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Antonio de Guevara 1480-1545

Reloj de Príncipes / Libro II

Capítulo XVIII
Que las princesas y grandes señoras, pues Dios les dio hijos, no deven desdeñarse criarlos a sus pechos; y de algunas razones que las deve mover a esto. De muchas y muy antiguas historias que trae el auctor para provarlo.


Todos los hombres generosos y que son de muy altos pensamientos, siempre velan por alcançar lo que dessean y siempre se desvelan por conservar lo que posseen; porque con el esfuerço se alcança honra, y con la prudencia y cordura se conserva la honra y la vida. Por estas palabras quiero dezir que la muger que truxo nueve meses en su vientre a la criatura con tanto trabajo, y después la parió con tan sobrado peligro, y por gracia de Dios fue alumbrada en el parto, no me parece sino malo que en lo que más va, que es en criarlo, tenga descuydo; porque no carece de locura que lo que con mucho hervor se procura, después con liviandad se menosprecie. Infinitas son las cosas que naturalmente dessean las mugeres, y entre las otras son muy essenciales quatro o cinco dellas.

Lo primero que dessean las mugeres es ser muy fermosas; porque más dessean ser pobres y hermosas que no ser ricas y feas. Lo segundo que dessean es verse casadas; porque la muger hasta verse casada de lo muy profundo del coraçón sospira. Lo tercero que dessean es verse preñadas, y a la verdad en esto tienen mucha razón; porque la muger hasta que ha parido parece que más tiene al hombre por amigo que por marido. Lo quarto que dessean es verse del parto alumbradas, y en ésta más que en todo tienen razón; porque gran lástima es ver a [452] un árbol en la primavera cargado de flores, y después que amanezcan una mañana todas eladas.

Ya que Dios permitió que naciessen hermosas, ya que Dios permitió se viessen casadas, ya que Dios permitió se hiziessen preñadas, ya que Dios permitió se viessen alumbradas; ¿por qué las mugeres son tan ingratas que, en pariendo los hijos, los echan de sus casas y los embían a criar por las tristes aldeas? A mi parescer, la muger que es generosa y virtuosa, luego que se viere alumbrada deve alçar los ojos al cielo y de todo su coraçón deve dar gracias a Aquél que le dio tan buen alumbramiento; porque la muger que escapa del parto ha de pensar que aquel día nasce en el mundo. Deve assimismo la muger, en naciendo el niño, echarle un poco de agua de Baptismo; porque nace la criatura tan tierna, que sin verlo ni sentirlo a las vezes pierde la vida. Deve assimismo la muger, en viendo que se viere parida, ofrescer al Criador su criatura, y esto en su coraçón, allí do está en la cama, suplicando a Dios que, pues tuvo por bien que fuesse ella su madre para le parir, tenga por bien de ser Él su padre para le guardar y salvar. Deve assimismo la muger, en acabando de parir a la criatura, darle a mamar de su leche propria; porque parece cosa muy monstruosa aver parido ella el niño de sus entrañas y que le críen y den a mamar mugeres estrangeras.

Hablando más claro, no me da más que sea muger generosa, que sea muger de condición baxa. Digo y afirmo que toda muger, después que Dios la alumbró en el parto, deve ella misma a sus pechos criar el hijo; porque naturaleza no sólo hizo ábiles a las mugeres para parir, pero juntamente con esto las proveyó de leche para criar. Hasta oy ni hemos leýdo, ni menos hemos visto que alguno de los animales, hora sean brutos, hora sean domésticos, que después que naturaleza les diesse hijos encomendassen a otros animales la criança de ellos. No es tanto de notar lo dicho como lo que quiero dezir, y es que muchos animales rezién nascidos, primero que abran los ojos para conocer a sus padres, han ya mamado a los pechos de las madres; y (lo que más es) ver algunos de los animales que paren diez hijos, como son los lobos y puercos, y sin ayuda de otros los crían todos a sus pechos. Y una muger, [453] que no pare más de uno, gran vergüença es que no se atreva a criarlo. Hallarán por verdad todos los que leyeren esta escritura, y si quisieren lo verán como yo lo vi por experiencia, que desde la hora que la mona pare a sus fijos, jamás hasta que están destetados los dexa de sus braços, y (lo que más es) que muchas vezes riñen tan rezio el mono y la mona sobre quién tomará a los hijos en braços, que es necessario con palos o lanças despartirlos.

Dexemos a los animales que están en los campos y paren hijos, y tomemos a las aves que están en los nidos, las quales solamente ponen huevos para sacar hijos, pero no tienen leche para criarlos. Qué cosa es tan monstruosa de ver a una avezita con cinco o seys hijos debaxo de sus alas, do quando nacen ni tienen sus padres leche con qué les dar a mamar, ni grano de trigo ni migaja de pan con qué les dar a comer; ni los hijos tienen pluma para se cubrir, ni menos tienen alas para volar; y con toda esta flaqueza los pobres páxaros sin darlos a criar a otros crían a sus hijos y mantienen a sí mismos. Cosa es maravillosa lo que en los cisnes proveyó naturaleza, especial quando crían en el agua, en que todo el tiempo que crían siempre las madres están de día con los hijos en el nido y los padres de noche sobre sus mismas alas los traen a passear sobre el río.

Bien es de creer que, pues los cisnes traen encima de sus proprios ombros a los hijos, que muy mejor los traerían en los braços si fuessen hombres y les darían a mamar si fuessen mugeres. Según dize Aristóteles en el quinto De los animales, los leones, los ossos, los lobos, las águilas y los grifos, y generalmente todos los animales, jamás los verán tan fieros ni tan bravos como quando crían a sus hijos; y parece esto ser verdad, porque muchos animales, pudiendo huyr de los caçadores, sólo por salvar a sus hijos buelven y se dexan hazer pedaços. Dezía Platón, libro iii De legibus, que nunca los hijos son tan quistos, ni tan amados como quando la madre los cría a sus pechos y el padre proprio los tiene en los braços. Y es la verdad, porque el amor primero en todas las cosas es el amor verdadero.

He querido contar la criança de los animales brutos para citar a las mugeres paridas delante dellos, en que vean cómo ellos se muestran ser padres piadosos en criar los fijos a los [454] pechos y ampararlos debaxo de sus alas en los nidos; y por el contrario las mugeres se muestran crueles madres en echar a los hijos de sus casas y darlos a criar por casas agenas. Estremo es ver lo que dizen las madres quando aman a sus hijos, y por otra parte estremo es el desamor que amuestran las madres con sus hijos; y en este caso no sé quál es lo que más aman, el dinero o el hijo; porque veo que mueren por meter en su casa el dinero de las Indias y mueren por echar de su casa el hijo que parieron de sus entrañas.

Muchas son las razones que deven mover a que las madres críen a sus hijos. La primera razón es que deve mirar cómo el niño nasce solo, nasce pequeño, nasce pobre, nasce delicado, nasce desnudo, nasce tierno, nasce sin juyzio; y, pues la madre le parió con tan malas condiciones de sus entrañas, no es justo en tiempo de tan gran necessidad le fíen de otras personas. Perdónenme las señoras, siquier sean regaladas, siquiera sean plebeyas. La muger que en tal tiempo desampara a la criatura no se puede llamar madre piadosa, sino madrastra y cruel enemiga. Si es crueldad no vestir al desnudo, ¿quién está tan desnudo como un niño rezién nascido? Si es crueldad no consolar al triste, ¿quién más triste ni lloroso que el niño que nasce llorando? Si es inhumanidad no socorrer al pobre necessitado, ¿quién más pobre que el niño rezién nascido que aún no sabe pedirlo? Si es crueldad hazer mal al innocente que no sabe hablar, ¿quién más innocente que un niño, el qual ni se sabe quexar, ni menos sabe hablar? Quien echa de casa a los hijos proprios, ¿qué esperança ternemos que criará a los hijos estraños?

Quando ya el hijo es grande, es rezio, sabe fablar, sabe trabajar y sabe aprovechar y ganar de comer, pocas gracias que la madre le trayga consigo y le muestre mucho regalo; porque entonces más necessidad tiene la madre del fijo para que la sirva, que no el hijo tiene de la madre para que le críe. Si los hijos naciessen de las uñas, o naciessen de los codos, naciessen de los dedos, o naciessen de las muñecas, paresce que no sería mucho darlos a criar a amas estrañas; pero yo no sé qué coraçón de muger basta a lo sufrir, que el hijo que nace de sus mismas entrañas le ose fiar de manos agenas. [455] ¿Por ventura ay señora oy en el mundo que tenga tan particular amistad con algún amigo, o pariente, o vezino, a quien fíe la llave del cofre do tiene el dinero? Por cierto no. ¡O!, madres crueles, que en poco estuvo mi pluma de llamaros madrastras crudelíssimas, que metéys en vuestras entrañas al maldito oro que nació de la tierra y echáys de vuestra casa al innocente hijo que es vuestra hechura. E si me dixeren las mugeres que ellas son flacas y delicadas, y que ya les tienen buscadas buenas amas, a esto respondo que poco amor puede tener con el niño el ama que le cría quando vee tan gran desamor en la madre que le parió; porque a la verdad la madre que parió el hijo con dolor, aquella sola le cría con amor.

Lo segundo, es cosa muy justa que las madres críen a sus hijos a fin que salgan conformes a sus condiciones, que de otra manera no son hijos sino enemigos; porque el hijo que a la madre que le parió desacata, impossible es que con prosperidad goze la vida. Pues no es otro el fin en los padres a criar sus fijos sino para que sirvan a sus padres quando fueren viejos, hágoles saber que, para tomar con sus padres esta criança, que va mucho y muy mucho en la leche que mama; porque mamando el niño leche de muger agena, impossible es que tome la condición de madre propria. Si un cabrito mama leche de una oveja, hallarán que tiene la lana más blanda y la condición más mansa que si mamasse una cabra; y, si un cordero mama a una cabra, hallarán que tiene la lana más áspera y la condición más inquieta que si mamasse a una oveja, de do se sigue ser verdad el proverbio que dize: «No de do naces, sino con quien paces.» Gran bien es ser el hombre de su natural bien inclinado, pero mucho haze al caso ser desde niño bien criado; porque al fin al fin más nos aprovechamos de las costumbres do vivimos, que no de la naturaleza do nascimos.

Lo tercero, deven las mugeres criar a sus hijos porque sean madres enteras y no medias madres, ca la muger es media madre por el parir, y es media madre por el criar, de manera que aquélla se puede llamar madre entera que pare el hijo y cría el hijo. Después de la deuda que se deve a Dios padre por avernos criado, y lo que se deve al Hijo por avernos redemido, [456] paréceme que es gran deuda la que devemos a nuestra madre por avernos parido, y devríamosle muy mucho más si nos uviesse criado; porque el buen hijo, quando mirare a su madre, en más ha de tener el amor con que le crió que no el dolor con que le parió. [457]


{Antonio de Guevara (1480-1545), Relox de Príncipes (1529). Versión de Emilio Blanco publicada por la Biblioteca Castro de la Fundación José Antonio de Castro: Obras Completas de Fray Antonio de Guevara, tomo II, páginas 1-943, Madrid 1994, ISBN 84-7506-415-9.}

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La versión del Libro áureo de Marco Aurelio, preparada por Emilio Blanco, ha sido publicada en papel en 1994 por la Biblioteca Castro, y se utiliza con autorización expresa de su editor y propietario, la Fundación José Antonio de Castro (Alcalá 109 / 28009 Madrid / Tel 914 310 043 / Fax 914 358 362).
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