Krausismo

J. Sanz del Río, intérprete de Krause
según la hermenéutica de Gadamer

Gregorianum (Pontificia Universitas Gregoriana)
Vol. 83, Fasc. 1, páginas 165-174, Roma 2002


Rogelio García Mateo S.I.
 

El filósofo alemán Karl. Chr. Fr. Krause (1781-1832), que en Alemania es casi desconocido, ha tenido sobre todo en España y en América Latina un influjo importante, llegando a originar, a mediados del siglo XIX, un movimiento de renovación socio-cultural y política, llamado «Krausismo español», que está considerado como uno de los promotores de la España moderna.

Sin embargo, los estudiosos del krausismo prescindieron, por motivos que después se verán, de la fuente alemana a la hora de investigar este movimiento, considerando a Krause como un simple antecendente de algo que en el fondo era español. De aquí también el nombre de «Krausismo español».

Con vistas a aclarar el influjo de Krause en el krausismo comenzamos a estudiar las fuentes alemanas que indicaba J. Sanz del Río (1814-18 ) el resultado fue una tesis doctoral presentada en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Tubinga, publicada en el 1982 con el título Das deutsche Denken und das moderne Spanien, y el subtítulo: Panentheismus als Wissenschaftssystem, seine Interpretatión und Wirkungsgeschicte in Spanien: Der Spanische Krausismus. En ella se puso de manifiesto cómo Sanz del Río, lejos de expresar un pensamiento original, se ceñía casi literalmente a reproducir en español la filosofía de Krause.

Diez años después, en el 1992, E. M. Ureña con la colaboración de J. L. Fernández y J. Seidel publicó los originales alemanes del Ideal de la Humanidad para la vida de J. Sanz del Río, ya en su segunda edición,{1} y R. V. Orden ha publicado en el 1998 un estudio comparativo del Sistema de la Filosofía. Análisis, de Sanz del Río, en relación con las Vorlesungen über das System der Philosophie, de Krause.{2}

Ante todo, hay que agradecer y congratularse de ambas publicaciones, hasta el punto de verme confirmado en mi línea de estudio, sobre todo por la primera, pues ella pone totalmente en claro el origen alemán del krausismo español, que era uno de los objetivos de mi investigación

La traducción en cuanto experiencia hermenéutica

Ciertamente, el descubrimiento y publicación de los originales alemanes del Ideal de la Humanidad para la vida supone un cambio decisivo para una línea de interpretación que hace caso omiso de las fuentes alemanas, resalta la originalidad y modestia de de Sanz del Río y reduce a Krause poco menos que a un pseudonimo de Sanz del Río.{3} De otro lado, si Sanz de Río todo lo ha traducido del filósofo alemán, ¿cúal es su mérito?

Para valorar con objetividad la función de Sanz del Río en la transmisión del pensamiento de Krause en España, se debe partir de algunas directrices hermenéuticas que subyacen a toda traducción. Una traducción no es nunca, aunque sea comercial o divulgativa, una transposición mecánica de contenidos de un idioma a otro. En toda traducción se da, más o menos logrado, un proceso de comprensión, que varía en su profundidad según el texto a traducir. El esfuerzo comprensivo no es obviamente el mismo si se traduce Hegel o Goethe al español, o si se traduce los informativos del telediario alemán al español.

Del problema de la traducción, se ha ocupado Hans-Georg Gadamer, en su conocida obra Wahrheit und Methode. En ella, al tratar de la experiencia hermenéutica, habla del hecho de la traducción como ejemplo de lo que sucede en el acto de comprender.{4} Gadamer parte del análisis heideggeriano de la structura de la comprensión. Heidegger establece una estrecha relación entre la existencia y la comprensión denominada «hermeneutischer Zirkel».{5} Toda comprensión va dirigida al contenido («die Sache»).{6} Quien pretende entender un texto, «vollzieht immer ein Entwerfen. Er wirft sich einen Sinn des Ganzen voraus, sobald sich ein erster Sinn im Text zeigt»{7}; es decir que toda compresión de un texto implica un proyectar (Entwerfen), configurándose un sentido del todo desde el momento que se comienza a percibir un primer sentido en el texto. Se lee siempre con alguna expectativa de sentido («mit gewissen Erwartungen auf einen bestimmten Sinn hin»).{8} Todo ello implica un proceso de acercamiento continuo a la realidad buscada («die Sache») que llevará a hacer diversos intentos aproximativos, esbozos, proyectos, &c.

Si éstas, por conocidas, breves reflexiones hermenéuticas las comparamos con el proceder de Sanz del Río según los estudios de Ureña y Orden veremos su clara correspondencia. Así, en la recostrucción que hace Ureña del plan de trabajo de Sanz del Río hasta la publicación del Ideal de la Humanidad para la vida (Madrid 1860), encontramos que Sanz del Río conocía el libro de Krause Urbild der Menschheit (Dresden 1811) por lo menos desde su estancia en Alemania 1843-45, es decir tenía un conocimiento de su contenido. Pero cuando se decidió a hacer una versión española, por las razones que fuere,{9} no partió de esta obra sino de otros textos de Krause que trataban del mismo tema aunque de modo más simplificado. Y aún así, elabora una primera versión inédita del año 1851; comparando ambas Ureña resalta cómo la del 1851 es «más burda» en el sentido de que «es una traducción más pegada a la estructura y términos del original alemán y, por tanto, con un mal castellano en no pocos casos».{10} Ello muestra bien el gran interés por "die Sache" que tiene Sanz del Río

En el caso del Sistema de la filosofía. 1ª Parte. Metafísica. Análisis el proceso de comprensión del original krausiano Vorlesungen über das System der Philosophie lo tenemos más documentado. R.V. Orden dice que al proyecto de divulgar la filosofía sistemática de Krause se dedica Sanz del Río nada más volver de Alemania en 1845. «De su reelaboración se ocupa permanentemente acumulando versión sobre versión, con tres intentos de publicación de la parte analítica a lo largo de su vida: 1850, 1860 y 1868».{11} A comienzos de 1848 Sanz del Río todavía no ha superado los problemas de traducción y en agosto del mismo año emprende una nueva traducción con la inclusión de anotaciones. «Para ello –continúa Orden– además de leer con profundidad y planificadamente el System der Philosophie, lo traduce literalmente, traducción en la que ha avanzado hasta el inicio de la Sintética».{12} Es decir, como se ve, es un esfuerzo intenso por llegar a lo que Gadamer llama, siguiendo a Heidegger, «die Sache» del texto.

En la Real Academia de la Historia de Madrid, señala R. Orden la existencia de dos volumenes manuscritos con los títulos respectivos de «Krause. Ciencia analítica» y «Krause. Ciencia sintética». Y dice de ellos: «Los dos volúmenes no consisten en una traducción textual de la Analítica del System der Philosophie, sino en lo que se podría considerar como una traducción libre, incluso, si se prefiere tomar la expresión utilizada por el propio Sanz del Río para su intento de 1850, una presentación libre... No obstante, esta falta de literalidad no impide establecer un paralelismo absoluto, párrafo por párrafo, entre los dos volumenes del manuscrito y la Analítica del System der Philosophie».{13} La versión definitiva de 1860 está hecha, según Orden, partiendo de los dos volumenes manuscritos o sobre una fuente común al manuscrito y a la obra. En cualquier caso, Orden considera probable «que Sanz del Río haya venido haciendo sucesivas versiones castellanas, cada una sobre la anterior, desentendiéndose casi completamentede la obra alemana original una vez hecha la primera, y dando prioridad de modo especial a la calidad estilística en la nueva redacción, así como también disminuir la extensión del original».{14} Después de mostrar algunos ejemplos de como ha evolucionado un texto según sus diversas versiones, afirma Orden: «El hecho de desentenderse de la fuente alemana facilitó que aumentasen las diferencias con ella en las sucesivas versiones castellanas hasta llegar a la de 1860. Fue mediante este modo de trabajo como Sanz del Río logró una exposición notablemente libre de la Analítica del System der Philosophie, sin que, en mi opinión, fuesen cuestiones filosóficas las causantes de las diferencias que separan el texto alemán del castellano, como tampoco la acomodación a una cultura filosófica como la española».{15}

Pero entonces, hay que preguntarle a Orden: ¿cúal fue pues el móvil que le llevó a "este modo de trabajo"?. ¿El placer en sí mismo de hacer nuevas versiones? Evidentemente, Sanz del Río intentaba con «este modo de trabajo» comprender él mismo mejor a Krause y hacerlo asequible al lector español. Así, tomando el ejemplo que pone R. Orden{16} se ve cómo la traducción va perdiendo literalidad haciendose paulatinamente más asequible al lector español:

Hierdurch eröffnet sich also die Einsicht in die Möglichkeit, dass wir die Selbsterkenntnis des Ich den Forderungen der Wissenschaft gemäss werden bilden können, welche Forderungenin der obigen Einleitung entwickelt wurden. Die Wissenschaft, die auf solche Weise gebildet würde, ist freilichnur eine einzelne Theilwissenschaft der einen ganzen Wissenschaft, deren Möglichkeit uns hiernoch problematisch erscheint, aber das ist doch schon hier einzusehen, dass diese Theilwissenschaft vom Ich dem Ganzen der organisch Wissenschaft wird ähnlich seyn können.

La traducción de 1850 dice:

Ábrese pues por este medio delante de nosotros la vista de la posibilidad de formar en nuestra reflexiónla Ciencia identica del Yo conforme a las condiciones y Leyes de la Ciencia en general, que hemos ya declarado. La ciencia que tratamos de formar en pura reflexión sobre esta percepción no será a la verdad sino una Ciencia parcial en la total orgánica Ciencia la posiblidad de la cual ahora en este momento de la investigación es para nosotros problemática; más esto sin embargo ya desde aquí podemos reconocer que esta parcial Ciencia del Yo no puede menos de ser un análogo de la ciencia total.

Mientras que el texto publicado en el 1860 dice:

Es, pues, posible continuar desde este punto nuestra ciencia analítica conforme a las leyes indicadas al principio. Y, aunque esta ciencia analítica forma sólo una parte de la ciencia total que aquí nos parece problemática, sabemos ya que esta ciencia parcial debe ser semejante a la total.

Se constata, pues, cómo Sanz ha conseguido una mejor comprensión de lo que quiere traducir, o sea, ha asimilado «die Sache» más de cerca, ha adquirido un mayor dominio del texto y, por consiguiente, lo puede expresar más claro para el lector en español. Todo este trabajo interpretativo-lingüístico es evidentemente de acomodación, no con la intención de alterar el contenido, al que Sanz del Río quiere ser fiel, sino buscando la forma más clara, más acomodada al lector en español, aunque tantas veces no lo logre. De hecho, él queda descontento con lo que ha traducido, como dice en la Introducción de 1860:

Hace años ensayé publicar esta exposición del «Sistema de la Filosofía», según yo había entendido, guiado parte por las explicaciones de algunos respetables maestros. Pero, no teniendo aún la bastante expereincia de la dificultad con que nuestra lengua en su terminología y frase y sentido usual recibe un sentido en parte nuevo y fuera del común, o más bien, porque el espíritu de aquel sistema no era bastante familiar para traducirlo con igual facilidad, hube de suspender el propósito de entoces, para mediatarlo de nuevo.{17}

Se confirman, pues, las dificultades de compresión de que hablábamos antes, que incluso siguen presentes, pese a decidirse a publicarlo:

Aun repitiendo hoy este ensayo en la primera parte del sistema de la filosofía, «la filosofía analítica», no quedo de él enteramente satisfecho, y concibo que pudiera ser harto mejor desempeñado. Pienso, sin embargo, que tal como aparece, puede despertar en algunos espíritus el sentido para las ideas, y ofrecer a otros un vivo estímulo de indagación y aun de progreso sobre lo aquí hecho, mejorándolo y completándolo...

Y al final de la Introducción subraya:

No era posible en él, ni permitía la manera peculiar de indagación, la novedad de algunas ideas capitales, el sentido filosófico de palabras y frases muy usadas por cierto, pero torcidas en la conversación familiar a sentidos vagos y relativos, la diferencia por último de carácter y actual estado entre su lengua original y la en que ahora aparece emprender una traducción, ni literal ni aun libre, sino que mediante la meditación, y asimilación posible del pensamiento del maestro, se debía procurar una exposición tal, que conservando la idea y el enlace de la indagación del autor, tomara sin violencia la forma y frase, y el carácter intelectual peculiar de nuestro pueblo.{18}

Tal manera de proceder responde al «modo de trabajo» que Orden ve en las diversos intentos de traducción, y a la vez expresa claramente cúal es el móvil de este «modo de trabajo»: «Procurar una exposición tal, que conservando la idea y el enlace de la indagación del autor (Krause), tomara sin violencia la forma y frase, y el carácter intelectual peculiar de nuestro pueblo». Es decir, una exposición que siendo fiel al contenido («die Sache»), se adaptara en la «forma y en la frase» al nivel y modo de entender proprio del lector español de entonces, al «carácter intelectual peculiar de nuestro pueblo». R. Orden, sin embargo, entiende esta afirmación, según la interpretación de la «postura españolista», la cual, apoyándose en ésta y en otras afirmaciones, defiende un cambio substancial en la versión de Sanz respecto al original krausiano, que ciertamente no se halla; por eso dice: «sin que en mi opinión, fuesen cuestiones filosóficas las causantes de las diferencias que separan el texto alemán del castellano, como tampoco de acomodación a una cultura filosófica como la española». Aunque sí se encuentran una serie de notas al margen, en las que Sanz del Río apoyándose en Krause se debate con Balmes, como el mismo R. Orden destaca.{19} Este no es un hecho insignificante, ya que Balmes era junto con J. Donoso Cortés uno de los filósofos más representativos de la cultura filosófica del momento. De este modo Sanz del Río pone el pensamiento de Krause ciertamente en un contexto filosófico español que no se hallaba en el original alemán.

Insisto: no se trata de alterar el contenido de tal manera que se produzcan cambios importantes en el pensamiento de Sanz respecto al de Krause, y ni que decir tiene un pensamiento original de Sanz, como pretende la «postura españolista», sino de adaptar la expresión y la forma con las variantes propias de contenido que exige expresarlo de modo que sea asequible a los lectores españoles. Y es en este sentido lingüístico-formal como yo siempre he entendido y defendido la adaptación. Tal vez R. Orden, al no hacer la distinción entre la adaptación de la forma y la acomodación del contenido, es por lo que me aproxime a los que consideran a Sanz del Río un acomodador del contenido, según la línea «españolista»:

El deseo de García Mateo en su trabajo de 1982 de conceder a Sanz del Río un gran mérito como acomodador español de la obra metafísica del alemán lo conserva a pesar del descubrimiento del engaño, y asegura en 1989 que Sanz del Río emprende con el «Sistema de la filosofía, análisis» un «camino propio» guiado por sus antecedentes filosóficos. Asimismo, en la comparación de un texto alemán y su correspondiente castellano aprecia «literalidad y al vez adaptación», sin definir los márgenes de esta adaptación, ante todo, si ésta incluye o no algo específico para españoles que avalase lo afirmado por Sanz del Río en la Introducción sobre su labor acomodadora.{20}

Aquí se mezclan o confunden varias cosas. En primer lugar, mi artículo de 1989 compara sólo las Vorlesungen über das System de Krause con el Sistema de la Filosofía de Sanz, mientras que el descubrimiento del engaño o, mejor dicho, «fraude», publicado por Ureña en el 1988, se refiere al Ideal de la Humanidad para la vida.{21} Segundo, ni en la página 441 que cita Orden, ni en ninguna otra de mi artículo del 1898 aparece nada que diga que Sanz del Rio emprende un «camino propio» guiado por sus antecedentes filosóficos. La única frase que yo encuentro que pudiera dar pie a esta libérrima interpretación es la que dice: «La acción traductora de Sanz del Río requería la maduración propia que es necesaria para comprender un autor del nivel filosófico del idealismo alemán» (pág 441).{22} Se necesita mucha fantasía para sacar de esta frase lo que afirma Orden incluso como cita literal, poniéndolo en cursiva. Tercero, los márgenes que diferencian en el contenido a Sanz de Krause no se definen porque no se trata de una una alteración sustancial del contenido, sino de una adaptación de la forma en cuanto que no se ciñe siempre literalmente al texto alemán.

Cuarto, no he hallado que Sanz del Río utilice en la Introducción al Sistema de la Filosofía ni en la del Ideal el término «acomodación» o sus adjetivos. Quinto, nada más lejos de mí, el que con mi labor intente propiciar una línea de interpretación «españolista» que mantiene un «hiato entre la filosofía krausiana y la krausista», como le parece ver a R. Orden.{23} Mi trabajo consistió desde un principio en investigar el origen krausiano del krausismo español.

Acción mediadora e interpretativa

Retomando las consideraciones hermenéuticas de Hans G. Gadamer, indicadas al comienzo, se ve también como la cuestión de la traducción le sirve para profundizar el acto de la comprensión como un proceso dialógico. El traductor tiene que trasladar el contenido que quiere traducir al contexto lingüístico de sus lectores o auditores. Esto no quiere decir que él pueda adulterar o falsificar el contenido («Sinn»). Éste debe siempre conservarse, pero como se debe entender en otro contexto lingüistico, tiene que hacerse valer en otra forma («muss er in ihr auf neue Weise zur Geltung kommen»). Por tanto, concluye Gadamer: «Toda traducción es una interpretación» (Jede Übersetzung ist daher eine Auslegung).{24} Gadamer reflexiona un problema que en sí es evidente, sobre todo para todo aquel que haya intentado traducir alguna vez de una lengua a otra.

Como ya dije en mi artículo del 1989, Gadamer pone de manifiesto, a diferencia de Schleiermacher, la imposibilidad de transladarse plenamente a la situación original en que se produjo el texto o la obra que se quiere comprender. Se entiende siempre desde el horizonte cultural en que uno se encuentra. Por consiguiente, lo que sucede siempre es una fusión de horizontes («Horizontenverschmelzung»): el del texto con el del traductor o interprete.{25} Por tanto, el traductor, lejos de ser una especie de correa de trasmisión, sin más función que la de hablar por boca de otro, tiene un importantísima función de mediación, sobre todo cuando se trata de contenidos filosóficos, que están muy lejos del nivel de comprensión de unos lectores que apenas han oído hablar de K. Chr. Fr. Krause. Sanz del Río se convierte así en un verdero interprete de Krause O, como dice Gadamer: El traductor tiene muchas veces la dolorosa conciencia de la distancia que le separa del original. Su trato con el texto tiene también algo de los esfuerzos de compresión que se tiene que hacer en una conversación, pero con el inconveniente de que muchas veces esto resulta imposible, por lo que se opta por el compromiso («so wird auch der Übersetzer im Hin und Her des Wägens und Erwägens die beste Lösung suchen, die immer nur ein Kompromiss sein kann»).{26} Esto coincide bastante con las declaraciones que hacía arriba Sanz del Río sobre sus dificultades a la hora de traducir a Krause.

Por todo ello, una traducción sobre todo en los casos como el que nos ocupa, no es nunca una simple reproducción del original. O, como afirma R. Orden concluyendo su estudio:

Mientras el «Ideal de la Humanidad» es una traducción directa de una parte del «Tagblatt des Menschheitlebens», tal y como decubrió Ureña, las diferencias entre el «Sistems de la filosofía, análisis» y el «System der Philosophie» impiden considerar la labor del español como mero traductor. Si se quiere, tal y como ya se ha expuesto más arriba, puede señalarse que Sanz del Río llevó a cabo una presentación libre o exposición castellana de la obra alemana.{27}

Pero todo esto supone un esfuerzo interpretativo de alto alcance, que consiste en aplicar el contenido del texto alemán al momento del lector español. En la hermenéutica se distingue una subtilitas intelligendi, el entender un texto, una subtilitas explicandi, el explicarlo, y una subtilitas applicandi, la aplicación al momento concreto. La historia de la hermenéutica pone de relieve cómo la función de aplicar consiste en adaptar el sentido de un texto a una situación concreta en la que se está hablando. La tarea de Hermes era precisamente el «hermeneuein», hacer comprensible a los humanos el oráculo divino. En esto precisamente consiste la la acción de Sanz del Río: hacer comprensible en español a Krause. Pero esto, como hemos dicho, no consiste en una aplicación mecánica de términos sinónimos de una lengua a otra. La literalidad absoluta en la traducción es poco menos que imposible. O como dice irónicamente un proverbio italiano: «Traduttore, traditore». Se trata siempre de un proceso actualizante, que aun en los casos más literales, como representa el Ideal de la Humnidad respecto al los originales alemanes, es necesario un trabajo de mediación para poner en conexión dos modos de entender alejados entre sí según las respectivas estructuras del idioma. Por otra parte, no se debe pasar por alto el hecho de que Sanz del Río añadiera la tabla de los «Mandamientos de la humanidad», un texto que se hallaba en otro escrito de Krause «Der Geist der Geschichte der Menschheit». Con ello Sanz daba un paso hermenéutico muy importante, ya que estos Mandamientos fueron los que más se difundieron.

Una buena traducción consiste en reproducir en la lengua-término el equivalente del texto en la lengua original, en primer lugar por lo que se refiere al contenido, depués por lo que atañe a la forma. En el artículo publicado el 1996 en «Miscelanea Comillas» lo expresaba así, refiriéndome al «Sistema de la Filosofía. Análisis»:

El buen traductor reconoce que por mucho que intente introducirse y recrear los sentimientos del autor, la traducción es siempre una recepción del texto realizada en virtud de la comprensión que de él adquiere el traducctor. Pero en el caso de Sanz del Río se encuentra, además, la dificultad de que en el original había muchas cosas que no eran fáciles de entender, de modo que no podía dar verdadera expresión a todas las dimensiones del texto krausiano. Esto significaba tener que renunciar a un tipo traducción formal o como él mismo declara, "ni literal ni libre". Con todo, no es raro encontrar pasajes que se ciñen bastante literalmente al original.{28}

Si se compara este pasaje con la conclusión a que ha llegado Orden, citada antes, de que no se puede calificar a Sanz del Río en su versión castellana del «System der Philosophie» de «mero traductor», se verá la gran coincidencia entre ambas. Sin embargo, él, partiendo de este mismo texto, dice:

García Mateo pretende aducir, incluso, la dificultad del texto krausiano como prueba de la imposibilidad de llevar a cabo una traducción que no fuese, a la vez, adaptación: «en el caso de Sanz del Río se encuentra, además, la dificultad de que el original (alemán) había muchas cosas que no eran fáciles de entender, de modo que no podía dar (Sanz del Río) verdadera expresión a todas las dimensiones del texto krausiano».{29}

Aquí se ve de nuevo cómo, al no reproducir la cita entera, tergiversa el sentido de modo que la adpatación, que yo la entiendo en lo que se refiere a los aspectos formales, Orden, por el contrario, la entiende en lo que respecta al contenido, y así la califica de «postura anquilosada».{30} Aunque por el contexto no está muy claro a qué tipo de anquilosamiento se refiere, yo solamente puedo entender tal juicio como consequencia del malentendido de identificar la adaptación hermenéutica, lingüístico-formal, que yo siempre he resaltado, con una acomodación tal del contenido que lo cambiaría profundamente respecto al original krausiano.

Todavía hay una afirmación que debo puntualizar. Al comienzo de su enjuiciamiento se dice: «Uno de los resultados al que mayor revelancia concede García Mateo es la modernización del lenguaje filosófico español llevada a cabo por Sanz del Río en la obra castellana».{31} No he sido yo el primero en ver en el modo de traducir de Sanz del Río algo más que un galimatías, como lo calificaba don Marcelino Menédez Pelayo. Fue A. Jiménez-Landi, reconocido historiador de la Institución Libre de Enseñanza y del krausismo, en quien yo me baso y cito: «Pero el tal galimatías ha de producir, cinquenta años más tarde, y gracias a los seguidores de don Julián, sobre todo, un lenguaje ya apto para la expresión filosófica, y abriría camino a los grandes literatos del 98, y aun a los pensadores de la generación siguiente. Este mérito no debe negársele».{32}

Con lo dicho creo que queda claro el gran mérito interpretativo de J. Sanz del Río en la génesis del «Krausismo español».

R. García Mateo, S. I.
Roma, octubre 2000


{1} El «Ideal de la Humanidad» de Sanz del Río y su original alemán, Madrid, 2ª ed, UPCO, 1997

{2} Sanz del Río: traductor y divulgador de Krause: Cuadernos de Anuario Filosófico - Serie de Filosofía Española 5 (1998) 144 pags.

{3} Cf. E. M. Ureña, El «Ideal de la Humanidad para la vida»... ob. cit. LII.

{4} H-G GADAMER, Wahrheit und Methode. Grundzüge einer philosophischen Hermeneutik, Tübingen, J.C.B. Mohr (Paul Siebeck), 1975, 361 s.

{5} Ibid. 251.

{6} Ibid.

{7} Ibid 251.

{8} Ibid.

{9} Cf. Ureña, ob. cit, XXXVI s.

{10} Ibid. XLVI.

{11} R.V. Orden, ob. cit. 22.

{12} Cf. ibid. 25-39.

{13} Ibid, 45.

{14} Ibid. 53.

{15} Ibid. 55 s.

{16} Ibid. 54 s.

{17} C. CR. F. KRAUSE, Sistema de la Filosofía. Metafísica. 1ª Parte. Análisis, por Julián Sanz del Río, Madrid, Imprenta de Manuel Galiano, 1860, I

{18} Ibid. LIX

{19} R. Orden, ob. cit. 57.

{20} Ibid. 14.

{21} Cfr. El fraude de San del Río o la verdad sobre su «Ideal de la Humanidad», en Pensamiento, 44 (1988) 24-48.

{22} R. García Mateo, La relación Krause/krausismo como problema hermenéutico: Pensamiento, 45 (1989) 425-455.

{23} R. Orden, ob. cit. 14.

{24} H-G. Gadamer, ob. cit. 362.

{25} R. García Mateo, La relación Krause/krausismo como problema hermenéutico: Pensamiento, 45 (1989) 436-443.

{26} H-G Gadamer, ob. cit. 364.

{27} R. Orden, ob. cit. 128.

{28} R. García Mateo, Krausismo, lenguaje y literatura: Miscelanea Comillas, 54 (1996) 445.

{29} R. Orden, ob. cit. 15.

{30} Ibid. 15.

{31} Ibid. 12.

{32} R. García Mateo, Das deutsche Denken und das moderne Spanien, ob. cit. 162. Además cf. la Recensión a la publicación de R. Orden en Gregorianum, 80 (1999) 393 s.

 


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