La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro I

Capítulo XXXIII
De una habla que hizo un sabio de los garamantes al Magno Alexandro, en la qual le prueva que valen ellos más por tenerse en poco y tener poco, que no él por tener mucho y tenerse en mucho; y que es sobrada locura querer mandar mucho aviendo de vivir poco.


«Costumbre es, ¡o!, Alexandre, entre los garamantes hablarse pocas vezes unos a otros, y casi nunca hablar con los estrangeros, en especial si son hombres bulliciosos y escandalosos; porque la lengua del hombre maligno no es sino pregonera del coraçón apassionado. Quando nos dixeron que venías a esta tierra, luego determinamos de no salir a recebirte, ni ponernos en resistirte, ni alçar los ojos a mirarte, ni abrir la boca para hablarte, ni mover las manos para enojarte, ni levantar guerra para ofenderte; porque muy mayor es el aborrecimiento que nosotros tenemos con las honras y riquezas que tú amas, que no el amor que tú tienes a las honras y riquezas que nosotros aborrescemos. Has tenido por bien que te veamos no te queriendo ver, y te sirvamos no te queriendo servir, y te hablemos no te queriendo hablar; somos contentos de lo fazer, con tal condición que seas paciente en nos escuchar, y lo que te dixéremos más servirá para que emiendes tu vida que no para que desistas de la conquista de nuestra tierra; ca muy justo es que sepan los príncipes de los siglos advenideros por qué nosotros tenemos en tan poco lo que es claramente nuestro, y por qué tú mueres y trabajas en tomar lo que es claramente ageno.

¡O!, Alexandre, pregúntote una cosa, a la qual dudo si sabrás responderme a ella, porque los coraçones superbos [223] siempre tienen los juyzios ofuscados. Dime: ¿adónde vas?, ¿de dónde vienes?, ¿qué quieres?, ¿qué piensas?, ¿qué desseas?, ¿qué procuras? y ¿hasta qué reynos o provincias se estienden tus desordenadas codicias? No sin causa te pregunto lo que te pregunto, conviene a saber: qué es lo que quieres, qué es lo que demandas, qué es lo que buscas, ca pienso que no sabes lo que buscas; porque el coraçón superbo y ambicioso él mismo de sí mismo no sabe con qué será satisfecho. Como eres ambicioso, engáñate la honra; como eres pródigo, engañáte la cobdicia; como eres moço, engáñate la ignorancia; como eres superbo, engáñate el mundo; de manera que sigues la gente y no sigues la razón, sigues tu parecer proprio y dexas el consejo ajeno, amas los lisongeros y sacudes de ti los sabios; porque los príncipes y grandes señores más quieren ser loados con mentira que ser reprehendidos con verdad. Yo no sé a qué causa todos los príncipes bivís tan engañados a tener en vuestras casas reales truhanes y lisongeros, porque en casa de los príncipes si ay uno que blasone sus hazañas, ay diez mil que blasfeman sus tyranías. Yo te miro con tales ojos, ¡o!, Alexandre, que primero darán los dioses fin a tu vida primero que pongas tú fin en tu guerra; porque el hombre criado en bullicio su quietud es estar inquieto. Véote rodeado de exércitos; véote cargado de tyranos; véote robar los templos; véote sin provecho gastar tus tesoros; véote matar a los innocentes; véote inquietar a los pacíficos; véote enemistado con todos; véote carescer de amigos, que es el mayor mal de todos. Pues tan horrendos trabajos como éstos, impossible es que tú los sufras sino o porque tú eres loco o porque los dioses te lo han dado por castigo.

Muchas vezes permiten los dioses que, estándose los hombres asossegados y quietos, se meten en algunos profundos negocios, y esto no para que sean honrados en lo presente, sino para que sean castigados de lo passado; porque son los dioses tan justos, que tarde o temprano ningún malo ha de quedar sin castigo. Dime, te ruego: ¿por ventura no es sobrada locura tornar a muchos pobres por hazer a ti solo rico?, ¿por ventura no es sobrada locura querer tú mandar como tyrano y que todos pierdan la possessión de su señorío?, ¿por [224] ventura no es sobrada locura en perjuyzio de nuestras vidas querer tú dexar en el mundo muchas memorias?, ¿por ventura no es sobrada locura que aprueven los dioses tu apetito desordenado y condenen el querer y parecer de todo el mundo?, ¿por ventura no es sobrada locura querer con lágrimas de pobres y biudas alcançar tan sangrientas victorias?, ¿por ventura no es sobrada locura querer con sangre de innocentes bañar la tierra por alcançar en el mundo una loca fama?, ¿por ventura no te paresce sobrada locura, aviendo los dioses entre tantos repartido el mundo, quererle tú usurpar y robar para ti solo? ¡O!, Alexandre, no son éstas obras de criatura nacida entre los hombres mortales, sino de furia nacida y criada entre las furias infernales; porque no estamos obligados a juzgar los hombres por la buena naturaleza que tienen, sino por las buenas o malas obras que hazen.

Maldito es si no lo fue, y maldito será si no lo es, el hombre que quiere vivir lo que vive en perjuyzio de todos, no más de porque le loen de esforçado en los siglos advenideros; porque muy pocas vezes permiten los dioses gozar en buena paz lo que se ganó de mala guerra. Quiérote preguntar: ¿qué es la insolencia que te movió a rebelarte contra tu señor, el rey Darío, el qual después que fue muerto intentaste a conquistar todo el mundo, y esto no como rey heredero, sino como tyrano advenedizo; porque propriamente aquel se llama tyrano que a sinrazón ni justicia se apodera del bien ageno? O tú buscas justicia, o tú buscas paz, o tú buscas riquezas, o tú buscas honras, o tú buscas reposo, o tú buscas favor para tus amigos, o buscas vengança de tus enemigos. Pues yo te juro, Alexandre, que ninguna de todas estas cosas halles en las jornadas que tú andas; porque los panales dulces no se crían entre las hieles amargas. ¿Cómo creeremos que buscas justicia, pues contra razón y justicia tyranizas toda la tierra? ¿Cómo creeremos que buscas paz, pues a los que te resciben hazes tributarios y a los que te resisten tratas como a enemigos? ¿Cómo creeremos que buscas reposo, pues pones escándalo en todo el mundo? ¿Cómo creeremos que buscas clemencia, pues eres un verdugo de la flaqueza humana? ¿Cómo creeremos que buscas riquezas, pues no te abastan tus thesoros proprios, ni [225] lo que te cabe de los vencidos, ni lo que te ofrecen los vencedores? ¿Cómo creeremos que buscas provecho para tus amigos, pues de los amigos viejos has tornado enemigos nuevos? Hágote saber, Alexandre, que el mayor al menor ha de dar doctrina, y el menor al mayor ha de tener obediencia; solamente entre los iguales está la amicicia, pero tú, como no sufres igual en el mundo, no esperes jamás tener amigo en el mundo; porque muchas vezes los príncipes con la ingratitud pierden muy buenos amigos y con la ambición cobran muy peores enemigos. ¿Cómo creeremos que buscas vengança de tus enemigos, pues tomas tú de ti mismo más vengança estando vivo que tomarían de ti tus enemigos si te tuviessen preso? Caso que fuesse verdad que en otro tiempo oviessen a Philipo, tu padre, maltratado, y a ti, su hijo, agora desobedecido, más sano consejo te sería cobrarlos por amigos que no confirmarlos por enemigos; porque los coraçones piadosos y generosos, quando de alguno toman vengança, de sí mismos hazen carnicería.

No podremos con verdad dezir que tus trabajos son bien empleados por alcançar la honra generosa, pues tienes la conversación y vida tan aviessa; porque la verdadera honra no consiste en lo que dizen los lisongeros, sino en lo que hazen los señores. No se gana la honra andando rodeado de malos, sino teniendo conversación con los buenos; porque la mucha familiaridad con el malo muy sospechosa haze la vida del bueno. No se gana la honra ahorrando thesoros para la muerte, sino expendiéndolos muy bien en la vida; porque cosa provada es que el hombre que tiene su fama en mucho que ha de tener el dinero en poco, y el hombre que tiene el dinero en poco es señal que tiene su fama en mucho. No se alcança la honra matando innocentes, sino destruyendo tyranos; porque toda la armonía de la buena governación de los príncipes está en castigar a los malos y premiar a los buenos. No se alcança la honra tomando a otro lo ageno, sino dando de lo suyo proprio; porque no ay cosa que más hermosee la magestad del príncipe que en hazer mercedes muestre su grandeza y en tomar servicios no muestre codicia. Finalmente, te quiero hazer saber quién es el que alcança y tiene la honra [226] en esta vida, y es no el que passa la vida en guerra, sino aquél a quien toma la muerte en paz. ¡O!, Alexandre, véote que eres moço y desseas mucha honra; pues hágote saber que no ay cosa en que más baybenes dé la honra que es en dessear y procurar mucho la honra; porque los hombres ambiciosos si no alcançan lo que quieren, quedan con infamia, y de alcançar lo que buscavan no se les sigue honra. Créeme una cosa, Alexandre, que la verdadera honra, para que sea honra, hase de merescer muy bien merecida, y por ninguna manera ha de ser procurada; porque toda honra que se procura con tyranía al fin al fin ha de parar en infamia.

Compassión te tengo, Alexandre: veo que careces de la justicia porque amas la tyranía; veo que caresces de la paz porque amas la guerra; veo que no eres rico porque has tornado el mundo pobre; veo que caresces de reposo porque buscas el bullicio; veo que no tienes honra porque andas con infamia a ganalla; veo que careces de amigos porque los has tornado enemigos; finalmente, te veo que no te vengas de tus enemigos porque tú para ti eres verdugo de sus desseos. Pues que assí es, ¿para qué vives en esta vida, pues careces de los bienes por los quales se ha de dessear la vida? Por cierto, el hombre que sin provecho suyo y en daño ageno passa la vida por justicia le avían de quitar la vida; porque no ay cosa que más presto pierda la república que tolerar hombres inútiles en ella. Hablando, pues, las verdades, de las quales los príncipes soys muy pobres, yo creo que por esso tú conquistas el mundo, por no reconocer señor en el mundo, y junto con esto quieres quitar a tantos la vida, para que con su muerte alcances tú mucha fama. Si los príncipes guerreros y crueles como tú de todos los que matan eredassen las vidas para aumentar sus vidas como eredan sus haziendas para aumentar sus casas, aunque no fuesse justa sería tolerable la guerra; pero ¿qué aprovecha que pierda oy el siervo la vida y quede el señor aplazado de la muerte para mañana? ¡O!, Alexandre, sobra es de locura o falta de cordura querer mandar mucho aviendo de vivir poco. Los hombres presuntuosos y ambiciosos, que miden sus obras no con los pocos días que han de vivir, sino con los altos pensamientos que tienen de mandar, la vida se les passará [227] en trabajo y la muerte con peligro; y el remedio desto es que el hombre sabio y cuerdo si no alcança lo que quiere, conténtese con lo que puede. Hágote saber, Alexandre, que no está la perfeción de los hombres en ver mucho, en oýr mucho, en saber mucho, en procurar mucho, en trabajar mucho, en alcançar mucho, en posseer mucho, en poder mucho, ni en mandar mucho; finalmente digo que aquel hombre es perfecto que no merece lo que tiene a su parecer proprio, y merece mucho más de lo que tiene al parecer ageno. Nosotros tenemos por opinión que aquél es indigno de la honra que piensa ser digno della, y por esso tú, Alexandre, mereces ser esclavo de todos, porque piensas merecer el señorío de todos. Por los dioses immortales te juro, yo no sé qué mal te supo ser amigo y vassallo del rey Darío, ni sé qué sabor tomas en querer el señorío del mundo; porque a la verdad más vale la servidumbre en paz que no señorío en guerra, y el hombre que contradixere todo lo sobredicho, dígole que tiene el gusto estragado.» [228]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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Edición digital de las obras de
Antonio de Guevara
La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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