La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo IV
De la excellencia que tiene la religión christiana en tener conoscimiento de Dios verdadero, y de la vanidad de los antiguos en tener tantos dioses, y que antiguamente quando se reconciliavan los enemigos en sus casas, también hazían que se abraçassen los dioses en los templos.


Aquél que es solo Verbo Divino, Unigénito del Padre, Señor perpetuo de las Gerarchías, más antiguo que todos los siglos, Príncipe de las Eternidades, Principio de do uvo todo principio, Mayorazgo de Dios y Criador de todas las criaturas, en el abismo de su eterna sabiduría acordó que toda la armonía y ordiembre de la religión christiana de tal manera se cimentasse sobre cimiento tan seguro, que ni ventisqueros de malos christianos la perturbassen, ni avenidas de tyranos la llevassen, ni vientos importunos de hereges se la derrocassen; porque más fácil sería perescer el cielo y la tierra que no suspender por un día que no uviesse religión christiana.

Aquellos dioses antiguos, que no eran sino unas invenciones humanas, como el fundamento de sus reprovadas setas era arena instable, tierra movediza, tremedales peligrosos y unos caminos descaminados, los míseros miserables unos dellos, como nao que da al través, encallando quedaron anegados; otros, como edificios carcomidos, desmoronándose los cimientos, cayeron muertos; finalmente aquellos dioses que sólo el nombre tenían de dioses, con un perpetuo olvido para siempre quedaron olvidados, porque a la verdad sólo aquello será perpetuo que en Dios y por Dios y de Dios tuviere principio. Grande y muy diversa fue la muchedumbre de [82] las naciones passadas, conviene a saber: sirios, assirios, persas, medos, macedonios, griegos, scithas, argivos, corinthos, caldeos, indos, athenienses, lacedemonios, afros, vándalos, suevos, alanos, hunnos, germanos, britanos, hebreos, palestinos, gallos, yberos, lidos, mauros, lusitanos, godos y hispanos. E por cierto en todos éstos, quanta fue la variedad de los pueblos, tanta fue la diferencia de los ritos que tenían y de los dioses que adoravan; porque tenían este error los gentiles, que, según la muchedumbre de lo que estava criado, dezían que para criarlo no era un solo dios poderoso.

Osaré dezir delante todos los sabios, y no me lo negarán quantos fueron y son oy paganos, que sin comparación fue mayor la muchedumbre de los dioses que con liviandad adoraron y inventaron, que no los reynos y provincias que conquistaron y posseyeron; porque a tanta demencia vinieron los antiguos poetas, que osaron en sus escripturas afirmar los dioses de una tierra ser enemigos mortales de otra provincia. De manera que mayor enemistad tenían los dioses de Troya con Grecia, que no los príncipes de Grecia con Troya. Qué cosa fue ver a los assirios con quánta reverencia adoravan al dios Belo, los egypcios al dios Apis, los caldeos al dios Ysis, los babilonios al dios Dragón Vorace, los pharaones a la Statua Áurea, los palestinos a Belzebuth, los romanos a Jovis, los penos a Mars, los corinthos a Apolo, los árabes a Astaroth, los argivos al Sol, los acayos a la Luna, los sidonios a Belphegor, los amonitas a Balim, los indos a Bacho, los lacedemonios a Osiges, los macedonios a Mercurio, los ephesinos a Diana, los griegos a Juno, los armenios a Líbero, los troyanos a Bestal, los latinos a Februa, los tarentinos a Ceres, los rodos adoravan al dios Jano, según dize Apolonio Thianeo. Y, sobre todo, de lo que más nos hemos de maravillar es que muchas vezes entre sí contendían no tanto sobre la posessión y señorío de los reynos quanto si eran mejores y para más los dioses de los unos que los dioses de los otros; porque ymaginavan ellos que de no estar sus dioses poderosos venían los pueblos a estar pobres, perseguidos y mal fortunados.

Cuenta Pulión, en su segundo libro De dessolatione regnorum orientalium, que la primera provincia que se rebeló contra el [83] Emperador Helio Adriano, el qual fue el quintodécimo Emperador de Roma, fue la tierra de Palestina, contra la qual embió a un capitán que avía nombre Severo Julio, varón de gran ánimo y en las armas muy venturoso; porque los buenos capitanes no sólo han de ser animosos, pero requiérese que en las armas sean bien fortunados. Este capitán no sólo dio fin a la guerra, pero aun hizo tanto daño y estrago en aquella tierra, que assoló cincuenta y dos ciudades cercadas, y quemó nuevecientas y ochenta aldeas, y, en batallas y combates y rencuentros y por justicia, degolló y mató más de cincuenta mil personas; porque el superbo y cruel capitán no piensa que tiene gloria sino quando riega con sangre humana la tierra. Y, lo que más es, que en los lugares quando estavan cercados, pobres y viejos, niños y mugeres, de hambre y pestilencia murieron más de otros tantos; porque en las prolixas guerras el cuchillo del enemigo hiere en algunos, mas la pestilencia y trayción y hambre mata a todos. Passada esta guerra de Palestina, luego entre los alanos y armenios se levantó otra guerra más cruda, porque los trabajos y calamidades en los reynos y provincias muchos son los que veen sus principios y muy pocos los que veen sus fines y remedios. Fue la ocasión desta guerra que, como los unos y los otros concurriessen a las fiestas del monte Olimpo, levantóse plática entre ellos sobre quién tenían mejores dioses, y porfiando los unos y contradiziendo los otros, acabadas las fiestas y tornados a sus tierras, vinieron en tantas guerras que, so color de tornar por la honrra de sus dioses, aýna se perdiera la memoria de aquellos dos reynos; porque, si queremos bien parar mientes, hallaremos que de ocasiones muy pequeñas se levantaron las guerras muy famosas. Embió el Emperador Helio Adriano al sobredicho capitán Julio Severo a poner paz entre los alanos y los armenios, mandándole que a los que no quisiessen paz que los persiguiesse con guerra, porque los hombres reboltosos justamente merescen ser destruydos. Finalmente, diose a tan buena maña Julio Severo, que sin llegar con ellos a las manos los fizo a todos amigos, la qual cosa fue no menos al Emperador grata que al reyno provechosa; porque tanta gloria merece el capitán que sojuzga por concordia la tierra como el que la [84] vence por batalla. Hiziéronse los tratos de la paz con tal condición que los alanos tomassen por dioses a los dioses de los armenios y los armenios tomassen por dioses a los dioses de los alanos, y que quando se abraçassen y se reconciliassen los hombres en el Senado, se abraçassen y reconciliassen los dioses en el templo. Era tan vana la vanidad de los antiguos, y era tan ciega la ceguedad de los mortales, y estavan tan subjetos a los consejos diabólicos, que quán fácilmente la sabiduría eterna cría agora un hombre verdadero, tan fácilmente entonces un hombre vano inventava un dios falso; porque los esparcianos tuvieron por opinión que no menos eran poderosos los hombres para inventar dioses que los dioses para criar hombres. [85]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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