Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González
Historia de la Filosofía
Tercer periodo de la filosofía griega

§ 104

Origen de la escuela greco-judaica

Los setenta años de la cautividad babilónica pusieron a los judíos en comunicación con la doctrina zoroástrica, a la vez con las teorías y prácticas religiosas de la Caldea y de la India, y la influencia de esta comunicación déjase sentir en la nación hebrea después de su regreso a los hogares de la patria. Fruto en parte y resultado de esta comunicación fue sin duda la amalgama informe de paganismo y mosaismo que tomó carta de naturaleza entre los samaritanos, y es de creer que semejante comunicación influyó en la aparición y desarrollo de las sectas que dividieron a los judíos, y con especialidad en la de los esenios y terapeutas, en los cuales no es posible desconocer la influencia del misticismo oriental y búdico, de las tradiciones astronómico-religiosas de los caldeos y asirios. Según Porfirio, ciertos judíos que moraban en la Siria ocupábanse exclusivamente en la contemplación de la Divinidad, en examinar el curso de los astros durante la noche, en ofrecer víctimas a Dios, al cual dirigían taeacute;n frecuentes preces. Filón escribe, hablando de los terapeutas o judíos místicos que poblaban el Egipto de su tiempo: «Su doctrina, transmitida bajo la forma de iniciación secreta, contiene investigaciones filosóficas sobre la existencia de Dios, sobre la generación del mundo y sobre la moral; envuelven estas doctrinas en fórmulas alegóricas y simbólicas, y [444] suponen que para llegar a su conocimiento se necesita cierta inspiración divina.»

A pesar de sus vicisitudes y de las persecuciones frecuentes de que fueron objeto y víctimas, es un hecho histórico indudable que los judíos se esparcieron y diseminaron en gran manera por las provincias del Egipto, del Asia Menor y de la Grecia, y que la colonia judaica de Alejandría era tan importante por su número como por sus riquezas. Sus escuelas y sus ideas no podían menos de experimentar la influencia del helenismo, con el cual se hallaban en antigua y permanente comunicación, especialmente a contar desde la versión bíblica de los Setenta. De aquí el origen y el carácter peculiar de la escuela greco-judaica que floreció en Alejandría, y cuyo principal representante fue Filón, pero cuyo primer ensayo sistemático es debido a Aristóbulo.

La Filosofía greco-judaica es una concepción sincrética de mosaísmo y helenismo; es un ensayo de conciliación, o, mejor dicho, de fusión e identificación entre la Biblia y la Filosofía griega. Para llegar al resultado apetecido, Aristóbulo, o inventará, o echará mano de supuestos versos de Orfeo, Hesiodo y Homero que expresan la doctrina contenida en el Texto bíblico; tratará de probar que Pitágoras y Platón recibieron de los judíos sus teorías principales; buscará relaciones entre la mitología griega y la narración mosaica del Pentateuco, y, finalmente, interpretará en sentido alegórico los pasajes doctrinales e históricos del Antiguo Testamento, procurando ponerlos en armonía con las teorías de la Filosofía griega.

Aunque Clemente de Alejandría y Eusebio de [445] Cesárea enumeran a Aristóbulo entre los peripatéticos, es más probable que no seguía exclusivamente ninguna escuela en particular, toda vez que su pensamiento no fue otro sino conciliar y hasta establecer identidad de doctrina entre el mosaísmo y el helenismo filosófico. Vivió este filósofo judío en Alejandría bajo el reinado de Tolomeo Filometor, según la opinión más probable. Desgraciadamente no han llegado hasta nosotros sus obras, de las cuales apenas se conocen más que algunos fragmentos y pasajes conservados y citados en las obras de Clemente Alejandrino y Eusebio de Cesárea.

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Zeferino González Historia de la Filosofía (2ª ed.)
Madrid 1886, tomo 1, páginas 443-445