Los Doors fueron creados ya desde un comienzo como una
banda de ruptura y exploración. Su propio nombre, instalado en la mente
de Morrison mucho antes de que la banda existiera, evocaba las puertas de
la percepción que liberan las ideas y el espíritu de las sujeciones
sociales y le permiten acceder a otro plano de existencia, la
espiritualidad individual devenida deidad en sí misma. Esta pretensión
pareció sostenerse en las letras de las canciones del grupo, pero
también en su particular sonido. No obstante, fue la presencia de Jim
Morrison, su palabra y su cuerpo los que hicieron de la banda el mayor
exponente del rock oscuro y ácido que capturó la sensibilidad de la
segunda mitad de los 60's. Pronto Jim fue 'The Lizard King' (El rey
lagarto), título que surgido azarosamente de su canción "Celebration
of the Lizard", fue promovido y expandido por la prensa hasta la
dimensión de mito. Para una juventud anegada en el 'Flower Power' que
buscaba desesperadamente la guía mesiánica de una espiritualidad que se
evadía en las luces psicodélicas, 'The Lizard King' era el shaman que
necesitaban, aun a pesar del propio Jim Morrison.
Un shaman es aquel miembro de la tribu que puede
desdoblarse y acceder al mundo espiritual, usualmente a través de la
asistencia de estimulantes que lo impulsen hacia la trascendencia
momentánea para interceder ante las fuerzas espirituales con el fin de
asegurar la supervivencia de su grupo. Y a Jim Morrison no le faltaban
estimulantes que lo elevaran. Su rostro de ángel y su cuerpo cimbreante
de demonio le daban la estatura contradictoria de una juventud fuera de
control, en constante evasión de las restricciones sociales.
![](siete.jpg)
"El
ritual de la serpiente"
Todo shaman requiere además de la cordialidad de un
espíritu animal que lo conduzca al otro mundo y a la vez lo retenga en el
plano terrenal, de lo contrario perdería el camino de regreso. Este
espíritu animal es representado en los rituales shamánicos por medio de
pieles del animal elegido o por una máscara que lo evoca. Morrison
también cumplía con dicho requisito. Sus camperas de cuero eran la piel
que lo ungía de sus atributos animales, los pantalones de cuero de
víbora poseían su cuerpo llevándolo a espasmos que desafiaban el
equilibrio y la gravedad, y sus botas, que lo aferraban a la tierra, eran
el cordón umbilical que impedía su pérdida en el otro mundo.
Ni los discursos alternadamente lúcidos y alucinados,
ni la cabellera desordenada, ni la conducta salvaje, y ni siquiera los
evocativos versos de Morrison hicieron tanto por su imagen mística como
el cuero de su vestimenta. De repente, el cuero se veía restablecido
en el imaginario de Occidente como detentor de una fuerza primaria y
primitiva. La espiritualidad salvaje y animal otra vez se transformaba en
su primera referencia. Ni antes ni después de Morrison hubo celebridad
tan marcada por el peso simbólico del cuero, el cual parecía haber
recuperado la gravedad simbólica inconsciente que el psicoanalista Carl
G. Jung siempre le había atribuido. |
![](ocho.jpg)
Morrison
en éxtasis escénico.
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![](nueve.jpg)
Jane
Fonda envuelta en pieles siderales.
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A pesar de esto, y en el momento de mayor eclosión de
la influencia comercial y cultural de The Doors, aparece un personaje que
llevará el cuero y las pieles a nuevas estéticas de liviandad e
intrascendencia: Barbarella. Este comic francés realizado a partir de
1964 por Jean-Claude Forest contaba las aventuras delirantes de una
bellísima mujer que exploraba el universo. Inmersa en una sensibilidad
prepsicodélica de frivolidad deliciosa, "Barbarella" se
regodeaba en las audacias de un erotismo que hoy consideraríamos ingenuo,
pero que en su momento expandió considerablemente los límites del comic
europeo. |
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