La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Libro áureo de Marco Aurelio

Carta XIII
Embiada por Marco Emperador a las enamoradas romanas porque, estando él en Rhodas, representaron dél una farsa en unas fiestas en Roma.


Marco, orador que en Rhodas lee oratoria, a vosotras, las señoras enamoradas de Roma, salud a las personas y emienda en las vidas hos desea.

Acá me han escripto que en la fiesta de la madre Bereçinta, todas vosotras iunctas representastes una comedia, en la qual posistes por ordimbre mi vida y por discante mi fama. Dízenme que Abilina la compuso; Lucia Fulvia la escrivió; tú, Toringa, la cantavas; y todas iunctas en el theatro la representávades. Sacástesme pintado de muchas maneras: con un libro en la mano al revés, como philósopho fingido; con la lengua muy sacada, como parlero atrevido; con una coroça en la cabeça, como cornudo público; con unas hortigas en la mano, como a enamorado tibio; con una vandera caída, como a capitán covarde; con media barba hecha, como hombre fementido; y con un paño en los ojos, como nescio condemnado. Y no contentas con esto, sacástesme otro día con otra invención nueva. Hezístesme una estatua, los pies de paja, las espenillas de alambre, las rodillas de madera, los muslos de cobre, el vientre de alcornoque, los braços de pez, la manos de massa, la cabeça de yesso, las orejas de asno, los ojos de bívora, los cabellos de raýzes de parra, los dientes de gato, la lengua de Escorpión y la frente de plomo, en la qual estavan esculpidas en dos ringlones estas letras: «N. H. T. M. S. Q. M. V. S.», las quales a mi paresçer quieren dezir esto: [296] «No tiene tantos metales la estatua quantos doblezes su vida.» Y después de esto hecho, fuistes al río y allí la tuvistes cabeça abaxo colgada un día entero, y si no fuera por la señora Messalina, pienso que hasta oy estuviera allí colgada.

Agora, señoras enamoradas, avéisme escripto una carta con Fulvio Fabriçio que de aquello no resçiba pena, sino que, como hombre enamorado, de mano de damas lo resçiba de burla. Y porque no tenga tiempo de pensar en ello, embiásme a preguntar una qüestión, y es si he hallado en mis escripturas de qué y para qué, adónde y quándo, quién y cómo se hizieron las primeras mugeres. Porque es mi condiçión las burlas tomarlas por burlas, y porque vosotras me lo mandáis, otros amigos míos y vuestros me lo han escripto, y sobre todo Fulvio, vuestro embaxador, me lo ha rogado, yo he callado y a ninguno de alguno he dado quexa; solamente a vuestra carta y qüestión daré respuesta. Y pues ninguno no fue para hazer la pregunta, protesto que a ninguno sino a vosotras, las enamoradas, embío la respuesta. Y si alguna señora honesta quisiere por vosotras tomar la demanda, es señal que del offiçio que vosotras traéis hos tiene embidia. Por çierto, la señora que mostrare mucho enojo de vuestra pena en público, dende aquí la condemno que tiene alguna culpa en secreto. El que está en la talanquera no teme el bramido del toro y el que está en el omenaje no se espanta de artillería. Quiero dezir que la muger de buena vida no teme al hombre de mala lengua. Las buenas matronas me tened por perpetuo siervo y las malas por vuestro capital enemigo.

Respondiendo, pues, a la qüestión, conviene a saber: de qué fueron hechas las primeras mugeres, digo que según la diversidad de las naçiones que ay en el mundo, es la diversidad de las opiniones que hallo en este caso. Los Egypçios dizen que quando el río Nilo sale de madre y riega su tierra, que quedan muchas tierras hechas çenagales y que, sobreviniendo el calor, se crían muchas savandijas, y que allí entre ellas fueron halladas las primeras mugeres.

Notad, señoras, que fue neçessario Nilo saliese de madre para que nasçiese la primera muger en la tierra. Todas las criaturas son criadas en las entrañas de las madres, sino la [297] muger, que se crió sin madre; y bien paresçe ser verdad, porque sin madre nasçistes, sin regla bivís y sin orden moriréis. Por çierto, a muchos trabajos se ha de poner, y muchas maneras ha de buscar, y muchas vezes lo ha de pensar, y muchos socorros ha de tener, y muchos años las ha de esperar, y entre infinitas mugeres la ha de elegir el que quiere a una sola muger governar. Por fieros que sean los animales, al fin el león tiene leonero, el toro se ençierra en el cosso, al cavallo domeña el freno, el anzuelo saca al pescado y el lobo suffre coyundas con yugo. Sola la muger es un animal indómito que iamás pierde el azedía por mandar y el brío por no ser mandada.

Hizieron los dioses a los hombres tan hombres, y a las bestias tan bestias, y el juizio humano tan alto, y las fuerças tan fuertes, que no aya cosa que se le vaya por alta, ni se le escape por ligera, ni se le defienda por fuerte. Séhos dezir, señoras enamoradas, que a vosotras ni ay espuela que hos haga andar, ni sueltas hos puedan tener, ni freno enfrenar, ni anzuelo pescar, ni red caçar, y finalmente ni ay ley que hos subiuzgue, ni vergüença que hos enfrene, ni temor que hos espante, ni castigo que hos emiende. ¡O, a quánta malaventura se pone el que a regiros y corregiros se obliga!, porque, si tomáis un siniestro, no hos sacará dél todo el mundo; si de alguna cosa hos avisan, nunca la creéis; si hos dan consejo, nunca le tomáis; si hos amenazan, luego hos quexáis; si hos hiere alguno, luego hos derretís; si hos alagan, tomáis sobervia; si hos regalan, tenéis embidia; si dissimulan, hazéishos atrevidas; si hos castigan, tornáishos bívoras; finalmente, iamás muger supo perdonar iniurias ni agradesçer benefiçios. Llamen oy la muger más simple de todas las mugeres: yo iuraré que ella iure a menos saber sabe más que todos los hombres, como sea verdad que a la más sabia la falte harto de cordura. ¿Queréis ver, señoras, quán poco es lo que sabéis y cómo es mucho lo que ignoráis? Que en cosas muy arduas assí hos determináis de subito como si mill años pensárades en ello, y si alguno hos contradize el consejo, tenéisle por muy mortal enemigo. Atrevida es la muger que se atreve a dar consejo al hombre, pero más lo es el hombre que le toma de la muger. [298] Torno a dezir que es loco el que le toma, y más el que le pide, y muy más el que le cumple. Mi paresçer es que el que quisiere no estropeçar en tan duras piedras, ni pungirse entre tan malas espinas, ni lastimarse entre tantas hortigas, oya lo que le dixéredes y haga lo que viere, hable bien y obre mal, al prometer prometa mucho y al complir no cumpla cosa, y finalmente alabe vuestras palabras y condemne vuestros consejos.

Pregunten oy a muchos y muy famosos varones que ya son muertos cómo les fue con consejos de mugeres quando eran bivos. Yo soy çierto que ni entonçes quisieran nasçer para creerlas, ni agora querrían resusçitar para oýrlas. ¿Cómo le fue a Philippo con Olympíadas, a Paris con Helena, a Alexandre con Rosana, a Eneas con Dido, a Hércoles con Amena, a Aníbal con Thamira, a Antonio con Cleopatra, a Iulio con Domiçia, a Nero con Agrippina. Y si no creyeren a éstos de lo que passaron con éstas, pregunten a mí, triste, cómo me ha ydo con vosotras. ¡O!, mugeres, en acordarme que nasçí de vosotras, aborrezco la vida; en pensar que bivo con vosotras, amo la muerte, porque no ay otra muerte sino con vosotras tractar y no ay otra vida sino de vosotras huir. Común dezir es de mugeres que somos ingratos los hombres porque nasçiendo de vuestras entrañas, hos tractamos como a siervas, y que, pues nos paristes con peligro y nos criastes con trabajo, era iusta cosa nosotros nos occupásemos siempre en vuestro serviçio.

Muchas vezes me paro a pensar de dónde viene los hombres a las mugeres tanto querer. No ay ojos que no lloren, coraçón que no se quebrante, espíritu que no se entristezca, por ver a un hombre cuerdo perdido tras una loca. Passásele el día al tal en çevar sus ojos, la noche escura en atormentarse con pensamientos; un día en oýr nuevas, otro día en hazer serviçios; quando ama las tinieblas, quando aborresce la luz; muere con compañía, bive con soledad; y finalmente el enamorado puede lo que no quiere y quiere lo que no puede. Pues más ay, que ni le aprovechan consejos de amigos, ni infamias de enemigos; ni perder la hazienda, ni aventurar la honra; ni dexar la vida, ni buscar la muerte; ni allegarse [299] çerca, ni huir lexos; ni ver con los ojos, ni oýr con las orejas; ni que guste el gusto, ni toque la mano; y finalmente pudiendo de sí alcançar victoria, contra sí siempre tiene la guerra.

Pues sepan agora los enamorados de dó proçeden sus amores, y es esto. Las entrañas de donde nascimos son de carne; los pechos que mamamos son de carne; los braços donde nos criamos son de carne; los pensamientos que tenemos son de carne, las obras que obramos son de carne, los hombres con quien bivimos son de carne y las mugeres por quien morimos son de carne, por cuya causa, viniendo de la carne dellos al reclamo de la carne dellas, muchos coraçones libres tropieçan en la red de amores. Bien paresçe, señoras romanas, que hos criastes en piscinas, segun arriba dezían los egypçios. Las pisçinas ni tienen agua clara que bever, ni fructas que coger, ni pesçes que pescar, ni playa que navegar. Quiero dezir que vosotras en la vida sois suzias, en las personas infames, en las adversidades flacas, en las prosperidades incautas, en las palabras falsas, en las promesas dubias, en aborrescer tenéis desorden, en amar estremo, en el dar sois avaras, en el tomar descomedidas, y finalmente digo que sois unos tremedales donde los sabios hallan peligro y los simples atolladero. En vosotras los cuerdos tienen enlodadas las famas y los simples atolladas las vidas.

Dexada la opinión de los egypçios, vengamos agora a la de los griegos, los quales dizen que en los desiertos de Arabia el sol muestra más la fuerça de su calor, y que en el prinçipio aparesçió allí una muger sola y una ave Phénix sola, y que el ave fue criada del agua, y la muger del gran calor del sol y de la carcoma de los árboles de esta manera: que, estando un árbol muy carcomido, sobrevino un globo de fuego que le ençendió, y assí del fuego y de los polvos de aquella carcoma quemada fue la primera muger hecha. Aunque yo soy philósopho romano, no diré yo que dixo mal en esta opinión el philósopho griego; porque, cierto, señoras enamoradas, en las lenguas sois de fuego y en las condiçiones de carcoma. Según la diversidad de los animales, assí naturaleza en diversas partes del cuerpo les puso las fuerças: al águila, en el pico; al olicornio, en el cuerno; a la serpiente, en la cola; al toro, en [300] la cabeça; al osso, en los braços; al cavallo, en los pechos; al perro, en los dientes; al puerco, en los colmillos; a la paloma, en las alas; y a las mugeres, en las lenguas.

Por çierto, no es tan alto el buelo de la paloma como la fantasía de vuestra locura. No araña tanto el gato con las uñas como vosotras arañáis de los nesçios con importunidades. No lastima tanto el javalín al perro que le sigue como vosotras al triste enamorado que hos sirve. No corre tanto peligro la vida del que toma el toro entre los cuernos como la fama del triste que cae en vuestras manos. Y finalmente, no tiene tanta ponçoña una serpiente en la cola como vosotras en la lengua.

Yo saco todas las señoras romanas aparte, porque ay muchas nobles en Roma en las quales no ay quexa de sus personas, ni sospecha de sus famas: de estas tales ni habla mi carta, ni escrive mi pluma. De todas las otras no tales, digo de las mugeres que son tales y quales, que todos los animales venenosos no tienen por sus cuerpos tanta ponçoña derramada como una mala muger en su lengua tiene iuncta. Pues los dioses lo mandaron y nuestros hados lo permittieron que la vida de los hombres no pueda passar sin mugeres: aviso a los moços y ruego a los viejos, despierto a los cuerdos y enseño a los simples que huyan de mugeres de mala fama más que de pestilençia pública.

Leyendo Las leyes de Platón muy antiguas, dezían en ellas estas palabras: «Mandamos que toda muger públicamente infamada sea públicamente de la çiudad expellida; porque, viendo otras que la culpa no quedó sin pena, aborresçerán la culpa por no caer en la pena. (Y dezía más la ley.) Item mandamos que le perdonen a la muger todas las culpas que cometiere con su persona si vieren en ella emienda; mas nunca le perdonen las que comete con la lengua, porque con la persona es mala por falqueza, mas con la lengua por maliçia.» ¡O!, divino Platón, metro y mensura de todos los entendimientos y prínçipe de todos los philósophos: quando en tu siglo dorado heziste tal ley, en el qual tenías tanta penuria de malas mugeres y tanta abundançia de buenas greçianas, ¿qué hizieras oy en Roma, adonde ay tantas malas públicas y [301] tan pocas buenas secretas? Naturalmente las mugeres han de ser en el rostro vergonçosas, en las palabras templadas, en el seso cuerdas, en el andar reposadas, en la conversaçión dulçes y en el castigar piadosas, en la vida recatadas, en la persona retraídas, en las promesas çiertas y en el amor constantes; finalmente la que quiere ser buena, ni de la cordura de cuerdos fíe su persona, ni de la liviandad de livianos su fama.

Guárdese la muger virtuosa de qualquier hombre que le hiziere promessa, ca después que las llamas de Venus están ençendidas y Cupido ha frechado sus frechas, el rico offresçe todo lo que tiene y el pobre todo lo que puede; el sabio que será su amigo y el simple para siempre su siervo; el cuerdo que perderá por ella la vida, el loco que tomará por ella la muerte; los viejos dízenle que serán amigos de sus amigos, los moços lo serán de sus enemigos; unos prometiendo de pagar sus deudas y otros de vengar sus iniurias. Finalmente éstos porque les encubran su pobreza, y aquéllos porque les encubran su pobreza, y aquéllos porque les publiquen su hermosura, dexan las bobas perder sus personas y dar fin a sus famas. Quiero dexar a las buenas, porque no es mi intención más de avisarlas.

Pregúntohos, señoras enamoradas, si Platón fuera agora o vosotras fuérades entonçes, ¿hiziérades de mi vida farsa y arrastráredes mi estatua por Roma? No, por çierto. Agora de hecho de lo que vemos en vosotras, agora de sospecha de lo que dizen de otros, pocas ay en Roma en quien Platón y su ley no executase la pena. Una cosa no negaréis: que si soy el peor de todos los hombres, al fin hallastes fin en mis ruindades; pero esto no me negaréis: que la menos mala de vosotras, las maldades de su vida no podré contar en toda mi vida. Gran peligro tienen las mugeres cuerdas en la vezindad de las locas; gran peligro tienen las vergonçosas con las desvergonçadas; gran peligro tienen las retraídas con las atrevidas; gran peligro tienen las castas con las adúlteras; gran peligro tienen las honradas con las infames; porque no ay muger infame que no piense que todas son infames, desee que sean infames, procure que sean infames, diga que son infames, y al fin por encobrir su infamia, a todas las buenas infama. [302]

Días ha, señoras enamoradas, si me conosçéis, hos conosco; si hos dizen, que me dizen; y si sabéis, que sé; y si callastes, callé; y si hablastes en público, yo no hablaré en secreto. Bien sabes tú, Abilina, la que compusiste la comedia, que más caro vendía Heumedes carne de vitellas en su carneçería que tú vírgines innoçentes en tu casa. Bien sabes tú, Toringa, que un día delante mí contavas tus enamorados y, no los pudiendo contar por los dedos, pediste un modín de garvanços. Bien sabes tú, Luçia Fulvia, que quando te fuiste (ya sabes con quién) a Vietro, y hezimos las pazes con tu marido, le sacaste por partido que cada semana o tú dormieses fuera o él no dormiese en casa. Bien sabes tú, Rotoria, que dos años de tu moçedad anduviste por la mar y conçertaste con el cossario pirrata que para çien hombres de armada no pudiese meter otra enamorada en la galera. Bien sabes tú, Egna Curçia, que quando el çensor entró a sacarte las prendas por el tributo, que te halló çinco ropas de hombre con que andavas de noche, y no más de una de muger con que andavas de día. Ben sabes tú, Pesulana Fabriçia, que Albino Metello delante el çensor siendo casada te puso demanda pública de lo que ganavas en su casa con tus amigos secreto. Bien sabes tú, Camilla, que, no contenta con los de tu tierra, de la mucha freqüentaçión que tenían contigo los de estrañas naçiones, sabes tú hablar todas las lenguas.

He querido señalar a las que me señalastes, lastimar a las que me lastimastes, perseguir a las que me perseguistes, infamar a las que me infamastes. A las otras perdónalas mi pluma, porque ellas me perdonaron en la farsa. Y porque mi carta començó en lo que hezistes de mi persona, quiero que acabe en lo que siento de vuestra fama. Y para esto concluyo que de todos los daños puede hombre escapar con solo apartarse; mas de las mugeres, no, sino huyendo dellas. Acabo y pido a los dioses vea de vosotras lo que vosotras deseáis ver de mí. Y pues sois enamoradas, el consejo que me embiastes con Fulvio torno a embiar con el mesmo, y es que si hezistes de burla la farsa, toméis de burla la respuesta. Marco, el rhódano, a las enamoradas romanas. [303]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Libro áureo de Marco Aurelio (1528). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo I, páginas 1-333, Madrid 1994, ISBN 84-7506-404-3.}

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La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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