La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo XV
Adonde se comienza a hablar de la dignidad de la prelacía: y cuán apartado ha de estar de las cosas del mundo, el que quiere ser prelado. Tócase aquí la prelacía de San Pedro, y del rey Saúl.


Diligis me Simon plus bis. Estas palabras dijo el hijo de Dios al apóstol San Pedro: Johannis XXI Capítulo. Y es como si le dijera: Ya sabes Pedro hermano cómo yo fui muerto, y cómo he resucitado, y cómo estoy de camino para el cielo, y aun cómo queda este mi colegio sin prelado: ¿y porque querría privarte en este oficio de mi vicario, querría saber de ti, que pues has de ser pastor de todos, si me amas más que todos? Esta pregunta de Cristo es muy misteriosa, y la respuesta de San Pedro es a maravilla muy alta: porque Cristo habla como hombre que no [XXXIIr] sabe si le aman, y San Pedro respóndele como a Dios que sabe muy bien de quién es amado: de manera, que San Pedro conoció de Cristo lo que le amaba, y Cristo conoció de San Pedro la fe que de él tenía. Preguntar Cristo a San Pedro, si le amaba más que todos, era preguntarle si creía en él más que los otros: de lo cual podemos colegir, que ante todas cosas debe ser examinado el prelado, si cree fielmente la santa fe católica, y si tiene por justos los preceptos de la Iglesia: porque a sentir del que no es macizo cristiano, han de huir de él como del demonio. Decir San Pedro a Cristo, tú señor sabes si te amo o no te amo, fue respuesta de muy gran cristiano, y de muy verdadero enamorado: porque así como muy más entero y más perfecto soy yo en Dios que no en mí, así por semejante sabe Dios muy mejor lo que yo amo que yo mismo que lo amo. El amor que yo tengo en mi corazón propio, remitir a que lo diga el corazón ajeno, no se puede en el mundo hacer del amor mayor prueba, ni tomar del que ama más alta experiencia: porque en caso de amor, a las veces es más cierto lo que el corazón del amado sospecha, que no lo que la lengua del que ama le dice. Otra vez tornamos a decir, que fue respuesta muy católica, y palabra muy enamorada, fiar San Pedro más del corazón de Cristo, que no de su corazón propio: porque caso que sepa y conozca uno al que ama, no puede saber ni atinar, que tanto es lo que ama. Es también aquí de ponderar, que antes que Cristo hiciese a San Pedro vicario, le preguntó de la fe, le examinó de la vida, y le probó de paciencia: de manera, que como le había de encomendar gobernación de ánimas, quísole primero probar en cosas muy recias. Probó Cristo a San Pedro en el menosprecio del mundo pues le mandó salir de la mar, probóle en el amor de las riquezas pues le mandó dejar las redes, probóle en el negar su voluntad pues le mandó seguirle, probóle en la paciencia pues le dijo vade retro sathana, probóle en la oración pues le mandó orar, probóle en la flaqueza pues le dejó caer, y probóle en la contricción pues le vio llorar: de manera, que como a hombre muy experto, le eligió por su vicario. Conforme a lo que Dionisio dice, cuanto en las divinas letras es una cosa más encarecida, tanto es mucho más misteriosa: y argúyese de aquí, que debe ser muy grande el oficio de la prelacía, pues Cristo a San Pedro con tanto examen se la encomienda. Desde que Cristo trajo a su colegio a San Pedro, puso los ojos en él para hacerle su vicario: y porque no pareciese que la tal elección era de hecho, sino conforme a derecho, poníale en mayores trabajos, encomendábale más cosas, y hacíale más altas preguntas: para que conociesen todos a la clara, cuán bien merecía aquella prelacía.

San Agustín a este propósito dice: No sacó Cristo a San Pedro de la mar para que en la tierra holgase, sino para que más trabajase: porque si le quitó de ser pescador, curtióle para pastor. ¿Qué otra cosa es sacar Cristo a San Pedro del mar tempestuoso antes que le haga su vicario, sino que no debe tener ningún resabio de cosas del mundo, el que quisiere ser prelado? ¿Para qué quiere ser prelado en monasterio retraído, el que está notado de mundano, y no está aun descargado de los bullicios del mundo? Hasta que Abraham salió de los confines de su tierra, nunca le prometió Dios el señorío de la tierra santa: y al gran sacerdote Aarón nunca le encomendó la sinagoga, hasta que salió de la tierra egipciana: ni al glorioso San Pedro hizo [XXXIIv] prelado de su Iglesia, hasta que le sacó de la mar tempestuosa: en lo cual se nos da a entender, que no sin gran escrúpulo procura ser prelado, el que nunca visita su obispado, y el que nunca está quedo en su monasterio.

San Bernardo, escribiendo al papa Eugenio dice: Aunque no hicieses más bien, harías harto bien, si residieses siempre en Roma, y te estuvieses quedo en tu cátedra: porque es tan delicado el oficio de la prelacía, que entre todos los oficios del mundo es el en que más diligencia se requiere, y el en que menos ausencia se sufre. A la hora que el santo Moisés se subió al monte a orar, luego comenzaron sus súbditos a idolatrar: de manera, que nunca la sinagoga idolatrara, si su prelado no se ausentara. Cuando el súbdito viere a su prelado ser bullicioso, y en las cosas mundanas andar entremetido, debe al tal por una parte obedecerle, y por otra guardarse de imitarle: porque muy gran indicio es de dar al través el navío, cuando el piloto no tiene en sus manos el remo. Lo de suso es de Bernardo.

Mandó Cristo también a San Pedro, que no sólo saliese del mar en que estaba, mas aun que dejase las redes y el barco que tenía: acerca de lo cual es de creer, que quien andaba con tanto peligro a pescar peces en la mar, no debería tener muchas viñas y casas en la tierra: de manera, que en dejar las redes y el barco, dejaba todo cuanto tenía en el mundo. No es otra cosa mandar Cristo a San Pedro, que primero dejase las redes que no se encargase de la gobernación de las ánimas, sino que nadie debe osar ser en la Iglesia de Dios prelado, sino se aparta primero de las codicias y avaricias del mundo: porque no puede ser cosa más escandalosa, ni aun vergonzosa, que tener las arcas llenas, y las ovejas que anden flacas. Mandar Cristo a San Pedro, deje las redes con que pescaba en el mar tempestuoso, es mandarle dejar los negocios y trasagos que tenía allá en el mundo: y de aquí es, que el prelado que se encarga de más negocios de los que tocan a su obispado, o tocan a la abadía de su monasterio: no diremos del tal que es pastor que guarda su grey, sino prevaricador que quebranta su ley. Su ley traspasa, y su juramento quebranta, el que con la mujer de Loth vuelve atrás la cara, y que en negocios no lícitos se enreda: porque por muy pequeña que sea la Iglesia de que es pastor, y por muy pobre que sea el monasterio de que es administrador, tendrá tanto que hacer en sus negocios propios, que no le quede una hora para entender en los ajenos. Mucho y muy mucho tiene en que entender, el que en la guardia de sus ovejas se quiere ocupar: mas hay dolor que muchos hoy en la Iglesia de Dios, toman cargo de guardar ovejas ajenas, y encomiendan a mercenarios las suyas propias: de manera, que pecan en encargarse de lo que se habían de descargar, y pecan en descargarse de lo que se habían de encargar. Dime yo te ruego hermano, cuando Cristo mandaba a San Pedro que dejase las redes suyas propias, ¿crees tú que le daba licencia para encargarse de otras redes ajenas?

San Crisóstomo a este propósito dice: Mandar Cristo a San Pedro que deje las redes propias, es mandarle dejar sus negocios propios, porque libremente entienda en la gobernación de sus súbditos: porque entonces tiene el prelado verdadero cuidado de mí, cuando él no tuviere ningún cuidado de sí. San Jerónimo dice: No quiere Cristo que tenga el prelado barco con que a sus súditos engolfe, ni tenga mar adonde los ahogue, ni tenga redes con que los enrede: es a saber, que no tenga negocios con que [XXXIIIr] los olvide: porque sobre la gobernación de prelado bullicioso mal podría el súbdito vivir asosegado. También es de ponderar que no se contentó Cristo con que San Pedro saliese del barco, dejase las redes, y se apartase de la mar, sino que también le mandó se fuese en pos de él a le seguir, y a tomar otra manera de vivir: de lo cual podemos inferir, que en la casa del señor, si nos manda mudar la complexión, mándanos que dejemos la condición.

Saul cum regnare cepisset, mutatus est in virum alterum, dice la sagrada escritura, en el primer libro de los reyes, y es como si más claramente dijese: Desde la hora que fue el rey Saúl en rey del reino electo pareció otro, y se mudó en otro: de manera, que después de rey, ni hacía lo que solía hacer, ni parecía el que solía ser. Gran mudanza fue la del rey Saúl, pues de labrador se tornó señor, de saber arar aprendió a pelear, de cobarde se hizo animoso, de cruel se volvió piadoso, de rústico se tornó agudo, y de impaciente se hizo muy sufrido: porque dice allí del el texto, que las injurias que le decían, no sólo no las castigaba, mas aun fingía que no las oía. Hec mutatio dextere excelsi est: porque no vengar uno su injuria es cosa santa, y perdonarla es cosa angélica, mas no responder a ella parece cosa divina: porque según dice el divino Platón, muy mayor trabajo pasa el corazón en refrenar la lengua, que no en enmendar la vida. Ejemplo por cierto es este para los prelados asaz digno de saber, y muy provechoso de imitar: para que después de tomados los oficios, parezcan otros de los que eran, y sean otros de los que parecían: porque el súbdito cumple con guardar los mandamientos, mas el prelado debe guardar los mandamientos, y esforzarse a los consejos. Mutatus est in virum alterum el prelado, cuando él anda roto y los otros vestidos él anda hambriento y los otros hartos, él anda descalzo y los otros calzados, él desvelado y los otros satisfechos, él pensativo y los otros descuidados: porque oficio de buen prelado es, tener el cuerpo quebrantado de trabajos, y tener el corazón cargado de cuidados. Mutatus est in virum alterum el prelado, cuando no le hallaren sino en el coro cantando, o en el oratorio orando, o en la enfermería visitando, o en la celda leyendo, o en la portería negociando, o con algún monje tentado le consolando: porque el que es verdadero padre y pastor, muy mayor cuidado ha de tener de sólo un monje que esté tentado, que de todas las necesidades que se padecen en el monasterio. Mutatus est in virum alterum el prelado, cuando no se ocupa en otra cosa, sino en consolar a los novicios, corregir a los mancebos, visitar a los oficiales, apiadarse de los flacos, y aconsejarse con los viejos: porque ningún daño igual puede venir a un monasterio, como osarle regir el prelado por su parecer propio. Ojalá, y pluguiese al señor, estas palabras se averiguasen del que es prelado bueno, y se averiguasen también del prelado que es malo: el cual entonces mutatus est in virum alterum: cuando de humilde se torna soberbio, de caritativo malicioso, de paciente furioso, de abstinente goloso, de casto disoluto, y de callado parlero.

A este propósito dice San Bernardo, escribiendo al abad Rogerio: Lo que dice Platón, quod potentatus ostendit virum: bien se averigua en ti padre abad Rogerio, pues haces cosas que no solías, y eres otro del que parecías: porque parecías cuerdo, y has salido vano, parecías recogido, y has salido [XXXIIIv] profano, parecías devoto, y has salido remiso, parecías sufrido y has salido furioso: de manera, que no duró en ti más la bondad, de cuanto llegaste a ser abad. Antes que fueses en abad elegido, y antes que de mí fueses confirmado, según las apariencias de bondad que tenías, y según las virtudes que de fuera mostrabas, nadie hubiera que no se engañara de ti, ni cosa ardua hubiera que de ti no se fiara: mas después ya que te conozco, y sé lo que me sé de tu monasterio, no dejaré de tenerte como a prójimo, mas nunca te daré voto para prelado. Como no haya mal de que el bueno no saque para sí algún bien: será el caso, que desta tu infame prelacía, el monasterio quedará libertado, el superior quedará avisado, yo quedaré desengañado, y tú quedarás conocido. Conforme a lo que dice este santo, muchos recogidos hay hoy en el mundo: los cuales hasta alcanzar un obispado, o tener una abadía, o ganar un priorato, fingen ser devotos, visitan santuarios, esfuérzanse a ser castos, presumen de celosos, y muéstranse ser limosneros: los cuales después que alcanzaron la prelacía que anhelaban, tórnanse a la mala inclinación que tenían. Vir unius anni erat Saul cum regnare cepisset: es a saber, que el rey Saúl, cuando fue en rey elegido, y por señor de Israel nombrado, era de tanta simplicidad e inocencia, como lo es un niño cuando los pechos de su madre mama: mas junto con esto, se escribe también de él, que en el primer año que comenzó a reinar, se comenzó a empeorar, y a los consejos de Samuel desobedecer. Lo contrario desto aconteció en el apóstol San Pablo, el cual antes que fuese al apostolado llamado, era caudillo de los perseguidores, y después que fue prelado, fue príncipe de los defensores, y fieles: de manera, que el rey Saúl se empeoró con el reinado, y el apóstol Paulo se mejoró con el apostolado.

San Hilario sobre este paso dice: Más discípulos tiene hoy Saulo, que no tiene Paulo, habiendo de tener más Paulo que no Saulo: porque de cien prelados que hoy en la Iglesia de Dios se nombran, si en los diez acertamos, en los noventa nos engañamos. Mutatus est in virum alterum el prelado, cuando piensa que no consiste la prelacía sino en que le llamen señoría, como de antes le llamaban merced, o en que le llamen paternidad como de antes le llamaban reverencia, o en que tenga aposento apartado como lo tenía en el dormitorio, o en que se asiente arriba como se asentaba de antes abajo, o en que le pidan licencia como de antes él la pedía: las cuales cosas todas son más ceremonias de buena crianza, que perfecciones de prelacía. San Gregorio en el pastoral dice: Mire pues el prelado lo que hace, y mire muy bien a lo que se obliga: porque si no hace lo que debe, o a lo menos lo que puede: de tantos infiernos es digno, de cuantas negligencias fuere acusado. San Jerónimo sobre aquella palabra del Ezequiel, ve pastoribus Israel dice: En las divinas letras pocas veces amenaza Dios a los súbditos con este adverbio, ve, y muchas veces amenaza a los prelados malos, como parece en los profetas: para darnos a entender, que los más males que hacen los súbditos, suelen proceder del descuido de los prelados.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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