Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González
Filosofía elemental
Libro primero: Lógica. Sección primera: Lógica general

Prenociones generales

El objeto principal de la Lógica es dirigir nuestro entendimiento a conocimiento de la verdad. Las operaciones fundamentales del mismo, mediante las cuales se encamina a la verdad y logra su posesión, son la simple percepción, el juicio y el discurso o raciocinio. Aquella parte de la Lógica que enseña las reglas filosóficas y da preceptos racionales para el conveniente uso y aplicación de estas tres operaciones fundamentales de la inteligencia se llama Lógica General, y es la misma que los antiguos Escolásticos solían apellidar Lógica Menor.

Aquella parte de la Lógica que trata de las materias que tienen una relación especial con las tres funciones expresadas de nuestra razón, como medios e instrumentos para investigar y adquirir la verdad, como son ciertos problemas e ideas sobre la certeza, la probabilidad y la verdad, el método, los criterios de la verdad, &c., se llama Lógica Especial, o como la apellidaban los Escolásticos, Lógica Mayor. [17]

El íntimo enlace y relaciones que existen entre el objeto de la Lógica y el de la Psicología ha motivado diversidad de pareceres con respecto al orden con que deben enseñarse estas dos ciencias. Algunos colocan y enseñan la Psicología antes que la Lógica, porque, en su opinión, no se pueden dirigir bien las operaciones del entendimiento, lo cual constituye el objeto de la Lógica, sin conocer las varias facultades del hombre con las cuales se halla en relación su entendimiento. Otros, por el contrario, opinan que la Lógica, que es el arte de buscar la verdad, debe preceder a todas las ciencias, y por consiguiente a la Psicología. Esta segunda opinión nos parece más fundada; porque siendo la Psicología una verdadera ciencia, y ciencia que encierra problemas arduos y trascendentales, no es posible tratarla de una manera adecuada a sus condiciones científicas sin el auxilio de la Lógica, a la que pertenece enseñar a pensar bien y a investigar la verdad científica. Que no sin razón la apellidaban los antiguos instrumento y órgano de todas las ciencias. Por otra parte, para obviar la dificultad a que se refiere la primera opinión, basta hacer entrar en la Lógica algunas observaciones sencillas sobre las facultades del alma en relación con el objeto de la misma.

Algo más necesario nos parece hacer entrar en la Lógica algunas nociones acerca del lenguaje; porque siendo la palabra la expresión del pensamiento, así como este es la representación de los objetos, es indudable que la gramática general, o sea el conocimiento de la estructura y leyes generales del lenguaje, es un auxiliar tan poderoso como útil para la dirección de las operaciones intelectuales por medio de la disposición artificial y científica que la Lógica comunica a las operaciones indicadas. He aquí la razón porque damos principio a la Lógica exponiendo algunas nociones de gramática general, o sea filosofía del lenguaje; porque la verdad es que estudiar y conocer el lenguaje, equivale en cierto sentido a estudiar y conocer el pensamiento humano. [18]

Capítulo primero
Gramática general

Artículo primero
Del signo en general

Nociones previas.

1º La palabra gramática trae su origen de la griega gramma, que significa letra, y como las letras son los elementos de las palabras que constituyen la materia y objeto de la gramática, de aquí es que tomando la parte por el todo, la gramática general ha venido a significar la ciencia que investiga y expone los principios y propiedades generales del lenguaje articulado, considerado como expresión del pensamiento.

De esta definición se infiere que lo que se llama gramática general debiera denominarse filosofía del lenguaje, como la apellidan con razón algunos: 1º porque el nombre de gramática es más propio de una arte que de una verdadera ciencia, cual es la que nos ocupa: 2º porque con ella no se aprende ningún idioma determinado. Es, por lo tanto, más lógico y exacto el nombre de filosofía de lenguaje: nosotros, sin embargo, acomodándonos al uso recibido, usamos indistintamente los dos nombres.

2ª El objeto principal y propio de la gramática general es la oración: 1º porque esta resume y condensa el lenguaje como expresión del pensamiento: 2º porque la oración es la expresión externa y articulada del juicio, el cual es el acto principal de nuestro entendimiento, y su manifestación más importante y fundamental.

La oración gramatical puede ser considerada, o en sus elementos y diferentes partes de que se compone tomadas aisladamente, sin tomar en cuenta las relaciones que entre sí pueden tener en la oración; o por el contrario sistemáticamente, [19] considerando las partes de la oración en cuanto forman un todo determinado. De aquí la división de la gramática general en lexicología, que trata de las partes de la oración tomadas cada uno de por sí; y sintaxis, a la que pertenece estudiar la oración en cuanto es un todo resultante de la colocación ordenada de las partes que la componen. La gramática general no puede contener prosodia ni ortografía, partes que se encuentran en las gramáticas particulares, porque aquella no enseña a hablar ni escribir ningún idioma.

3ª De las dos partes indicadas, la más importante para la Lógica es la lexicología, en la que se analiza el lenguaje como signo y expresión de las ideas y pensamientos. Por esta razón nos ocuparemos con preferencia de la misma en estas nociones, con tanto más motivo, cuanto que al tratar del juicio se habla también de la oración como expresión sensible del mismo.

No siendo otra cosa el lenguaje más que la expresión y signo sensible del pensamiento, claro es que no pueden conocerse su naturaleza, leyes y propiedades, si no se conocen de antemano la naturaleza, leyes y propiedades del signo.

Signo en general es: lo que representa a la facultad cognoscente alguna otra cosa distinta del mismo signo: quod potentie cognoscenti aliud a se repraesentat. De esta definición se deduce que el signo, en cuanto tal, incluye tres cosas: 1ª el signo debe ser distinto realmente de la cosa significada, porque ninguna cosa se dice con propiedad signo de sí misma: 2ª entre el signo y la cosa significada debe existir alguna relación o enlace, pues solo así se concibe que el uno conduzca al conocimiento de la otra: 3ª el signo viene a ser como un medio entre la potencia que conoce y la cosa significada; así el humo, por ejemplo, sirve al entendimiento como de medio o puente para llegar al conocimiento del fuego.

Infiérese de lo dicho que el signo determina u origina dos percepciones, de las cuales la una se refiere a la cosa que sirve de signo, y la otra a la cosa significada. Empero para que resulten realmente estas dos percepciones, es preciso que se conozca la relación que existe entre el signo y la cosa [20] significada, pues faltando este conocimiento el signo no ejercerá el oficio de tal. Un vocablo hebreo no ejerce el oficio de signo para uno que ignore esta lengua, porque no conoce la relación convencional que existe entre aquel vocablo y la cosa por él significada.

El signo se divide en formal e instrumental. Signo formal es el que representa otra cosa por razón de la semejanza que con ella tiene, como la imagen o retrato de Julio César es signo formal del mismo. Signo instrumental es el que representa alguna cosa por razón de alguna relación que no sea de semejanza, como sucede en el humo respecto del fuego.

El signo puede ser también o natural o arbitrario, el cual también se llama artificial. En el primero, la relación que existe entre el signo y la cosa significada procede de la misma naturaleza de las cosas, independientemente de la voluntad del hombre, como se ve en el ejemplo del humo y del fuego. En el arbitrario, la conexión o enlace entre el signo y la cosa significada es convencional o dependiente de la voluntad del hombre, como sucede en el lenguaje articulado, cuyas palabras significan este o aquel objeto, según los diferentes idiomas y según voluntad convencional de los hombres.

Cuando la relación que existe entre el signo y la cosa significada en el signo natural es necesaria e infalible por su naturaleza, el signo se denomina cierto o necesario, como se ve en la respiración respecto de la vida: si esa relación no es necesaria, sino que puede proceder de varias causas, será signo incierto o equívoco: así, por ejemplo, la frecuencia del pulso es signo incierto o equívoco de fiebre, porque puede proceder de otras causas.

Artículo II
De los signos del pensamiento

El signo general del pensamiento humano es el lenguaje. Supónese comúnmente que esta palabra tiene su etimología [21] en la frase latina linguam agere, que significa mover la lengua. Sea de esto lo que quiera, es lo cierto que el lenguaje como signo o expresión del pensamiento, es un sistema de signos destinados a expresar el pensamiento. Y debe tenerse presente que el pensamiento aquí se toma en un sentido lato por las manifestaciones y actos, no solo del entendimiento y voluntad, sino también de las facultades sensibles, tanto perceptivas como afectivas.

Los signos que constituyen el lenguaje pueden ser o naturales o artificiales. Los primeros son los gritos, ademanes, gestos y movimientos naturales y espontáneos del cuerpo, en relación con determinadas afecciones y pensamientos interiores del alma. Los segundos son las palabras articuladas destinadas por el uso y la convención para expresar aquellos actos y afecciones interiores.

El lenguaje natural tiene determinadas ventajas sobre el artificial, así como éste las tiene sobre aquel bajo otros puntos de vista. El natural: 1º es más enérgico y adecuado que el artificial para expresar las afecciones del alma: 2º es invariable, uniforme y espontáneo, como fundado en la misma naturaleza: 3º se adquiere y practica sin necesidad de estudio o de la observación.

Por otro lado, el lenguaje artificial o articulado: 1º sirve para expresar muchas cosas que no pueden expresarse por medio del natural, y se extiende hasta las más sutiles manifestaciones y modificaciones del pensamiento: 2º incluye mayor facilidad y universalidad; mayor facilidad, puesto que con pocas palabras convenientemente combinadas podemos expresar instantáneamente conceptos y objetos que exigirían multitud de gestos y movimientos para ser expresados imperfectamente; mayor universalidad, no solo porque se extiende a objetos y pensamientos que se hallan fuera del alcance del lenguaje natural, o a los cuales solo alcanza con suma dificultad e imperfección, sino principalmente porque el lenguaje natural, solo es medio de comunicación con los presentes, mientras el articulado se extiende a los ausentes en tiempo y espacio por medio de la escritura: 3º el lenguaje [22] articulado sirve de instrumento y auxiliar poderoso para desarrollar y robustecer el pensamiento, por medio de una especie de comunicación y reacción continua y recíproca entre la palabra y el pensamiento: 4º el lenguaje articulado, por lo mismo que se halla sometido a la voluntad del hombre, como sistema de signos convencionales y libres, encierra un poder de expresión tan eficaz y perfecto, que basta para satisfacer con facilidad todas las necesidades del hombre en el orden físico, sensible, social, intelectual y moral: 5º finalmente, el lenguaje articulado así como puede perderse en el individuo u olvidarse, puede también enriquecerse o perfeccionarse, al paso que el natural nunca se olvida, pero tampoco se perfecciona sino con dificultad, en algunos hombres solamente, y aun esto dentro de límites estrechos. Sabido es que la influencia de la voluntad y el hábito, pueden hacer que los gestos y movimientos exteriores representen afecciones que no existen en el individuo; pero esto es accidental y no destruye las condiciones propias del lenguaje natural.

Cuanto llevamos consignado en este capítulo acerca del lenguaje artificial, se refiere al lenguaje en cuanto significa una colección de palabras articuladas que tienen por objeto expresar el pensamiento. Conviene ahora tener presente que esa palabra, además de la significación dicha puede tener otros dos sentidos, puesto que unas veces se toma por la facultad o capacidad de hablar que posee el hombre, y otras por la determinada disposición de palabras, oraciones y períodos que constituyen lo que se llama estilo, en cuyo último sentido solemos decir que tal autor tiene un lenguaje conciso, elegante, fluido, nervioso, &c.

De aquí se infiere que cuando se pregunta si el lenguaje articulado es natural al hombre, se debe responder con distinción. Si se trata del lenguaje en cuanto significa una colección determinada de voces articuladas, como las palabras, por ejemplo, que constituyen el idioma castellano, el lenguaje no es natural sino artificial y arbitrario, toda vez que es indiferente y puramente convencional que esta palabra designe este objeto y no otro; y por otra parte vemos que al mismo [23] objeto corresponden diferentes palabras según la variedad de idiomas. Si se trata del lenguaje, en cuanto significa la facultad de hablar, no hay inconveniente en afirmar que el lenguaje es natural al hombre; porque la razón y la experiencia demuestran que el hombre ha recibido de Dios y tiene en su misma naturaleza la facultad o capacidad de manifestar y significar a otros sus pensamientos y los objetos por medio de voces articuladas, que posee el organismo y los instrumentos necesarios para producir sonidos articulados, y hasta que tiene en su naturaleza una propensión espontánea a poner en ejercicio este organismo y la facultad de hablar.

¿Deberemos inferir de aquí, que la invención del lenguaje es debida al hombre? De ninguna manera. Sea cualquiera la opinión que se adopte en orden a la posibilidad absoluta o física de la invención o formación por parte del hombre de algún lenguaje, el cual en todo caso sería necesariamente imperfectísimo, y exigiría el transcurso de mucho tiempo, se debe tener por cierto que el lenguaje fue comunicado o inspirado al hombre por el mismo Dios. Muchas son las razones que pueden aducirse en apoyo de esta afirmación, aun prescindiendo de la Sagrada Escritura que lo indica {(1) En efecto, hablando del primer hombre, dice: «Creavit ex ipso abjutorium simile sibi; consilium et linguam dedit illis.»} con toda claridad. 1º Adán o el primer hombre debió salir perfecto de las manos del creador, como dice santo Tomás, tanto en el orden físico, o en cuanto al cuerpo, como en el orden intelectual y por parte del alma; y es indudable que si no hubiera poseído el lenguaje, carecería de una de las perfecciones o cualidades más importantes y necesarias. 2º No poseyendo el lenguaje se hubiera visto imposibilitado de comunicar a sus hijos los conocimientos naturales y sobrenaturales que recibiera de Dios. 3º En la hipótesis contraria, el hombre hubiera permanecido por espacio de mucho tiempo en estado de completo mutismo, el cual es incompatible con el estado [24] social que es natural al hombre, y fuera del cual no puede conservarse por mucho tiempo. Como corroboración de este argumento debe tenerse en cuenta, que siendo el lenguaje un conjunto de signos convencionales, y siendo o imposible, o sumamente difícil por lo menos, establecer pactos y convenciones sin el auxilio de la palabra articulada, los hombres, en la hipótesis que combatimos, habrían permanecido por espacio de siglos sin sociedad política y en estado de salvaje mutismo. 4º Para todo hombre pensador es evidente que la invención primitiva o descubrimiento originario de un idioma, siquiera sea imperfecto, es obra que exigiría una inteligencia sublime, unida a vastísimos y profundos conocimientos de todo género: ¿y es posible esto cuando se principia por suponer al hombre sin vínculos sociales, en estado de salvaje mutismo y de crasa ignorancia? 5º Finalmente, si a esto se añade que todos los monumentos históricos, incluso los bíblicos, presentan al hombre en posesión y ejercicio del lenguaje articulado, y lo que es más, de un lenguaje perfecto, quedará fuera de toda duda que el origen primitivo del lenguaje entre los hombres debe buscarse en Dios revelándolo o comunicándolo al primer hombre creado por él (1). Y [25] decimos, revelándolo, para excluir la opinión de los que imaginan que Dios enseñó al hombre el lenguaje primitivo pronunciando sonidos articulados, a la manera que los padres enseñan ahora a los hijos.

{(1) Son notables las palabras de Humboldt sobre este punto. «El lenguaje no ha podido ser inventado sin un tipo preexistente en la inteligencia humana... Más bien que creer en una marcha uniforme y mecánica que le vaya formando paulatinamente desde el principio más grosero e informe hasta llegar a la perfeccion, abrazaría la opinión de aquellos que refieren el origen de las lenguas a una revelacion inmediata de la Divinidad. Ellos por lo menos reconocen la chispa divina que brilla al través de todos los idiomas, aun los más imperfectos y menos cultivados.» A conclusiones análogas conducen los trabajos de Klaproth, Remusat, Goulianoff, Merian, Adelung, Schelegel y de tantos otros distinguidos etnógrafos.
Hay más todavía. De los trabajos literarios y de las investigaciones etnográficas realizadas por los escritores citados, resulta: 1º que los cuatro mil dialectos o idiomas que se conocen, pueden considerarse como filiaciones o derivaciones de tres, o a lo más, [25] cuatro lenguas primitivas y rigurosamente diversas, que son, la indo-germánica, que también suele llamarse indo-europea, la semítica y la tártara, a la cual algunos añaden la malaya: 2º que la aparición de estas tres o cuatro lenguas primitivas tuvo lugar de una manera repentina; todo lo cual se halla en perfecto acuerdo con la narración bíblica sobre la repentina confusión de lenguas realizada en la construcción de Babel, siendo probable que cada una de las tres grandes familias de Noé se separara de Babel con una de las tres lenguas que se llaman primitivas.}

Además de las indicaciones que dejamos consignadas arriba acerca de la utilidad y necesidad del lenguaje articulado, pueden aducirse razones poderosas que demuestran con toda evidencia esa necesidad y utilidad.

1ª Los hombres están destinados por las condiciones mismas de su naturaleza a constituir o formar una sociedad no imperfecta, temporal y transitoria, como los animales, sino perfecta, permanente, intelectual, moral y política; sociedad que ni siquiera puede concebirse, cuanto menos constituirse y conservarse, sin el auxilio del lenguaje articulado.

2ª Sin el lenguaje articulado la memoria es por precisión muy incompleta, y su expresión o manifestación externa es poco menos que imposible. Reflexiónese ahora por un lado los gravísimos inconvenientes a que estaría expuesto el hombre viviendo en sociedad sin el auxilio de la memoria, o teniendo ésta un estado sumamente imperfecto; y por otro, que uno de los efectos más incontestables y preciosos del lenguaje articulado es el fijar y ordenar los pensamientos y afecciones interiores en la memoria, sujetándolos al propio tiempo al fenómeno del recuerdo o reminiscencia.

3ª La investigación y conocimiento de la verdad, que constituye la perfección más noble y digna del hombre, se hallan en íntima relación y necesaria dependencia con el [26] lenguaje articulado, sin cuyo auxilio nuestros conocimientos serían muy limitados, trabajosos e imperfectos. La conciencia íntima nos revela que mientras investigamos y conocemos los objetos, hablamos interiormente, locución que sería difícil, imperfecta y confusa, sino poseyéramos el lenguaje articulado.

Artículo III
De las partes de la oración

Hemos dicho antes que las dos partes de que consta la gramática general o filosofía del lenguaje son, la lexicología, que trata de las partes de la oración en particular y tomadas aisladamente, y la sintaxis, que trata de la unión, dependencia y colocación de las palabras en la oración como expresión del pensamiento. Por eso esta parte de la gramática trata de la concordancia, régimen y construcción, siendo la más importante la construcción, porque es la más universal y la que se encuentra con mayor regularidad en todas las lenguas. Ya hemos dicho que omitimos la sintaxis, porque su relación con la Lógica es menos importante y directa que la de la lexicología.

La oración, en general, es la expresión oral del pensamiento, según algunos; pero esta definición parece inexacta, puesto que puede aplicarse a las partes de la oración, como sucede en el nombre. Más exacta y propia nos parece la que solían dar los Escolásticos: «voz o palabra articulada, cuyas partes significan algo tomadas aisladamente:» vox ad placitum significativa, cujus partes separatim aliquid significant. En efecto: en esta oración: «Pedro es prudente», cada una de las partes significa o expresa algún pensamiento, algún concepto o modificación del mismo. Por el contrario, las partes o sílabas de los nombres que componen dicha oración nada significan por sí solas y como tales. Los Escolásticos decían también, no sin razón, que la significación de la oración puede verificarse, o a modo de afirmación y negación (per [27] modum affirmationis et negationis) como en esta: Pedro discurre; o a modo de simple dicción (tamquam simplex dictio), como si decimos: Dios omnipotente.

En nuestra lengua las partes de la oración gramatical son nueve: nombre, pronombre, verbo, participio, artículo, preposición, adverbio, conjunción, interjección. Estas partes varían con los diferentes idiomas: pues mientras el hebreo y el árabe solo consta de tres, que son nombre, dicción y verbo, el latín admite ocho y el griego diez. Las partes que deben apellidarse necesarias y esenciales en la oración gramatical son el nombre y el verbo; con ellas se puede expresar el juicio, que es la manifestación propia y perfecta del entendimiento, y corresponden al doble elemento que entra en la constitución del mismo, pues mientras el nombre corresponde al elemento objetivo del juicio, el verbo corresponde al elemento subjetivo. De aquí procede que mientras las demás partes varían con los idiomas, el nombre y el verbo son partes de la oración gramatical en todas las lenguas. Dejando el nombre y el verbo para tratar de ellos con más detención en artículos especiales, daremos aquí alguna ligera noción de las otras partes de la oración.

a) Pronombre es aquella parte de la oración que se pone en lugar del nombre, bien sea para evitar la repetición de éste, bien para dar concisión y claridad a la misma. Generalmente expresa la relación de las personas agentes o pacientes que entran en la oración. Pueden ser personales, relativos, posesivos y demostrativos. Los posesivos, como mío, tuyo, nuestro, &c., y también los demostrativos, como este, aquellos, esos, &c., son en realidad verdaderos nombres adjetivos.

b) Participio es aquella parte de la oración que expresa la situación activa o pasiva de alguna cosa acompañada de alguna circunstancia o modificación del tiempo. Se llama participio, porque es un nombre que participa de las propiedades del verbo en cuanto que incluye la connotación y significación del tiempo incluido en aquel, y también porque se deriva de algún verbo.

c) Artículo es aquella parte de la oración que sirve para [28] determinar la extensión y el género de los nombres apelativos y universales. Suele dividirse en numeral, posesivo y demostrativo. Además, puede ser o especificativo, que sirve para determinar la especie; o individuativo, que sirve para determinar los individuos. Este último, si significa los individuos sin determinarlos, como cuando se dice: «leí algunos libros» se llama indefinido: si determina los individuos por su pertenencia, situación, número, &c., como si se dice: «he leído tus gramáticas», entonces se llama definido o determinado.

d) Preposición es aquella parte de la oración cuyo oficio es representar y expresar las diferentes relaciones que pueden existir entre los términos o ideas que entran en la indicada oración gramatical. Como éstas relaciones son muy numerosas y variadas, no es posible que haya tantas preposiciones como relaciones; y de aquí el que una misma preposición sirva para expresar diferentes relaciones que se reconocen por los antecedentes, consiguientes y sentido de la oración. Las principales preposiciones son las de tiempo, de orden, de lugar, de situación, de distancia, de fin, de medio, de unión, de separación, de posesión, &c.

e) Adverbio, que literalmente significa junto al verbo, como palabra compuesta de ad y de verbum, denota aquella parte de la oración que sirve para expresar una idea determinada, pero modificándola al propio tiempo. Ordinariamente modifica la atribución del verbo; pero también puede modificar otras partes de la oración que tengan carácter atributivo. Así es que el adverbio considerado en sí mismo y en su valor ideológico, puede resolverse en un nombre con una preposición. Los principales son los de tiempo, de lugar, de orden, de modo.

f) Conjunción es aquella parte de la oración que representa la relación entre dos juicios y expresa la relación entre dos o más proposiciones. De aquí se deduce que el oficio de la conjunción en la oración gramatical es unir o juntar dos o más proposiciones que representan y expresan un pensamiento completo.

g) Interjección es aquella parte de la oración cuyo objeto [29] propio es representar y expresar las afecciones internas del alma, y esto generalmente, según que esas afecciones, sensaciones y sentimientos incluyen cierto grado de vehemencia. Se llama interjección (interjectum, arrojado entre), porque es una palabra que se arroja entre las demás, sin ligarse o relacionarse con ellas como partes de la oración gramatical. Las interjecciones suelen constar de pocas sílabas y no son muy numerosas, consideradas como sonidos articulados; pero puede decirse que se multiplican indefinidamente según el modo y accidentes de expresión que pueden acompañarlas, como son la mayor o menor rapidez con que se pronuncian, la mayor o menor fuerza, los diferentes grados y modos de entonación, las modificaciones del semblante, actitud del cuerpo, movimiento de los miembros, &c.

Artículo IV
Del nombre

El nombre puede considerarse o simplemente como parte de la oración gramatical, o en cuanto constituye uno de los elementos principales y esenciales de la proposición como expresión del juicio (1). Bajo este último punto de vista el nombre suele llamarse término. Para proceder con la debida claridad, hablaremos del nombre bajo este doble punto de vista.

{(1) Según dejamos indicado, el nombre y el verbo constituyen las partes principales de la oracion, observacion que había hecho santo Tomás antes que los modernos. Potest ex solo nomine et verbo simplex enunciatio fieri, non autem ex aliis orationis partibus sinc his... Sola nomina et verba sunt principales orationis partes. Periherm. Lib. I, lec. 1ª.}

A) Nombre es aquella parte de la oración que expresa los objetos del pensamiento que entran en la misma como sus elementos principales y directos. La virtud es muy amable: [30] fácil es reconocer que los nombres virtud y amable, expresan los objetos que constituyen los elementos principales de la oración, mientras que las otras dos palabras sólo sirven, o para unir, o para modificar su significación.

Las clases o especies principales del nombre considerado como parte de la oración gramatical son

a) Sustantivo y adjetivo. El primero significa las cosas como si existiesen en sí mismas, sin expresar inherencia en otro sujeto, como hombre, bondad, justicia: el segundo, las significa expresando o indicando su inherencia en algún sujeto, como humano, bueno, justo. De aquí se infiere que la diferencia entre el nombre sustantivo y el adjetivo, no procede de las cosas o naturalezas significadas, sino del modo con que son concebidas por nosotros.

b) Si el nombre sustantivo significa un objeto singular, se llama propio, como Platón, Roma: si por el contrario, su significación conviene o se atribuye a varios individuos, si denomina apelativo, como hombre, ciudad. En otros términos: el nombre propio representa y significa un solo individuo: el apelativo, representa y significa una clase de individuos. El uso puede hacer que un nombre apelativo se convierta en propio respecto de algún objeto, como Apóstol, respecto a san Pablo.

c) Los accidentes gramaticales del nombre son el género, el número y el caso. El género, de su naturaleza, está destinado o sirve para expresar el sexo, y de aquí los cuatro géneros, masculino, femenino, epiceno o promiscuo, y neutro. Existen muchos objetos que carecen de sexo, los cuales en rigor filosófico debieran ser neutros, pero el uso ha hecho que sean masculinos o femeninos, como se ve en las palabras castellanas cielo, tierra, y en las latinas pons, clavis. El número es, o singular, o plural: los nombres propios no tienen número plural. El caso que también se llama declinación, es una modificación del nombre destinada a expresar las varias relaciones del mismo con otras partes de la oración. Esta declinación de los nombres puede verificarse de dos maneras: 1ª uniendo al nombre partículas, como sucede en castellano: [31] de la virtud, para la virtud, &c.: 2ª variando la terminación del nombre, como se hace en la lengua latina: virtus, virtutis, virtuti, &c.

B) Considerando el nombre como término o elemento de la proposición lógica, le corresponden, además de las indicadas, las divisiones siguientes:

a) Término positivo, el que significa alguna entidad o realidad, como alma, piedra: término negativo, el que significa o representa la privación o carencia de alguna realidad, como ceguera, muerte. Si a un término positivo se antepone la negación, resulta lo que se llama término infinito, como no alma, no piedra. Hay algunos términos que son positivos por parte de la voz, pero negativos en cuanto al sentido, como se ve en las palabras citadas, ceguera y muerte, que no expresan negación en su estructura material; al contrario, otros hay que por parte de la palabra material son negativos, por llevar equivalencia de negación, y sin embargo, son positivos por parte del sentido o significación, como se ve en las palabras infinito, infinidad.

b) Cuando el término sustantivo en los casos que significa alguna naturaleza sustancial, expresa esta naturaleza a modo de forma separada del sujeto que la tiene, se llama abstracto, como humanidad: cuando expresa aquella naturaleza como puesta en un sujeto, se llama concreto, como hombre.

Todo término adjetivo es concreto, pero no todo término concreto es adjetivo. De aquí se infiere que el término concreto, en cuanto tal, y especialmente si es adjetivo, significa de una manera primaria y directa la forma que denomina al sujeto, y secundariamente al sujeto que recibe tal denominación de tal forma.

c) Si un término tiene significación determinada y perfecta por sí mismo, sin dependencia de otro, se apellida categoremático, como hombre, justicia: si por sí solo no tiene significación completa o determinada, sino que para este efecto necesita unirse o relacionarse con otro, como estas palabras: ningún, todo, alguno, se llama sincategoremático. A esta clase [32] pertenecen los adverbios, preposiciones con otras partes de la oración.

d) Lo que en gramática es nombre apelativo, es en la lógica término común, el cual se divide en distributivo y colectivo. Distributivo es el que puede enunciarse de varios individuos y de cada uno de ellos en particular, como hombre conviene a todos y cada uno de los individuos humanos. El colectivo significa o comprende muchos individuos, pero no puede aplicarse a cada uno en particular, sino a todos juntos, como familia, senado.

e) El término común distributivo, si significa un concepto objetivo que es idéntico o se halla del mismo modo en muchos, se llama unívoco, como triángulo, cuyo concepto es igual en todos los triángulos: si el concepto significado por el término común es completamente diverso en los objetos significados por él, como la palabra perro, aplicada al animal doméstico y a una constelación, entonces se llama equívoco: si el concepto significado por el término común es en parte diferente y en parte igual, o semejante, se llama análogo: ejemplo: la palabra pie, aplicada a la parte inferior de un monte, de una mesa, de un animal, &c.

f) Se llama término complejo el que significa dos ideas completas en su género, bien sea que se expresen por medio de dos palabras, como voluntad buena, bien sea que se expresen con una sóla, como filósofo: Si la palabra expresa un solo concepto total, se llama incomplejo, como espíritu.

Puede decirse que los adjetivos son términos complejos en cuanto al sentido, porque significan la forma o modificación, y el sujeto que la tiene.

g) Los términos que denotan algún concepto que no puede atribuirse a todos los seres sino a algunos determinados, como racional, material, se llaman categóricos: los que por el contrario expresan algún concepto aplicable a todas las cosas o seres, como algo, cosa, ente, se llaman trascendentales.

h) Cuando un término significa un objeto, según el estado o modo de ser que le corresponde en la realidad [33] independientemente de nuestro entendimiento, se llama término de primera intención; si la significación corresponde al objeto según algún estado o modo procedente de la aprensión o percepción refleja del entendimiento, se llama término de segunda intención. El hombre es racional: el hombre es especie. En la primera proposición, el predicado conviene al hombre como término de primera intención; en la segunda, como término de segunda intención.

En atención a que las palabras articuladas oralmente sirven para representar y expresar las concepciones o ideas que formamos de los objetos, puede decirse que todas las clasificaciones y divisiones que acabamos de exponer, equivalen a otras tantas clasificaciones y divisiones de las ideas. Sin embargo, en la ideología nos ocuparemos de algunas otras clasificaciones propias de las ideas.

i) Cuando el término significa un objeto sin relación con otro, se llama absoluto: si por el contrario significa un objeto como relacionado con otro, se llama relativo. Justicia es término absoluto: hijo, es término relativo.

Artículo V
Del verbo

Son varias y bastante encontradas las opiniones de los filósofos acerca de la naturaleza propia del verbo, y de su carácter distintivo de las demás partes de la oración.

Algunos dicen que el oficio y carácter propio del verbo es expresar la afirmación y negación, y como por otra parte la afirmación y negación son representadas y expresadas explícita o implícitamente por el verbo ser, de aquí deducen que en el fondo de todos los verbos va envuelto el verbo ser, del cual vienen a ser los demás como una especie de modificaciones. De aquí es que esta teoría suele apellidarse la teoría del verbo único. Esta opinión tiene en contra el argumento no despreciable del uso y aplicación del verbo en [34] oraciones en que no hay afirmación ni negación explícitas, según se observa en las optativas e imperativas.

Hay otros que sostienen que la esencia del verbo consiste en significar acción y movimiento, suponiendo que los verbos, en su origen, significaron solamente las acciones y movimientos de los cuerpos, significación que por medio de tropos y abstracciones se aplicó después a los movimientos y acciones interiores de nuestra alma. Esta teoría parece insostenible: 1º porque hay verbos que no significan acción ni movimiento, como morir, estar sentado, (sedere) yacer: 2º porque hay palabras que significan acción o movimiento, y que no obstante no son verbos, como lectura, visión.

Otros hacen consistir la esencia del verbo en la atribución, opinando que el verbo es una palabra que significa el atributo de todo juicio. Esta opinión coincide en el fondo, o por lo menos tiene mucha afinidad con la teoría del verbo único, y tropieza con los mismos inconvenientes que aquella.

En nuestra opinión los caracteres distintivos y esenciales del verbo, son la consignificación del tiempo, y la atribución puramente enunciativa. En efecto: todo verbo en la oración, además de la idea típica o fundamental que significa, como mandato, amor, en los verbos mandar, amar, expresa alguna modificación o diferencia de tiempo, según que éste puede ser pasado, presente o futuro con su varias modificaciones y relaciones. Bajo este punto de vista, el verbo se distingue de los nombres que significan tiempo, como año, ayer, los cuales, aunque significan tiempo, no lo consignifican como el verbo. Por otro lado, aunque es cierto que no todo verbo en la oración gramatical significa afirmación o negación, como pretende la primera opinión, ni tampoco atributo de juicio, como quiere la tercera, bien se puede sostener que todo verbo significa algo con respecto a otro que se considera como sujeto de la idea significada por el verbo. Así, en esta oración optativa: ojalá que Pedro escribiese, no hay ciertamente juicio afirmativo o negativo, y por consiguiente está fuera de la condición y esencia del verbo [35] señalada por las dos teorías citadas; pero sí hay significación y expresión de la escritura con relación a Pedro como sujeto real o posible de la misma. Hay aquí una verdadera atribución o aplicación de la cosa significada por el verbo al sujeto: pero no habiendo, como no hay, verdadero juicio, ni afirmación, ni negación, es preciso decir que es una atribución enunciativa simplemente.

De lo expuesto podemos inferir:

1º Que el verbo debe definirse: aquella parte de la oración que expresa alguna cosa, consignificando modificación del tiempo y atribución o relación a algún sujeto.

2º Si la palabra atribución se toma en el sentido ordinario por la afirmación o negación de un atributo respecto de algún sujeto, la atribución no constituye el carácter distintivo y esencial del verbo; porque aunque tiene lugar en la mayor parte de los casos, no se verifica siempre. Si la indicada palabra se toma como equivalente a simple enunciación, entonces pertenece a la esencia del verbo; porque en todo verbo que forma parte de oración, se encontrará la enunciación de alguna cosa con respecto a otra que tiene razón de sujeto (1).

{(1) Aristóteles definía el verbo: Quod adsignificat tempus, cujus nulla pars significat separatim, et est semper nota eorum quae de altero praedicantur. Periher. lib. 1º, lec. 4ª. Si las últimas palabras significan predicación puramente enunciativa, la definición de este filósofo coincide con la nuestra.}

Los accidentes gramaticales del verbo son cinco, a saber: persona, número, tiempo, modo y voz. Todos estos accidentes constituyen lo que se llama conjugación del verbo, la cual consiste en conducir el tipo o idea radical significada por el verbo a través de modificaciones varias, representadas y expresadas por los cinco accidentes dichos.

Entre estos accidentes los principales y más importantes son el tiempo y modo. El tiempo es la modificación que recibe el verbo para representar la relación determinada de la [36] duración de una cosa con respecto a otra. Las relaciones principales de esta duración o tiempo son presente, pasado y futuro: el primero es único e indivisible, pero los segundos admiten varias modificaciones y relaciones que constituyen los diferentes modos de tiempos gramaticales.

El modo es la modificación de la estructura material del verbo, destinada a representar las varias maneras con que se verifica la enunciación. Señálanse comúnmente seis, que son: el indicativo, el subjuntivo, el condicional, el optativo, el permisivo, el imperativo. Mas no se crea por eso que estos modos sean necesarios ni se hallen en todas las lenguas, habiendo algunas que sólo admiten cuatro, otras cinco, otras tres. El indicativo, el subjuntivo y el imperativo, son los modos que se hallan más generalmente en los idiomas.

Algunos enumeran el infinitivo entre los modos del verbo: otros dicen que es un sustantivo indeclinable, lo cual parece más exacto en atención a que el infinitivo no tiene personas ni tiempos. De todos modos debe ser considerado como la raíz del verbo, cuyos accidentes vienen a ser modificaciones diferentes del mismo.

Artículo VI
El lenguaje hablado

«Si el hombre hiciera uso únicamente del conocimiento sensitivo, el cual se halla circunscrito por su naturaleza a las cosas presentes según el tiempo y el lugar, bastaría al hombre para vivir en sociedad con los demás el uso de la palabra. Mas como el hombre se halla además dotado de conocimiento intelectual, el cual abstrae o prescinde de las condiciones o circunstancias de lugar y tiempo, le acompaña la solicitud y cuidado, no sólo acerca de las cosas presentes, sino también acerca de las cosas ausentes por parte del lugar, y de las futuras por parte del tiempo. De aquí es que la necesidad y conveniencia de manifestar sus concepciones a [37] los ausentes y futuros, ha hecho que el uso de la escritura sea una necesidad para el hombre.»

Este pasaje de santo Tomás señala el origen filosófico y la razón suficiente de la necesidad e invención de la escritura.

La escritura puede definirse: un sistema o colección de signos por medio de los cuales se manifiesta o exterioriza el pensamiento de una manera fija y permanente. Porque en efecto, la diferencia principal que separa la escritura del lenguaje hablado, es la representación sensible permanente de los pensamientos y afecciones interiores, representación que en el lenguaje hablado sólo se verifica de una manera fugaz y transitoria.

Teniendo en cuenta que el entendimiento humano posee como una tendencia natural a proceder de lo imperfecto a lo perfecto, el desarrollo lógico de la escritura admite tres períodos y tres clasificaciones correspondientes a éstos. Primer período: representación directa de las ideas por medio de la pintura de los objetos. Segundo período: representación de las ideas por medio de atributos especiales o de propiedades características, o de analogías y semejanzas. Tercer período: representación directa de los sonidos articulados por medio de determinados signos, o sea de los caracteres alfabéticos. La primera especie de escritura se llama ideográfica; la segunda, simbólica, y si se refiere a enseñanzas o sentencias religiosas y morales, recibe el nombre de jeroglífico: la tercera se llama fonográfica o fonética. Algunos apellidan a la primera kiriológica.

La escritura fonográfica es infinitamente superior a la simbólica, y más aún a la ideográfica bajo muchos conceptos; pues mientras que con la primera nos es posible y sumamente fácil expresar toda clase de ideas, toda clase de relaciones entre los objetos, toda clase de pensamientos y afecciones, hasta en sus menores detalles y modificaciones más sutiles, las dos segundas llevan consigo: 1º la incapacidad o suma dificultad de representar los objetos inmateriales: 2º la imposibilidad de representar con fijeza y claridad las múltiples [38] relaciones de los objetos: 3º la magnitud, dificultad de ejecución y sobre todo la multiplicidad de caracteres, puesto que es necesario un signo especial casi para cada objeto, para cada relación, para cada idea o pensamiento: 4º la consiguiente dificultad de aprender y retener esta clase de escritura.

La gran ventaja de la escritura fonográfica consiste en que con un número reducido de caracteres sencillos convenientemente combinados, se pueden representar todos los sonidos y palabras del lenguaje articulado, y por consiguiente todos los objetos y pensamientos con todas sus relaciones y modificaciones. Estos caracteres o signos son cinco simples o puros a, e, i, o, u, que se llaman vocales, y dieciocho mixtos que constituyen las articulaciones y suelen llamarse consonantes. Si a estos añadimos la cantidad o tiempo y el acento, resultarán en conjunto veinticinco caracteres propia o impropiamente dichos, que constituyen la representación de todos los sonidos articulados y por consiguiente los elementos integrantes de la escritura fonográfica (1).

{(1) Sabido es que las consonantes que constituyen las articulaciones, se denominan labiales, dentales, linguales, palatales y guturales, según que los labios, los dientes, la lengua, el paladar y la garganta, contribuyen más directa y eficazmente a la producción de su sonido.}

Lo que acabamos de decir en orden al número de las letras o caracteres de la escritura fonográfica o alfabética (2), tiene lugar en la mayor parte de las naciones modernas; pues según el testimonio de escritores respetables, algunos de los alfabetos antiguos sólo constaban de dieciseis caracteres, a los cuales añadieron después otros pueblos, y principalmente los Romanos, las letras g, h, f, q, v, x, y, z. También [39] conviene notar que en algunas lenguas antiguas, se escribía y escribe procediendo de derecha a izquierda, o en sentido contrario a lo que nosotros practicamos.

{(2) Alfabeto, de donde toma la escritura fonográfica la denominación de alfabética, es la serie o colección de letras que tiene cada lengua para representar los sonidos articulados, y se llama así de las dos primeras letras del griego, alfa y beta.}

Por lo que hace a la cuestión relativa al origen de la escritura fonográfica y alfabética, no faltan escritores que le atribuyen un origen divino lo mismo que al lenguaje hablado. Esta opinión se apoya, entre otras razones: 1º en la carencia de datos históricos para señalar origen humano a la escritura alfabética: 2º en la inmensa distancia que separa la escritura fonográfica de la ideográfica.

Cualquiera que sea la opinión que se adopte acerca del hecho de la invención de la escritura alfabética, lo que sí puede tenerse por muy probable, es la posibilidad de esta invención. Porque a la verdad, una vez puesto el hombre en posesión del lenguaje, bastaría un análisis detenido y profundo de los sonidos articulados, juntamente con la designación de un signo para significar los elementos de que se compone, para llegar a la invención de una escritura fonética más o menos perfecta. Este análisis y la correspondiente designación de caracteres fonéticos, constituyen la transición de la escritura ideográfica y simbólica o la fonográfica, transición que ofrece grandes dificultades sin duda, pero que no son insuperables a la inteligencia humana dotada ya de lenguaje articulado. En todo caso es incontestable que esas dificultades son muy inferiores a las que presenta la invención del lenguaje (1). [40]

{(1) De los monumentos históricos que conocemos nada se puede deducir con certeza y seguridad, no sólo acerca de la invención misma de la escritura alfabética, sino ni siquiera acerca de los primeros pueblos que usaron de ella. Entre los griegos y romanos parece que se atribuia a los fenicios el primer uso de la escritura fonográfica, a juzgar por el siguiente pasaje de Lucano: Phoenices primi, faeme si creditur, ausi-Mansuram rudibus vocem signare figuris.}

Escolio

Para formar ideas exactas acerca de la naturaleza del verbo, como elemento importante de la oración gramatical, conviene tener presente que el verbo sum, es, que según algunos constituye el único verbo, tiene dos significaciones muy diferentes. Unas veces significa la existencia objetiva de una cosa, y equivale al castellano existir, como cuando decimos: el mundo es, es decir, existe realmente. Otras veces solo significa y expresa la relación entre un predicado y un sujeto, como cuando decimos: el mundo es admirable. La primera se llama significación absoluta del verbo citado: la segunda, significación relativa y también copulativa.

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Zeferino González Filosofía elemental (2ª ed.)
Madrid 1876, tomo 1, páginas 16-40