La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Benito Jerónimo Feijoo 1676-1764

Teatro crítico universal / Tomo sexto

Parecer
de Don Joseph Mariano Gregorio de Elizalde Ita y Parra (Mexicano), Maestro en Artes, Doctor en Sagrada Teología, y Rector que ha sido en la Real Universidad de México, Teólogo, y Examinador de la Nunciatura de España


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Al intimarseme el orden del señor Doctor Don Bernardo Froilán de Saavedra, Canónigo Doctoral de la Santa Iglesia Primada de las Españas de la Ciudad de Toledo, y Vicario de esta Villa de Madrid, y su partido, por los Ilustrísimos Señores Dean, y Cabildo de dicha Santa Iglesia, Sede Vacante, &c. para que vea, y reconozca el sexto Tomo del Teatro Crítico Universal, erudito desvelo de la delicada pluma, que consagrada para diversión de ocios literarios, comenzó en propio recreo, y ha proseguido con común utilidad el Rmo. P.M. y Doctor Fr. Benito Jerónimo Feijoo, Maestro General de la Sapientísima, y religiosísima Congregación Benedictina de España, Abad que ha sido dos veces del Real Colegio de San Vicente de Oviedo, Doctor Teólogo por su Universidad, y en ella su Catedrático de Santo Tomás, de Sagrada Escritura, y actualmente de Vísperas de Sagrada Teología, &c. ya quedaba el cuidado desembarazado del empeño, y correspondida la obligación del precepto; porque si con solo proferir el nombre, en sentir de Plinio (lib. epist. 4.), se explica la obra: Omnia dixi, cum virum dixi; aun los aplausos, que la Obra se merece, quedaban satisfechos con la expresión de sus títulos, o con el título de la Obra. Porque si el Autor, por su nombre, y por hijo del Magno San Benito [XXIV] es grande, y es grande por sus letras, solo parece menor a la vista de su Teatro: digno encomio, que dictó la profundidad de Tertuliano (lib. singul. de Spectat.) para el debido aplauso del que construyó el gran Pompeyo: Pompejus Magnus solo Teatro suo minor. Mas si aunque los aplausos inunden el Orbe con la dilatada fama de gloriosos hechos, es delito no concurrir a el encomio de Obra tan gigante con algún elogio (Carol. Ruaeus, lib. 2. Carm. Panegyr. I.):

Et quamquam cum fama volat, cum maximus Orbis
Solvitur in plausus, & plausibus accinit Aether,
Nil praecone opus est; scelus est tamen alta silere.

Mayor empeño, que el de Censor, es el en que me hallo, siéndome necesario mostrarme agradecido. Remitírseme el Tomo sexto del Teatro Crítico, que su Autor pretende dar a luz, es sacarme a la luz en este Teatro. Facilitando con el precepto una ocasión, que si de muchos Americanos es con noble envidia deseada, para un corto desahogo de su grande reconocimiento; de mi, porque la coyuntura de hallarme presente en esta Corte lo ofrece, viene por dicha, solamente lograda para insinuar el especial afecto, con que a el Rmo. P.M. venero. Vindicó su Reverendísima a los ingenios Americanos de aquel común error, en que el vulgo extranjero los apreciaba, pues estimándolos decadentes en el ejercicio de las potencias, llegaban con esto a juzgar, que con el tiempo se reducían aquellos individuos a punto menos que irracionales: y aunque la permanente luz de sus ingenios ha sido bien manifiesta a todos desde el primero día de su descubrimiento; con todo nunca llegaron a acreditarse sus brillos en las extrañas Regiones de firmes, a estimarse grandes, y calificarse [XXV] verdaderos, hasta que en el cuarto Tomo de su Obra, como la luz puesta en el Sol el cuarto día, los colocó con su docta, y erudita defensa este Autor. De cuyo raro, y singular ingenio se manifiesta lo agigantado de su elevación, cuando internándose con estudioso desvelo, y cuidadosa aplicación en las más distantes Regiones, y extraños Reinos, no solamente descubre la verdad de las cosas, sino que con las luces de peregrinas especies totalmente disipa las densas tinieblas del error común.

Haciéndose preciso para la aprobación de una Obra tan particular buscar especial idea entre aquellas, que veneraron los Antiguos por prodigios, para que sirviendo de sombras, hagan sobresalir más las luces de este Teatro, el que en su magnífica construcción excede tanto a todos los que la Historia aplaude célebres, que la ponderación del primor de aquellos, aun no sirve de leve insinuación para el debido encomio de éste.

El magnífico, que en Capua fue consagrado por Tiberio, llegó a tan superior grado de estimación, que a el ver la proporcionada simetría en que estaba colocada tanta variedad de estatuas, y bustos, con que se ostentaba plausible, se levantó con el título de la grande habitación de los Dioses: Anphitheatrum Capuanum ::: Magna Deum habitatio (Vital. Lexicon Mathemat.) Proporcionado símbolo fuera del que ha fabricado el sutil ingenio del Rmo. P.M. Feijoo, si no se atendiera en éste más que al majestuoso orden con que coloca las Deidades de las verdades que establece; pero cuando al mismo tiempo que se ve de cada una la figura, o especie, tan en su debido sitio puesta, que en otro que se hallase, sería estar, si no fuera de su centro, a lo menos no con tanta propiedad colocada; [XXVI] hace, que excedido con éste el de Tiberio, el elogio de aquel no explique el que a este se le debe, por el gran trabajo del inmenso estudio, que para fábrica tan sublime se necesita, a cuyo aplauso parece dijo el Poeta (Stroz. Pat.):

Struxerat hic, opere ingenti, sublime Theatrum.

Llegando ya con este Tomo a verificarse aquel bien fundado horóscopo, que con doctrina de Casiodoro pronosticó el que hoy merecidamente venera la Corte por su Cisne (Rmo. P.M. Navajas en la Aprobación del segundo Tomo del Teatro Crítico): de que siendo cada asunto capaz de alabanza, la colección de todos se admiraría por maravilla, como hoy sucede. Sin que pueda ni aun igualarle en el primor aquel Teatro de todos los Autores celebrado por el Máximo: el que construyó Scauro, creída su fábrica, no para fatal despojo del tiempo, sino para noble emulación de los siglos. M. Scaurus fecit in edilicate sua opus maximum imnium, quae umquam fuere humana manu facta, non temporaria mora; verumentiam aeternitatis duratione (Ros. Antiq. Rom. lib.2, cap. 4.). Pues si en lo exquisito, y singular de sus mármoles: en lo terso, y limpio de sus cristales: en lo fino, y lustroso de su dorado pavimento, y último orden, consistía su grandeza; y lo que es más, en la hermosa amplitud de su espacioso sitio, donde franqueaba cómodo lugar a más de ochenta mil circunstantes: mérito, que le granjeó entre los propios, y extraños prodigios ser estimado por el Máximo del arte: el que a costa de inmenso estudio ha erigido el Rmo. P.M. Feijoo para deleitoso recreo de los más fecundos ingenios, si por [XXVII] los sólidos fundamentos emula la firmeza de aquellos mármoles, por lo terso del estilo la limpieza de aquellos cristales; y por lo vivo de las especies lo brillante del dorado pavimento, con que aquel majestuoso Teatro se ostentaba plausible: y le excede, no solo en la amplitud, con que notabilísimamente de aquel se diferencia, cuando con las repetidas impresiones de sus anteriores Tomos, juntas con las de éste, franqueando majestuoso trono en cada Discurso a los entendimientos, excede en tan gran número la amplitud de aquel, cuanto va de dar lugar en un sitio al número determinado de individuos, que estrechándose, podían disfrutar con la vista la belleza de aquel Teatro, a el que en éste se le advierte por circunferencia; pues para persuadir el dilatado terreno, que hoy ocupa, bastará saber, que no solo la Europa toda se deleita con él; sino que extendiéndose hasta los distantísimos términos de la América en ambos Reinos, y de la Asia en las Filipinas, disfrutan sus individuos el gozar de su hermosura.

Le excede en tantas peregrinas, y singulares circunstancias, con que está fabricado, que si en sentir de Casiodoro la voz Teatro en el Griego significa Mirador, donde el más numeroso concurso logra todo igualmente ver el objeto, sin embarazo alguno que se lo impida: Theatrum Graeco vocabulo Visorium nominantes, quod eminus astantibus turba conveniens, sine aliquo impedimento videatur (Casiodor. lib. 4. Variar.). ¿Quién no dirá, que aunque se lograse en el de Scauro, con la hermosa fachada de su fábrica, el desahogo de su amplitud: pero se limitaba el dominio a los ojos, reduciendo el ejercicio de la vista a un corto sitio, en comparación [XXVIII] del que se descubre en este nuestro Teatro, donde aun en el breve espacio de un libro se logran percibir las casi infinitas distancias, que ofrecen su profundos, graves, y amenos asuntos?

¿Mas a que fin es descubrir lo que la Historia celebra por prodigio, si para los presentes, y posteriores siglos serán todos los Teatros, aplaudidos por maravillosos, tosco, y grosero embrión del Arte, a vista de la suma perfección, y de las demás singulares circunstancias, con que éste se hace magnífico? Porque si en todas líneas el más relevante linaje de obras, permitiéndose solo a la fantasía de la idea, se excusa de jurar vasallaje en el imperio del arte, y de la elocuencia, así porque las reglas de aquel no alcanzan a poner en práctica el objeto, que el discurso dibuja; como también porque las voces de ésta no llegan a expresar lo que el entendimiento concibe: el vencimiento de este imposible lo hace tan patente en su Teatro el Rmo. P.M. Feijoo, que cuantos leen sus Obras, después que fatigan la Retórica para el elogio, aun no acaban de ponderar esta facilidad, con que las materias más arduas, las especies más sutiles, las cosas más antiguas, los arcanos más ocultos, las verdades más perdidas, los asuntos más intrincados, ya de materias distintas, ya de facultades heterogéneas (no digo extrañas, porque ninguna lo es para su Rma.) ya de Países distantes, ya de Regiones extrañas, y aun de lo más profundo de la naturaleza, así en los mares, como en la tierra: con qué destreza de períodos, con qué facilidad de locuciones, con qué dulzura de palabras, con que propiedad de voces, con qué claridad de frases une, y ordena, para adorno de [XXIX] su Obra las especies, que otro ingenio por disímbolas omitiría el enlazarlas: pero con el diestro modo con que su Reverendísima las practica, facilitando aquella dificultad el delicado engaste, que las une, hace que al leerlas, no sólo se asombre la Retórica, sino que sorprehendido también el entendimiento en dulce admiración, a fuerza de la destreza convencido, confiese cada período por un milagroso portento de su saber. Siéndole tan fácil explicar con claridad aun la más sutil viveza, que concibe, como manejar la pluma, para ponernos presente con los vivos colores de expresivas voces, y el garboso aire de períodos bien ordenados la imagen de su discurso.

Con esta rara prenda se viene a declarar entre los entendimientos el suyo por tan peregrino en el manejo de las letras, que con su ciencia llega a mostrar, como decía Cicerón (de Natur. Deor. lib. I.) más expresamente la semejanza que de Dios tiene: Nil est per quod magis Diis immortalibus similemur, quam per ipsum scire. Advertencia, que pienso nos descubre el arcano, que pretende ocultar la reflexiva modestia de su Reverendísima, que el noble objeto de sus literatos afanes es desempeñar las obligaciones, que como Religioso, y Doctor tiene contraída para con Dios, y para con los hombres: la de estos ya la satisface enseñando: la de Dios ya la corresponde proclamando los prodigios, que su poderosa diestra dio a luz, cuando fabricó el Teatro del Universo, el que en sentir de San Basilio (Homil. II. in Hexaem.) es un bien ordenado libro: Universa haec mundi moles perinde est, ac liber litteris exaratus, palam contestans, ac depraedicans gloriam Dei. [XXX]

Y si el mundo antiguo, que fabricó el Autor Divino, es el libro con título de Teatro del Universo: los que nos ha dado a luz el Rmo. P.M. Feijoo del Teatro Universal, con ellos, mejor que en el antiguo Columbo, ha descubierto para todos los alumnos de la racionalidad un nuevo poderoso mundo de erudición, y doctrina, donde sin trabajo, ni molestia pueda enriquecerse cada uno con los estimables tesoros de la sabiduría; como parece que para encomio de este universal Teatro escribía Tatis (in lib. Elog. Faemin.) aplaudiendo a Picinelo: Illi scilicèt jure contigit, quod olim Columbo; suarum virtutum candore, ac puritate ducentibus novum, ac ditiorem mundum patefacere, sapientiae canditatis, é quo, nullo negotio, nullo sumptu, pretiosisimas cuique licet sibi sumere margaritas.

La suma perfección de éste bien manifiesta se percibe, cuando el recto orden de las partes, con que este nuevo mundo del Teatro Universal se compone en igual simetría corresponden a aquellas, con que el Teatro del Universo, antiguo mundo, resplandece. En aquel de, cada Obra, como de cada parte, hizo el Autor Soberano una exacta crisis de su bondad: en éste, calificándose en el crisol del estudio, con el fuego de la razón la verdad de cada argumento, también se hace crisis de la verdad. En aquel, el primer objeto fue separar la luz de las tinieblas: en éste el principal blanco del cuidado es demostrar la verdad, distinguiéndola del error común.

Tan cabal aquel en cada Obra, como éste con suma perfección en cada argumento. Aquel, en los seis días de su fábrica, llenó cada uno de maravillas: [XXXI] éste en los seis Tomos de la Obra, abundante cada uno de los portentos, aquel en cada día tan prodigioso, que parece no había más que esperar: éste en cada libro tan singular, que parece no hay más que discurrir. Aquel, después que con las obras de los cinco días anteriores era digno objeto de la mayor complacencia, en el sexto, fuera de otros prodigios, apareció aquel epílogo de la perfección en la maravillosa fábrica del hombre: éste, para prueba de su bondad, como nivelado por las reglas de aquel, después que con los cinco primeros Tomos se había hecho dulce encanto de los entendimientos, en este sexto, perfecto compendio de lo maravilloso, llegando, según parece, hasta donde puede el talento, echa el resto con el Discurso octavo, en el que dándonos la noticia de aquel raro hombre, que vivió como seis años en las salobres aguas del mar, nos lo propone, y con razón, como singularísimo prodigio de la naturaleza.

En fin, en el sexto día de la creación, como en la sexta parte del Teatro del Universo, contemplan muchos Padres, y Doctores perfectamente epilogado, no sólo lo que se ejecutó en los antecedentes días, sino también prodigios más raros, que en aquel tuvieron el principio de su lucir. En este texto Tomo del Teatro Universal, como en el sexto día de su obra, después de que admirarán todos (con las puntuales remisiones, que el sabio Autor hace a sus otros Tomos) las singulares materias de que ha tratado, dedicarán mayores admiraciones para los nuevos portentos, que su doctrina nos manifiesta.

En aquel, a cada una de las obras atendió de [XXXII] tal suerte el Autor Soberano, que siendo en todas admirable, en cada una se muestra poderoso. En éste, cada argumento de los que trata el Rmo. P.M. Feijoo (usaré, para decirlo con acierto, de las voces del doctísimo P. Herran in Approbat. tom. I. P. Villarroel) después de arrebatar el juicio, que se merece, nos deja dudosos, en qué materia con mayor acierto, energía, y empeño, trata el argumento, cuando en todas, como en cada una, se declara máximo: In singulis & judicium rapuit, & meruit. Sed ambigitur nonnumquam in quo maximé, & ille maximus. Pues todo lo maneja con tal destreza, y prontitud, que con sus voces lo antiguo se renueva, lo nuevo consigue autoridad, lo obscuro recibe luz, lo desgraciado adquiere gracia, las dudas poseen la fe; y en fin, a todas las materias, que examina, dándoles el ser, las adorna de un todo. Empeño que confesaba Plinio (Praef. in lib. Nat. Hist. ad Vespas.) por arduo: Res ardua, vetustis novitatem dare, novis auctoritatem, absoletis nitorem, obscuris lucem, fastiditis gratiam, dubiis fidem, omnibus verò naturam, & naturae suae omnia.

Y por último, para decir que esta Obra está llena de sana doctrina, concorde con la de la Fe: que sus materias niveladas por la regla de la razón, son concernientes al ejercicio de buenas costumbres, la elocuencia, y facundia de la misma Obra lo publica, aunque mi lengua lo calle; pues esta Obra es una de las que tienen semejante calidad, como previno San Cipriano: Habent opera linguam suam, habent suam facundiam, etiam tacente lingua legentis. Porque faltándome voces para expresar lo poco que concibo de lo mucho que es esta Obra, [XXXIII] y su gravísimo Escritor, gloria del Reino de Galicia, honra de nuestra España, y lustre de nuestro siglo; sólo por insinuación de mi afecto, y veneración, suscribiré, con leve mutación de voces, lo que el grave numen de una Eminentísima pluma grabó en duro bronce, por debido elogio de la sana memoria de N. SS. P. Benedicto XIII, en el siguiente dístico:

Ars utinam posset BENEDICTI pingere dotes:
Pulchrior in Terris nulla tabella foret.

Este es mi sentir, salvo meliori. Madrid, y Marzo 8 de 1734.

D. Joseph Elizalde.


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{Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764), Teatro crítico universal (1726-1740), tomo sexto (1734). Texto tomado de la edición de Madrid 1778 (por Andrés Ortega, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros), tomo sexto (nueva impresión, en la cual van puestas las adiciones del Suplemento en sus lugares), páginas XXIII-XXXIII.}


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