La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Benito Jerónimo Feijoo 1676-1764

Justa repulsa de inicuas acusaciones

Censura, y Aprobación
del Rmo. P.M. D. Isidoro Francisco Andrés, Monje Benedictino de la Congregación Cisterciense de la Corona de Aragón


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Por comisión del Sr. Licenciado Don Tomás de Nájera, Salvador, del Hábito de Santiago, Capellán de S.M. Vicario de esta Villa de Madrid, y su Partido, &c. he visto un Libro en forma de Carta, o una Carta, de que se puede formar dignamente un Libro, escrita por el Rmo. P.M. D. Benito Feijoo, Monje Benedictino, con honores de General de la Congregación de España, del Consejo de S.M. &c. con el título de Justa repulsa de inicuas acusaciones; y cuando gustosamente me dedicaba a su lección, escuché de entre la enmarañada espesura de un Soto una voz que decía: Al Maestro cuchillada. Quedé trémulo a impulsos del temor, y del asombro, porque la misma contradicción del acento producía diversas dudas en mi ánimo. En la voz Maestro se reconocía la alta enseñanza del que en el Orbe Literario tiene tan sentados sus créditos, como bien fundados sus elogios. En la voz cuchillada se traslucía un violento furor, que convertía los vuelos de una modesta pluma en los tajos sangrientos de una espada; porque como escribe Plinio, el furor, si se enardece, engendra yerros, aborta espadas, arroja piedras {(a) Furor, cum fervescit, gignit ferrum, parturit gladios, spargit lapides. Plin. in Paneg.}. Al Maestro, dijo Aristóteles, que se le deben iguales gratitudes, que a los Dioses, y a los padres {(b) Arist. in Pol.}: luego a quien se venera Maestro, le son debidas las mayores atenciones, obsequios, agradecimientos, y reverencias: no dicterios, invectivas, desatenciones, ni cuchilladas; porque descargar éstas en quien se reconoce Maestro, es perpetrar una ofensa conociendo el delito. ¿Al Maestro cuchillada? ¡Terrible sentencia! No la fulminarán más atroz en sus profundos subterráneos Tribunales Minos, Eaco, y Radamanto, humedeciendo sus plumas en el lago Estigio. Con mucha razón [*VIII] pintaron al Sol los Mitológicos {(a) Sol armis, & sagittis pictus. Cartar. de Imagin. Deor.} pertrechado con aceradas puntas, y armas defensivas; porque como es el Astro que más luce, desterrando nieblas, y ahuyentando sombras, creyeron preciso que se armase contra los tiros de la emulación, que excitaba la misma resplandeciente belleza de su luz. Todos admiran en el Rmo. Feijoo un Sol del Orbe Literario, que destierra las sombras de los errores comunes, y disipa las nieblas de preocupaciones vulgares: luego bien necesita de armarse como el Sol, para defender los peregrinos destellos, y felices producciones de su estudio, porque hay sombra, que pretende ofuscar sus bellos esplendores; niebla, que solicita obscurecer la claridad de sus rayos; y atrevida mano, que (con el fin de acreditar su valentía, u destreza) intenta dar al Maestro cuchillada.

Para reparar este daño (que hasta ahora quedó sólo en la insensible exterioridad de un pergamino) ocurre el Rmo. Feijoo con esta Carta, que intitula: Justa repulsa de inicuas acusaciones, y con ella la cuchillada del pergamino es ya golpe de timbal para pregonar sus triunfos, y poblar el aire de sus merecidos aplausos. Carta llama a este doctísimo escrito, o porque es tanta su facilidad, y viveza de ingenio, que el formar una perfectísima Obra no le cuesta más que escribir una Carta; o porque una Carta del Rmo. Feijoo, en el peso de Astrea, equivale a muchos volúmenes de otras plumas: que si en el aprecio de Alejandro valía más la Iliáda de Homero, que una Provincia entera; en la estimación de los doctos un breve Discurso de este hombre grande, excede a una Provincia de Escritores.

Intitula a su Carta Justa repulsa; y es cierto que es justa por cualquier aspecto que se mire, y por cualquiera lado que se contemple. Justa, porque es natural la defensa, y más cuando la acusación se supone inicua; pues, como dijo el Emperador Juliano {(b) Quis innocens esse poterit, si accusasse sufficiat? Ap. Ammian. Marcell. lib. 16.}: Nadie sería inocente, si bastara que le acusasen. Justa, porque está respirando la moderación, [*IX] sufrimiento, prudencia, modestia y equidad. Justa, porque son las expresiones tan medidas que no pudieran desearse más ajustadas; y finalmente justa, porque siendo consejo del Eclesiástico que se tenga cuidado del buen nombre {(a) Curam habe de bono nomine. Eccles. cap. 41, v. 15.}, es justo que nuestro Autor conserve el glorioso título de Autor original que le ha granjeado tanto nombre en la región de la fama, y pretende borrarle la contraria pluma, queriendo que un Monje que vive en los Países de Minerva a expensas de su propio caudal, sea mendicante de ajena erudición.

Califica nuestro Autor las contrarias acusaciones de inicuas, y yo no dejaré de tenerlas por importunas, porque para argüirle sobre cuatro particulares capítulos, no era menester destemplar toda la deleitable harmonía del Teatro. Decir el Acusador, que a esto le movió el sentimiento de la Religión Seráfica, es poner en armas a la silenciosa quietud de los claustros, alterando la plácida tranquilidad de su sosiego sin especial motivo para el imaginado tumulto; porque si son tres los ingenios Seráficos que critica el Rmo. Feijoo (nada digo de las flores de S. Luis, que por su minutísima entidad, según nos las pintan los que se dedicaron a su examen, más tienen de mínimas, que de menores), son otros tres los Seráficos Alumnos que engrandece, elogia y admira en su Teatro Crítico: la sólida sabiduría del célebre Macedo; la feliz conducta del Gran Cisneros; y la consumada política de Sixto V. Con que si el Autor de las acusaciones comprehendió al Rmo. Feijoo digno de su enojo por criticar a tres Alumnos de la Religión Seráfica, le ha de juzgar dignísimo de su aprecio por aplaudir a tres Héroes de su propia Seráfica Familia.

Supongo que no es de mi cargo pesar las razones, argumentos, y autoridades de uno y otro; pero el entrañable amor que profeso a la Religión Seráfica (de que es buen testigo mi amada, gravísima y santa Provincia de Aragón), me indujo a rever con gran complacencia mía los elogios [*X] que tributa a muchos de sus hijos el Rmo. Feijoo; y cuando mi afecto no se resintió de la crisis que hizo sobre los escritos de unos, y miró con alago las expresiones laudatorias que dedicó al mérito de los otros, es constante, que siendo muy prescindible el resentimiento por los primeros, es muy debida la gratitud por los segundos.

Envaine, pues, la espada el Autor de las acusaciones, supuesto que en el sagrado Teatro de su esclarecidísima Religión le queda tan útil, ameno, y espacioso campo en que lucir. Brille allí su despejado ingenio: ocúpese su infatigable estudio: siga con pasos de luz las huellas del sapientísimo Wadingo, del elocuentísimo Cornejo, y cálese de un vuelo sobre los altos capiteles que levantó su antecesor en elevadas torres. Deje a nuestro sabio incomparable Benedictino en la pacífica posesión de su Teatro, donde luce y lucirá eternamente como Autor original, y famoso desmayo de la imitación, como gloria de España, esplendor de la Cogulla, envidia de los Extranjeros, objeto de los distinguidos honores de un Rey Católico, digno de la estimabilísima memoria del Supremo Oráculo; y vease, que Diana (Diosa de los Bosques y los Sotos) fatigada ya de andarse a caza de descuidos, se convierte, como Dafne, en laurel, para coronar las venerables sienes del gran Feijoo: en cuyo docto escrito nada encuentro contrario a nuestra Santa Fe, y buenas costumbres; porque parece que le da a luz con el mismo intento, que escribió sus Obras el Eminentísimo Baronio: Obtemperantes ad haec disquirenda trahimur, non altercandi libidine, sed ratione instituti pro fidelitate elucidanda {(a) Baron. in App. tom. 1. ann.}. Así lo siento, salvo mejor parecer.

Madrid y Septiembre a primero de 1749.

Isidoro Francisco Andrés
Monje Benedictino Cisterciense.


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{Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764), Justa Repulsa de Inicuas Acusaciones (Madrid 1749). Texto tomado de la edición de Madrid 1777 (por Pantaleón Aznar, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros), páginas *VII-*X.}


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