La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos

Capítulo LV
De cuán necesaria nos es la perseverancia: y que ninguna virtud vale cosa sin ella.


Vide in te bonitatem dei: si perseveraveris in bonitate, dice el apóstol San Pablo escribiendo a los romanos, en el undécimo capítulo, y es como si dijera: En esto verás cristiano, si te tiene la bondad de Dios con su piadosa mano, en si perseveras en la virtud hasta el cabo. Cristo nuestro redentor dice: Qui perseveraverit usque in finem, hic salvus erit: como si más claro dijese: El que se esforzare a ser virtuoso hasta el fin de la jornada, aquél y no otro entrará en mi gloria. San Agustín dice: Mucho nos debe espantar hermanos, no decir Cristo los que perseveraren, sino el que perseverare hasta la fin será salvo: porque nos quiere dar a entender, que aunque son muchos los que prometen de guardar su evangelio: cuál o cuál es el que [CVIIIv] persevera hasta el cabo de su servicio. Mucho también es aquí de ponderar, que a carga cerrada dijo nuestro señor Jesucristo, el que no perseverare hasta la fin, no será salvo sin señalar la virtud, o virtudes en que habíamos de tener la perseverancia: para darnos a entender, que de todas las virtudes nos hemos de preciar, y en todas ellas nos conviene hasta la fin perseverar.

San Jerónimo también dice: Ten ojo y nota, que no puso Cristo la salvación en la inocencia, o en la abstinencia, o en la paciencia, sino solamente en la constancia y perseverancia: pues dijo qui perseveraverit usque in finem his salvus erit: de lo cual podemos inferir, que ninguna obra nuestra será en el cielo galardonada, si con la virtud de la perseverancia no fuere guarnecida. Para mejor entender estas palabras de Cristo hase de presuponer, que así como muchos vicios se fingen ser virtudes, así muchas virtudes se fingen también ser otras virtudes: y sabida la verdad y propiedad de todas ellas, cada una por sí tiene su definición, y aun tira a su condición. La paciencia la firmeza, la magnanimidad, la longaminidad, la benignidad, la mansedumbre, y la fortaleza: todas ellas parecen ser sola una cosa, y en la verdad, hay de lo que suenan a lo que son muy gran diferencia: y porque no parezca que hablamos de gracia, tocaremos la definición, de quién es cada una. La virtud de la paciencia, no es otra cosa, sino un cuerpo cargado de dolores, y un corazón martirizado con pasiones: el cual con un mismo rostro, sufre la adversidad, y espera la prosperidad: como fueron el virtuoso Tobías, y el santo Job: los cuales no sólo fueron pacientes, mas aun ejemplo de paciencia. La virtud de la constancia es: cuando el corazón no se mueve de su buen propósito, por trabajos que le vengan, ni por infortunios que le sucedan: cuales fueron el santo José en Egipto, y el buen Moisés en el desierto. La virtud de la magnanimidad es, cuando un sólo corazón osa emprender cosas que son muy graves de comenzar, y muy peligrosas de acabar: como hizo David con Goliat, y Elías con Jezabel. La virtud de la longaminidad es, cuando un corazón se enoja, ni aun desespera, por mucho que los trabajos se le acrecienten, y por más que los remedios se le alarguen: cuales fueron Judas macabeo en la sinagoga, y el glorioso San Pablo en la Iglesia: a los cuales cada día se les disminuyan los amigos, y les crecían más los trabajos. La virtud de la fortaleza y perseverancia es, cuando un corazón es tan esforzado y denodado, que ni en las tentaciones desmaya, ni en hacer bien se cansa: cuales fueron, el glorioso abad Antonio, y el primer ermitaño Paulo: cuyas vidas parecían ser de ángeles, y cuyos corazones no parecían ser de hombres.

Y porque nuestro principal intento es, decir las grandes excelencias de la perseverancia, y de cuán necesaria nos es la fortaleza: diremos aquí qué es lo que los filósofos de esta virtud dijeron, y qué es lo que los santos doctores sintieron. San Agustín in de verbis apostoli dice: A mí ver, no es otra cosa la virtud de la fortaleza, sino un amor intenso de que se precia el corazón enamorado: con el cual intenso amor, todas las cosas ásperas tolera, hasta que alcanza aquello porque pena. Tulio hablando de esta virtud dice: Osaría yo decir que no es otra cosa la constancia y firmeza, sino una heroica determinación: con la cual el varón muy poderoso y fuerte sufre lo que le sucede, y disimula lo que quiere. [CIXr] Lucio Séneca decia, que tanta era la excelencia del hombre fuerte, y animoso, que más fácilmente se tomaría una ciudad cercada, que no un corazón esforzado. A este propósito dijo el divino Platón: Los privilegios de la constancia son, moderar la ira con mansedumbre, la envidia con el amor, la tristeza con la perseverancia, y el temor con la paciencia.

El glorioso Gregorio sobre el Ezequiel dice: La fortaleza del justo consiste, en vencer la carne, en refrenar los apetitos, en resistir al demonio, en no creer al mundo, en menospreciar los deleites, en amar las cosas ásperas, y en no huir de las que son peligrosas. San Crisóstomo sobre San Mateo dice: Es tan necesaria la virtud de la fortaleza en que si a la justicia, y a la temperancia, y a la castidad, y a la prudencia, hasta el cabo ella no las ayuda: en muy breve espacio las verán derrocadas por el suelo, y aun puestas a todas del lodo. Para comenzar alguna buena obra basta tener cordura, para obrarla es menester prudencia, par seguirla requiérese potencia, mas para acabarla, es menester gran constancia: porque la felicidad del buen piloto no consiste en saber regir el navío, sino en llegar con salud al puerto. Non coronabitur, nisi qui legitime certaverit, decía el apóstol, y es como si dijese: En las batallas del señor y de los siervos del señor, ninguno será de sus manos coronado, sino el que peleare legítimamente en el campo. Legítimamente pelea, el que hasta el fin de la vida pelea: y bastardamente pelea, el que desde el medio del camino se torna: y espuriamente pelea, el que de miedo no entra en la batalla: e infamemente pelea, el que a ninguna tentación hace resistencia: de manera, que apenas le ha acometido, cuando se da ya por vencido. No promete el señor la corona a los que de legítimo matrimonio nacieron, sino a los que legítimamente pelearon: y en tal caso diremos, que legítimamente pelea, el que en las virtudes tiene constancia, y a las tentaciones hace resistencia: por manera, que como a hijo legítimo le pertenece la corona y mayorazgo. Damasceno sobre estas palabras dice: No promete Cristo su reino al que toma no más del bautismo, ni aun al que hace algunas obras de cristiano, sino al que permanece en su servicio hasta el cabo: porque la corona del triunfo no la dan al que va a la guerra, sino al que alcanza la victoria. Poco aprovecha al labrador que are ni siembre la tierra, si después no la siega y trilla de pereza: como sea verdad que el corazón del labrador no descansa cuando derrama el pan por el campo: sino cuando lo encierra en su silo. El caminante que deja el camino que comenzó, y se torna a la posada de do salió, pierde el tal lo que ha gastado, y no le agradecen lo que ha sudado: porque al jornalero no le pagan el llevar la azada a la viña, sino porque cavó de sol a sol en ella.

La mujer de Lot tornóse en estatua de sal, a causa que volvió a mirar a Sodoma, habiendo sido avisada que no volviese atrás la cabeza: en lo cual se nos da a entender, que es tan malo el mundo de donde salimos, que no sólo no quiere el señor que le toquemos, mas aun ni que le miremos. Moisés y Aarón muy constantes estuvieron en no condescender a los dones que les daba, y a las amenazas que les hacía Faraón, para que se quedasen en Egipto, y no sacasen de allí el pueblo: de lo cual podemos inferir, que en caso de tornarnos al mundo, y apartarnos de algún bien, que hemos comenzado, no han de bastar ruegos de amigos, ni tentaciones de enemigos. José hijo de Jacob, gran constancia tuvo en no querer pecar con [CIXv] la mujer de su amo ella se lo rogando, y él lo resistiendo: para darnos a entender, que es menester muy mayor corazón para resistir a los vicios a parejados, que no a los enemigos apercibidos. Al santo rey David harto le desaconsejaban, y aun le reprehendían todos sus hermanos, para que se tornase a casa, y no anduviese más en la guerra: mas el animoso mancebo no sólo no dejó las armas, mas aun hizo con el gigante Goliat armas: de lo cual podemos colegir, que antes hemos de perder las vidas que tenemos que tornar atrás del bien que comenzamos. Neemias, y Esdras, muy gran constancia tuvieron en la reedificación del templo que hacían: acerca de la cual obra unos los amenazaban, otros los deshonraban, otros los contradecían, y aun otros los estorbaban: para darnos a entender, que se ha de tener por dicho el siervo del señor, que es muy gran señal de hacer alguna buena obra, cuando topa con algún mal hombre que se la contradiga. Muy gran constancia tuvo el tío de la reina Esther Mardoqueo en no se querer humillar, ni amistar con el superbo Aman, a causa que era cultor de los ídolos, y gran enemigo de los hebreos: en lo cual se nos da a entender, que nos conviene mucho apartar, y huir de los hombres que nos convidan a pecar, y nos estorban a salvar. La excelente mujer Susana, muy constante fue en no querer consentir a los jueces de Babilonia a que violase el matrimonio, y les consintiese el adulterio: en lo cual nos dio ejemplo, que por miedo de la pena nadie cometa ninguna culpa: pues Dios nuestro señor se tiene cargo de guardarnos la vida, y aun de conservarnos la honra: como lo hizo a la bendita Susana.

Hemos pues querido contar todas estas historias, para que en el servicio de nuestro señor se esfuercen los buenos a ir adelante, y teman los malos de tornar atrás: pues jamás el señor desampara a los que le sirven, ni se olvida de los que le siguen. Quien se acordó de enviar a consolar a Daniel que estaba en el lago de los leones encarcelado: ¿no se acordará por ventura de su siervo cuando le vea de los demonios tentado? San Anselmo a este propósito dice: Muy bien sabe el señor lo poco que sabemos, y aun lo poco que podemos: y pues esto es así, no desmayemos en servirle, ni aflojemos en seguirle: pues tiene él capitulado con sus siervos, que haciendo ellos lo que pueden, hará él lo que quieren. Non sumus sufficientes cogitare aliquid ex nobis, tanquam ex nostris: sed sufficiencia nostra ex deo est, dice el apóstol, y es como si dijese: No tenemos licencia de pensar, ni menos de nos alabar, que por sola nuestra industria, podemos hacer alguna buena obra: porque hemos en tal caso fielmente de creer, que si en algo acertamos es porque Dios nos alumbra: y si en algo erramos es, porque él nos desampara. Nadie debe comenzar alguna obra en confianza de las fuerzas que tiene, o de lo mucho que puede: porque si es en mano de los hombres el dar las batallas, en sola la de dios es dar las victorias. Hugo de arra anime dice: Si quieres servir al señor no tienes razón de estarte temeroso, y mucho menos de andar asombrado: porque tiene él tan gran cuenta con sus siervos que si permite que sean tentados, no consiente que sean vencidos.

Licencia sacó de Dios el demonio para tentar al santo Job, y con tal condición le fue dada, que si le lastimase en la persona, no le tocase en el ánima: de manera, que no muestra el señor el amor que tiene a sus siervos, en quitarlos de trabajos, sino en apartarlos de pecados. [CXr] Pidió también licencia el demonio a Dios, para ir a engañar al rey Achab, y de la manera que se la pidió, así se la concedió: para darnos a entender, que lo que va de los amigos a los enemigos de dioses, que a los que le sirven permite que sean tentados, y a los que le ofenden consiente que sean engañados. Oh buen Jesús, oh amores de mi alma, yo señor consiento en que tú consientas sea yo tentado, atribulado, y abatido con el santo Job: con tal que no sea engañado y vencido con el rey Achab: porque no hay igual indicio de ir nosotros perdidos, que consentir tú que seamos del demonio engañados. Qui tangit vos, tangit pupillam oculi mei, dijo Dios por el profeta Zacarías, y es como si dijera: El que me tocare en uno de mis escogidos, ha de pensar que me toca en las niñetas de mis ojos. Qué requiebro más delicado, ni qué palabras más encarecidas se podían hoy decir unos enamorados a otros, que la que dice Cristo a sus escogidos. La cosa más estimada del cuerpo es la cabeza, y de la cabeza son los ojos, y de los ojos son las niñetas: de manera, que como el amor de Cristo es excesivo, quiso Dios excesivamente compararlo. No vaca de alto misterio, que no comparó Dios a sus escogidos a los pies, ni a las manos, sino solamente a las niñetas de los ojos: porque en los pies y en las manos súfrese tener polvo y lodo, mas en las niñetas de los ojos, no se sufre ni aun un solo tamo: de manera, que el que quisiere de Dios ser guardado, ha de estar limpio como lo está el ojo. Como hijos regalados pedimos cada noche al señor en las completas, custodi nos domine, ut pupillam oculi: es a saber, que nos guarde como a las niñetas de los ojos: y que nos abrigue debajo de sus alas: lo cual él hace y cumple, cuando no nos deja en los pecados caer, y que después de caídos nos ayuda a levantar. San Bernardo a este propósito dice: No se debe preciar de cristiano, ni aun de ser perfecto religioso, el que deja de servir al señor por miedo de no ser tentado, o por miedo de no ser socorrido: porque quiere Dios tanto a sus escogidos, que siempre los mira para ver lo que dicen. Oh cuántas gracias han de dar al señor los buenos cristianos: pues por aquellas palabras, de oculi domini super justos: et aures eius ad preces eorum, se les profiere y obliga, de mirar los trabajos que padece: y de oírles los ruegos que le hacen. Debilis est hostis: et non vincit, nisi volentem, dice el glorioso Agustín, y es como si dijera: Es el demonio tan flaco, y dejóle el señor tan inhabilitado, que a nadie puede vencer, sino al que no le osa resistir. A las puertas del corazón está llamando Cristo, y está llamando el demonio: y en nuestra mano está el recibir al uno, y el no abrir al otro: de lo cual podemos inferir, que ni el demonio puede entrar en nuestra ánima, si no le admitimos: ni Dios se sabe ir del corazón si no le despedimos. Oh triste de mí y qué será de mí, cuando tú mi buen Jesús me pidieres cuenta, de que me guiaste y no te seguí, y me avisaste y no te creí, y me llamaste y no te respondí, y me hablaste y no te conocí, y aun me tocaste y no lo sentí.

San Ambrosio sobre aquella palabra del salmista, cum ipso sum in tribulatione, dice así. No sólo se halla el señor con los suyos cuando comen, y cuando duermen: mas aun si le quisieren llamar, y un poco esperar cuando están atribulados, no sólo los sacará de allí consolados, mas aun muy honrados. San Jerónimo dice: En esto verás cristiano, que te quiere Dios más que a todos, pues se obliga a hacer por ti más que por todos: lo cual parece claro en que los amigos nos ayudan [CXv] a gastar los dineros que allegamos, y Dios nos ayuda a sufrir los trabajos que padecemos. El glorioso Gregorio sobre el Ezequiel dice: Cuando Cristo dijo beati qui lugent, quoniam ipsi consolabuntur, no puso la bienaventuranza en lo que los hombres lloraban, sino en la consolación que por el llorar esperaban: de manera, que el siervo del señor, no ha de mirar la tentación que del demonio sufre, sino el premio que de Cristo espera. Si estando el cielo sereno, y el tiempo seco, osa el labrador arrojar su trigo en el puro polvo: ¿cómo no osas tú cristiano ponerte en las manos de tu Cristo? Ecce venio cito, tene quod habes: ut nemo accipiat coronam tuam, dijo Dios al obispo de Filadelfia, en el tercer capítulo del Apocalipsis, y es como si dijera: Mira que vendré muy presto, y por eso aprieta y guarda lo que tienes en la mano: porque de otra manera, tomarte ha otro la corona y cetro: y quedarte has tú del todo burlado. ¿Qué otra cosa es aconsejarnos Cristo que guardemos lo que tenemos en la mano, sino avisarnos y amonestarnos, a que perseveremos en las buenas obras que hemos comenzado? Dime yo te ruego, ¿el beneficio de haberte Dios criado de no nada, y el haberte redimido con su preciosa sangre, y el haberte sacado del mundo, y traído al monasterio, no son por ventura mercedes estas para que las guardes, y aun para que las agradezcas? Terrible sentencia y gravísima amenaza es la que el señor nos pone aquí: es a saber, que si no tuviéremos en las buenas obras perseverancia que perderemos la corona de la gloria: de manera, que si no quisiéremos ser buenos por amor, lo seamos siquiera por temor. No vaca de alto misterio, que primero dijo, ecce venio cito, que non ut nemo tollat a te coronam: para darnos a entender, que está el señor aparejado, de venir en nuestra ayuda, si nos esforzamos a perseverar en la buena obra. Teniendo pues a tan buen señor a tu lado y en tu ayuda: ¿porqué temes de emprender alguna buena obra? Ego sum alpha et, dijo Dios Apocalipsis primo, como si dijera: Yo soy el principio y yo soy el fin: yo sólo soy el que doy gracia para que las buenas obras se comiencen, y yo solo soy el que me hallo allí con ellas, para que del todo se acaben. El mundo y sus mundanos, la carne y sus vicios, el demonio y sus engaños, son los que nos meten en los trabajos, y después nos desamparan en ellos: que Cristo nuestro Dios a nadie encamina en hacer alguna buena obra, que no le dé gracia para que al fin salga con ella. San Bernardo sobre los cánticos dice: Oh cuán gloriosa eres, oh perseverancia, pues de ti sola se puede decir, que eres amparo de las virtudes, vigor de las fuerzas, nudo de las amistades, lazo de la vanidad, defensión de la santidad, hija de la constancia, amiga de la paz, medianera del premio, y corona del trabajo.

Fin.

Aquí se acaba el libro llamado Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos,
compuesto por el Ilustre Señor, don Antonio de Guevara, obispo de Mon-
doñedo, predicador, cronista, y del consejo de su Majestad: obra que
es de muy gran doctrina, y de muy alto estilo. Fue impresa en la
muy noble villa de Valladolid: por industria del honrado varón
Juan de Villaquiram, impresor de libros: a nueve días
de Marzo. Año de mil, y quinientos,
y cuarenta y cinco.


{Antonio de Guevara (1480-1545), Oratorio de religiosos y ejercicio de virtuosos (1542). El texto sigue la edición de Valladolid 1545, por Juan de Villaquirán, 8 hojas + 110 folios.}

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