José Luis Mora García Introducción a la edición de Blas Zambrano

 

Introducción

María Zambrano, como nos dejó dicho en la dedicatoria de Nuevo liberalismo (1930), tuvo hacia su padre siempre honda admiración porque de él aprendió cómo mirar las cosas y a uno mismo. Al publicar ese libro, realizaba un temprano acto de justicia, que completaría después en Delirio y Destino al reconocer que fue, también, su padre quien la puso en la senda de Unamuno. {1} Mas cuando, a petición de Orestes Macrí, el editor de la obra de Machado, se puso a redactar unas cuartillas que rescataran con más precisión su memoria, algo le traicionó al considerar que era «difícil dar noticia de un ser humano que apenas ha dejado obra». {2}

Dos sentimientos contradictorios se mezclaban en esa afirmación: de un lado, la valoración de la labor paterna en el ámbito reducido de la familia o amigos; de otra, la dimensión que esta pudiera tener más allá de esos círculos. Quizá esa duda paralizó el claro deseo de la filósofa veleña de ver publicado lo escrito por D. Blas quien ha permanecido en el silencio o en la memoria del reducido grupo de quienes le trataron, algunos de los cuales le acompañaron hasta el final de sus días, o de unos pocos investigadores ya en nuestros días. {3}

La distancia nos ha permitido superar ese círculo donde se entremezclaban las relaciones filiales con las intelectuales y poder, así, ofrecer, a los estudiosos del pensamiento zambraniano y a los deseosos de conocer mejor nuestra historia reciente, una obra que no es tan reducida como su hija manifestaba y sí, en cambio, un componente muy notable de ese tejido intermedio que toda sociedad necesita y sobre el que sobresalen, antes y después, otras figuras que consideramos más sobresalientes.

Una persona como Blas Zambrano, maestro de escuela, lejos de la popularidad de su hija y de otros intelectuales de la generaciones a que perteneció (del 98) y con la que convivió (la del 14), sólo se salva gracias a los amigos: Mariano Ferrari, Quintanilla, Carral, Norberto Cerezo, Francisco Cáceres quienes, junto con Pablo de Andrés Cobos, editaron en 1935 «por cariño y por respeto hacia D. Blas Zambrano», Nuevos Horizontes, la recopilación de parte de sus artículos. {4} Hoy sabemos que publicó más cosas, que ya lo había hecho antes de ir a Segovia y que lo siguió haciendo después. Y que buena parte de sus cuartillas quedaron en el cajón.

A su propia hija, a Pablo de Andrés Cobos y a su expediente debemos los principales detalles de su memoria. El resto proviene de notas de prensa, de algún testimonio oral o de su propia obra. En esta memoria encadenada el testimonio de José Luis Abellán constituye un eslabón necesario pues ya en 1966 nos hacía saber de «la influencia del padre, D. Blas José Zambrano» quien iba a dejar «honda huella en el alma de aquella niña» {5}


{1} M. Zambrano, Delirio y Destino, Madrid, Mondadori, 1989, p. 85. En el archivo de Unamuno se conserva una tarjeta postal del propio Blas Zambrano agradeciendo el envío y la dedicatoria de los «Tres ensayos».

{2} En la propia Fundación de Vélez-Málaga se conservan distintas redacciones de este artículo. Permiten ver el esfuerzo del recuerdo y la meditación por ponerse en claro ella misma con la atmósfera envolvente creada por el pensamiento y la actividad de su padre de los que se siente deudora. Este texto está reproducido en los Suplementos de Anthropos, marzo-abril, 1987, pp. 11-13.

{3} Adquiere más valor, ahora, lo dicho por Pablo de Andrés Cobos (1899-1973), amigo, contertulio en Segovia de Machado y Zambrano y maestro como él, director de la revista Escuelas de España y guardián de la memoria de aquellos años segovianos.

{4} Zambrano, Blas J., Nuevos Horizontes, Segovia, Imp. Carlos Martín, 1935. «Por cariño y por respeto hacia D. Blas J. Zambrano, unos cuantos amigos y discípulos de los que más directamente recogimos el fruto de sus enseñanzas y sus conversaciones, hemos decidido reunir en un volumen una parte de los artículos y ensayos que andan dispersos por diversos periódicos y revistas.» Heraldo segoviano, 13 de enero de 1935.

{5} J. L. Abellán, Filosofía Española en América, Madrid, Guadarrama y Seminarios y Ediciones, 1966, p. 169.

<<< >>>

La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto filosofía en español
© 2001 www.filosofia.org
  Edición de José Luís Mora
Badajoz 1998, páginas 3-4