Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González
Historia de la Filosofía
Tercer periodo de la filosofía griega

§ 118

Neoplatonismo místico

Jámblico, natural de Calcis, en la Celesiria, y discípulo de Porfirio, representa una evolución importante del neoplatonismo. Ya dejamos indicado que éste [510] entraña dos elementos, el filosófico y el místico o teosófico. En Plotino, y aun en su discípulo inmediato, Porfirio, el elemento filosófico presenta más importancia que el místico, pues éste se halla subordinado al elemento filosófico en cierta manera. Jámblico representa un movimiento en sentido contrario: el elemento mísitico se sobrepone al filosófico, sin anularlo. Justificar y autorizar en el orden especulativo todas las supersticiones del culto popular; explicar el sentido real del politeísmo, subordinar la ciencia al culto, y enseñar las formas y especies de éste, he aquí el objeto principal de la Filosofía, en opinión de Jámblico y sus discípulos.

Cualquiera que sea la opinión que se adopte acerca de la autenticidad del libro o tratado Sobre los misterios de los egipcios, atribuido generalmente a Jámblico, es lo cierto que el contenido de este libro es la expresión más exacta del pensamiento del filósofo de Calcis, y que las ideas en él vertidas se hallan en perfecta consonancia con las que se hallan en su Vida de Pitágoras y en su Protrepticus o Exhortación a la Filosofía. Los dioses griegos, romanos, egipcios, persas y orientales, todos hallan cabida, razón suficiente y justificación en el Universo de Jámblico: sólo el Dios de los cristianos queda excluido de la honorable sociedad divina. Amalgamando y poniendo a contribución las Ideas de Platón, las formas substanciales o entelequias de Aristóteles y los números de Pitágoras, distinguía tres clases u órdenes de dioses:

a) Los dioses intelectuales (las Ideas platónicas)

b) Los dioses suprasensibles o superiores al mundo visible (los Números de Pitágoras), y [511]

c) Los dioses inmanentes en el mundo (las Formas de Aristóteles), los cuales son inferiores a la Unidad absoluta o divinidad suprema, de la cual emanan por series ternarias y en escala descendente.

El misticismo psíquico y práctico corresponde al misticismo especulativo y cosmogónico en la Filosofía de Jámblico. Después de presentar a la vista del lector el proceso cosmogónico del Ser, siguiendo paso a paso esa serie interminable de dioses, de demiurgos y logos, de demonios, de ángeles, de genios buenos y malos, de héroes de todas las clases, el representante del neoplatonismo sirio entra en minuciosos detalles sobre los medios de ponerse en comunicación con esos dioses y mundos superiores. La purificación del alma por medio de la abstracción de las cosas sensibles, el ascetismo, la contemplación, las expiaciones, las invocaciones, las palabras misteriosas, las prácticas sagradas, la inspiración, el éxtasis, la inspiración profética, hasta llegar a la absorción del alma y a su unión teúrgica con la Divinidad y con el Ser absoluto, todo se halla descrito y recomendado por Jámblico. «El que evoca la Divinidad, se dice en el libro De Mysteriis Aegyptiorum, ve algunas veces un soplo que desciende y se insinúa, por medio del cual es instruido y dirigido místicamente. El hombre que recibe esta comunicación divina, percibe como una especie de rayo luminoso, el cual es percibido alguna vez por los que están a su lado, y anuncia la presencia de un Dios. Los hombres experimentados en estas prácticas, conocen por ciertas señales (quo ex signo in his rebus periti, verissime discernunt, quae sit potestas Numinis, quis ordo, et de quibus vera loquatur) la verdad, el poder y el rango de este Dios, [512] las cosas sobre que puede instruirnos, las fuerzas o virtud que puede comunicarnos... Pero hasta llegar a la perfección de la ciencia divina no basta haber aprendido a discernir estas señales; es preciso saber, además, en qué consiste esta inspiración. No procede esta inspiración de los genios, sino de los dioses mismos, y hasta es superior al éxtasis, el cual es más bien un accidente y consecuencia de la misma.

»Es una especie de obsesión plena y absoluta que procede del soplo divino, que aniquila en cierto modo nuestras facultades, operaciones y sentidos... Este transporte divino es una cosa sobrehumana, como si Dios se apoderara de nosotros como de sus órganos; de aquí nace la virtud profética, en fuerza de la cual se profieren palabras que no comprenden aquellos que, al parecer, las repiten.»

Como se ve por este pasaje y por estas ideas, la nueva ciencia espiritista es ciencia bastante antigua en sus procedimientos, en sus fenómenos, en sus aspiraciones. Para que la afinidad y semejanza, por no decir identidad, sean más perfectas, Jámblico, después de sentar, como el moderno espiritismo, que el sonambulismo es un estado sui generis y medio entre el sueño y la vigilia (medium quiddam inter vigiliam et somnum), acude, para explicar sus fenómenos, a la hipótesis de una doble vida o estado del alma {178}, como hacen ciertos partidarios del espiritismo. [513]

Todavía es más notable, si cabe, y verdaderamente chocante, la afinidad, o, digamos mejor, semejanza que se observa entre los efectos y fenómenos que Jámblico atribuye a la inspiración e influencia de los espíritus y las que encontramos en el moderno espiritismo y en sus evocaciones. Jámblico nos dice, en efecto, que son muy diferentes y múltiples las señales, efectos y obras que resultan en las operaciones teúrgicas y espiritistas, haciendo mención expresa de los movimientos de traslación de los cuerpos, elevación y suspensión en el aire, agitaciones del cuerpo y sus miembros, de sonidos y voces, y hasta de piezas de música {179}, y, lo que es más todavía, encontramos en el filósofo neoplatónico la moderna teoría y hasta el nombre mismo (vehiculum), digámoslo así, de los mediums del espiritismo {180}. [514]

En relación y armonía con el predominio del elemento místico-teúrgico que entraña la Filosofía de Jámblico, su teoría ética se reduce a la absorción final del alma en Dios después de la muerte, preparada durante la vida presente por medio de mortificaciones, silencio, abstracción de los sentidos, y, sobre todo, por medio de las prácticas teúrgicas, per medio de las cuales el hombre, o, si se quiere, el alma, se eleva y se acerca más y más a Dios.

Sucedió a Jámblico en la escuela Edesio de Capadocia, y a éste su compatriota Eustacio. Aparte de éstos, fueron también discípulos directos de Jámblico, o partidarios de su doctrina y continuadores de su escuela místico-neoplatónica, Eusebio de Mindes, Prisco de Moloso, Máximo de Éfeso, Crisanto de Sardes, y el emperador Juliano el Apóstata, famoso más que por sus trabajos filosóficos, por los que emprendió para exterminar al Cristianismo, no menos que por sus esfuerzos para restaurar y regenerar el politeísmo. Esta idea le arrastró a todos los delirios y prácticas del espiritismo politeísta y de la teurgia, preconizada y practicada por los adeptos y secuaces de la doctrina de Jámblico, de que se hallaba rodeado constantemente. Durante su imperio, fue nombrado cónsul uno de éstos filósofos, llamado Salustio, el cual, juntamente con Claudiano de Éfeso, Macrobio, el autor de las Saturnales, Olimpiodoro, que floreció en Alejandría, como también Hipatia, continuaron la escuela místico-filosófica y la tradición teúrgica iniciada por Jámblico. El ecléctico Temistio, uno de los principales comentadores de Aristóteles, siguió también en parte esta doctrina.


{178} «Anima duplicem habet vitam; unam quidem simul cum corpore; alteram vero ab omni corpore separabilem. Quando vigilamus, utimur plurimum vita, quae communis est cum corpore… Quando quodammodo dormientibus animus a corpore solvitur, tunc illa vitae species secundum seipsam permanens separabilis, separataque, sive intellectualis, sive etiam divina, protinus expergiscitur [513] in nobis, agitque quemadmodum sua fert natura.» De mysteriis Aegypt., pag. 53.
La teoría de algunos espiritistas para explicar los fenómenos del sonambulismo coincide perfectamente con el contenido de este pasaje.

{179} Para que no se crea que exageramos, fíjese la atención en el siguiente pasaje, –que por cierto no es el único de este género–, que parece tomado de alguna revista espiritista: «Secundum horum diversitatem, differentia sunt inspiratorum signa, et effectus, et opera... Inspirati, alii moventur, vel toto corpore, vel quibusdam membris, vel contra quiescunt. Item, choreas, cantilenasque concinnas agunt. Corpus eorum, vel excrescere videtur in altum, vel in amplum, vel per sublimia ferri, atque contra. Item, voces edunt, vel aequales perpetuasque, vel inaequales et silentio interruptas.» Ibid., pag. 37.

{180} «Sive ut vehiculum, sive ut instrumentum se subjecerint, priorem vitae modum deposuere... Ideo, nec utuntur sensibus, neque ita vigilant, ut qui vigiles sensus habent, neque ipsi praesagiunt vel moventur humano quodam impetu atque more, neque suum statum animadvertunt, neque ullam edunt cognitionem actionemque propriam, sed totum illic agitur sub forma actioneque divina.» Ibid., pag. 56.

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Zeferino González Historia de la Filosofía (2ª ed.)
Madrid 1886, tomo 1, páginas 509-514