André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía [1926]
Librería El Ateneo, Buenos Aires 1953
tomo 2
páginas 767-776

Materia, G. u7lh (cf. L. Sylva); L. Materia, materies; D. Materie, Stoff; E. Matter en todos los sentidos; en sentido propio, A. material; en el figurado, stuff; F. Matière; I. Materia.

A. Primitivamente, los objetos naturales que el trabajo del hombre utiliza o transforma para un fin; especialmente (u7lh, materies): la madera de construcción. – De allí:

B. En las expresiones de origen aristotélico y escolástico (y, en este caso, siempre opuesto a forma): 1º lo que, en un ser, constituye el elemento potencial, indeterminado, por oposición a lo que es actualizado; 2º todo dato, físico o mental, ya determinado, que una actividad recibe y elabora ulteriormente.

Se ha dicho primitivamente para distinguir estas dos acepciones «materia primera» y «materia segunda»; pero la expresión «materia primera», al pasar al lenguaje corriente, se ha hecho sinónima de «materia segunda» que ha caído en desuso, al mismo tiempo que se borraba en la palabra materia la idea aristotélica de potencialidad pura.

«The term Matter is usually applied to whatever is given to the artist and consequently, as given, does not come within the province of the art itself to supply. The form is that which is given in and through the proper operation of art.» [«El término materia se aplica usualmente a todo lo que es dado al artista y que, en consecuencia, como dado, no corresponde suministrarlo al arte mismo. La forma es lo que es dado en y por la operación propia del arte.»] (Mansel, Prolegomena Logica, 226, en Mill, Examination of Sir W. Hamilton's Philosophy, cap. XX).

Se llaman a menudo, en este sentido, materia del conocimiento [F. Matière de la connaissance] (por oposición a la forma de éste), los datos concretos que forman el contenido del pensamiento. Cf. Kant: «...den rohen Stoff sinnlicher Eindrücke zu einer Erkenntniss der Gegenstände zu verarbeiten.» [«...elaborar la materia bruta de las impresiones sensibles en un conocimiento de los objetos.»] (Krit. der reinen Vernunft, Einleitung, I, B. 1). La llama también Grundstoff. (Ibíd.).

C. En el sentido moderno (de origen sobre todo cartesiano); y en este caso, opuesto ora a la forma, ora al espíritu:

Si se distingue, por abstracción, en un objeto físico: 1º la figura geométrica que lo limita en el espacio; 2º lo que le da una realidad concreta, una presencia actual e individual, el primero de estos elementos se llama su forma, y el segundo su materia.

«La materia... cuya naturaleza consiste solamente en que es una cosa extensa, ocupa ahora todos los espacios imaginables, y no podríamos descubrir en nosotros la idea de ninguna otra materia.» (Descartes, Principes, II, 22). – «El título de las materias de oro y de plata...» (Códe pénal, art. 423).

Por oposición al espíritu: lo que es objeto de intuición en el espacio, y posee una masa mecánica. Cf. Cuerpo.

«Materie ist das bewegliche im Raume.» [«La materia es lo móvil en el espacio.» Primeros Fundamentos Metafísicos de la Ciencia de la Naturaleza.] (Kant, Metaph. Anfangsgründe der Naturwiss, 1). «Los elementos de la materia pueden reducirse a la extensión y al movimiento.» (É. Boutroux, De la Contingence des Lois de la Nature, cap. IV).

En este sentido, unos oponen la noción de materia a las de fuerza, de movimiento y de energía que aproximan la noción de espíritu; otros las consideran, por lo contrario, como inseparables de la idea de materia y las oponen en bloque al pensamiento. Ver, por ejemplo, P. Janet, Le Matérialisme contemporain, cap. IV. – É. Boutroux ha distinguido los cuerpos («los elementos químicos en cuanto son susceptibles de heterogeneidad») de la «materia pura y simple» como se la ha definido anteriormente. (Ibíd., cap. V).

Crítica

El encadenamiento de estos sentidos se ha establecido por irradiación en torno del sentido A. Si, en la operación usual que ha suministrado este cuadro a nuestro pensamiento abstracto, se consideran sobre todo la construcción y la organización nuevas que reciben materiales preexistentes, la oposición de forma y materia es la que define el sentido B; si se pone atención en el cambio que recibe la figura exterior de los materiales (tallado de las piedras, modelado de la arcilla), la oposición toma el aspecto completamente diferente que representa el sentido C-1; si se considera, en fin, la pasividad y la inercia de los objetos sobre los cuales se opera, por oposición al espíritu que concibe la forma, o al trabajo que la realiza, se llega al sentido C-2. A pesar de la unidad de la metáfora tecnológica que funda su sentido, esta palabra es, pues, muy equívoca, puesto que un objeto de pensamiento no es «materia» más que en cuanto se divide la operación total de producción según uno u otro de estos puntos de vista. La «causa material» se define en tantos sentidos distintos como otras tantas causas puestas en antítesis con ella existen.

Rad. int.: A, B. Materi; C-1. Substanc. C-2. Korp.

 

Material, D. A, B. Stofflich; B. Körperlich; E. Material; F. Matériel; I. Materiale.

A. Opuesto a formal: que pertenece a la materia, o que constituye una materia en el sentido B.

B. Opuesto a espiritual: que pertenece a la materia, o que constituye una materia en el sentido C, 2º.

Advertencia

Materialmente verdadero [F. Matériellement vrai] se dice de un juicio y sobre todo de una proposición verdaderos en sí mismos, cuando constituyen la conclusión de un razonamiento que no bastaría para probar su verdad, sea porque es formalmente incorrecto, sea porque una o varias de sus premisas son falsas; por ej.: «todos los números cuadrados son múltiplos de 3 (falso); ahora bien, 225 es un cuadrado (verdadero); por lo tanto 225 es un múltiplo de 3 («materialmente verdadero» aunque sacado de una premisa falsa por un silogismo formalmente correcto)»; –o también: «el carbón es combustible (verdadero); el carbonato de calcio no es carbono (verdadero); por lo tanto el carbonato de calcio no es combustible («materialmente verdadero», aunque sacado de dos premisas verdaderas por un razonamiento vicioso)».

Por una analogía a contrario, se ha calificado de «formalmente verdadera» una proposición, verdadera o falsa en sí misma, que es correctamente deducida de otras proposiciones; pero es una expresión que nada justifica: lo que en este caso puede llamarse formalmente verdadero es el conjunto del razonamiento del que es la conclusión, pero no esta conclusión misma. Ver Verdad.

Rad. int.: A. Material; B. Fizikal, Korpal.

 

Materialismo, D. Materialismus; E. Materialism; F. Matérialisme; I. Materialismo.

A. Ontología. Doctrina según la cual no existe otra substancia más que la materia, a la que se atribuyen propiedades variables según las diversas formas de materialismo, pero que tiene por carácter común el ser concebida como un conjunto de objetos individuales, representables, figurados, móviles, que ocupan cada uno una región determinada del espacio. «Materialistae dicuntur philosophi, qui tantummodo entia materialia sive corpora existere affirmant.» [«Se llaman materialistas los filósofos que afirman que no existen más que seres materiales o cuerpos.»] (Wolff, Psych. Ration., § 33).

B. Psicología. Doctrina según la cual todos los hechos y estados de conciencia son epifenómenos, que no pueden ser explicados y llegar a ser objeto de ciencia más que si se los relaciona con los fenómenos fisiológicos correspondientes, únicos capaces de recibir una sistematización racional, únicos capaces también de suministrar un medio eficaz y regular de producir o de modificar los fenómenos psicológicos. – Ver esp. Ribot, Maladies de la Personnalité, págs. 6-10 (en el que define este punto de vista epistemológico sin utilizar el término materialismo).

Además, el uso corriente de la palabra materialismo, en estas dos acepciones, excluye: 1º toda antítesis dualística entre los fines del alma y los fines de la vida biológica; 2º toda creencia en almas individuales y separadas, susceptibles de preexistencia, de supervivencia o de transmigración.

C. Ética. Doctrina práctica según la cual la salud, el bienestar, la riqueza, el placer deben ser considerados como los intereses fundamentales de la vida. «Ganz etwas anderes als dieser naturwissenschaftliche ist der sittliche oder ethische Materialismus, der mit dem ersteren nichts gemein hat. Dieser «eigentliche» Materialismus verfolgt in seiner praktischen Lebensrichtung kein anderes Ziel als den möglichts raffinirten Sinnesgenuss.» [«Completamente diferente de este materialismo científico es el materialismo moral o ético, que no tiene nada de común con el precedente. Este materialismo, en el sentido propio de la palabra, es una dirección práctica de la vida que no tiene otro fin que el goce sensible más refinado.» Historia Natural de la Creación.] Haeckel, Natürliche Schöpfungsgeschichte, I, cap. 2.

«Una muchedumbre materialista, únicamente atenta a sus groseros apetitos...» (Renán, Dialogues pbilosophiques, II, 66).

Materialismo dialéctico [F. Matérialisme dialectique] (D. Dialektischer Materialismus; por abreviación Diamat, empleado corrientemente en Europa central y en Rusia). Expresión empleada también por Engels, para designar la concepción general del mundo de la cual el materialismo histórico es una aplicación particular: la subordinación de todos los fenómenos humanos a los de la vida biológica. «Dialéctico», en esta fórmula, se opone a «metafísico» como lo dinámico a lo estático. «La segunda limitación específica de este materialismo (el del siglo XVIII) consistía en considerar el mundo como proceso, como materia incluída en un desarrollo histórico. Esto correspondía al nivel que habían alcanzado en esa época las ciencias naturales, y a la manera metafísica, es decir, antidialéctica de filosofar que resultaba de ello.» Fr. Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana; en Marx y Engels, Estudios Filosóficos, pág. 29. Ver Metafísica y Apéndice al final de esta obra, así como las Observaciones al pie.

Materialismo histórico [F. Matérialisme historique]. Término creado por Engels para designar la doctrina de Karl Marx, según la cual los fenómenos económicos son la base y la causa determinante de todas las realidades históricas y sociales.

«Die oekonomische Struktur der GeselIschaft ist die reale Basis worauf sich ein juristischer und politischer Ueberbau erhebt, und welcher bestimmte gesellschaftliche Bewusstseinsformen entsprechen... Die Produktionsweise des materiellen Lebens bedingt den socialen, politischen und geistigen Lebensprozess überhaupt.» [«La estructura económica de la sociedad es la base real sobre la cual se eleva el edificio jurídico y político y a la que corresponden formas determinadas de conciencia social... El modo de producción de la vida material condiciona el conjunto de todos los procesos de la vida social política y espiritual.»] (Karl Marx, Zur Kritik der politischen Oekonomie, Prefacio, 1859).

 

Sobre Materia y Materialismo.

La palabra materialismo aparece por primera vez en la época de Robert Boyle. Ver especialmente The Excellence and Grounds of te Mechanical Philosophy [La Superioridad y los Fundamentos de la Filosofía Mecánica], 1674. – Se la encuentra en Leibniz como opuesta a idealismo: los tipos de estas dos doctrinas son, según él, Epicuro y Platón, Réplique aux Réflexions de Bayle, 1702. Erdmann, 186 A; Janet, I, 697. (R. Eucken).

Murray cita la palabra materialists, en los Divine Dialogues de Henry More (1668).

Debemos al señor René Maublanc el texto de Engels citado en el artículo materialismo dialéctico.

La primera redacción de este artículo citaba el pasaje siguiente de Ravaison como un ejemplo de la confusión posible entre los sentidos de la palabra materia, y de la facilidad con que la reflexión filosófica oscila en el paso del uno al otro.

«La idea de materia no es realmente más que la idea de aquello de que se hace una cosa dándole una forma, y que pasa así de un estado relativamente indeterminado e imperfecto a un estado de determinación y de perfección. De donde se sigue que si se quiere buscar más allá de toda forma una materia primera o absoluta, no se llegará más que a una verdadera nada. ¿Qué es, en efecto, la idea de algo que no tendría ninguna manera determinada de existir? Es la idea completamente abstracta de la pura y simple existencia, que equivale a la de la nada. El materialismo absoluto no ha existido nunca, y no podría existir nunca. ¿Qué es, pues, entonces el materialismo de tal o cual sistema? Es la teoría que, sin ir hasta las últimas consecuencias de su principio, explica las cosas por sus materiales, por lo que hay en ellas de imperfecto, y en este imperfecto pretende encontrar la razón de lo que lo acaba. Según la excelente definición de Augusto Comte... el materialismo es la doctrina que explica lo superior por lo inferior. ¿Qué es lo que hace su falsedad? Es que precisamente es contradictorio, como decía Aristóteles, que lo mejor provenga de lo peor, que lo menos produzca lo más... Es la obra acabada lo que explica el esbozo, lo completo, lo perfecto lo que explica lo inferior. Por consiguiente, el espíritu solo es el que explica todo.» (Rapport sur la Philos. en France au XIX Siècle, pág. 189).

Los señores J. Lachelier, Pécaut, Blondel, Boisse han tomado la defensa de esta crítica de Ravaisson y de la definición de Augusto Comte:

Creo que no se puede penetrar bien en el sentido de las palabras materia y materialismo más que partiendo de la filosofía de Aristóteles. Me parece claro que hay en todo ser: 1º lo que le da su sentido y su interés propio: es su idea o su forma; 2º lo que es para esta forma un punto de apoyo necesario, aquello sin lo cual sería abstracta o simplemente posible. Por ejemplo, lo que da un sentido a una existencia humana, es el hecho de pensar; pero el pensamiento supone, para existir, un cuerpo vivo. Si no se considera más que ese cuerpo, lo que le da un sentido, es vivir; pero esta vida supone, para existir, un organismo, &c. Solamente yo no diría, con el señor Ravaisson, que remontando, o, más bien, descendiendo siempre así, se terminaría por no encontrar nada más: creo que hay un último real, que Leibniz consideraba con razón como un elemento indispensable de su mónada, un principio de resistencia y de retardo, sin el cual el esfuerzo se perdería en el vacío o, más bien, ni siquiera nacería; y de una materia general, remontando, se encontrará que se necesita siempre una materia para una forma, hechos, por ejemplo, para una construcción sistemática, propensiones normales y suficientemente enérgicas para la virtud, un grado suficiente de la belleza plástica para servir de soporte a la belleza de expresión, &c. – Me diréis, tal vez, que esas cosas que llamo espirituales, como pensamiento, vida, belleza, no son seres, sino maneras, para un ser, de tener conciencia de sí mismo o de otro ser, simples modificaciones; por consiguiente, simples predicados. Pero la filosofía de Aristóteles consiste, precisamente, en colocar el ser verdadero en el pensar, el sentir, &c., y en no ver en lo que piensa, o siente, más que la condición material del pensar y del sentir; y creer (como casi toda la filosofía moderna) que esta condición es el ser y que el pensar, el sentir no son sino modos, es, desde el punto de vista de la filosofía de Aristóteles, la esencia misma del materalismo. (J. Lachelier).

El puro materialismo es un no-sentido. El materialismo es menos un sistema que una tendencia, tendencia de la que Augusto Comte proponía esta profunda definición: «Explicar lo superior por lo inferior.» (M. Blondel).

¿No habría que comenzar por la definición general, dada por Augusto Corrite, y pasar después, pero después solamente, a los sentidos A, B, C? (L. Boisse).

La definición de Augusto Comte me parece excelente. 1º Es clara. Lo superior es la existencia que tiene más atributos; lo inferior, la que tiene menos. La caña pensante es superior a la caña que no piensa. Son materialistas, por consiguiente, las tentativas para explicar una civilización por el medio físico o la raza; para explicar lo biológico por lo químico, &c. – 2º. Tiene un gran valor filosófico, en cuanto define los términos de uno de los más grandes problemas especulativos. ¿Leyes muy simples, como leyes mecánicas de atracción o de repulsión en función de las distancias, pueden explicar la riqueza del mundo en atributos? Y a la solución materialista, tan bien definida por Comte, se oponen la mayor parte de los filósofos modernos, por ejemplo, la doctrina del señor Boutroux, la del señor Bergson y la segunda filosofía de Comte mismo. (F. Pécaut).

En su definición del materialismo, Augusto Comte no me parece que designa con superior y con inferior lo que tiene un número más o menos grande de atributos. No es para él una cuestión de complejidad lógica, sino una cuestión de valor, relativa a la clasificación subjetiva y a los intereses de la Humanidad. (Ver en particular el 2º volumen de la Politique Positive). Considera sobre todo el materialismo como una subversión de la verdadera escala de los valores. (G. Milhaud).

Me parece peligroso, al mismo tiempo que artificial, buscar una idea central y esencial que sea común a todas las acepciones de las palabras materia y materialismo. El sentido de las palabras se transforma y se diversifica en el tiempo por procesos que están muy lejos de reducirse a las relaciones lógicas de género y de especie: la semántica nos pone en guardia contra las tendencias del espíritu filosófico, siempre inclinado a sistematizar su objeto y a no atribuir suficiente importancia a lo que hay en las cosas de accidental y de histórico. La palabra materia se ha diferenciado en dos direcciones divergentes: una, aristotélica y escolástica, caracterizada por una especie de empleo adjetivo y relativo de la palabra: no hay nada en este sentido que sea la materia; pero tal o cual dato es materia con respecto a tal o cual forma; – otra, cartesiana y científica, en la que la palabra es claramente substantivo: la materia es entonces la res extensa, que se opone a la res cogitans. De este segundo sentido proviene a su vez la principal acepción de la palabra materialismo, que tal vez hubiera sido más claro reemplazar con el nombre de corporalismo. Pero ha sucedido que materia, en este sentido, oponiéndose a espíritu, ha tomado algo de la idea cristiana de la carne, de la vida animal, en cuanto ésta se opone también a él. Se habla de preocupaciones, de gustos, de intereses «materiales»; se dice de un hombre que está «hundido en la materia». (Hílico [F. Hylique], u2licóç, que para Aristóteles significaba solamente corporal, llegó a ser en los Padres de la Iglesia sinónimo de carnal, y se opone a pneumaticóç). Y así el «corporalismo» ontológico recibe el mismo nombre que el «animalismo» moral, teórico o práctico, y que el «economismo» histórico. El uso aristotélico de la palabra u7lh, si es el origen primero de todos nuestros empleos filosóficos de la palabra materia, no basta, pues, para definir un género cuyas especies serían dichos empleos.

En cuanto a la definición de Augusto Comte, su principal defecto reside en que se puede hacer decir demasiadas cosas diversas a las palabras inferior y superior, que han sido criticadas aquí mismo. El sentido en que las toma Ravaisson parece que no es ya totalmente el mismo que el de su autor. Es muy difícil admitir que lo más y lo menos sean lo mismo que lo mejor y lo peor. La cuestión de la riqueza lógica es independiente de la del valor estético o moral. – Pero admitamos que se la precise y que por superior se entienda, como lo quiere el señor Pécaut, lo que tiene más atributos. La definición, desde entonces, ya no convendrá del todo a los sistemas generalmente llamados materialistas, por ejemplo, al de Holbach, o al de Büchner. No se puede decir que para ellos la materia tenga menos atributos ni que sea menos determinada que la vida o la conciencia. Ni uno ni otro tiende a descubrir «más allá de toda forma» una materia que se determinaría por sí misma automáticamente: esta fórmula se aplicaría mucho mejor a la filosofía de Spencer, que hace surgir lo heterogéneo de lo homogéneo, y que por ello cae, en efecto, directamente bajo la crítica de Ravaisson: pero precisamente esta filosofía rechaza el nombre de materialismo. El reproche que generalmente se hace a los que aceptan este nombre es, por lo contrario, el haber enriquecido demasiado la idea de materia, el haberle supuesto propiedades que no percibimos efectivamente en los cuerpos. (Ver, por ej.; Janet, Le Matérialisme contemporain, págs. 79-89, 2ª ed.).

La idea dominante del materialismo teórico parece estar más bien en la reunión de estas tres tesis: desde el punto de vista metafísico, que no existe nada que sea separable de la materia corporal, si no es verbalmente y por abstracción; – desde el punto de vista metodológico, que sólo el estudio de esta materia puede iluminar la vida del espíritu y dar asidero sobre ella; – en fin, desde el punto de vista moral, que el hombre es un ser simple, cuyas tendencias todas forman normalmente un sistema harmónico y homogéneo, y no un ser doble, en el que dos sistemas de fines están en conflicto. (Que estas tesis, por otra parte, sean necesariamente solidarias o no, no es éste el lugar para examinarlo). – Es cierto que los materialistas se esfuerzan a menudo para explicar el mayor número posible de hechos por el menor número de principios. Pero esta tendencia no les es privativa y no puede servir para caracterizar su doctrína: pues todo sistema lógico tiene por objeto deducir del más pequeflo número de hipótesis la más grande variedad posible de consecuencias. Por eso mismo, los materialistas modernos, lejos de limitar a priori, como Demócrito o como Descartes, el número de propiedades de la res extensa, declaran, por lo contrario, que dejan a la experiencia el cuidado de revelar qué determinaciones esenciales será necesario atribuirle; por ejemplo:

«No conocemos los elementos de los cuerpos, pero conocemos algunas de sus propiedades o cualidades... Los hombres han considerado la materia como un ser único, grosero, pasivo, incapaz de moverse, de combinarse, de producir nada por sí mismo; en vez de esto, habrían debido considerarla como un género de seres del que todos los individuos diversos, aunque tuvieran algunas propiedades comunes como la extensión, la divisibilidad, la figura, &c., no deben, sin embargo, ser colocados en una misma clase, ni ser comprendidos en una misma determinación.» (D'Holbach, Système de la Nature, I, cap. 2). «El sistema de la espiritualidad, tal como se admite hoy, debe a Descartes todas sus presuntas pruebas... es el primero que haya establecido que lo que piensa debe ser distinguido de la materia: de donde concluye que nuestra alma o lo que piensa en nosotros es un espíritu, es decir, una substancia simple e indivisible. ¿No hubiera sido más natural concluir que puesto que el hombre, que es materia y que no tiene ideas más que de la materia, goza de la facultad de pensar, la materia puede pensar?» (Ibíd., cap. VII). (A. L.).

¿El sentido B no restringe demasiado el sentido del materialismo psicológico? En realidad, son materialistas todas las doctrinas que, aun sin considerar los hechos psíquicos como epifenómenos, los reducen a los hechos fisiológicos (vibraciones nerviosas, movimientos moleculares de las células corticales). Tal es el materialismo que comienza con Demócrito, Epicuro, Lucrecio, que no tenían ningún concepto de epifenómeno, y que, por La Mettrie y d'Holbach, acaba en Büchner, Moleschott, K. Vogt, &c. (C. Ranzoli). – El materialismo antiguo me parece ontológico, y no metodológico; solamente cuando la cuestión del método está en juego puede distinguirse un materialismo psicológico del materialismo metafísico. Y la noción de epifenómeno es precisarnente característica de esta concepción, empleen o no por otra parte la palabra los que la sostienen. Tal sería, por ejemplo, la doctrina de Augusto Comte al escribir que «la teoría positiva de las funciones afectivas e intelectuales debe consistir en adelante en el estudio de los fenómenos de sensibilidad interior propia de los ganglios cerebrales, lo que no constituye más que una prolongación de la fisiología.» (Cours de Phil. Pos., lección 45), si esta teoría metodológica no fuera corregida por el estudio sociológico de la inteligencia, del sentimiento y de la actividad humana, que descubre en ellos otra faz. (A. L.).

¿Puede preguntarse si se deben llamar materialistas aquellos filósofos presocráticos y aquellos Padres de la Iglesia que, a la vez que distinguen el alma del cuerpo, consideran, sin embargo, la primera como una substancia material, pero más sutil que la segunda? Creo que sí, y es también la opinión de Höffding, que llama a esta teoría materialismo primitivo por oposición al materialismo moderno. (Psicología, I, 5; II, 8, a, b). (C. Ranzoli).

Sobre Materialismo (ontológico y psicológico) ver las Observaciones a la palabra Materia.

Hemos mantenido en el cuerpo de este artículo, a falta de poder realizar en este momento una discusión bastante amplia sobre este punto, la definición del materialismo ontológico (sentido A) que había adoptado la Sociedad de Filosofía en 1910. Pero el señor Parodi pone en duda que sea esencial para el materialismo concebir la materia como discontinua. – Se puede observar, en efecto, que el sistema de Descartes, por ejemplo, en todo lo que no concierne al alma humana, es un materialismo que admite una materia continua. Sin embargo, aun en este caso, gracias al acto divino primitivo que divide el espacio en cubos y los pone en movimiento, restituye a la materia la discontinuidad de la que se sirve luego para explicar los fenómenos. ¿Sería posible prescindir de ella? (A. L.).

Al materialismo discontinuista de los epicúreos se opone el materialismo continuista de los estoicos. El primero afirma el mecanismo y la homogeneidad de los átomos; el segundo, el dinamismo y la heterogeneidad de las materias (fuego y aire activos, agua y tierra pasivas). ¿Pero se trata aún de un materialismo? (É. Bréhier).

No existe todavía, que yo sepa, doctrina materialista que se funde sobre la teoría actual, según la cual la realidad material tomaría periódicamente dos clases de aspectos, el uno atomístico, que daría garantías a la discontinuidad, y el otro ondulatorio que, al contrario, redundaría en provecho de la continuidad. Es una de las paradojas de esta física, de la que no se ve bien adonde nos conduce. También sobre otro punto corre el riesgo de hacer vacilar el materialismo: éste era determinista (excepción hecha, sin embargo, en lo que respecta al sistema de Epicuro), y sobre este punto se oponía más radicalmente al espiritualismo. La relación de incertidumbre parece volver a ponerlo todo en duda en lo que concierne a las relaciones del espíritu con la materia. Como lo dice usted justamente en las Observaciones, las palabras cambian de sentido, y es artificial buscar una idea central y esencial común a todas las filosofías materialistas, incluso una concepción común de la materia. Habíamos podido notar ya, desde este punto de vista, una diferencia fundamental del pensamiento antiguo y el pensamiento moderno: mientras los griegos veían en la materia el principio del devenir, nosotros hemos hecho de ella, por lo contrario, el principio de la permanencia. (Ver Rivaud, Le Devenir dans la Pensée Grecque). (Ch. Serrus).

Sobre Materialismo histórico. – Definición de Engels: Marx ha comprobado: «...dass alle bisherige Geschichte die Geschichte von Klassenkämpfen war, dass diese einander bekämpfenden Klassen der Gesellschaft jedesmal Erzeugnisse sind der Productions und Verkehrs Verhältnisse, mit einem Wort, der oekonomischen Verhältnisse ihrer Epoche; dass also die jedesmalige oekonomische Struktur der Gesellschaft die reale Grundlage bildet, aus der gesammte Ueberbau der rechtlichen und politischen Einrichtungen sowie der religiösen, philosophischen und sonstigen Vorstellungsweisen eines jeden geschichtlichen Zeitabschnittes in letzter Instanz zu erklären sind. Hiermit war der Idealismus aus seinen letzten Zufluchtsort, aus der Geschichtsauffassung vertrieben, eine materialistiche Geschichtsauffassung gegeben.» [«Que hasta el presente toda la historia ha sido la historia de las luchas entre las clases; que estas clases sociales en lucha las unas con las otras son siempre el producto de las relaciones de producción y de cambio, en una palabra, de las relaciones económicas de su época, y que así, en cada momento, la estructura económica de la sociedad constituye el fundamento real por el cual deben explicarse en última instancia toda la superestructura de las instituciones jurídicas y políticas, así como de las concepciones religiosas, filosóficas y de otra naturaleza de todo período histórico. Con ello el idealismo ha sido expulsado de su último refugio, la concepción de la historia, y se ha dado una concepción materialista de la historia.» La transformación de la ciencia por el señor Eugenio Dühring.] (Fr. Engels, Herrn Eugen Dühring's Umwälzung der Wissenschaft, Einleitung, 3ª ed., pág. 12). – Comunicado por Élie Halévy, así como la cita de Marx inserta arriba en el texto mismo del artículo.

La ciencia social nacida de las investigaciones de Le Play parte de una concepción análoga, pero más comprensiva: el género de trabajo es el factor social predominante. (F. Mentré).

– La expresión materialismo histórico ha sido criticada a menudo, y con razón, según creo. Etimológicamente, podría aplicarse también a la sociología de base biológica de Spencer. La expresión determinismo económico me parecería mucho más precisa y más propia. Loria propone economismo histórico (La Sociología, 1901, pág. 192). (C. Ranzoli).

Determinismo económico sería igualmente equívoco: significaría «doctrina según la cual los fenómenos económicos están sometidos al determinismo» más bien que «doctrina según la cual los fenómenos económicos determinan todos los hechos sociales».


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