La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo XIIII
De cómo el siervo del señor todas las cosas ha de posponer por obedecer: lo cual se prueba con excelentes figuras de la escritura.


Non obedio precepto regis, sed legis: dijo uno de los siete hermanos macabeos que mandó matar el rey Antíoco, porque no querían comer carne de puerco, y es como si dijera: Piensas tú, oh rey Antíoco, que tengo yo de comer del puerco que tiene nuestro Dios vedado, no por más de por tu mandamiento: será cierto que me dejare antes matar, que no contra la ley de Moisés ir: porque entre los buenos hebreos más fuerza tiene la ley, que no el mandamiento del rey. Para más esclarecernos la sagrada escritura esta tan heroica obra, y esta tan alta obediencia, dice que el macabeo con quien el rey Antíoco esto pasaba, era entre los site hermanos el más mozo en edad, y el más flaco en fuerzas: lo cual hizo de mucha industria el tirano: teniendo para sí creído, que por ser como era el más muchacho, sería más ayna convencido. Mucho es aquí de ponderar, que si mandara el rey Antíoco a aquel mozo, ofrecer en ciento, ir al templo cada año, pagar muy bien el diezmo, y no dar ni tomar con hombre extraño, aun parece que tenía ocasión de cualquier trabajo sufrir, antes que en tantos trabajos se poner, mas no mandarle sino que comiese de un pernil de tocino un torezno, el cual es manjar muy apetitoso: cosa es para espantar, dejarse por tal cosa morir. No se dejó aquel muchacho matar y despedazar: porque el tocino le hacía daño ni porque no holgara el comer del pernil un buen torezno: sino que como él era tan virtuoso, y de su ley tan celoso, quiso el glorioso mozo antes perder la vida, que no quebrantar la obediencia.

Gran ejemplo es este para animar a los mozos [XXXv] obedientes, y para confundir a los viejos rebeldes e indómitos: porque a un viejo, la edad que por él ha pasado, y la experiencia que tiene ya de los engaños del mundo: le fuerza a estar ya quedo, y que no se amotine contra su prelado: mas el mozo que es bullicioso, y que les es a par de muerte estar recogido, a este tal es de agradecer, el irse a la mano: y querer guardar lo que tiene a Dios prometido. No vaca de alto misterio, que el precepto de comer, o no comer tocino, no era ninguno de los diez preceptos del catálogo, sino que era un precepto legal, y aun pared y medio del ceremonial: y esto no obstante, quisieron ellos antes morir que de aquel tocino comer: de lo cual podemos inferir, que el verdadero siervo del señor igualmente guarda lo que Dios le da por consejo: como lo que le pone por precepto. De creer es, que así como los de ninive se levantaron en el juicio postrero contra los que no hicieron penitencia, así se levantaron los macabeos contra los que quebrantaron la obediencia: y aún más estrecha cuenta será pedida a los rebeldes, que no a los impenitentes: porque de dos pecados, menos mal es no ser penitente, que ser inobediente. No hablamos aquí de la final penitencia, sin la cual nadie puede salvar su ánima: sino de la penitencia ordinaria que más o menos hace cada persona: y desta tal más se sufre el aflojar en la penitencia, que no el menospreciar la obediencia. No es por cierto de creer, que osará cometer un fornicio, hacer un hurto, levantar un falso testimonio, ni perpetrar algún homicidio, el que no osó comer de un torrezno: porque según dice San Gregorio, privilegio de buenas consciencias es, tener escrúpulo aun de lo en que no hay peligro. Oh cuán menos mal era para el hebreo el comer tocino, que no es para el cristiano el quebrantar el evangelio: mas ay de él, y ay de mí, que el muchacho macabeo fue muerto porque quebrantase su ley, y no la quebrantó: y yo soy amenazado si quebranto el evangelio, y luego le quebranto: de manera, que tampoco obra en mí el amor de Cristo, como obró en el macabeo el temor del tirano. Oh cuántos hay en el mundo, que aun por menos de un torrezno traspasan el evangelio, y quebrantan lo que a Dios han prometido: lo cual parece claro, en que a cada paso juran falso: engañan al prójimo: mienten en público, murmuran de lo bueno, tiénense a un bando, revuelven a todo un pueblo: y lo que es peor de todo, que pecan sin ser de nadie convidados, ni del rey Antíoco atormentados.

Cuando mandó Dios al viejo Abraham que degollase a su hijo, y mandó también al viejo de San Pedro que dejase las redes y el barco, no hubo menester rogárselo, ni aun dos veces mandárselo: sino que a la hora que se lo mandaron, luego a la hora lo cumplieron, aunque era cosa asaz penosísima, lo que les mandaba la obediencia: es a saber, que el uno degollase a su hijo, y el otro dejase su patrimonio. No es nada mandarle Dios a Abraham que degollase a su hijo, sino las condiciones que concurrían en el mozo: es a saber, que era hijo e hijo primogénito, e hijo unigénito, e hijo muy querido, y aun hijo muy deseado, y que a poder de lágrimas en la vejez le había habido: y esto no obstante, a la hora que llegó a sus orejas el mandato de la obediencia, puso al mozo el cuchillo a la garganta. Mandar Dios a Abraham que degollase a su hijo, era mandarle degollar a su corazón propio, y mandar a San Pedro que dejase sus redes y barco, era quitarle cuanto bien tenía en este mundo: de manera, que probó Dios la obediencia [XXXIr] de aquellos dos santos viejos, en desaraigarlos del amor de los hijos, y en quitarles la codicia de los dineros. Entonces nos manda el prelado que dejemos las redes y el barco, cuando nos va a la mano a que no nos enredemos en negocios del mundo: porque muy peores son las redes con que el mundo caza, que no las redes con que San Pedro pesca: pues en las unas caza peces, y en las otras se enmallan hombres. Entonces con Abraham degollamos al hijo muy querido, cuando forzamos nuestro corazón a que no se rija por su querer propio: que para decir verdad, si fue mucho degollar Abraham a su querido hijo, no es menos consentir el monje, que le vaya su prelado a la mano. El viejo de Abraham de sola una vez pasó el triste trago de degollar a su hijo: mas el buen monje tantas veces degüella a su corazón propio, cuantas el prelado no condesciende a lo que quiere su apetito: y de aquí es lo que dice San Bernardo, que cada día se sacrifica, el que simplemente hace lo que su prelado le manda. Mandó Rebeca a su hijo Jacob, que de presto tomase la ballesta, y fuese a matar alguna caza: lo cual como él hiciese, y con brevedad cumpliese, mereció por la obediencia que tuvo a la madre, alcanzar la bendición del padre.

El apóstol San Pablo al punto que del caballo le derrocaron en tierra, luego allí hizo a Dios voto de obediencia, diciendo: domine quid me vis facere: es a saber, haz de mí señor lo que fueres servido, que yo me ofrezco a ti por súbdito verdadero, para siempre te temer, y nunca te desobedecer. Fili hominis ad gentes apostatrices mittote: quia precaveritate sunt pactum meum, dijo Dios al profeta Ezequiel en el II cap. Y es como si dijera: Yo te envío a predicar, oh Ezequiel, a unas gentes indómitas, y apóstatas: las cuales han quebrantado lo que conmigo capitularon, y no han guardado lo que me prometieron. Es aquí ahora de ponderar, que en la sinagoga llamaban apóstata, al que se apartaba de la ley, y en la Iglesia llaman apóstata al que se aparta del evangelio, y en la religión llaman apóstata al que desampara su monasterio: de manera, que no es otra cosa este nombre de apóstata, y de apostasía, sino apartarse de lo que la Iglesia le manda, o ir contra lo que la consciencia le dicta. La sinagoga tenía por apóstatas a los fariseos hipócritas, la Iglesia tiene por apóstatas a los herejes malditos, en la religión tienen por apóstatas a los monjes inobedientes: y de aquí es, que el idolatrar, y el hereticar, y el inobedecer, todo ello es apostatar.

San Bernardo escribiendo a un monje que contra su voluntad se iba a otro monasterio dice: Para quedarte aquí tu clarabal conmigo, ni han aprovechado los ruegos que te he hecho, ni los inconvenientes que te he puesto, ni aun las lágrimas que contigo he llorado: lo cual todo yo he hecho más por caridad, que no por necesidad: porque conozco de tu corazón y complexión, que si el demonio y no Cristo te lleva al yermo es, no para más orar, sino para menos trabajar. Bien me acuerdo que me dijiste cuando te partiste, que ibas con buena consciencia, pues ibas con licencia: a lo cual te respondiendo digo, que si te la di fue por tu importunidad, y no por mi voluntad: y en tal caso, no solemos a la tal llamar la licencia sino violencia. Género es de apostasía, sacar del prelado alguna licencia por fuerza: porque no está la perfección de la obediencia en lo que el prelado quiere, sino en lo que él quería si le valiese. Muchos monjes hay que no osan apostatar de vergüenza, y por [XXXIv] otra parte apostatan en la consciencia: la cual apostasía engendra en la orden la pereza: sacando al monje del coro, apartándole del oratorio, resistiendo al prelado, vagueando por el monasterio, y parlando con los que están en casa, y aun murmurando de los que andan fuera. Dime yo te ruego cuál es peor apóstata, el que salta las paredes del monasterio, o el que tiene no mas del cuerpo en el coro: y por otra parte tiene el corazón en el mundo: Apóstata es el que salta las paredes de noche, mas muy peor apóstata es el que aborrece las virtudes de día: porque a estar encerrado no me obliga sino el voto, mas a ser buen cristiano oblígame el Evangelio.

Cuando el santo rey David decía a Dios II regum LXX Capítulo: Invenit cor suum servus tuus: es a saber, hallado ha su corazón este tu siervo, señal es que andaba de antes apóstata y perdido: pues le da inmensas gracias por le haber hallado. El traidor y descomulgado de Judás, aunque habia cometido traición contra su señor y maestro, nunca por eso se salió de su casa, ni se ausento de su mesa, ni se aparto de su presencia, ni aun huyó de su compañía: mas esto no obstante, ¿quién no le condenará por apóstata y descomulgado: pues dio el corazón al demonio, y a Cristo no más del cuerpo? Creeme hermano y no dudes, que si en el corazón de Judas el demonio primero no entrara, nunca Judás a su señor y maestro vendiera: de lo cual podemos inferir, que más peligrosa apostasía es, dejar en el corazón al demonio, que no salirse el monje del monasterio. No está la perfección del monje, en tener el cuerpo cercado de paredes, sino en tener el ánima acompañada de virtudes: porque si la perfección estuviese, no más de en el encerramiento, y no estuviese como está en el contentamiento, mucho más merecerían los que están en las cárceles encerrados, que no los monjes que están en sus monasterios reclusos. Entre los hijos de Israel no había hombres que trajesen hábitos, ni había monasterios encerrados, ni había religiosos profesos: mas esto no obstante los llama Dios por el Ezequiel gentes apostatrices, gentes desconcertadas, y gentes descomulgadas: porque residían en la sinagoga, y suspiraban por Babilonia. Oh cuántos religiosos se precian, en decir que ellos no se han salido del monasterio, ni han dejado el hábito, sino que siempre han dado en la religión buen ejemplo: y por otra parte son en su comer voraces, son en su sentir curiosos, son en su hablar maliciosos, y aun en sus opiniones apasionados: y de los tales podríamos decir, que es menos mal haber una vez apostatado, que estar siempre apasionados.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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