La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Benito Jerónimo Feijoo 1676-1764

Cartas eruditas y curiosas / Tomo cuarto
Carta VI

Sobre la invención del Arte,
que enseña a hablar a los mudos


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1. Muy señor mío: Dos recibí de V.S. divididas en tres correos: la primera con fecha de 3 de Noviembre; la segunda de 17 del mismo: entrambas, así por la circunstancia del Autor, como por el contenido muy apreciables, y que como tales logran en mí una muy sobresaliente estimación. La primera contiene una cabalísima descripción de las dos mayores bestias terrestres, el Rinoceronte, y el Elefante; pudiendo asegurar, que aunque de este segundo adquirí bastantes noticias, en ninguno las hallé tan individuadas, y exactas como las que en la suya me comunica V.S. y tuve singular complacencia de que la caída del Elefante, rompiendo la bóveda del subterráneo, y la precaución, que después practicaba de pulsar bien el pavimento para no reincidir en el mismo infortunio, me asegura ser verdad lo que refieren algunos Autores, de que en varias partes del Oriente, para coger los Elefantes, se usa el estratagema de abrir en las selvas, que habitan, unos hoyos bastantemente capaces, los cuales ocultan sobreponiendo un suelo artificial, semejante al natural de la selva; de modo, que llegando incautamente el Elefante a pisarle, en fuerza [80] de su mucho peso se hunde en el hoyo, y allí le aprisionan. Pero se ha observado, que cuando algún Elefante tiene habilidad; o dicha para salir del hoyo, ya no esperan cogerle; porque arrancando una rama gruesa de algún árbol, y asiéndola con la trompa, con ella va tentando el terreno, antes de fijar en él el pie.

2. Por lo que mira a la dificultad, que V.S. me propone en su segunda Carta, contra lo que en el 4 Tomo del Teatro Crítico, Discurso 14, número 100, y número 101, escribí del Arte de enseñar a hablar a los mudos, inventada por nuestro Monje Fray Pedro Ponce; la dificultad, digo, fundada en la Aprobación del Maestro Fray Antonio Pérez, Abad de San Martín de Madrid, al libro de Juan Pablo Bonet, dado a luz el año de 1620; respondo, que dicho Maestro Fray Antonio Pérez en lo que escribe sobre la materia, en ninguna manera da a entender, que el inventor del Arte fuese Juan Pablo Bonet, de quien sólo dice, que compuso un libro para enseñar a hablar a los mudos, lo que es verdad, o por lo menos pudo serlo. ¿Pero esto arguye que fuese inventor del Arte? No por cierto. Como ni arguye, que sea inventor del Arte de la Música cualquiera que haya compuesto un libro para enseñarla a los que la ignoran. Por otra parte es indubitable, que el inventor del Arte de enseñar a hablar a los mudos no fue Juan Pablo Bonet, sino el Monje Fray Pedro Ponce. Atienda V.S.

3. Consta por el testimonio de Ambrosio de Morales, y del Divino Valles, que este Monje supo, y ejerció este Arte. Pregunto ahora: ¿Pudo derivarse la noticia de él, de Juan Pablo Bonet al Monje; o pudo el Monje aprenderle en el libro, que Bonet dio a luz; No. La razón se deduce de un evidente cómputo Cronológico. Murió Ambrosio de Morales muchos años antes que Bonet diese su libro a luz; conviene a saber, el año de 1590, como V.S. puede ver en el Diccionario de Moreri, V. Morales (Ambrosio), y en la Bibliotheca Nova de Don Nicolás Antonio, V. Ambrosius de Morales; [81] esto es, treinta años antes que saliese a luz el libro de Juan Pablo Bonet; cuya impresión se hizo el año de 1620. Añada V.S. que Ambrosio de Morales, como consta de Don Nicolás Antonio en el lugar citado, concluyó su Historia de España siete años antes de su muerte; esto es, el de 1583, que vienen a ser treinta y siete años antes de la publicación del libro de Bonet.

4. Del Divino Valles no se sabe qué año murió. Pero se sabe, que su libro Phylosofia Sacra, donde da noticia del Arte, y ejercicio de enseñar a hablar a los mudos del Monje Fr. Pedro Ponce, salió a luz muchos años antes que el libro de Bonet; pues D. Nicolás Antonio en el primer Tomo de su Bibliotheca Nova, V. Franciscus Vallesius, nos dice, que este libro de Valles fue impreso en León de Francia el año de 1588, esto es, treinta y dos años antes que produjese el suyo Bonet.

5. Añado, para el mismo efecto, otro nuevo testimonio de igual fuerza a los dos alegados. Esto es de nuestro Monje el M. Fr. Juan de Castañiza; el cual en el libro que escribió de la vida de nuestro P.S. Benito, dice, que Fr. Pedro Ponce, Monje Benedictino, hijo de la casa de San Benito de Sahagún, por su industria, y sagacidad descubrió el Arte de enseñar a hablar a los mudos. Este libro del M. Castañiza, dice D. Nicolás Antonio en el primer Tomo de su Bibliotheca Nova, V. Fr. Ioannes de Castañiza, que se imprimió en Salamanca el año de 1588; esto es, treinta y dos años antes de la impresión del libro de Juan Pablo Bonet.

6. Ve V.S. como más de treinta años antes de dar a luz su libro Juan Pablo Bonet, estaba publicado por tres Autores, que el Monje Pedro Ponce tenía, y ejercía el Arte de enseñar a hablar a los mudos. Pero aun hallaremos mucho mayor la anterioridad de Ponce a Bonet, si hacemos reflexión a lo que Ambrosio de Morales refiere de D. Pedro Velasco, uno de los dos hermanos del Condestable, a quienes enseñó a hablar el Monje. Dice, que no sólo hablaba la lengua Castellana [82], mas también la Latina; y no será mucho dar, que necesitase cuatro, o cinco años para aprehender estas dos lenguas: añádense éstos a los treinta y siete, que pasaron desde la impresión de la Historia de Morales, hasta la del libro de Bonet. Añádese también el tiempo que pasó desde que Don Pedro aprehendió las dos lenguas hasta su muerte, que dice Morales le sobrevino a los veinte años de edad; el cual tiempo necesariamente fue algo considerable, por lo que refiere el mismo Escritor, que en aquella edad, no sólo sabía las dos lenguas, pero había adquirido noticias de otras muchas cosas. Con que computado todo, resulta, que más de cuarenta y tres, o cuarenta y cuatro años antes que Bonet diese a luz su libro sabía, y ejercía el Monje el Arte. Luego si de uno a otro se derivó la noticia de él necesariamente fue de Ponce a Bonet, y no de Bonet a Ponce. Por consiguiente, si uno de los dos fue plagiario, lo fue Bonet, y no Ponce.

7. Diráme acaso V.S. que aunque lo alegado prueba, que Ponce no fue plagiario, en ningún modo convence que lo fuese Bonet: porque aunque aquél inventase el Arte, pudo no llegar la invención a la noticia de éste; el cual, siendo así, en fuerza de su ingenio discurriría lo mismo que aquel discurrió en fuerza del suyo. Y da motivo para pensarlo así lo que dice el M. Fr. Antonio Pérez en su aprobación, que el P. Ponce nunca trató de enseñar a otro el Arte.

8. Pero a esto, Sr. mío, repongo, que, o el Maestro Pérez careció en esta parte de la noticia necesaria, o por el honor del Autor, cuyo libro aprobaba, artificiosamente disimuló lo que sabía: porque es cierto, que Fr. Pedro Ponce enseñó el Arte a algunos. Lo que consta primeramente de lo que dice el Maestro Castañiza; el cual, después de referir como este Monje, no sólo enseñaba a hablar a los mudos, mas también a pintar, y otras cosas, prosigue así: Como es buen testigo Don Gaspar de Gurrea, hijo del Gobernador de Aragón, discípulo [83] suyo, y otros. Consta lo segundo, de que era imposible enseñar a hablar a los mudos, sin manifestarse enteramente el artificio con que esto se logra; pues el modo de conseguirlo es ser ellos ejecutores de todos los preceptos del Arte, como comprehenderá evidentemente cualquiera que tenga alguna idea de él; y en efecto Ambrosio de Morales testifica haber visto la respuesta por escrito de D. Pedro Velasco (uno de los dos hermanos del Condestable, a quienes enseñó a hablar el Monje) dando noticia en lo que consistía el Arte a uno que se lo había preguntado.

9. ¿Pero quiere V.S. una prueba clara de que Bonet tuvo noticia exacta del descubrimiento del Monje, y no hizo más que aprovecharse de él para escribir su libro? Se la daré. Note V.S. que Ambrosio de Morales dice, que el Monje enseñó a hablar a dos hermanos, y una hermana del Condestable, que eran mudos. Note también, que Bonet dice de sí, que servía en la casa del Condestable de Secretario suyo. Pues a los ojos se viene, que dentro de aquella casa halló todas las noticias necesarias de la teórica, y práctica del Arte.

10. Y si he de decir todo lo que siento, es para mí muy verosímil que Bonet, no sólo fue plagiario, mas aun impostor. El dice, u da a entender, que enseñó a hablar a un hermano del Condestable. Constándonos por Ambrosio de Morales, que el Monje Ponce enseñó a hablar a dos hermanos del Condestable, y que el uno de ellos, llamado D. Pedro murió muy mozo: lo que se hace conjeturar es, que cuando Bonet servía de Secretario al Condestable, aún vivía el otro, y Bonet se quiso atribuir la enseñanza, que aquel Caballero había mucho antes debido al Monje. Y basta para el asunto.

11. Lo que V.S. me dice de las excelsas prendas de S.M. Siciliana no es para mí novedad; ya porque por varias partes habían llegado acá las mismas noticias; ya porque desde el año de 28, en que logré el honor de besar la mano a S.M. (Infante de España entonces), concebí [84] muy altas esperanzas de lo que había de ser algún día, como expresé en la Epístola Dedicatoria del 4 Tomo del Teatro Crítico, que consagré a S.M.

12. Estimo la oferta del libro de Huarte, que ya no necesito; porque ya he cobrado dos ejemplares de él, y realmente es mucho menos de lo que yo pensaba.

13. Puede V.S. disponer de mi persona, debajo de la persuasión de que con fino afecto deseo servirle. Nuestro Señor guarde a V.S. muchos años. Oviedo, y Enero 8 de 1751.

14. Nuevas noticias sobre el asunto de la Carta de arriba, de que se formarán dos Adiciones a ella.

Primera Adición

15. Habiendo sabido el Rmo. P. M. Fr. Iñigo Ferreras, General hoy de mi Religión, que yo tenía escrito algo en prueba de que el Monje Fr. Pedro Ponce fue el verdadero inventor del Arte con que se enseña a hablar a los mudos, y constándole también, que dicho Monje, aunque recibió el Hábito, y la Profesión en el Real Monasterio de San Benito de Sahagún, lo más de su vida habitó en el de S. Salvador de Oña, y en él pasó de la temporal a la eterna: hallándose su Rma. en este segundo Monasterio, que es su Casa de Profesión, ordenó, que por si acaso yo quería extenderme más en el referido asunto, se me remitiese cualquiera monumento concerniente a él, que se hallase en aquel Monasterio; y así se ejecutó, remitiéndome los siguientes:

16. Lo primero, copiada una partida de un libro antiguo de difuntos del tenor siguiente: Obdormivit in Domino Frater Petrus de Ponce, huius Omniensis domus benefactor, qui inter caeteras virtutes, quae in illo maxime fuerant, in hac praecipue floruit, ac celeberrimus toto orbe fuit habitus, scilicet, mutos loqui docendi. Obiit anno 1584 in mense Augusto. [84]

17. Lo segundo, noticia de una Escritura, otorgada en el Monasterio de Oña a 24 de Agosto de 1758, en testimonio de Juan de Palacios, Escribano Real de la Villa de Oña, en que se enuncia, que el P. Fr. Pedro Ponce hace, con las licencias necesarias, fundación de una Capellanía, con ciertas Misas, debajo de tales condiciones; y relacionando los motivos, dice lo siguiente: Los cuales dichos maravedís, yo el dicho F. Pedro Ponce, Monje de esta Casa de Oña, he adquirido, cortando, y cercenando de mis gastos, e por mercedes de Señores, y limosnas, e buenas voluntades de Señores, de quienes he sido Testamentario, e bienes de discípulos que he tenido; a los cuales, con la industria que Dios fue servido de me dar en esta Santa Casa, por méritos del Señor San Juan Bautista, y de nuestro Padre San Iñigo, tuve discípulos, que eran sordos, y mudos a nativitate, hijos de grandes Señores, e de Personas principales, a quienes mostré hablar, y leer, y escribir, y contar, y a rezar, y ayudar a Misa, y saber la Doctrina Cristiana, y saberse por palabra confesar, e algunos Latín, e algunos Latín, y Griego, y entender la lengua Italiana; y éste vino a ser ordenado, y tener oficio, y beneficio por la Iglesia, y rezar las Horas Canónicas; y ansi éste, y algunos otros vinieron a saber, y entender la Filosofía natural, y Astrología: y otro que sucedía en un Mayorazgo, e Marquesado, y había de seguir la Milicia, allende de lo que sabía, según es dicho, fue instruido en jugar de todas armas; e muy especial hombre de a caballo de todas sillas. Sin todo esto, fueron grandes Historiadores de Historias Españolas, y Extranjeras; e sobre todo, usaron de la Doctrina, Política, y Disciplina de que los privó Aristóteles.

18. Lo tercero, otra Escritura, otorgada por Fr. Pedro Ponce, en testimonio del mismo Juan de Palacios, en que después del Memorial de bienes, de que dispone, supuestas las licencias necesarias, dice, que éstos le fueron dados por la señora Marquesa de Berlanga, y Don [86] Pedro Velasco su hijo, y por otros Príncipes, y Señores, por las razones que expresa en la Escritura antecedente; y luego añade lo siguiente: En la industria que Dios fue servido de me dar en esta casa, fue por mérito del Señor Don Juan Bautista, e de nuestro Padre San Iñigo, &c.

19. Ultimamente, se me aseguró ser tradición constante en el Monasterio de Oña, que dicho P. Ponce fue Religioso de vida ejemplarísima; y es común en los Monjes de aquel Monasterio, cuando hablan de él, nombrarle el Ven. Fr. Pedro Ponce. Confirmación puede ser de esta verdad lo que se expresa en la primera Escritura, que, ganando con la enseñanza de su Arte tanto caudal, no sólo dedicaba las sobras de su gasto ordinario a obras pías, mas aun de ese gasto cercenaba para el mismo fin.

20. Añado, que siendo cierto, que no hay cosa en el mundo, que tanto lisonjee la vanidad de los hombres, como la reputación de ser dotados de un ingenio muy alto; y pudiendo el P. Ponce lograr esta fama a favor de la invención de su prodigioso Arte, como sin duda atribuiría ésta a una portentosa perspicacia intelectual, si él no descubriese, que la debía a muy diferente causa; es prueba de una singular modestia despojarse, o renunciar a tan apetecible honor, atribuyendo su descubrimiento a la gratuita recompensa de su devoción (que dicen era muy grande) a los dos Santos, el Bautista, y S. Iñigo, Abad que fue, y Patrono que es del gran Monasterio de Oña: creencia piadosa, y muy connatural a un Religioso humilde, y modesto.

21. Estas noticias comunicadas del Monasterio de Oña, que se podrán dar autenticadas siempre que sea menester, constituyen con los testimonios de los Autores, que he citado en el cuerpo de la Carta, un globo de pruebas sobre el asunto, impenetrable a toda réplica, y inaccesible a toda solución. [87]

Segunda Adición

22. A los fines del siglo pasado parecieron dos hombre muy señalados, y felices en el uso del Arte de dar loquela a los mudos: Uno fue Juan Wallis, célebre Filósofo, y Matemático Inglés: el otro Juan Conrado Ammán, Médico Suizo, establecido en Holanda. Uno, y otro escribieron, dando noticia de las reglas del Arte, sin que uno a otro se debiesen la comunicación de ella; y uno, y otro las practicaron felizmente con muchos mudos. Escribió primero Wallis; pero se dice, que cuando Mr. Ammán vio, o supo del Escrito de Wallis, ya había enseñado a hablar a seis mudos. Y aun se añade, que Wallis confesaba, que Ammán poseía el Arte con más perfección que él. Así lo escriben los Diaristas de Trevoux en el Tomo 3 de sus Memorias del año de 1701, donde dan un extracto del Escrito de Mr. Ammán, compendiando las reglas del Arte, que en él publicó este Autor.

23. Este Escrito de Mr. Ammán, cuyo título es: Dissertatio de Loquela, se reimprimió en Amsterdam el año de 48 con el motivo que voy a decir. En ese año, o poco antes arribó a París un Portugués, llamado Don Juan Pereira, el cual publicó en aquella Corte, y aun parece que luego empezó a probarlo con la experiencia, que poseía el Arte de hacer hablar los mudos.

24. La primera noticia, que tuve de este fenómeno literario, debí a Don Joseph Ignacio de Torres, Español, natural de Valencia, sujeto de admirables prendas, que está ejerciendo la Medicina en París con singular aplauso, el cual se ha extendido a otras Naciones; de modo, que logró ser consultado sobre asuntos importantísimos de Medicina, por algunos Príncipes Extranjeros, y gratificado nobilísimamente por ellos. Este sujeto, en Carta que me escribió habrá como año y medio, entre otras noticias estimables, que me daba en ella, me participó [88] la que acabo de referir en la forma siguiente.

25. « A riesgo de enfadar a V.S. con esta larguísima Carta, determinó por si aún no lo sabe, participarle como la alta idea, que V.S. exhibe (T.C. Tomo 4, Discurso 14) sobre la Arte de hacer hablar a los mudos produjo en el Ingenio Español Don Juan Pereira el deseo de cultivarla, y la gloria de poseerla actualmente en grado muy sublime. Un Mudo de mucha distinción, a quien ha enseñado a hablar, ha llenado de tanta admiración la Real Academia de las Ciencias, que S.M. Cristianísima ha querido dar a toda su Corte el gusto de ver semejante prodigio. En cuya ocurrencia se admiró tanto la facilidad con que el mudo responde a cuanto se le pregunta, como la gran capacidad de su Maestro Español, a quien ha mandado S.M. gratificar, y no se duda, que pensionará, cuando le nombre para la Cátedra, que se trata ya de fundar en el Colegio Real de Francia, de enseñar a hablar a los mudos. Este establecimiento es glorioso a nuestra Nación, y especialmente a V.S. pues el mismo Don Juan de Pereira asegura, que jamás hubiera pensado en semejante cosa, si hallándose en Cádiz, no hubiera por mera casualidad leído el cuarto Tomo del Teatro Crítico».

26. No faltará acaso quien sospeche, que algo de amor propio me ha interesado en trasladar literalmente este pasaje, por lo que expresa la última cláusula. Pero realmente no es así, sino que esa misma cláusula es importante para la discusión de una duda concerniente al Arte de Mr. Pereira, de que se tratará abajo.

27. La segunda noticia del mismo hecho hallé en el primer Tomo de las Memorias de Trevoux del año de 48, art. 8. La tercera tuve de Don Enrique Gómez Suárez, residente en Amsterdam, en Carta que recibí suya sobre varias especies contenidas en mis Escritos, con fecha de primero de Marzo del presente año de 52, en la cual me dice lo siguiente;

28. «En orden al Arte de hacer hablar a los mudos [89] me parece que V.S. no tiene noticia de lo que pasa actualmente en París, y yo tendré el honor de comunicárselo. Un Judío Portugués, llamado Pereira, o sea que tuviese noticia del Padre Ponce, o que leyese el Teatro, o de otra cualquiera manera, él se avisó de enseñar a hablar a un mudo; y cuando ya lo tuvo a medio camino, lo presentó a la Real Academia por intermisión del Académico Mr. de la Condamine. Los Señores, que componen dicha Academia, manifestaron su gran admiración en las grandes alabanzas que le prodigaron, animándolo a la continuación, lo que hizo con tan feliz suceso, que al fin de algunos meses los Comisarios de dicha Academia lo presentaron al Rey, el cual le preguntó varias cosas, ya por acciones, ya por escrito, a las cuales respondió muy bien; y habiendo hecho un cumplimiento, se despidió. El Monarca quedó tan satisfecho, que hizo a dicho Pereira una pensión anual de 800 libras. Esto fue a la entrada de este Invierno; ahora tiene dos, que ya empiezan a hablar. Todo lo tengo de original propio, y de Mr. de la Condamine, que lo comunicó al Secretario de mi Tertulia, con quien se corresponde».

29. Es cierto, que leí con mucho gusto las referidas especies, por su curiosa amenidad en este género de literatura; pero de leerlas me resultó igual disgusto, conjeturando por ellas, cuán ignorado, o cuán olvidado está en las Naciones, que nuestro Monje Fray Pedro Ponce fue el verdadero inventor del Arte de enseñar a hablar los mudos. Es verdad, que no ignoran esto los señores Torres, y Suárez, que me escribieron de París, y Amsterdam; pero lo saben únicamente por el 4 Tomo del Teatro Crítico, donde lo leyeron. Esto no me admira en dos particulares, que, si manejan algunos libros, serán los de tal, o cual determinada Facultad. Pero debo extrañar la omisión de esta noticia en los Autores de las Memorias de Trevoux, los cuales constituyen una sociedad bastante numerosa de hombres doctos, cuyo destino [90] los precisa a la lectura de todo género de Autores, Facultades, y Asuntos. Las Obras de los Autores, que dan noticia del descubrimiento de nuestro Ponce; esto es, la Historia de Ambrosio de Morales, la Filosofía Sacra de Valles, y la Biblioteca Hispana de Don Nicolás Antonio, por la gran estimación que han merecido a todas las Naciones, son comunísimas en sus grandes Bibliotecas; con que se representa difícil, que todos aquellos Eruditos ignorasen, que el P. Ponce fue inventor del Arte de enseñar la loquela a los mudos. Por otra parte, tratando de este Arte con bastante extensión, en dos partes de su dilatada Obra, la primera, dándoles para ello ocasión los dos Maestros de ella Wallis, y Ammán; y la segunda, el Portugués Pereira, el asunto los llamaba naturalmente a dar noticia (si la tuviesen) de ser el primer inventor de este Arte el Monje Español. Y uno, y otro se hace extrañar igualmente, o el que ignorasen la especie, o el que sabiéndola la omitiesen. Sin embargo parece cierto lo primero, pues dan el nombre de nuevo método al Arte, que ejercían Wallis, y Ammán, lo que no harían si supiesen por los tres Autores Españoles referidos, que ese mismo método tenía ya más de ciento y treinta años de antigüedad. Digo ese mismo método; porque la exposición, que hacen del Arte de Wallis, y Ammán los Autores de las Memorias, es la misma que hacen de la de Ponce los tres Autores Españoles.

30. Pero no me parece cierta esta identidad en cuanto al Portugués Pereira, por cuanto éste publica en París, como consta de los Autores de las Memorias, que su método de enseñar es diverso del que practicaban Wallis, y Ammán, y que se le debe únicamente a la fuerza de su ingenio; como también se nos asegura en las Memorias, que no quiere descubrir el método particular, que ha inventado. No obstante, ciertas reflexiones que voy a proponer, son capaces de retardar algo el asenso a uno, y otro. A lo primero, el que el mismo [91] Pereira confiesa (así me lo escribe de París Don Joseph Ignacio de Torres), que el pensamiento de discurrir sobre el Arte le vino con la ocasión de leer en Cádiz lo que yo escribí en el 4 Tomo del Teatro Crítico, del descubrimiento que hizo Ponce. Y como en la misma parte manifiesto yo sumariamente el método de que usaba Ponce, se hace sumamente verosímil, que Pereira caminase por el camino que ya halló abierto, excusando la arduidad de romper otro nuevo; aunque es verdad, que siempre le quedaba largo campo en que ejercitar su ingenio, si había de formar todas las reglas del Arte sobre el fundamento, que le prestaba aquella breve noticia. Mas: Don Enrique Suárez escribe, que el mudo ya enseñado, que presentaron al Rey Cristianísimo, respondió muy bien a varias preguntas que se le hicieron, ya por acciones, ya por escrito. Nótese el ya por escrito. Si entendía lo escrito, parece, que mediante la escritura le había instruido Pereira en la loquela. ¿Y no era ese mismo el método de que usaban Ponce, Wallis, y Ammán?

31. También se hace algo difícil lo segundo; esto es, que Pereira pudiese ocultar, o hacer impenetrable su método de enseñar; porque, sea éste el que se fuere, parece imposible esconderle a los mismos a quienes se enseña, pues lo están viendo, y tocando, y no tendrá mucha dificultad negociar con alguno de ellos que revele el secreto.

32. Puede ser que el orgullo del genio nacional influya algo en la jactancia de Mr. Pereira sobre su particular invento, mayormente cuando habla con alguna desestimación del Arte, y habilidad de Mr. Ammán, llegando a dudar (equivalencia de negar) que haya logrado con ella los grandes efectos que refiere, siendo así, que ésta cita por ellos la Ciudad de Harlén, con sus Magistrados, y aun toda la Holanda, sin que desde el año de 1701, en que imprimió su Disertación de Loquela, hasta el de 48, en que se reimprimió en Amsterdam, [92] haya padecido contradicción alguna a las experiencias que alega. Así nos lo aseguran los Autores de las Memorias alegadas, de cuya relación sin violencia se puede colegir, que habiéndose sabido en Holanda el ruido que hacía en París Mr. Pereira con su Arte, reimprimieron allí la Disertación de Ammán, para mostrar, que el Portugués no era más que copista del Suizo. Y picado aquél de que le quisiesen despojar de la gloria de inventor, hizo, y hace lo que puede por acreditarse a sí, y desacreditar a Ammán. Mas a la verdad, entretanto que no publica su método, como publicó Ammán el suyo, dudo que logre el intento.

33. Sea lo que fuere de esto, lo que se ve es, que de París a Amsterdam, y de Amsterdam a París se están cañoneando sobre quién es el inventor del Arte, sin que nadie se acuerde de Fr. Pedro Ponce, que lo fue indispensablemente. Con que esto viene a ser el caso mismo de la circulación de la sangre, descubrió un Albeitar Español, llamado Francisco de la Reina, y después Autores de varias Naciones se han andado quebrando las cabezas, sobre si el descubridor fue Cesalpino, Aqua-pendente, el Servita Pedro Sarpo, Miguel Servet, o Harveo, sin la más leve memoria de nuestro Albeitar. ¿Pero quién tiene la culpa de este olvido de los Extranjeros, sino el olvido, e inatención de los mismos Españoles, que miran con indiferencia (algunos con ojeriza) gran parte de lo que es gloria literaria de su Nación?


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{Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764), Cartas eruditas y curiosas (1742-1760), tomo cuarto (1753). Texto tomado de la edición de Madrid 1774 (en la Imprenta Real de la Gazeta, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros), tomo segundo (nueva impresión), páginas 79-92.}


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