Blas Zambrano 1874-1938 Artículos, relatos y otros escritos

La moral
La Tierra de Segovia, 19 marzo 1921

 

El hombre es un animal social. Sólo la abstracción científica puede suponer al hombre como ser aislado, como individuo puro. Ni los solitarios de la Teosida, o de los bosques hindús prueban nada contra la esencial sociabilidad del hombre, pues que en el seno de las sociedad se formaron aquellos seres excepcionales y a la sociedad, no obstante su aislamiento, vuelve lo característico, o valorable de su vida, ya como ejemplo de altas virtudes, ya en forma de pensamientos, de intuiciones, de visiones o de ensueños.

Las normas que regulan las relaciones del individuo con la sociedad, impuestas, como es lógico, por esta, es lo que se llama moral. En todos los pueblos han sido buenas las acciones favorables a la comunidad, y malas, las contrarias.

Es necesario llegar a un grado altísimo en la evolución, en la historia humana y a sociedades fuertes, que puedan permitirse el lujo de ciertas tolerancias, para que la moral se eleve más alto que el interés social, más allá de lo humano, y cree deberes para el individuo solo, en relación con poderes extraterrenos. El amor a Dios sobre todas las cosas, el hacer el bien por encima de todo, el imperativo categórico o sea la moral cristiana, la estoica y la de Kant, se dan en sociedades cultas y de fuertes vínculos y a las que no importa ya que algunos de sus miembros –pocos siempre en relación al total– practiquen una moral que pueda encontrarse, a veces, en oposición con los intereses de la patria o de la sociedad en general. El humanitarismo romántico de Rousseau –ser ciudadanos del mundo– está en el mismo caso que las supremas leyes morales que acabamos de citar.

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¿Existe en la moral otra etapa del todo diferente? ¿Pueden ser realmente antisociales la moral cristiana, la budista, la estoica, la de Kant?

Históricamente es forzoso admitir cierta separación. Lo moral a que primeramente hemos aludido, considerándola como toda la moral, es la que ha evolucionado al compás de la sociedad. Pudiéramos llamarla moral biológica, como hija del instinto de conservación de los grupos humanos (familia, tribu, ciudad, nacionalidad) aplicación, a su vez, del instinto de vida de la especie. «No niegues tu concurso en las batallas ni en las fiestas; no agravies a los dioses protectores de tu patria; no robes los bienes de tus compatriotas. Es la moral del imperativo del Estado. Es el recuerdo con la ley y las costumbres. Por eso, cuando culmina esta moral en las grandes ciudades antiguas, se observa un total sometimiento del individuo al Estado y se dice que aquellas ciudades eran socialistas. ¡Naturalmente! La Ciudad lo era todo; no había más que la Ciudad en la ciudad. Y si había personalidades que resaltaban, resaltaban en tanto que excelentes ciudadanos o como dueños del poder de la ciudad a título de salvadores, de tiranos.

La otra moral es hija de la Filosofía. Trataremos de ella, pues este va alargándose en otro artículo y deduciremos después las consecuencias pedagógicas que se nos aparezcan más claras.

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La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto filosofía en español
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  Edición de José Luís Mora
Badajoz 1998, páginas 266-267