Blas Zambrano 1874-1938 Artículos, relatos y otros escritos

Contra la corriente
Lo práctico. Don Quijote, hombre práctico
La Tierra de Segovia, 29 julio 1919

 

Una de las pruebas del exceso de practicismo de nuestro pueblo, de la orientación de sus cualidades prácticas hacia lo concreto material, hacia los bienes sensibles y aun, entre estos, hacia los más seguros o los más próximos, la constituye el hecho de atribuir a D. Quijote un carácter idealista, absolutamente contrapuesto al carácter de Sancho Panza.

Y esto está tan lejos de la realidad, como que ni la misma obra da pie para establecer semejante oposición.

La oposición –hombres ciegos por el espíritu práctico llevado hasta la negociación de sí mismo, porque la primera cosa poco práctica que un hombre hace es equivocarse– la oposición entre D. Quijote y Sancho no consiste sino en que D. Quijote era monomaniático y padecía de alucinaciones. Pero su monomanía era de orden practicista: librar al mundo de malandrines y canalla de toda especie; era realizar obras de justicia, con el auxilio de una cosa tan práctica como la fuerza, llámese estaca, o lanza, piedra o espada.

Y Sancho lo hubiese acompañado gustoso en tales empresas, no sólo por el premio de la ínsula, sino por el puro contento de ver a su señor entronizando por doquiera la justicia.

Esta pasión por la justicia es también una característica del pueblo español.

Aun sin más análisis, se siente uno inducido a la idea de que, pues coexisten estas dos tendencias en el espíritu de un pueblo, no deben ser contradictorias. Nada hay contradictorio en la naturaleza; y los caracteres generales de un pueblo puede afirmarse que son obra de la naturaleza.

Y es tan cierta la coexistencia de estas notas del carácter español, que se destacan enormemente sobre la masa común aquellos sujetos que suelen prescindir de la justicia en sus actos.

El español, aun el de más espeso y bajo practicismo, es apasionado de la justicia.

Y este es el sentimiento dominante en D. Quijote.

No podrá negarse que, saltando por encima del bajo egoísmo aislador, antisocial, inegoísta en sus consecuencias, según hemos dicho, lo más práctico que un hombre puede hacer es trabajar por la justicia. Ella es la base de la subsistencia de la sociedad; y sin la sociedad el hombre no puede apenas ser concebido.

¿Por qué no ha ser una determinación del sentido práctico español este afán de que se cumpla la justicia?

Y así, D. Quijote, luchador por la justicia, encarnaría el tipo español completo, salvo en la locura.

¿Por qué, entonces la locura de don Quijote?

La locura de D. Quijote es el motivo literario, la base para poner en ridículo los libros de caballería. Es lo deliberado en el autor.

Y claro es que si don Quijote estaba loco y cuerdo Sancho, con más, la mayor cultura y desahogo económico del primero, es lógico que chocaran en sus juicios sobre lo que el uno creía ver y veía el otro.

Pero la oposición de Sancho a las aventuras de su señor, no partían de un concepto general opuesto; no era que Sancho rechazara en general la obra de desfacer entuertos, socorrer viudas...

La opinión de Sancho obedecía a la clara visión de los disparates de su amo. Hubiese él creído que eran dañinos gigantes los molinos de viento y no habría intentado detener a su señor.

Es claro que el prestigio que lo maravilloso tiene en toda alma primitiva, digásmolo así, pudo influir en los temporales acomodamientos de Sancho a las ideas de D. Quijote, cuando no le mantuvieran en su fidelidad la esperanza de futuros provechos óptimos. Mas de todos modos, hay en Sancho un fondo de quijotismo, como había en D. Quijote una exaltación (exaltación hasta la locura) del espíritu práctico español.

<<< >>>

La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto filosofía en español
© 2001 www.filosofia.org
  Edición de José Luís Mora
Badajoz 1998, páginas 261-263