Blas Zambrano 1874-1938 Artículos, relatos y otros escritos

Contra la corriente
Lo práctico. El espíritu práctico español
La Tierra de Segovia, 18 julio 1919

 

Es ya un lugar común entre las personas que leen, que una de las características de nuestro genio nacional es el espíritu práctico.

Sin acudir al refranero, ni a Sancho Panza, recuérdese que nuestros filósofos, desde Séneca, han sido preferentemente moralistas; nuestros hombres de ciencia, más inventores que teorizantes; nuestros santos, mejor que solitarios ascetas, activos evangelizadores o fundadores de órdenes religiosas, tales como la Compañía de Jesús, de tan formidable valor en la vida; como la de las «escuelas cristianas» del insigne sacerdote y maestro Calasanz; como la de predicadores dominicos... La oratoria, el arte de más inmediata aplicación práctica, ha tenido y tiene en España cultivadores innumerables y eméritos. Lo más jugoso y más castizo de nuestra literatura y de nuestro insuperable teatro es de tendencia realista, pudiendo afirmarse que hasta en obras clasificadas como románticas hay una cantidad enorme de observación y toques numerosos de sano realismo. El poema del Cid canta el valor eficaz, la justicia aplicada, la lealtad actuante. Como admirable intérprete de lo real es juzgado nuestro pintor más excelso. Hasta la misma lírica española es todo lo práctica que tal género de la poesía puede serlo, pues no entona baladas de un vago sentimentalismo, ni pone sus sentires en corazones de seres fantásticos; es el vivir humano, son las pasiones palpitantes, los desengaños, el largo dolor múltiple y el escaso placer fugaz de la vida el material de sus canciones.

En las capas sociales más ignorantes, la ausencia de toda idea, que pueda constituirse en alta finalidad impersonal de la actuación de las cualidades prácticas, y el exceso de estímulo, que determinan las necesidades materiales, hace que aquellas se dirijan hacia los objetos más sensibles y groseros y que, por el exclusivismo de estas modalidades de la misma especie como de especie distinta y hasta enemiga.

Es frecuente en España tachar de poco práctico a hombres que lo son con exceso; que tienen muy agudizado el espíritu de la raza; que no sienten sino preocupaciones de índole moral, o referentes a problemas sociales; que han preferido, en su vida privada, «el pájaro en mano» a la bandada volandera, y que desprecian la gloria, por engañosa y vana; pero que, por no dedicarse, ni, a lo mejor, poderse dedicar a negocios, no se enriquecen; por ser honrados, no engañan; por tener buen corazón, son generosos, y algo crédulos y confiados, como natural efecto de nativa nobleza y de no haber gran cosa que guardan de la codicia ajena, ni pequeño ni grande interés de ningún género en no creer a los demás; siendo hasta en esto, en todo esto, incluso en lo de dar suelta a los impulsos del corazón, de un refinado y sutil sentido práctico.

Es un disparate, es un absurdo juzgar a hombres así de tal manera. Pero así son juzgados en España; lo que da la medida del grado de concentración, de espesamiento del sentido práctico de nuestro pueblo.

Ahora bien; si no se llama práctico sino al hombre que mira exclusivamente a su propio provecho material...

Pero esto no merece refutarse; esto no es siquiera real; es imposible que, salvo excepciones monstruosas, haya ningún hombre así, por la sencilla razón de que la naturaleza humana rechaza ese egoísmo, que es anti-egoísmo, en realidad, ya que quien así procede encuentra mil invencibles obstáculos al logro de sus fines y sufre una cantidad insoportable de dolores morales, no templados, apenas, por ningún placer; es que si el hombre fuese así, no sería sociable, ni existiría el arte, ni la ciencia, ni, menos, la filosofía, ni, menos aún, la religión; es que si el hombre fuese así, no habría moral posible, ni siquiera la moral utilitaria, pues esta, por errónea e ínfima que sea, impone severas reglas de conducta, opuestas, ¿cómo no? a intereses de momento y a la inspiración de los sentimientos antisociales; es que si el hombre fuese así, no sería un ser racional, capaz de subordinar fines próximos a fines remotos.

Lo no práctico, es decir, lo menos prácticos, porque todo puede serlo de una manera o de otra, y si no inmediata, mediatamente, son aquellas cosas cuya referencia a las realidades de la vida individual y social, está algo alejada en tiempo o en espacio: la metafísica, la poesía lírica, las demás bellas artes en sus manifestaciones menos asequibles a la mayoría de las gentes, y, en otro orden, las diversiones, el lujo...

Y lo verdadera y realmente no práctico o antipráctico, la ociosidad, el vicio, y las bajas pasiones y, entre ellas, la codicia, virtud saliente de los «hombres prácticos».

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  Edición de José Luís Mora
Badajoz 1998, páginas 257-259