileza y poquedad a que te abatiste. Si te olvidavas a ti, acordáraste de tus antepassados, los quales murieron en trabajos sólo por dexar a sus hijos y nietos armados cavalleros. Y que vengas agora tú, y la libertad que ellos ganaron derramando su sangre por los campos, la pierdas tú por cobdicia de dineros... Ymagino (y pienso que en ello no me engaño) que si resuscitassen tus antepassados, según fueron de honra ambiciosos, que con nervios y huessos te comiessen a bocados; porque los hijos que a sus padres quitan la honra, justamente les podían a ellos quitar la vida. Las villas, las casas, los montes, los aqüeductos, los [767] bosques, las bestias, los siervos, las joyas y los dineros que nos dexaron nuestros antepassados, al fin todo perece con los largos tiempos; no ay otra cosa que dello podamos tener perpetua si no es la generosa fama que nos dexaron de su vida. Pues si esto es verdad, como es verdad, el fijo en quien la fama de sus antepassados se acaba, gran infamia es de sus parientes le dexen vivir más sobre la tierra. Quando el sabio Cicerón tenía muy próspera la fortuna, y toda la república por su consejo se governava, como en el saber y en el tener le viessen tan poderoso, acaso motejóle uno diziéndole que era de baxo linaje, a lo qual respondió Cicerón: «Doy muchas gracias a los dioses, porque tu alto linaje se acaba en ti y mi pobre linaje comiença a subir en mí.» Gran compassión y muy gran lástima es saber de un linaje quántos buenos y generosos dél son muertos, y por contrario ver agora a sus hijos cómo son perdidos y viciosos, por manera que tanta memoria ay de los presentes por la infamia, como de los passados por la fama.

Espantado me tienes, Cincinato, que sea verdad ayas dexado de conquistar a los enemigos como cavallero romano y te tornasses mercader como un pobre plebeyo. ¿Quieres hazer mal a los domésticos y dexar a los estraños? ¿Quieres quitar la vida a quien nos da vida y escusar de muerte a quien nos quita la vida? ¿Quieres a los bulliciosos dar asossiego y a los asossegados quitar su reposo? ¿Quieres dar a los que nos toman lo nuestro y tomar a los que nos dan de lo suyo? ¿Quieres librar a los condenados y condenar a los innocentes? ¿Quieres ser tirano de tu república y no defensor de tu patria? A todo esto se aventura el que dexa las armas y se mete en mercadería.

Entre mí he estado pensando qué te movió a dexar la cavallería, con la qual tenías tanta honra, y tomaste oficio de do se te siguiesse tanta infamia. Digo que era infame para ti, que andavas en la guerra, que para los que nascieron en el oficio es honroso en la república. Hágote saber, Cincinato, que no es mi fin de condenar a los tratos, ni a los tratantes, ni dezir mal de los que mercan, ni de los que venden; porque assí como sin cavalleros no se puede hazer buena guerra, assí por [768] semejante sin mercaderes no puede vivir la república. Para mí yo no alcanço otra razón por que ayas dexado la guerra y trates en mercaduría sino que de viejo, como ya no podías saltear en las sierras, agora de tu espacio estando assentado robarás en las plaças. ¡O, pobre de ti, Cincinato! Pues compra barato y vende caro; promete mucho y cumple poco; recibe con una medida y vende con otra; vela cómo no te engañen algunos y desvélate como en semejantes cosas soléys hazer los que en mercadurías usáys tratar; que al fin al fin yo te juro que la medida con que los dioses medirán tu vida, ella será más justa que no la de tu tienda. Tomado has oficio con el qual lo que los otros tus compañeros hurtaron en muchos días, tú solo coheches en una ora; y después verná tiempo que todo lo bien ganado y todo lo mal ganado pierdas no en una ora, que es mucho, sino en un momento, que es menos. Por mucho que valgamos, por mucho que tengamos, por mucho que podamos, y aun por mucho que vivamos, al fin son los dioses tan justos, que todo lo malo que hazemos les emos de pagar, y por todo lo bueno que obramos nos han de remunerar; por manera que muchas vezes permiten los dioses que uno solo sea verdugo de muchos y después el tiempo largo castigue a todos. [769]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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