M.P.S.

El Libro, nona parte del Teatro Crítico Universal, que en declaración de los errores comunes da a la pública luz, y a la universal admiración el Rmo. P.M. Fr. Benito Feijoo, del Orden Benedictino, Catedrático de Prima Jubilado en la Universidad de Oviedo, &c. el que con el título de Suplemento, o Adiciones, y Correcciones a los ocho Tomos antecedentes, ofrece cual novena Maravilla a el inmortal aplauso de la Fama, y que V.A. remite a mi Censura, leí con aquella especie de atención a que impelen sus Obras, a quien las llega a leer: puesto que en todas ellas de su locución lo terso, lo natural, y dulce de su estilo, y lo nuevo del asunto, llevan tras sí las atenciones de todos, como la lección de otro libro singular arrebatada de Séneca la atención: Tanta autem dulcedine me tenuit, ac traxit ut illum sine ulla dilatione perlegerem.

Alta propiedad es de la Ciencia conservarse, y aun crecer, cuanto más se comunica. Es, decía el Roterodamo, no como el violento Aquilón, que rápidamente empieza cuando inspira, y tibiamente inspira cuando acaba. Es sí cual dulce Austro, que empezando Aura suave a inspirar, prosigue, y acaba con mayor inflamación: Sicut Aquilo initio vehemens, desinit lenior; contra, Auster initio lenior, desinit vehementior; ita, qui praecipites... aggrediuntur, frigescunt in processu. Contra, qui consilio suscipit, magis [162] accenditur operis progressu. Así nuestro Sabio Autor en la sucesiva producción de sus especiales Obras, corre con tal aliento el vuelo de su pluma, que da a conocer como docto a el Orbe Literario, que no la influye el violento Aquilón que en el progreso la yela, sino es el Austro suave que al mismo volar la inflama.

Si esto es así en los ocho aplaudidos empeños de su Teatro, se acredita con más especialidad en este Libro, siendo de nuestro elocuente Autor su general asunto, el dar aumento a sus primeros Discursos, y aclarar (más que corregir) las dudas de sus apoyos. En lo primero aumenta su enseñanza a los demás; en las Correcciones en cierto modo se doctrina a sí. A todos los cristianamente curiosos dirije su enseñanza en lo que añade, y a sí mismo se enseña en lo que corrige; y ésta viene a ser la mayor ponderación de su sabiduría singular; o porque él sólo a sí mismo proporcionadamente puede convencerse; o porque en lo que escribe, él sólo a sí propio será capaz de aumentarse.

Con gran discreción aleccionaba Plutarco, que siendo la duración sucesiva carcoma que lo consume todo, a la sabiduría la aumentan los mismos años: Cum reliqua omnia tempore diminuantur, scientia sola senectute sola augesci. Siempre hay que saber, decía Séneca: aun siendo así que cuando lo dijo se contaban ciento y catorce años de su vida: Semper discendum est, quod an sciamus, experiri non possumus. Y en nuestro Autor se ve tan verificado este discreto concepto, que en lo que añade se experimenta que había más que saber: Semper discendum; y en las Correcciones, que siempre hay que dudar: An sciamus, experiri non possumus.

żA quién no admira, que un Varón ejercitado en regentar las Cátedras, y en las delicadas especulaciones de la Escuela, contuviese en su mente tan abundantes, como especiales noticias? Quede por esta vez con excepción Quintiliano en determinarle sola una materia al discurso {(a) Quint. lib. 10. Inst. cap. 3.}: Ingenium non debet duabus curis partiri; que esta mente ilustrada [163] se admira en todas las Ciencias tan perfecto, y juicioso dictador de todas, como si fuese Autor de cada una.

żA quién no admira, que prefijándose por objeto a sus Escritos el convencer los errores comunes del ignorante vulgo hiciese tan dilatado el asunto, como es infinito el número de los necios? Y dando en su Crisis tal magisterio de elocuencia, de razón, y de verdad, mejor que a Mercurio de elocuente celebraron los antiguos {(a) Eunap. de Vit. Proaeresii Ap. Novar.}: Quidam Mercurium eloquentiae Praesidem nominabant, por numen de la razón, y verdad (que dijo de Aristófanes la discreción): Quoniam ajunt Mercurium sermonis, & veritatis esse Praesidem, puede coronarse nuestro Autor en el Templo de la Fama con la verdad, la razón, y la elocuencia.

żA quién no admira? żmas qué busco que admirar, si cada asunto, cada cláusula, cada palabra llama en todas sus Obras a la admiración? Admirables los asuntos, sin dejar de serlo todos, aunque en su materia sean humildes algunos; o porque sobresale más de tal Maestro lo sabio en ostentar en lo humilde lo erudito: o porque, si en la delineación de los asuntos graves prepara sabia instrucción a los hombres, no menos en los humildes con la erudición se instruyen. Pictura gravium (decía Aquiles Bocchio) {(b) Lib. 1. Symbol. 3.}:

Admirable es cada cláusula de este libro también, y aun de sus Obras. Aquel Laconicismo tan connatural en cuanto escribe este sabio (sin juntar a lo lacónico lo confuso) práctica fue que consiguieron pocos, y en que siguió el consejo del Jurisconsulto {(c) Leg. Tanta, §. Contrarium. Cod. de Vet. jur. enucleand.}: Melius est pauca verba idonea effundere, quam multis inutilibus homines praegravare, haciendo sus cláusulas como la moneda de oro, que en bulto poco encierra valor mucho; como de la perfecta Oración lo deseaba [164] Plutarco {(a) Plutarc. in Phocione.}: Orationis valor debet esse qualis est in nummis, qui eo sunt praestantiones, quo in minori materia plus valoris, ac pretii complectuntur. Sic optimum Orationis illud est, quo paucis multa sum graviter, sapienter, acute significata.

Tanto como le atiendo admirable en sus cláusulas, y asuntos, le considero en las voces de su Escrito. El proporcionar el dialecto a tanta variedad de materias, y de discursos, lo tengo yo en este Sabio por especial prodigio. Comúnmente se observa manifestarse en lo más, cuando se explican las frases, y aun las voces, de la facultad que tratan; y es, que preocupada la mente en lo facultativo, la hace mendigar a la explicación las voces y los conceptos. żMas qué diré de nuestro Autor con asombro? Diré, que para cada materia destina las voces, como si no hubiera otras. O bien se explique cual Teólogo profundo, o bien fundamental Escriturario, o se manifieste en lo Físico como Escéptico, o a la Historia la cuente sus errores, o a la Medicina proponga dificultades, o trate de los Meteóros en el Cielo, u observe lo más raro de todo el mundo, no se encontrará una voz, si trata de una materia, que sea emendigada de la otra. Con que si dijo el Oráculo Divino, que en las palabras se advierte el Varón sabio, y sensato {(b) Eccles. c. 4. v. 29.}: In lingua sapientia dignoscitur, & sensus, & scientia, & doctrina in verbo sensati, podré decir, que en cada voz de este doctísimo Libro se encuentra de nuestro Autor un vislumbre de lo sabio.

Por esto, y no contener cosa ofensiva a la Fe, ni a las Regalías de S.M. merece a V.A. la licencia para su impresión. Así lo siento, &c. En San Justo, y Pastor de Madrid, a 28 de Abril de 1740.

Dr. D. Manuel López Aguirre.

F I N.