La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Grupos de discusión filosófica
Symploké
Recopilación de cartas
21 a 40
0021 23sep1996 / Jorge Juan Manrique / Materialismo, escepticismo, mercado
0022 24sep1996 / David Teira / Recapitulación sobre la URSS y el marxismo
0023 02oct1996 / David Teira / La censura en Internet
0024 02oct1996 / David Teira / La censura en Internet (Texto ilustrativo)
0025 02oct1996 / Pedro Santana / Presentación
0026 02oct1996 / Pedro Santana / Internet y propuesta
0027 02oct1996 / David Teira / El espiritualismo y la libertad de expresión
0028 02oct1996 / Alberto Luque / Acerca de la censura en Internet
0029 03oct1996 / David Teira / Re: Acerca de la censura en Internet
0030 03oct1996 / Alberto Luque / El mentalismo e Internet
0031 03oct1996 / Javier Espada / Sobre la censura en la red
0032 03oct1996 / Pedro Santana / Internet, censura, &c.
0033 03oct1996 / Alberto Luque / Filosofía en español en Internet
0034 03oct1996 / Pedro Santana / Internet, idealismo, inglés
0035 03oct1996 / Javier Espada / RE: Internet, censura, &c.
0036 04oct1996 / David Teira / Cuestiones de estilo
0037 04oct1996 / Pedro Santana / Internet, censura
0038 04oct1996 / Javier Espada / RV: Presentacion y +
0039 05oct1996 / David Teira / La censura en Internet (Sinopsis)
0040 05oct1996 / David Teira / La censura en Internet (Comentario)

Symploké 0021
Fecha: Lunes, 23 Sep 1996 21:52:37 +0200
De: Jorge Juan Manrique
Título: Materialismo, escepticismo, mercado

Materialismo y escepticismo

El 18 de septiembre Alberto Luque planteó la siguiente cuestión (¿como tema despersonalizado!): «en qué medida el escepticismo radical es compatible con una visión materialista del mundo». Creo que en este punto se hace necesario ser doctrinario y asumir que el materialismo filosófico obliga a combatir ese «escepticismo radical», que quizá se mueva mejor entre los componentes psicológicos (fijos o coyunturales) de cada individuo. Si no, no queda clara la concepción de materialismo a que nos referimos.

Materialismo filosófico, socialismo, conciencia crítica, reforma del entendimiento, van todos unidos; y sin embargo para poder empezar hay que aceptar la docta ignorantia que nos permite avanzar en los saberes (aunque sean negativos), y que además es una obligación moral (!ni más ni menos!) y no solo una actitud ética o una actividad de interés particular movida por el deseo de saber.

Otra cosa sería si nos preguntan por nuestra visión de las oportunidades reales actuales de transformación o de esa reforma del entendimiento (¿en qué grado? ¿a cuantos puede afectar, cuál es su radio de extensión actual? Aquí no soy escéptico, pero sí cauto...

Mercado

Que el mercado sea una categoría económica que se imbrica con otras por medio de leyes no ha impedido -como bien sugiere Santiago Alfaya- que esa misma dinámica se haya considerado como un metáfora más o menos brillante desde otras disciplinas y perspectivas. Su relación con los deseos y los impulsos no necesita siquiera de la apelación a la galaxia freudiana («¿cuánta psicología necesita la economía?», se ha dicho). Pero ya disponemos de una larga tradición a lo largo de este siglo donde se ha estudiado el paso del deseo de las mercancías al mercado de los deseos (la realidad aparece cada vez más virtual, pero sigue dominada por la oferta y la demanda).

Por aquí volvemos a Adorno, Baudrillard y tutti cuanti... Pero también se podría volver a Marx (incluso a Adam Smith) y replantear las cuestiones de actividades productivas / improductivas en el contexto actual, no ya de un «mercado de los deseos», sino de una economía de servicios no productiva (industria cultural, de la información, mercado del arte, &c.).

Mercado como categoría económica tiene en filosofía un interés mayor como tal que como posible metáfora del intercambio de deseos (o de lo que sea). Soy de la humilde opinión de que lo que puedan decir los filósofos sobre economía depende de los materiales que la economía como ciencia haya construido en cada momento; intentar convertir al mercado en una idea filosófica nos hace recaer en estilismo gratuito.

Un saludo cordial (esto funciona, los debates son interesantes... no me creo que si alguno fuera tan escéptico como sugiere la cosa fuera así).

Jorge Juan Manrique - Gijón (España)


Symploké 0022
Fecha: Martes, 24 Sep 1996 02:00:44 +0200
De: David Teira Serrano
Título: Recapitulación sobre la URSS y el marxismo

Queridos compañeros,

Atendiendo a la sugerencia de Rafael Agacino intentaré, por mi parte, extractar las líneas maestras de la discusión de estos últimos días acerca de la URSS y la doctrina marxista, antes de adentrarnos en otras disputas que van ya apuntándose en las nuevas comunicaciones, muy interesantes de J.J. Manrique, Claudio Solsona y la anterior de Santiago Alfaya. Espero, en cualquier caso, que Alberto Luque, como cualquier otro suscriptor que lo desee, nos ofrezca su propia sinopsis -y nuevas comunicaciones: confieso que le echo ya en falta después de unos días sin leer nada suyo-.

La verdad es que Rafael Agacino nos ofrece en su contribución, creo, un diagnóstico realmente acertado,y muy bien expuesto acerca de cuáles serán de las dificultades intrínsecas a la discusión del marxismo que enfrentamos: la primera es la de explicar las distintas vertientes de lo acontecido en la URSS a lo largo de este siglo, y la segunda, correlativamente, la de evaluar lo que nos lega la obra de Marx y de sus muchos continuadores a la altura a la que ahora nos encontramos.

En la discusión de estos días apenas sí alcanzamos a enunciar algunos de los aspectos más conflictivos en el análisis de lo uno y lo otro -aunque la cosa es ir empezando-. Ahora bien, sí se advirtió en ella una disyuntiva crucial: o bien el análisis de la caída de la URSS lo analizamos desde alguna de las variantes de la doctrina marxiana, o bien impugnamos ésta -apoyándonos o no en el derrumbe de la URSS- recurriendo entonces a otra doctrina más apta. Lo mismo Alberto Luque que yo coincidíamos en afirmar las insuficiencias doctrinales del marxismo, aun reconociendo el valor de sus muchas aportaciones, y empleábamos otras coordenadas más amplias en nuestros análisis.

Ambas cosas van ligadas: si Alberto encontraba deficiente, por reduccionista, una explicación desde alguno de las vertientes doctrinales del marxismo (la sociología, la economía, &c.) era porque apelaba a una Antropología como clave del análisis cultural y, correlativamente, puesto que la cultura es para él un concepto esencial en la filosofía o las ciencias sociales, su análisis de lo acontecido en la URSS se apoyaba en un diagnóstico cultural -que inicialmente ofrecía con una cita de Krauss-.

Por mi parte, ensayaba la crítica de la doctrina de Marx, principalmente en su vertiente económica, atendiendo a la caída de la Unión Soviética. Al intentarlo, introducía ya algunos conceptos infrecuentes en el análisis marxista, como eran la distinción entre convictio y cognitio, o la de principios primeros y principia media. Mi intención era la de ir desarrollando mis coordenadas doctrinales gradualmente, aunque me da la impresión de que mi estrategia no fue acertada, pues creo que Alberto diagnosticó -creo que apresuradamente- que las distinciones eran inadecuadas para el análisis. Mas, acertado o no, lo cierto es que mi análisis se inscribe en otra doctrina distinta de la de Marx, aunque incorpora muchos de sus elementos y critica otros, como es el materialismo filosófico. Una exposición introductoria, si la deseáis, se encuentra en la página del Proyecto Filosofía en Español: el artículo de Gustavo Bueno de la sección «El diskette transatlántico».

La mayor de las objeciones que desde ésta cabría enunciar contra la doctrina marxiana, expuesta de un modo muy simple, es que en ella Base y Superestructura -una distinción en el _espacio antropológico_-se articulan exclusivamente, como si cupiese distinguir netamente los contenidos de una y de otra, y estos no se diesen intercalados -y es obligado, desde luego, explicar los esquemas de esta intercalación-. De ahí, a mi entender, la «impotencia cultural» del régimen soviético, pues en él la religión, el derecho, &c. aparecían muchas veces como variables subordinadas que el desarrollo de la economía revolucionaria «corregiría». De ahí igualmente la impotencia de ésta, pues su concepto de la planificación se apoyaba en la convictio de que cabía efectuar el cálculo económico desde las _necesidades_ del sujeto revolucionario -el _valor_ de la fuerza laboral-, como si éstas no se diesen ligadas a unos contenidos, desde el mismo marxismo, «superestructurales».

Añado lo anterior no con ánimo de abrir nuevamente la discusión -a vuestro arbitrio-, sino de «redondearla» por mi parte, pues, insisto, entiendo que en el análisis de lo acontecido en la URSS, como en muchos otros, la elección -obviamente, razonada- de las coordenadas es crucial, y de ella resulta además nuestro diagnóstico del marxismo, lo mismo que la respuesta a los otros interrogantes enunciados por Rafael Agacino: cuáles son los modelos de sociedad que ahora se nos ofrecen alternativamente, y cómo los enfrentamos.

Alberto Luque y yo coincidimos en ir más allá del marxismo en el análisis de la URSS, y en otras muchas cosas imagino, y nuestras razones, aunque discrepantes en muchos aspectos, ofrecen algunas analogías: encontramos «defectuosos» los elementos antropológicos de la doctrina de Marx. En cuanto a las alternativas, Alberto apuntaba su escepticismo y se preguntaba en qué medida era conjugable con el materialismo -a esto ya respondían algo J.J. Manrique y Claudio Solsona-. Por mi parte, diría que antes de pasar a las alternativas, y con las imprescindibles cautelas, convendría desarrollar más la crítica de los materiales que ahora se nos ofrecen. De un modo u otro, la discusión de estas alternativas es una labor colectiva, y en ello estamos.

Saludos,
David


Symploké 0023
Fecha: Miércoles, 2 Oct 1996 01:26:45 -0100
De: David Teira Serrano
Título: La censura en Internet

Queridos compañeros,

Después de una discusión inicial desbordante en cuanto a su forma y contenidos vino el silencio -a la vez que el comienzo de curso aquí en España-, y ahora viene esta comunicación a romperlo. Como quizá, por aquello de no agotarnos, convenga alternar cosas complicadas con otras que (aparentemente, quizá) lo son menos, se me ocurre que cabría discutir lo de la censura en Internet.

Confieso que no soy un experto ni en este asunto ni en la red, pero la verdad es que desde que estoy conectado recibo por múltiples vías noticias sobre este asunto, iniciativas de sociedades e individuos a favor y en contra, &c. Los argumentos que se ofrecen son muchos y muy dispersos, y creo que no iría mal un ensayo de clasificación y crítica (mejor materialista, claro). Esto, desde luego, no está a mi alcance, pero si alguno de vosotros quiere discutir el asunto o, simplemente, intercambiar impresiones, os ofrezco algunas ideas para elaborarlas, estas u otras, en común.

Una, Internet no es una comunidad angélica, cosa obvia, aunque según en que círculos de la red, difícilmente comprensible: lo digo porque la actitud mayoritaria entre quienes se oponen, por ejemplo, a la intervención del Estado en la red dan a entender que su control está depositado en manos de una comunidad mundial, ajena a la organización institucional del globo, en la cual la ley de leyes sería la libertad de expresión. Os adjunto una muestra en un mensaje adjunto.

La crítica materialista no es aquí otra que la denuncia de esa impostura: la ignorancia de los distintos soportes gubernamentales y comerciales de la red, del imperio de la lengua inglesa, &c. Y, por otra parte, la criba del mismo concepto de libertad de expresión en su acepción más extendida en la red: la defensa de la expresión sin atender a sus contenidos, ni a su intrincación con otras libertades, pues decir es ya obrar, va intercalado entre otras operaciones, y desentenderse de éstas atendiendo a la expresión es simplemente idiocia. ¿La difusión de ideologemas fascistas -y valdrían otros muchos ejemplos- no va internamente ligada a la captación de adeptos a un movimiento de alcance muy distinto del meramente «expresivo»?

Por otra parte, es cierto, y convendría igualmente analizarlo, que con Internet se abren opciones absolutamente sorprendentes, no ya en cuanto a sus contenidos -la correspondencia filosófica, por ejemplo, es muy vieja- pero sí en cuanto a su alcance, y van dando forma a una incipiente, aún embrionaria, ágora mundial. ¿No merecería interés analizar sus consecuencias?

Saludos,
David.


Symploké 0024
Fecha: Miércoles, 2 Oct 1996 01:26:48 -0100
De: David Teira Serrano
Título: La censura en Internet (Texto ilustrativo)

Como ejemplo de las ideas sobre la censura que circulan en Internet, os adjunto un manifiesto de un sujeto miembro de la Electronic Frontier Foundation , una sociedad en defensa de los derechos de la ciudadanía estadounidense en Internet. Esta asociación ya dispone de su correspondiente versión española: FREE (FRonteras Electrónicas España), [http://www.lander.es/~jlmartin] con análoga altura intelectual, aunque con la vergüenza añadida de que si estas son ideas que se explican en Norteamérica, por las razones que expongo abajo, aquí en España no cabría enunciarlos así. Cosas de un mal bachillerato. Los comentarios añadidos entre corchetes son míos.
David Teira Serrano

DECLARACION DE INDEPENDENCIA DEL CIBERESPACIO
por John Perry Barlow

Gobiernos del Mundo Industrial, vosotros, cansados gigantes de carne y acero, vengo del Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro, os pido en el pasado que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros. No ejercéis ninguna soberanía sobre el lugar donde nos reunimos.

[Obsérvese la distinción entre la comunidad a la que dice representar y los Estados: la apelación al Mundo Industrial recuerda mucho al manifiesto de aquel Unabomber, pero es imposible mayor paradoja: ¿qué sería Internet sin la industria? Omito cualquier comentario sobre la «Mente», aunque no deja de recordar, quizá contra las intenciones del redactor, al Geist de Hegel, que en inglés es Mind.]

No hemos elegido ningún gobierno, ni pretendemos tenerlo, así que me dirijo a vosotros sin más autoridad que aquélla con la que la libertad siempre habla. Declaro el espacio social global que estamos construyendo independiente por naturaleza de las tiranías que estáis buscando imponernos. No tenéis ningún derecho moral a gobernarnos ni poseéis métodos para hacernos cumplir vuestra ley que debamos temer verdaderamente. Los gobiernos derivan sus justos poderes del consentimiento de los que son gobernados. No habéis pedido ni recibido el nuestro. No os hemos invitado. No nos conocéis, ni conocéis nuestro mundo. El Ciberespacio no se halla dentro de vuestras fronteras. No penséis que podéis construirlo, como si fuera un proyecto público de construcción. No podéis. Es un acto natural que crece de nuestras acciones colectivas.

[Más reminiscencias: las de «Sobre el deber de la desobediencia civil» de H.D. Thoreau, un autor muy difundido en los EE.UU.: la oposición entre moral y derecho, la representación de la Libertad, la apelación al consentimiento... De nuevo, resulta divertido advertir cómo estos eran argumentos que Thoreau empleaba, no con mucho más acierto, para defender la vuelta a la Naturaleza. Por lo demás, no cabe mayor vacuidad de discurso: ¿cómo enfrentar una comunidad -y no muchas, de muy distinta naturaleza, y dispersas al extremo de que imposibilitase una representación común, como la que se arroga el autor- contra los Estados, como si estos fueran una misma cosa?]

No os habéis unido a nuestra gran conversación colectiva, ni creasteis la riqueza de nuestros mercados. No conocéis nuestra cultura, nuestra ética, o los códigos no escritos que ya proporcionan a nuestra sociedad más orden que el que podría obtenerse por cualquiera de vuestras imposiciones. Proclamáis que hay problemas entre nosotros que necesitáis resolver. Usáis esto como una excusa para invadir nuestros límites. Muchos de estos problemas no existen. Donde haya verdaderos conflictos, donde haya errores, los identificaremos y resolveremos por nuestros propios medios. Estamos creando nuestro propio Contrato Social. Esta autoridad se creará según las condiciones de nuestro mundo, no del vuestro. Nuestro mundo es diferente. El Ciberespacio está formado por transacciones, relaciones, y pensamiento en sí mismo, que se extiende como una quieta ola en la telaraña de nuestras comunicaciones. Nuestro mundo está a la vez en todas partes y en ninguna parte, pero no está donde viven los cuerpos.

[Lo que decía de la comunión angélica -una versión pop de la comunidad ideal de un Habermas, o el congregacionalismo de los anabaptistas- Esto no se explica de otro modo que por ignorancia de lo que fue la creación de la red, y de sus mecanismos. Pero no ya porque no los conozca, pues si la frecuenta algo sabrá, es más por la voluntad de ignorarlo a efectos de construir este discurso, adecuando el medio a esas viejas reivindicaciones de los libertarios norteamericanos que os decía. El resto lo dejo sin comentarios, pues serían redundantes.]

Estamos creando un mundo en el que todos pueden entrar, sin privilegios o prejuicios debidos a la raza, el poder económico, la fuerza militar, o el lugar de nacimiento. Estamos creando un mundo donde cualquiera, en cualquier sitio, puede expresar sus creencias, sin importar lo singulares que sean, sin miedo a ser coaccionado al silencio o el conformismo. Vuestros conceptos legales sobre propiedad, expresión, identidad, movimiento y contexto no se aplican a nosotros. Se basan en la materia. Aquí no hay materia. Nuestras identidades no tienen cuerpo, así que, a diferencia de vosotros, no podemos obtener orden por coacción física. Creemos que nuestra autoridad emanará de la moral, de un progresista interés propio, y del bien común. En Estados Unidos hoy habéis creado una ley, el Acta de Reforma de las Telecomunicaciones, que repudia vuestra propia Constitución e insulta los sueños de Jefferson, Washington, Mill, Madison, DeToqueville y Brandeis. Estos sueños deben renacer ahora en nosotros. Os atemorizan vuestros propios hijos, ya que ellos son nativos en un mundo donde vosotros siempre seréis inmigrantes. Como les teméis, encomendáis a vuestra burocracia las responsabilidades paternas a las que cobardemente no podéis enfrentaros. En nuestro mundo, todos los sentimientos y expresiones de humanidad, de las más viles a las más angelicales, son parte de un todo único, la conversación global de bits. No podemos separar el aire que asfixia de aquél sobre el que las alas baten.

En China, Alemania, Francia, Rusia, Singapur, Italia y los Estados Unidos estáis intentando rechazar el virus de la libertad erigiendo puestos de guardia en las fronteras del Ciberespacio. Puede que impidan el contagio durante un pequeño tiempo, pero no funcionarán en un mundo que pronto será cubierto por los medios que transmiten bits.

Vuestras cada vez más obsoletas industrias de la información se perpetuarían a sí mismas proponiendo leyes, en América y en cualquier parte, que reclamen su posesión de la palabra por todo el mundo. Estas leyes declararían que las ideas son otro producto industrial, menos noble que el hierro oxidado. En nuestro mundo, sea lo que sea lo que la mente humana pueda crear puede ser reproducido y distribuido infinitamente sin ningún coste. El trasvase global de pensamiento ya no necesita ser realizado por vuestras fábricas. Estas medidas cada vez más hostiles y colonialistas nos colocan en la misma situación en la que estuvieron aquellos amantes de la libertad y la autodeterminación que tuvieron que luchar contra la autoridad de un poder lejano e ignorante. Debemos declarar nuestros «yos» virtuales inmunes a vuestra soberanía, aunque continuemos consintiendo vuestro poder sobre nuestros cuerpos. Nos extenderemos a través del planeta para que nadie pueda encarcelar nuestros pensamientos. Crearemos una civilización de la Mente en el Ciberespacio. Que sea más humana y hermosa que el mundo que vuestros gobiernos han creado antes.

Davos, Suiza. 8 de febrero de 1996


Symploké 0025
Fecha: Miércoles, 2 Oct 1996 10:11:34 +0300
De: psantana@siur.unirioja.es (Pedro Santana Martínez)
Título: presentación

Algo tarde, paso -de acuerdo con la sugerencia del moderador- a presentarme. Me llamo Pedro Santana Martínez y trabajo en el Departamento de Filologías Modernas de la Universidad de La Rioja. Trabajo sobre todo en cuestiones de teoría literaria y -algo- en lingüística. He leído los mensajes de David Teira sobre la censura en Internet y me he animado a hacer dos observaciones que me venían rondando por la cabeza:

1) Me da la sensación, aunque se podría reunir algún material empírico sobre el asunto, de que mucha gente sabe muchas cosas de Internet, pero muy poca gente sabe de su «infraestructura», compañías que ceden,venden o alquilan el cable, organización mundial de la red, implicaciones económicas, &c. Si se toman algunos de los manuales usuales de internet se comprueba de que no se dice nada del proveedor de servicios de internet hacia allá, por decirlo de alguna manera. Tampoco se incide en el efecto que el nuevo software tiene en la creación de la necesidad de máquinas más potentes que han de sustituir a las ya antiguas, &c.

Lo que quiero sugerir es que esta visión de internet se calca sobre las ideas del mentalismo («nuestro cerebro podría ser una bola de queso, pero pensaríamos igual con las mismas gramáticas, &c.») y del espiritualismo tipo Emerson tan arraigado en los EEUU. La internet es una overmind que parece, según algunos, el cielo de Tipler. La falsa conciencia parece operar en estos casos a partir de la fuerza de una renovación de una idea bien conocida. Creo que el avatar moderno de esa idea es el software. Su «importancia» parece que condena a todo lo demás a una suerte de inexistencia. El proceso es: software (espíritu) frente a todo lo demás. Todo lo demás no es. Una vieja historia como puede verse.

2) Sobre la libertad de expresión. La censura es la mejor prueba operacional de que la información que se transmite es relevante, lo que es distinto de buena, verdadera, clara, &c., cuyos contrarios dan las razones para la prohibición: mala, falsa, ambigua u oscura, &c.

Si no hay censura o intentos de censura en la red es que lo que se transmite o lo que se puede encontrar vale para bien poco. Aquí la ideología de la sociedad abierta parece que opera dando por supuesto el principio. Dejando aparte textos como el citado por David Teira, hay quien parece interrogarse retóricamente: ¿Cómo es posible que en nuestras sociedades abiertas se quiera que exista censura? - El problema es más bien que si una sociedad defiende la libertad de expresión de todos es porque el decir de muchos es un obrar más bien nulo (porque los medios a su alcance son escasos, porque el sistema es altamente estable, &c., lo que se prueba en que si ese obrar es efectivo -ataque calumnioso a individuos, por ejemplo- otras libertades y derechos vienen a neutralizar la libertad de expresión).

Los menos moderados -como John Perry- plantean la oposición entre la comunidad y los estados, pero en estos discursos veo yo más de lo mismo, veo una continuidad con las posiciones de los liberales más moderados. Entonces, me parece que si no hay censura es porque no se dice nada. Y si se dice algo, entonces habrá censura. Aunque el censor tendrá en cuenta si su esfuerzo vale lo que la relevancia y efecto del mensaje a censurar. Si la censura es técnicamente posible -pese a lo que diga Negroponte- entonces lo será en toda la red, podrá afectar a todos los estados, &c.

Pedro Santana Martínez
dfm / UR


Symploké 0026
Fecha: Miércoles, 2 Oct 1996 17:25:08 +0300
De: Pedro Santana Martínez
Título: Internet y propuesta

No quiero decir más sobre internet después de lo que ha dicho David y antes de que intervengan otros participantes, entre otras cosas, porque parece que estamos bastante, o demasiado, de acuerdo.

Sí me gustaría proponer, si la discusión sobre internet no va de momento mucho más allá, dos temas que han aparecido lateralmente:

1) ¿existe alguna conexión entre las ideas sobre la libertad individual que atribuimos a los norteamericanos y el uso de la comunicación hablada ante audiencias definibles como comunidades, coincidentes con unidades políticas de pequeña escala (ciudad, pueblo, parroquia, club)?

Se dice que el libro es más importante para los protestantes, pero en un país católico como España la oratoria sagrada -y toda oratoria- se perdió. En cambio, en Estados Unidos conservó durante todo el diecinueve y aún ahora una importancia grande. Esta cuestión me la sugiere la contraposición entre Emerson -un predicador a fin de cuentas de éxito, aunque pasó por diferentes períodos que, como otros, entraba en contacto directo con las audiencias- y Thoreau, un escritor solitario cuyas ideas quizá triunfaron más por el sustrato que por sí mismas. Thoreau no es un Zola que acusa al gobierno -en su caso, motivado por la guerra con México-, sino alguien que se mueve cada vez hacia una marginalidad mayor y acaba escribiendo lo que escribe un poco de rebote. La paradoja de Thoreau es que en sus escritos se opone al estado, pero quizá en su vida se desmarcaba sobre todo de los grupos intelectuales bostonianos. Aunque suene a una burrada, en esto igual era un poco como Wittgenstein, un gnóstico cabría decir. El caso es que su reflexión, como indica David Teira, se representa a sí misma como absolutamente libre y ajena a sus condicionantes materiales, sociales.

La comunidad donde se puede hablar, entonces, es la de unos pocos, iguales, es una especie de Gemeinschaft frente a la Gesellschaft donde se escribe y se lee. El individuo se comunica con el gobierno y vía impresa merced a documentos impresos, no de viva voz. Con sus pocos cofrades cara a cara. Lo que propongo es más o menos una discusión sobre las diferentes ideas de libertad y sus determinaciones históricas. ¿Alguna idea al respecto?

2) La otra propuesta es un poco para cuando se agote este tema y no sé si alguien atacará el asunto. Propongo hablar de las ideas de Tipler y si la cosa se extiende a la crítica de las nociones -religiosas sobre todo- que permean toda la cosmología pues mejor que mejor. Pero naturalmente sólo propongo esto para cuando la discusión actualmente en marcha se haya agotado.

Pedro Santana Martínez
dfm / UR


Symploké 0027
Fecha: Miércoles, 2 Oct 1996 13:37:11 -0100
De: David Teira Serrano
Título: El espiritualismo y la libertad de expresión

Queridos compañeros,

Es una alegría que Pedro Santana -de quien conozco algunos escritos valiosos- se incorpore a la discusión. Os envío unas apostillas a sus acertadas observaciones sobre la cuestión de la censura en Internet.

>Lo que quiero sugerir es que esta visión de internet se calca sobre las
>ideas del mentalismo («nuestro cerebro podría ser una bola de queso, pero
>pensaríamos igual con las mismas gramáticas, &c.») y del espiritualismo
>tipo Emerson tan arraigado en los EEUU. La internet es una overmind que
>parece, según algunos, el cielo de Tipler. La falsa conciencia parece
>operar en estos casos a partir de la fuerza de una renovación de una idea
>bien conocida. Creo que el avatar moderno de esa idea es el software. Su
>«importancia» parece que condena a todo lo demás a una suerte de
>inexistencia. El proceso es: software (espíritu) frente a todo lo demás.
>Todo lo demás no es. Una vieja historia como puede verse.

Creo que la alusión a Emerson es aquí muy oportuna, al menos sociológicamente: i.e., ayer mencionaba en el comentario que añadía al manifiesto de Barlow que sus ideas acerca de la libertad, como las de otros muchos estadounidenses, arraigaban en la lectura de el opúsculo de Thoreau «Sobre el deber de la desobediencia civil» -que ahora podéis encontrar en castellano e inglés en una espléndida edición crítica de A.Casado (Iralka, Irún, 1995)- y este fue amigo, entre otros, de Emerson.

La observación de Pedro Santana -y su autoridad es aquí mayor que la mía- viene a coincidir con lo que ayer sugería acerca de cómo las ideas sobre la libertad ínsitas en el discurso de estos defensores estadounidenses de los derechos civiles no son otra cosa que refluencias de otras más antiguas, e igualmente superficiales, adornadas con un vocabulario informático. Estas ideas encuentran una de sus expresiones canónicas en ese opúsculo de Thoreau: 88 ediciones en apenas 100 años, sólo en los EE.UU., y de ahí su importancia como índice sociológico.

Thoreau entendía que lo definitorio de un individuo, en cuanto que sujeto moral, era el que dispusiese o no de conciencia, lo cual equivalía en su discurso a que no aceptase ninguna imposición «externa» sin dar su consentimiento subjetivo. Thoreau no se ocupaba de las razones de esta aceptación o disenso, eso era «cosa de cada uno», pues para Thoreau la conciencia era una instancia ajena al propio cuerpo, a la comunidad y, desde luego, al Estado. Es decir, lo esencial era que cada cual obrase «en conciencia», aun sin dar o aceptar razones, y esa es precisamente la concepción de la democracia más extendida entre la ciudadanía estadounidense y buena parte de la europea.

No es entonces de extrañar la aparición de esos mismos mimbres argumentales en el discurso de muchos adeptos de Internet: obsérvese la apelación a esa dimensión espiritual de la red en el manifiesto de Barlow, en la que Pedro descubría con acierto una alusión a la Superalma de Emerson, o su impugnación, desde la «libertad», de los «derechos morales» del Estado a intervenir en la red. Pero ¿qué libertad? ¿qué moral?

Por cierto, mi explicación sociológica -aunque aún sin elaborar: valga sólo como sugerencia- es que los orígenes de estas ideas se encuentran en la doctrina de los credos protestantes emigrados a los Estados del noroeste de los actuales EE.UU., y recogida en sus constituciones. ¿No apelan, aún sin saberlo, estos libertarios informáticos a ese modelo congregacionalista de Iglesia defendido por los anabaptistas, en el cual los miembros eran los unos iguales a los otros -sin autoridad papal- en cuanto que espiritualmente reproducían la comunidad celestial de los santos?

Lo de Tipler -el físico Frank J. Tipler, defensor del principio antrópico en cosmología y autor de una obra de reciente edición castellana, La física de la inmortalidad, donde recupera desde la cosmología y la computación el dogma cristiano de la resurrección- es algo de eso, a su modo, aunque el diagnóstico exige análisis más complicados.

>2) Sobre la libertad de expresión. La censura es la mejor prueba
>operacional de que la información que se transmite es relevante, lo que es
>distinto de buena, verdadera, clara, &c., cuyos contrarios dan las razones
>para la prohibición: mala, falsa, ambigua u oscura, &c.
>Si no hay censura o intentos de censura en la red es que lo que se
>transmite o lo que se puede encontrar vale para bien poco. Aquí la ideología
>de la sociedad abierta parece que opera dando por supuesto el principio.
>Dejando aparte textos como el citado por David Teira, hay quien parece
>interrogarse retóricamente: ¿Cómo es posible que en nuestras sociedades
>abiertas se quiera que exista censura? - El problema es más bien que si una
>sociedad defiende la libertad de expresión de todos es porque el decir de
>muchos es un obrar más bien nulo (porque los medios a su alcance son
>escasos, porque el sistema es altamente estable, &c., lo que se prueba en
>que si ese obrar es efectivo -ataque calumnioso a individuos, por ejemplo-
>otras libertades y derechos vienen a neutralizar la libertad de expresión).
>Los menos moderados -como John Perry- plantean la oposición entre la
>comunidad y los estados, pero en estos discursos veo yo más de lo mismo,
>veo una continuidad con las posiciones de los liberales más moderados.
>Entonces, me parece que si no hay censura es porque no se dice nada. Y si
>se dice algo, entonces habrá censura. Aunque el censor tendrá en cuenta si
>su esfuerzo vale lo que la relevancia y efecto del mensaje a censurar. Si
>la censura es técnicamente posible -pese a lo que diga Negroponte- entonces
>lo será en toda la red, podrá afectar a todos los estados, &c.

Acerca de este segundo punto, un comentario más sumario para no cansaros, ya que igualmente lo suscribo en su integridad. En efecto, el armonismo subyacente en ese modelo de sociedad abierta al que apelan las distintas variantes del liberalismo ahora en curso es, a menudo, vergonzante: defender axiomas del orden de «Todas las opiniones son admisibles, si son opiniones» es ignorar que esto no es un principio del que partamos para regular su convivencia armoniosa, es el resultado precisamente de su enfrentamiento, en la medida en que se renuncia -y esto puede no ser en absoluto una decisión «soberana»- a continuarlo en otros ámbitos distintos del diálogo.

Aquí en España, acabamos de ver algo así a cuenta de las últimas declaraciones del coordinador general de Izquierda Unida amenazando con renovar la discusión sobre la forma del Estado, si monarquía o república, y romper el consenso constitucional. La respuesta de una mayoría de los profesionales de la política y de muchos periodistas fue la de calificarlo de «imprudente» e «inoportuno», mientras que los juristas defendían su derecho constitucional a opinar. Aquí se vio cómo aquéllos acusaban la reminiscencia de la amenaza de conflicto civil a la que se enfrentaban, se decía, quienes defendían la República contra la Ley de Sucesión impuesta por Franco, cuando se redactaba la Constitución después de la muerte de éste.

También demostraban, por cierto, lo escasos que andan y andaban de argumentos en esta disputa. Aquí el «axioma» de la libertad de expresión demostraba cómo, para ser operativo, requiere la renuncia a expresar muchas opiniones que acabarían impugnando el orden que sostiene. Por su parte, los juristas, viendo las declaraciones encerrados en el orden geométrico de la doctrina jurídica, simplemente confirmaban la validez del axioma despreocupándose de sus fuentes -como al matemático le suele ser indiferente el origen de los símbolos con los que redacta, por ejemplo, el axioma de elección-.

En Internet, mutatis mutandis, lo mismo: como bien afirma Pedro Santana, si ahora se da este conflicto legislativo en Internet es porque su alcance adquiere ya las dimensiones críticas en las cuales se convierte en una «amenaza» para el orden de libertades impuesto en los distintos Estados -difusión de propaganda «capitalista» en China, «fascista» en Alemania- y para evitar la ruptura de ese orden se legisla contra esa amenaza. La «libertad de expresión» no es, nuevamente, un axioma: es el resultado de un enfrentamiento, y en este los Estados demuestran su potencia, y los libertarios de Internet, su debilidad.

Saludos,
David


Symploké 0028
Fecha: Miércoles, 2 Oct 1996 22:29:58 +0000
De: Alberto Luque
Título: Acerca de la censura en Internet

Queridos amigos:

Aunque estoy ocupadísimo -y me siento un poco responsable del abandono temporáneo en que se encuentran los asuntos iniciales de debate- no he podido resistir la tentación de pararme a exponer unas cosillas acerca del nuevo tema de la censura en Internet. (Pero quede bien entendido que, como David Teira, considero que algunas de las cuestiones anteriores deben seguir discutiéndose, y que este asunto de la censura debe servir como una benéfica y salutífera intercaladura en un debate espeso; en cuanto me sea posible retomaré el hilo rojo del diálogo que habíamos medio empezado...).

Tal como han dejado insinuar más que declarado explícitamente David Teira y Pedro Santana, el filósofo materialista percibe inmediatamente los defectos ontológicos de una defensa abstracta de la comunidad cibernética, de una creencia en el espíritu democrático y de la autonomía del «ciberespacio», &c. La sensación, sin embargo, en que este prodigioso medio nos envuelve, nos acerca innegablemente a una especie de realismo platónico difícil de desarticular y cuya eficacia, sentido y efectos culturales no son trivialmente explícitos ni unívocos.

Podemos sonreírnos cuanto queramos a costa de las ilusiones del pobre John Perry, pero este hombre expresa con tales ilusiones platónicas -y ridículas, lo admito- una posibilidad cultural y política que a los gobiernos del mundo, tan pragmáticos, no se les ha escapado. Su alegato contra las amenazas jurídicas de los gobiernos a la pretendidamente libre comunidad virtual son SIMBóLICAS en un sentido algo más complejo que cuando asociamos lo simbólico a lo irreal. De alguna manera, su reacción idealista y casi mística se opone VERDADERAMENTE, o sea, POLíTICAMENTE a las intenciones de control estatal, pragmáticas y reales, del gobierno de los EE.UU. Una de las cosas que más me ha llamado la atención desde hace medio año es la rapidez con que ha proliferado la protesta cibernáutica contra el proyecto de censura de Clinton; en pocas semanas, a penas había un lugar del mundo académico y científico de Internet donde no existiese un vínculo con alguna protesta colectiva contra la censura o algún otro alegato, y no todos, por supuesto, eran tan ingenuos como el de John Perry -me atrevería a decir, pero guiado sólo por una impresión y no por una prueba detallada, que el estilo de las protestas era políticamente más realista, sin llegar por eso, en la mayoría de los casos, a ser marxista.

Pero ahora fijémonos en el otro lado de la confrontación: los principales argumentos de Clinton para intentar regular el contenido de la Red se centraban en el ilegítimo uso que podían hacer los terroristas y los pornógrafos. Como se sugirió en algunos ambientes liberales, el hecho de que corran por Internet «Manuales terroristas» no justifica la censura, puesto que tales manuales se encuentran en muchas bibliotecas públicas y no se las cierra por ello. Coincidiendo EXACTAMENTE con la recrudescencia de aquella confrontación Clinton/cibernautas, salían a la prensa noticias inquietantes sobre el tráfico de blancas y la prostitución infantil, o detalles sórdidos sobre redes de infanticidas, a la vez que se organizaban congresos internacionales de expertos sobre cuestiones pornográficas, &c. No estoy sugiriendo, ni mucho menos, que semejante casualidad proceda de una orquestación bien planificada de la CIA o algo por el estilo; el natural desarrollo de la lucha ideológica puede justificar que, indeliberadamente (i.e. inconscientemente), se produzcan tales «coincidencias»... Es innegable que los debates de tantos «expertos», y sobre todo su repercusión en la prensa, juegan un papel de apoyo inmediato a los planes de censura de Clinton, INDEPENDIENTEMENTE DE QUE LAS CONCLUSIONES DE TALES EXPERTOS SEAN MAYORITARIAMENTE CONTRARIAS A LA CENSURA, porque lo que llega a oídos de las masas es el hecho en sí de que los científicos del mundo están preocupados por la pornografía y el terrorismo, COMO CLINTON, y no el hecho probable de que consideren la censura como culturalmente ineficaz.

Volviendo entonces al platónico alegato de John Perry, diré que ese texto revela un enfrentamiento real, político, pragmático, aunque se enmascare bajo una ontología angélica y aunque su sentido sea idealista, por no decir anarquista. Con las fantasías hay que ser mucho más cauto que con las declaraciones inequívocas. Taine mostró magistralmente cómo las fábulas de La Fontaine representaban fielmente a la sociedad francesa de la época del Rey Sol. Esto es cierto, tanto si el propio La Fontaine estaba consciente de ese isomorfismo como si no. Los productos de una mentalidad idealista reflejan la realidad social tan bien o incluso mejor que las exposiciones aparentemente realistas. Walter Benjamin advirtió muy sagazmente contra el peligro de convertir el materialismo histórico en una suerte de teología ciegamente materialista cuando escribió:

«La lucha de clases, que no puede escapársele de vista a un historiador educado en Marx, es una lucha por las cosas ásperas y materiales sin las que no existen las finas y espirituales. A pesar de ello estas últimas están presentes en la lucha de clases de otra manera a como nos representaríamos un botín que le cabe en suerte al vencedor. Están vivas en ella como confianza, como coraje, como humor, como astucia, como denuedo, y actúan retroactivamente en la lejanía de los tiempos. Acaban por poner en cuestión toda nueva victoria que logren los que dominan. Igual que flores que tornan al sol su corola, así se empeña lo que ha sido, por virtud de un secreto heliotropismo, en volverse hacia el sol que se levanta en el cielo de la historia. El materialista histórico tiene que entender de esta modificación, la más imperceptible de todas.»

Comprendamos entonces ese casi imperceptible sentido real, político, que albergan las creencias angélicas, la de esa nación cibernética, virtual, por ejemplo, que no coincide con ninguna de las sociedades políticas del planeta. Tiene mucha razón David Teira cuando insiste en que lo realmente político debe buscarse en los contenidos y no meramente en las formas de la comunicación. Pero esto no significa que la forma del nuevo medio electrónico y «ubicuo» carezca de significación política; si no fuese así, ni el de los EE.UU. ni ningún otro gobierno se ocuparía más del asunto. No se trata sólo de que el interés de los políticos indique la relevancia de los contenidos, como dice Pedro Santana. Considerado como un medio de difusión propagandística, creo que los contenidos que circulen por la Red no pueden ser ni de mayor ni de menor calidad, intensidad, conspicuidad, profundidad, corrección... que los que circulan en otros medios. El nuevo medio será una manera nueva de REFLEJAR nuestra verdadera cultura, quizá de manera amplificada, pero invariable en los contenidos -como antes la prensa, o la radio, o la televisión... En cuanto a su uso como medio de comunicación, no alterará tampoco los contenidos: seguirán circulando por la Red conversaciones profundas y banales, según sean profundos o banales los conversadores, ni más ni menos que mediante el teléfono o el correo postal. La sociedad no se hará más inteligente en términos globales, pero tampoco más estúpida. ¿Dónde reside, pues, la causa que motiva las ansias de control político del nuevo medio?

Afirmo que el nuevo medio no cambiará necesaria o automáticamente los contenidos de la información, pero ello no significa que ésta no pueda acusar de alguna forma todavía imprevisible el efecto técnico de aquél. Quizá la imprenta de Gutenberg influyese aunque de forma imprevisible y remota sobre el desarrollo del pensamiento. Victor Hugo celebró la sustitución del templo (libro de piedra) por la imprenta (libro de papel) como un proceso paralelo al tránsito de la teocracia a la democracia. Internet ofrece la posibilidad de intensar las comunicaciones, y la de ampliarlas, pero esta posibilidad la ofrece a todas las comunicaciones. Este fórum, por ejemplo, habría sido imposible sin Internet. Aunque no seamos más de una docena en esta lista, está muy claro que jamás nos habríamos conocido por otro medio. Quizá esto entusiasme a alguno de nosotros en el sentido político y le haga pensar que es un medio excelente de difundir ideas. Lo es; pero también para las otras ideas... ¿A dónde nos conduce esta verdad de Perogrullo? Concretando, quizá excesivamente para empezar, diré que el nuevo medio es bueno para todos, ergo lo es para nosotros. Ese sólo hecho puede y debe provocar el anhelo de dominio y de censura del gobierno norteamericano.

Pondré un caso interesante. Como seguramente sabéis, en la Red no sólo se encuentra un «Manual del terrorista», completamente inocuo salvo como excusa para la ley de censura, sino que también se puede encontrar el manifiesto de la Asamblea Nacional Zapatista. Mientras que, sin Internet, una guerrilla revolucionaria, en México o en cualquier otro lugar del planeta, se enfrenta a la áspera y flagrante resistencia física de los ubicuos medios coercitivos del Estado que combate, con Internet dispone, en principio, de un medio «virtual», que es tanto como decir «platónico», «incorpóreo»... para difundir sus programas por todo el mundo, sin más resistencia que la de los electrones por un cable metálico o la de las ondas electromagnéticas en el vacío, es decir, sin resistencia alguna en el más matérico sentido de la palabra. Esto es así, innegablemente, sólo «en principio», como ya os imagino dispuestos a replicar. Efectivamente, sólo lo es «en principio» -o como dicen los memos, «en teoría», queriendo indicar que la teoría es siempre una falsedad. El manifiesto zapatista o cualquier otro documento que esté disponible en la Red debe existir físicamente en el disco duro de alguna máquina de la misma. Esta máquina, a su vez, será en general un servidor público o privado de Internet, propiedad o responsabilidad de unas personas físicas y jurídicas que sí pertenecen a algún Estado real y sobre quienes pueden pesar las disposiciones legales, políticas, los prejuicios ideológicos, los criterios económicos, &c. de la vida cultural tal como era antes de la llegada de Internet. La máquina en cuestión podría pertenecer a algún individuo independiente, o incluso a la propia Asamblea Nacional Zapatista, pero puesto que su conexión telefónica debe contratarse y mantenerse en una red real de algún país real, de nuevo tenemos que ese documento y cualquier otro documento es tan físicamente controlable como cualquier panfleto, e incluso más, porque puede ser controlado por medios mecánicos infalibles. Ante este solo nivel de materialidad de las comunicaciones cibernéticas -que, por supuesto, no es el único- se quiebran todas las ilusiones platónicas a que venimos aludiendo.

«Y sin embargo,
importa avivar los remos
dijo el caracol al galgo.»

Sin embargo, importa aprovechar las «aparentes» cualidades angélicas, de ubicuidad, de inmaterialidad, de ausencia de resistencia... que ofrece el medio, al menos de momento, como si se tratase efectivamente de una virtual república platónica. Importa, creo yo, apoyar esa infantil ilusión de gentes como John Perry, porque importa tomar en mayor consideración de lo que lo hacemos esos factores espirituales o sutiles, o culturales, que acompañan indefectiblemente, como un doble, como una sombra, a aquellos otros factores «ásperos y materiales» a que aludía Benjamin. Porque esas ilusiones platónicas acabarán efectivamente por poner en cuestión, como ya lo hacen por boca del ingenuo Perry, cualquier victoria que logren los que dominan ahora, o los que podrían dominar mañana -aun si fuesen los comunistas. Además, es verdaderamente interesante el hecho de que esa ilusión liberal que cree en el resguardo absoluto de la libertad de expresión en y mediante Internet será con seguridad compartida e impulsada por un importante sector de la clase dominante, sencillamente porque la libertad de expresión «burguesa» es en Internet, como lo es en la prensa, garantía de las expectativas de máxima ganancia económica. Aunque no quisiera sacar más ejemplos a colación por no enturbiar este otro incipiente debate, creo que es oportuno fijarnos en la genuina manera en que por fin tenemos la oportunidad de observar que las condiciones materiales del desarrollo capitalista entran en contradicción con sus propias estructuras, como celebraban en los viejos tiempos los comunistas más entusiastas. Sin duda sabréis que tanto Microsoft como las otras compañías que ofrecen software para Internet anunciaron hace unos meses su intención de implementar las utilidades de telefonía en las próximas versiones de sus respectivos «navegadores». Y conocéis la impetuosa oposición de las grandes compañías norteamericanas de telecomunicaciones, quienes pretenden tener materia de pleito jurídico: según tales compañías, Internet es una «cuestión de telecomunicaciones», lo que haría posible que el Estado interviniese regulando la Red -otro argumento a favor del control, y este en el plano explícitamente técnico-formal y no de los contenidos. Frente a tales «argumentos», creo que la comunidad cibernética, tanto la que componen los interesados Microsoft y cía. como la de los científicos, ha actuado rápida e inteligentemente. El resguardo de la libertad de investigación y explotación tecnológica, asociado al resguardo de la libertad de expresión, cuenta con la ventaja de que Internet sea un medio de circulación INTERNACIONAL de la información, lo que dificulta o enturbia la materia jurídica para los contenidos, que, como poéticamente dice Perry, no están en ningún país sino en todos. El asunto no debería dejar insensible a nadie que crea en las obligaciones políticas -que no es mi caso, por cierto. Un software gratuito y ya disponible permite conversar telefónicamente con nuestros antípodas por un dólar/hora; ese avance tecnológico es la ruina de las compañías que durante un siglo han controlado las telecomunicaciones intercontinentales. Siempre existe la posibilidad de absorción y todos esos mecanismos imperialistas de retención tecnológica que tan magistralmente analizaron Paul Baran y Paul Sweezy en los años sesenta. Pero parece que ese «pequeño» asunto provoca por el momento una importante concurrencia capitalista, que podría favorecer efectivamente la libertad de expresión a menos que -cosa bastante difícil, pero no imposible- los grupos imperialistas y las grandes compañías de software se determinasen a seguir criterios comunes contra los peligros de la democracia. No creo que esta componenda llegue a cuajar, y ni siquiera a plantearse, por la sencilla razón de que la libre circulación de ideas, por muy revolucionarias que sean o parezcan, es inocua para los países capitalistas.

Personalmente, dado que por un lado creo que el tema de la libertad de expresión en Internet no puede ser menospreciado como una simple ingenuidad idealista, pero por otro lado no albergo esperanzas en cuanto a los efectos culturales de una intensificación de la difusión del pensamiento crítico a través de la Red, prefiero fijarme en otros aspectos de este problema. Por ejemplo, creo que el nuevo medio provocará una importante transformación de la estructura de los discursos, si bien, en el fondo, esto no alterará los contenidos. Pero por el momento no voy a iniciar la discusión de este otro aspecto -no tan «formalista» como pudiera parecer a simple vista. No dispongo ahora del tiempo necesario, y tampoco quiero enturbiar la discusión del tema de la censura.

Según recuerdo, en cierta ocasión que no puedo precisar, algún juez conservador defendió de la censura los Rights of Man de Thomas Paine con el argumento de que el libro ¿costaba una guinea!, precio exorbitante para los individuos de las clases humildes, a quienes podía temerse que soliviantase peligrosamente. Algo parecido, y menos trivial, ha surgido a veces en relación con el pensamiento marxista, no la inasequibilidad económica, sino la intelectual: para muchos burgueses no ha sido nada riesgoso coquetear con el marxismo porque han considerado que es difícil de entender por los obreros, pese a que intelectuales como Althusser se esforzaran en hacernos creer que El Capital lo comprende mejor un obrero sin instrucción que un intelectual burgués, y pese a que Lenin y otros marxistas celebrasen la obra de un Josef Dietzgen, no como una trivialización del materialismo histórico, sino como una penetración intuitivamente correcta y una prueba de que en verdad el obrero común debe llegar irrefragablemente a la asunción de las ideas clarividentes de Marx y Engels. Es posible que los burgueses no se engañen, puesto que ellos nadan mejor que nadie en ese líquido político y cultural adecuado a su densidad: su intuición de amos es con seguridad más certera que la intuición ilusoriamente palingenésica de los igualitaristas. Quien admita esto concederá también que es posible que una gran parte de la burguesía apoye y defienda, más o menos pasivamente, la libertad de expresión en Internet como una concesión democrática inocua y como una garantía de sus beneficios. Y si alguien opina, por el contrario, que la difusión de las ideas críticas es corrosiva, tanto si es mediante la voz, como si es mediante el libro o mediante Internet, entonces deberá apoyar también toda acción explícitamente dirigida a preservar esa libertad de expresión, aunque esa vindicación provenga de los liberales burgueses o de los ridículos platónicos como John Perry.

Un saludo a todos,
Alberto Luque.


Symploké 0029
Fecha: Jueves, 3 Oct 1996 10:30:11 -0100
De: David Teira Serrano
Título: Re: Acerca de la censura en Internet

Queridos compañeros,

Por aquello de mantener un poco el orden en la discusión, doy mi respuesta antes a Alberto Luque que a las interesantísimas sugerencias de Pedro Santana. Estas irán después, palabra.

Alberto nos ofrecía un montón de reflexiones acertadas y bien documentadas -aunque algo desordenadas, se le vé que esto de Internet le coge algo más descuidado, y muy ocupado además-. Comentaré algunas, pero, como admito que mi opinión no está aún bien formada, ofrezco algunas reflexiones algo subjetivas a mi gusto. Pero cuento con vosotros para elaborarlas, porque la cosa no es menor.

> Podemos sonreírnos cuanto queramos a costa de las ilusiones del pobre John Perry, pero este hombre expresa con tales ilusiones platónicas -y ridículas, lo admito- una posibilidad cultural y política que a los gobiernos del mundo, tan pragmáticos, no se les ha escapado. Su alegato contra las amenazas jurídicas de los gobiernos a la pretendidamente libre comunidad virtual son SIMBóLICAS en un sentido algo más complejo que cuando asociamos lo simbólico a lo irreal. De alguna manera, su reacción idealista y casi mística se opone VERDADERAMENTE, o sea, POLíTICAMENTE a las intenciones de control estatal, pragmáticas y reales, del gobierno de los EE.UU.

Esto lo asumo. Ahora bien, aquí mi intención no era otra que descubrir algo acerca de los fundamentos de esa oposición, acerca de las ideas subyacentes a ese discurso. Aunque, por otra parte, volviendo a éste desde aquéllas, damos con su impotencia, índice de su miseria intelectual, ante fenómenos como éste de Internet. Ahora bien, que impugnemos los argumentos de la Electronic Frontiers Foundation no equivale a que «abandonemos el campo» dejándoselo a los Estados censores. Aun cuando no esté a nuestro alcance una acción autónoma y efectiva, ello no obsta para que nos ocupemos del análisis del conflicto, ya que en modo alguno somos ajenos a él, y de algún modo nos veremos obligados a optar.

Esto nos obliga a considerar al menos dos aspectos: de un lado, el análisis de los facta, es decir, el fenómeno Internet; de otro, la inserción de los resultados de este análisis en las estrategias o planes en las cuales radicaría nuestra libertad. Ambos aspectos aparecerían considerados en los párrafos que extracto de la comunicación de Alberto.

> Personalmente, dado que por un lado creo que el tema de la libertad de expresión en Internet no puede ser menospreciado como una simple ingenuidad idealista, pero por otro lado no albergo esperanzas en cuanto a los efectos culturales de una intensificación de la difusión del pensamiento crítico a través de la Red, prefiero fijarme en otros aspectos de este problema. Por ejemplo, creo que el nuevo medio provocará una importante transformación de la estructura de los discursos, si bien, en el fondo, esto no alterará los contenidos. Pero por el momento no voy a iniciar la discusión de este otro aspecto -no tan «formalista» como pudiera parecer a simple vista. No dispongo ahora del tiempo necesario, y tampoco quiero enturbiar la discusión del tema de la censura.

> [...] Quien admita esto concederá también que es posible que una gran parte de la burguesía apoye y defienda, más o menos pasivamente, la libertad de expresión en Internet como una concesión democrática inocua y como una garantía de sus beneficios. Y si alguien opina, por el contrario, que la difusión de las ideas críticas es corrosiva, tanto si es mediante la voz, como si es mediante el libro o mediante Internet, entonces deberá apoyar también toda acción explícitamente dirigida a preservar esa libertad de expresión, aunque esa vindicación provenga de los liberales burgueses o de los ridículos platónicos como John Perry.

Como Alberto, no me arriesgaré a emprender aquí un análisis de un fenómeno desbordante como Internet, aunque diría que inicialmente conviene, creo, distinguir ámbitos en función del alcance de los discursos. No cabe obviamente evaluar de igual modo los efectos de Internet en el orden de la lucha de un movimiento guerrillero que los efectos en el ámbito del ocio o de la comunicación científica. Alberto ya anota algo acerca de aquél, a cuenta del EZLN. Por mi parte, sí añadiría una reflexión acerca de nuestro nexo más inmediato, la lista Symploké y el Proyecto Filosofía en Español.

Entiendo que Internet ofrece un ágora de dimensiones realmente globales, dada a la escala de muchos de los conflictos que ahora más nos afectan -el de la caída de la URSS era un ejemplo, pero valen otros, desde la Unión Europea, al agujero en la capa de ozono- y desde luego con un alcance inédito en cuanto a la difusión de argumentos minoritarios. Obviamente, estos argumentos, en cuanto que críticos de otros más extendidos, e intencionalmente superiores, son imprescindibles, si los asumimos, a efectos de darle un curso al menos más racional a la resolución de aquellos conflictos. Pero sus efectos resultarán inapreciables si no se acierta en la estrategia de difusión.

Obviamente, Internet no es un mecanismo exento: la difusión y discusión de estas ideas no se agota en Internet, como la intervención en estos conflictos no se reduce a la difusión y discusión de ideas -aunque ello no equivale a la obligación de comprometerse en cada uno de los episodios del proceso, entre otras razones por la imposibilidad material: ars longa, vita brevis-. Pero, aún así, Internet es el único medio a nuestra disposición que nos ofrece este alcance, y la importancia que en él adquieran nuestros argumentos radica, como decía, en el modo en que los difundamos.

El decidirlo requiere un análisis del mismo medio, y aquí aparecen algunos facta ineludibles: el más evidente el de la lengua. El inglés es la lingua franca de Internet, y en ello va el imperio de los anglosajones. Cualquiera que frecuente una lista de discusión en lengua inglesa de contenidos de interés general apreciará cómo las referencias son mayoritariamente ajenas a un Bachillerato europeo, y desde luego latino -en la medida en que los efectos de este fueron ya reducidos al mínimo por la acción de la Tv-. Es decir, a nadie le suena el latín ni el griego, y con ello el Imperio romano o Grecia, por supuesto la Historia de la filosofía, o la Historia de la Iglesia, &c., &c. ¿Cabe asumirlo?

Obviamente, no, al menos en cuanto que nuestra educación, nuestra lengua, nos comprometen con contenidos radicalmente distintos de aquéllos, y esto lo digo en la medida en que esta educación y esta lengua ofrecen un alcance realmente universal -no sería lo mismo desde el vascuence o el quechua-. Es decir, que cabe argumentar ante una audiencia potencial -la de la lengua española- significativa, al menos demográficamente, en la resolución de esos conflictos a los que antes me refería.

Luego, en función de esos y otros compromisos, cada cual sabrá advertir a qué se enfrenta, y cómo debiera operar. La cuestión de la censura aparece entonces de un modo muy distinto a como aparecía al principio. La alianza, si uno se opone, es obligada, ya que en solitario ni Microsoft está en condiciones de oponerse, mas la estrategia ante esta alianza variará de acuerdo con nuestros compromisos anteriores.

Por mi parte, entiendo que lo mismo la acción censora que la reacción nos afectan ambas, a la vez que nos son ajenas, ya que la iniciativa parte en países distintos de los nuestros, y ello restringe muchas de las vías de acción -las legales, por ejemplo-, y por otra parte la reacción va en otra longitud de onda que la de algunos de nosotros, y, a decir verdad, no da la impresión de que los de lengua española contemos demasiado -a causa, imagino, de ser aún escasos en número en esta comunidad electrónica-. Así las cosas, creo que de las labores a nuestro alcance, la más efectiva, no ya en estos momentos, pero sí quizá en unos años, es la de ir introduciendo otros contenidos, engendrando otras ideas distintas a las imperantes en estos momentos en la red, y si demuestran alguna superioridad racional y se difunden adecuadamente (de ahí la importancia del PFE), vertebrando indirectamente nuevas iniciativas, quizá obtuviésemos algo bueno.

De momento, esta conversación no está mal.

Saludos,
David


Symploké 0030
Fecha: Jueves, 3 Oct 1996 11:48:14 +0000
De: Alberto Luque
Título: El mentalismo e Internet

Queridos compañeros:

Ayer os enviaba unos comentarios sobre el aspecto más político o pragmático de la cuestión de la censura en Internet. No negaba el carácter absolutamente idealista de las protestas de libertad de expresión cibernética, de las pretensiones de incorporeidad, ubicuidad, &c., pero sugería que aun con su base idealista, tales protestas tienen una importancia política innegable y no deben desdeñarse como fantasías estériles.

Desde el punto de vista ontológico, como ya han puesto de manifiesto David Teira y Pedro Santana, puede hablarse de esa moderna variedad del idealismo que se suele llamar «mentalismo». Pero quisiera indicar un par de observaciones liminares que estaría dispuesto a profundizar si se diera la oportunidad. Si utilizamos la palabra «mentalismo» como una especie de anatema contra las deficiencias sociológicas o filosóficas de algunas teorías, a la manera como lo hace Mario Bunge para discriminar lo que es ciencia y lo que no lo es, entonces creo que simplificamos la cuestión y entramos en un terreno filosóficamente infecundo. Tipos como Minsky, Fodor, el mismo Hofstadter -el de Gödel, Escher, Bach-, o Dennnett... quizá carezcan de penetración antropológica cuando especulan sobre la posibilidad de reducir un cerebro a un programa informático, pero tales especulaciones tienen el indudable mérito de estar provocando avances tecnológicos sorprendentes en Inteligencia Artificial, por ejemplo. Quizá el sueño de una «realidad virtual» ubicua pueda parecer que aumenta las posibilidades de reencantamiento del mundo -yo lo creo así, efectivamente-, pero también habrá de tenerse en cuenta que, para empezar, será difícil que pueda conseguirse el correlativo cibernético de la buena digestión, con lo que siempre necesitaríamos salir de vez en cuanto de ese posible mundo platónico de objetos virtuales para satisfacer nuestro carnal estómago. Sin embargo, esa necesidad primaria quizá no implique en la mayoría de los mortales una necesidad de pensar en términos materialistas, sino una servidumbre más o menos incómoda con la que podríamos ir tirando mientras perfeccionamos nuestro mundo de ilusiones cibernéticas. Deliberadamente me coloco en el plano un poco tonto de las especulaciones de aquellos a quienes antes aludía, que viene a ser como pensar que el «Magic Kingdom» de Disney World pueda extender sus fronteras hasta abarcar todo el planeta. El caso es que la inmediatez matérica de nuestras necesidades más primarias no tiene por qué afectar mucho a la cultura, a la Weltansicht, si ésta procede eficazmente a partir de postulados idealistas, y si además promete un reencantamiento tanto o más maravilloso que el que antaño proporcionaba la religión. (Por seguir con el semimetafórico ejemplo de Disney World: en el recinto ferial hay restoranes para saciar nuestra hambre, pero eso no altera nuestra agradable sensación de encontrarnos en un mundo mágico, y hasta podríamos olvidarnos fácilmente de haber tenido hambre alguna vez).

El problema de la «materialidad de la informática» ha sido recientemente tratado, de una manera muy correcta, por N. Katherine Hayles («The Materiality of Informatics», en Configurations, t. i, núm. 1, invierno de 1992-1993, pp. 147-170), que atribuye el vicio de inmaterialismo a las corrientes «postmodernas» en general. Desde hace unos años vengo pensando que lo más característico del pensamiento filosófico -y científico- moderno consiste en un estetizarse, en una suplantación de la filosofía misma por la Estética, pero con mayor apariencia podríamos decir que el pensamiento moderno se ha «semiotizado». No aludo solamente a la enorme influencia directa del wittgensteinismo, sino al impacto mediato y persistente de la obra de Saussure. Aparentemente, este hecho apunta hacia el triunfo del idealismo como filosofía dominante, pero no es necesariamente así. Tenemos en primer lugar las investigaciones científicas de alto nivel en Inteligencia Artificial, cuyos postulados, ingenuos o no desde el punto de vista antropológico, son materialistas -¿qué puede ser más materialista y ateo que la pretensión de crear un hombre artificial?-, aunque se basen generalmente en ese mentalismo a que se alude (una especie de monismo materialista). Tales éxitos tienen el efecto paradójico de alimentar las ilusiones platónicas, porque la maravilla de sus resultados oblitera nuestra percepción de sus condiciones materiales; pero lo mismo ocurrió en el pasado con otros éxitos científicos, como los rayos Roentgen, con los que se pretendía «fotografiar el alma» (Rubén Darío, que seguía de cerca las teorías de Crookes y de Flammarion, llegó a tomar este asunto como tema de alguno de sus relatos), o la teoría especial de la relatividad, o incluso con la física cuántica, que algunos científicos de primer orden han creído compatibles con la creencia en «el alma de los electrones», así como Oliver Lodge creía que el «éter» era un «fluido espiritual» o Maeterlinck recogía ideas científicas para probar que el tiempo no existe, o que los espíritus habitan la «cuarta dimensión», o... Personalmente, no me repugna el tipo de especulaciones de ese monismo materialista tan ingenuo sociológicamente, porque confieso que también me maravillan sus logros lógicos. Desde luego, prefiero esas especulaciones a las dogmáticas, vacuas y triviales discriminaciones de un Mario Bunge. Pero además, cuando hablo de ese estetizarse o semiotizarse del pensamiento moderno aludo al hecho de que bajo la apariencia discursiva del formalismo, del metadiscurso, &c., se revelan, a veces más intuitivamente que conscientemente, las características reales de nuestra cultura material, de nuestra sociedad. Si se piensa bien, la mayoría de los discursos postmodernistas de Lyotard no son sino redundancias modernistas, y un libro de tanto éxito y aparente originalidad como El ocaso del deber de Lipovetsky no consiste sino en la reexposición de fenómenos ya ocurridos y ya observados de la misma manera antes. Lo que constituye el mérito de Lipovetsky es más bien un defecto que una virtud: el hecho de decir cosas ciertas de una forma filosófica superficial, novelesca, sin sentido de la causalidad, &c. Pero ese no esa falta de consciencia materialista no es un defecto personal de Lipovetsky, sino un rasgo de la modernidad, y por tanto, el ESTILO mismo del discurso postmoderno, más que sus contenidos, está revelando el carácter de nuestra cultura, y en especial su dominante tendencia antirrealista. Frente a estos pensadores, los empeños racionalistas de un Habermas, por más serios y dignos que nos parezcan, adolecen de verdadero idealismo -paradójicamente, pese a sus contenidos materialistas-, porque Habermas analiza racional y materialísticamente el mundo social, pero cree fideísticamente en que su discurso «representa» mejor la realidad que el discurso idealista.

Apruebo la intuición sociológica de David Teira en lo tocante al origen protestante de algunas de las ideas de ese democratismo informático de que venimos hablando, aunque no conozco muy bien esa tradición norteamericana. Ahora bien, para el caso europeo sigue siendo en mi opinión muy acertado el examen de Max Weber sobre el papel de la ideología protestante en la secularización capitalista del mundo. Ese asunto es en la actualidad incluso más relevante y más cierto que en la época del propio Weber, siempre que no hagamos una lectura trivialmente literal, siempre que sigamos más el espíritu que la letra de la crítica weberiana. Entonces, si el mundo capitalista moderno ha prescindido por completo del apoyo de la religión, porque descansa ya en mecanismos secularizados de gran inercia (Estado, burocracia, organización industrial, sistema académico, tecnología, publicidad...), y el sentido de tales mecanismos es material aun en la ideología liberal, cómo explicar sociológicamente el olvido de la materialidad ahora que precisamente esa materialidad ha producido sus más fantásticos resultados (i.e. Internet). Quien admita literalmente la tesis weberiana del desencanto verá en esto una paradoja. Por mi parte, creo que el sentido de la secularización capitalista nunca ha sido el de una tendencia a imponer una racionalidad materialista, sino el de sustituir un idealismo tradicional, religioso, lleno de encanto, de sentido, por otro idealismo frío, inapelable, formalmente racional pero sustantivamente irracional, como no se os escapa a ninguno de vosotros. Quizá David quiera abundar en este asunto: aun si los componentes sociológicos (democratistas) de ese idealismo libertario al que nos referimos proceden de la ideología protestante americana, ¿podemos atribuir el mismo origen protestante a sus componentes platonistas? Yo no tengo sobre esto una opinión formada.

Bueno, hasta pronto,
Alberto Luque.


Symploké 0031
Fecha: Jueves, 3 Oct 1996 12:11:55 +0000 GMT
De: Javier Espada
Título: Sobre la censura en la red

Ya veo que he llegado con retraso a la caída de la URSS, pero confío aportar algo sobre el nuevo tema.

Cuando decidí poner una página en Internet, opte por incluir el lazo azul, y como en España tiene un significado y en la red otro, quise explicar con sendos comentarios mi opinión, tanto contra el terrorismo como contra la censura en Internet (que es lo que simboliza como bien habréis visto en muchas publicaciones).

Respecto al texto de FREE (FRonteras Electrónicas España) que envía David a la lista, creo que su autor al redactar el texto se sintió como el capitán Spok a bordo del Enterprise (me refiero a la serie televisiva Star Treck, que tantos 'adeptos' ha cosechado). Por otra parte, el texto no puede entenderse sin volver la vista atrás, a las BBS antecesoras de Internet, en las que se establecen jerarquías (novatos/gurus, usuario/administrador, &c.) y en las que se crearon muchos de los hábitos de los actuales 'internautas', como por ejemplo la no utilización de acentos (porque entonces no se podía), la creación de un lenguaje informal (adornado con sonrisas y caras largas) y breve. También generó un cierto tipo de colaboración entre usuarios pseudo-anónimos (solamente conocidos por su participación, como en esta lista, por ejemplo...) y la creación de unas leyes propias, de modo que si alguien se salía de tono, se exponía a una guerra de 'flames' o a alguna otra medida de castigo del resto de los miembros, algo similar a lo sucedido con el servidor pro ETA, que fue llenado de lazos azules y literalmente reventado por la gran cantidad de mensajes enviados, muchos mediante robots (programas que realizan de forma automática procesos informáticos). Con esto lo único que pretendo dejar claro es que muchos de los actuales usuarios de Internet han migrado de sistemas anteriores e incluso la propia Internet, conceptualmente, es una BBS evolucionada, mucho más rápida y potente, funcionalmente similar: se puede intercambiar información digitalizada, programas, así como enviar mensajes a uno o varios de los usuarios.

Con esto no niego que existan algunas influencias de cierto tipo de anarquismo, pero ¿hasta qué punto está potenciado por el propio medio informático? ¿Cómo influye ese pseudo-anonimato al que antes me refería? Yo creo que en gran medida. Un detalle, muchos de los ex hippies americanos se apuntaron a la informática, a las BBS y a las emisoras de radioaficionados...

Respecto a la duda de Pedro Santana Martínez:

> 1) Me da la sensación, aunque se podría reunir algún material empírico
> sobre el asunto, de que mucha gente sabe muchas cosas de Internet, pero muy
> poca gente sabe de su «infraestructura», compañías que ceden,venden o
> alquilan el cable, organización mundial de la red,implicaciones económicas,
> &c. Si se toman algunos de los manuales usuales de internet se comprueba
> de que no se dice nada del proveedor de servicios de internet hacia allá,
> por decirlo de alguna manera. Tampoco se incide en el efecto que el nuevo
> software tiene en la creación de la necesidad de máquinas más potentes que
> han de sustituir a las ya antiguas, &c.»

El 'cable' (aunque parte de la red viaja vía satélite) y la 'infraestructura' la ponen las compañías telefónicas, que son las que establecen los enlaces entre los ordenadores ('server') permanentemente conectados a Internet, a su vez una organización puede alquilar un trozo de su 'server' a terceros y ofrecer conexión a usuarios finales.

En cuanto al problema del software, me recuerda a Alicia cuando tenía que correr para permanecer en el mismo lugar. Lo cierto es que se ha producido una explosión de programas debido a los nuevos lenguajes de programación, la creación de librerías que permiten grandes desarrollos en el aspecto externo con la misma funcionalidad, y que requieren cada vez más recursos del ordenador para hacer, en muchos casos, lo mismo. Por otra parte la incorporación de sonidos, imágenes, realidad virtual, &c., están transformando al ordenador en un electrodoméstico para el entretenimiento.

> 2) Sobre la libertad de expresión. La censura es la mejor prueba
> operacional de que la información que se transmite es relevante, lo que es
> distinto de buena, verdadera, clara, &c., cuyos contrarios dan las razones
> para la prohibición: mala, falsa, ambigua u oscura, &c.
> Si no hay censura o intentos de censura en la red es que lo que se
> transmite o lo que se puede encontrar vale para bien poco.

La censura lo que revela, en principio, es que hay quienes ostentan algún poder político y no admiten que en Internet se pueda publicar fuera de su alcance... La censura previa es obviamente (por razones técnicas como afirma Negroponte y cualquiera que entienda como funciona) imposible, y lo único que se puede realizar es un borrado de esa información cuando se localiza si es constitutiva de delito y aplicar las leyes...

En la actualidad se está desarrollando un sistema de identificación de páginas de Internet, algo así como la clasificación de las películas, de modo que sin una palabra clave no se pueda acceder a las clasificadas para adultos.

En cierta medida Internet está constituyendo una revolución similar a la que se produjo con la invención de la imprenta, y curiosamente, muchos de los problemas que se están planteando son los mismos, como por ejemplo el problema de la censura del que ahora estamos hablando. La gran diferencia de Internet con respecto a la imprenta estriba en la posibilidad de publicar desde el propio domicilio, posibilidad abierta a cualquier ciudadano (del primer mundo, claro) sin intermediarios, aunque se está dando la paradoja de que quienes manejan con soltura los rudimentos informáticos y pueden publicar no suelen tener nada interesante que decir, mientras que los que sí tienen algo para publicar no saben como hacerlo. Contra esta situación yo mantengo mi cruzada particular, y con la creación de un índice de recursos que incluye toda la información necesaria para poder hacerlo, espero contribuir en alguna medida, así como con la creación de La Biblioteca Circular, un proyecto que está empezando a funcionar estos días.

Por lo demás, me resulta bastante difícil llevar a cabo un dialogo en la lista debido a la gran extensión de los mensajes. En las listas se suelen enviar comunicados más breves exponiendo menos ideas, de modo que exista mayor agilidad y que sean más los que se animen a aportar su punto de vista. Esto no es más que una opinión.

Saludos,
Javier Espada


Symploké 0032
Fecha: Jueves, 3 Oct 1996 14:49:49 +0300
De: psantana@siur.unirioja.es (Pedro Santana Martínez)
Título: internet, censura, &c.

1) Sobre los cables, carriers y demás:

En mi comentario interrogaba acerca de lo que se dice de Internet y si se dice relativamente poco de su infraestructura, por llamarla de algún modo. Lo que proponía era algo así como una encuesta entre el público lego y semi-lego o un examen de los artículos divulgativos, con la sospecha de que el aspecto popularmente más desconocido o, respectivamente, menos tratado es el que Javier Espada amablemente explica. Bien puede ser mi apreciación inexacta y desde luego he leído en revistas de informática lo que dice Javier, pero me gustaría saber su opinión sobre este punto. ¿Ha notado él si los usuarios que utilizan eudora, netscape, &c., aun manejando estos programas con soltura y conociendo los recursos existentes, saben menos y se preocupan poco sobre el punto citado? Si lo que sugiero fuera así de hecho -me permitiré decir bastante inexactamente-, tal cosa sería muestra de la ideología mentalista, utilizando ahora la palabra por analogía, pero espero que se me entienda.

2) Sobre la censura, procediendo de manera un tanto axiomática, hay que decir con la mayor generalidad:

i) Si alguien censura es porque tiene poder para hacerlo, pero si censura no será sólo por eso.

ii) Si censura será porque obtiene o cree que obtiene algún beneficio haciéndolo, sea éste de una naturaleza indeterminada.

iii) Que un mensaje merezca la atención de la censura se deberá a que se espera, teme o se predica de él algún efecto perverso según criterio del censor. Pero de la misma manera si se espera algún efecto es porque se le asigna un poder, digamos performativo.

Entonces, lo que no se dará en general es un sistema de censura que a largo plazo cueste más que beneficios (políticos, personales, &c.) procure. Si hacemos el planteamiento desde el objeto de la censura, habrá que dar un criterio que relacione a éste con el hecho mismo de la censura.

3) La censura (también la previa) puede afectar a internet de muchas maneras. Si me quitan el ordenador de mi despacho o lo desconectan ya me han censurado previamente. Perdón por la boutade, pero lo que quiero subrayar es que no hay que pensar en lo que está en el ciberespacio desconectándolo de su producción.

Tal como funciona la red ahora no puede haber censura previa, pero ésta puede dirigirse a las personas físicas o jurídicas o, mejor, no hay censura previa en internet pero sí puede haberla a o sobre internet, porque ésta es una realidad que está en nuestro mundo. De la misma manera, los agentes de la censura pueden llegar a ser empresas privadas y no funcionarios, lo que no es novedad. Que Internet funcione de otra manera y evite formas tradicionales de censura no quiere decir que no existan otras nuevas, como las que cita también Javier, quien por cierto podría darnos alguna indicación más sobre su Biblioteca Circular.

El concepto de censura previa, por otro lado, como pensado para la producción y distribución de material impreso, tiene que modularse de otra manera en el caso de la red. En efecto, ¿a quién se dirige la amenaza de la censura previa de material impreso y cómo funciona? Funciona en cuanto puede identificarse a los responsables intelectuales y materiales de una edición. Lo que puede dolerles a éstos, responsabilidades penales aparte, es la no continuidad de su empresa, que es algo que se ve amenazado. La cuestión no era que técnicamente una publicación se saltase el filtro de la censura previa -algo que las publicaciones clandestinas siempre han sabido hacer-, sino que se atuviera a las consecuencias, económicas por ejemplo si imprimía antes del imprimatur. Me permito un ejemplo de otro tipo de censura. La importación de un libro de la Francia revolucionaria podía hacerse a través de cualquier puerto, de mar o de los Pirineos. El contrabando funciona por eso, porque si se vigila en un sitio se pasa por otro. Lo que yo no sé es hasta qué punto en la comunicación electrónica el usuario goza o gozará en el futuro de la misma libertad y capacidad de elección.

En resumen, que hay que pensar sobre Internet como una parte de este mundo y no como otro mundo ajeno y no determinado por las cosas de éste. Internet no acaba en el teclado de mi ordenador. También está en el contrato que pudo firmar con un proveedor, en su regulación, en las decisiones que pueden afectar a que se publiquen unos archivos o no, en el precio del software, &c.

3) Dejo la cuestión del mentalismo y todo lo que me sugiere el mensaje de Alberto Luque, pero prometo decir algo al respecto.

Pedro Santana Martínez
dfm / UR


Symploké 0033
Fecha: Jueves, 3 Oct 1996 12:42:10 +0000
De: Alberto Luque
Título: Filosofía en español en Internet

Queridos compañeros:

Acabo de leer el comunicado de David sobre las posibles acciones intelectuales inmediatas que los usuarios hispanoamericanos con conciencia crítica deberían promover en la Red, y estoy completamente de acuerdo, incluso en el fondo entusiástico.

El griego o el latín, o la estética del Barroco, o los fundamentos de la matemática, o la literatura de Mann o de Kafka, o las películas de Henry Hataway... qué sé yo. Hay un fondo humanístico cuyo resguardo nos compromete dogmáticamente a todos. Digo dogmáticamente, porque «en rigor» no sabría argumentar razonablemente por qué no podemos dejar que la cultura anglosajona nos invada, si ello resulta de un proceso natural, sin resistencia pero también sin abusos, &c. Siendo yo un hombre completamente desarraigado, como cualquier escéptico de nuestro siglo, no tengo más patria que esa del virtual mundo libresco en que me he formado; pero el «patriotismo» platónico que funda mi amor a nuestra cultura, como el de Teira, es una reacción tan emocional como el patriotismo de los nazis por su «Blut und Boden»; la diferencia está en los contenidos y, por supuesto, en un grado de dulzura y de humanitarismo del que carecen los fascistas. Sin embargo -y esto quizá sería interesante discutirlo en alguna ocasión-, ¿no conocemos a muchos hombres de talento y de gran cultura y fina sensibilidad artística que han defendido las más aberrantes y antihumanitarias doctrinas políticas?

El recelo hacia Norteamérica, que es uno de los viejos Leitmotiven de la cultura europea, nos ha envuelto de manera algo paranoica, diría yo. En la época del modernismo la queja contra el «americanismo» como una moda infesta tenía el sentido de una envidia hipócrita, de una defensa aristocrática e impotente de lo castizo frente a lo nuevo, lo moderno, lo «libre», &c. Basta releer a Ortega para notar ese tufillo fascista en las críticas al americanismo, por su falta de cultura, su mediocridad, su democratismo, &c. Es notorio que el prejuicio antinorteamericano, que la mayoría de las veces no es una actitud verdaderamente antiimperialista, sino un prejuicio múltiple contra una cultura aparentemente distinta, o una envidia de la riqueza, &c., ha transitado desde el pensamiento conservador hasta el progresismo de cafetín. En alguna ocasión Lévi-Strauss ha celebrado el raro talento de los japoneses para conservar lo esencial de su cultura sin necesidad de cerrarse a la influencia extranjera (anglosajona), por el equilibrio encomiable entre su permeabilidad cultural y la permanencia de su identidad. Es notorio que los japoneses también están en el punto de mira de los odios y envidias de los progres europeos: se les ridiculiza por fotografiarlo todo, y invadir todos los rincones del mundo, que es precisamente lo que nosotros hacemos en cuanto tenemos la menor oportunidad, y que, obviamente, parece una cosa buena, mucho mejor que no salir nunca del pueblo... También Roland Barthes nos ha intentado dar una imagen más amable del Japón. Y no olvidemos al mismo Lenin, que se entusiasmaba con El nacimiento de una nación o que declaraba a los industriales norteamericanos que le visitaban su deseo de convertir Rusia en una nación tan avanzada como los EE.UU. Si os digo la verdad, creo que nuestro recelo general contra la cultura norteamericana o contra el Japón, por mucho que se revista de aparente progresismo, no es sino una versión más de la xenofobia ancestral con que anatematizamos a los fascistas. Ha llegado a repugnar a muchos intelectuales españoles el auge inverosímil de nuestros propios nacionalismos: no el reconocimiento del libre desarrollo y expresión de una lengua o una cultura, sino el hecho de que ese principio elemental de respeto se convierta en doctrina política o en pasto para el orgullo racial.

Internet ofrece la posibilidad de conocer la cultura norteamericana con mayor objetividad que a través de los tópicos y prejuicios habituales. Nos permite apercibirnos de que en los EE.UU. viven tantos intelectuales políticamente críticos, o diría yo que muchos más, que en Europa, y que hay de todo, como aquí. De alguna manera, también Internet puede ser una forma muy eficaz de acercamiento de los pueblos, ese ideal ilustrado tan ingenuo pero que no carece de cierta eficacia cultural. Este reconocimiento no altera para nada los deberes específicos que, por ejemplo, asumimos los miembros de esta lista (difundir el pensamiento crítico, materialista, &c.).

Está bien potenciar el fórum de la filosofía en español. Esta postura es tan emotiva como la que adoptaron los emigrados de la Escuela de Frankfurt en Norteamérica, que incluso se negaron a aprender el inglés, y siguieron escribiendo y publicando en alemán cuando sus obras no podían introducirse en la alemania nazi: querían desvincular su amada lengua, la lengua de Goethe y de Lessing, de su asociación con el fascismo, querían mostrar que pensar en alemán no era sinónimo de ser hitleriano... Con todo, podemos lícitamente dudar de la eficacia cultural de aquella postura tan romántica -postura que, sin dudarlo, apruebo completamente. Nosotros no estamos exiliados, pero al entrar en ese continente virtual que es hoy por hoy Internet, debemos considerarnos virtualmente exiliados -o al menos turistas virtuales-, como sugiere la inquietud de David Teira por la aplastante presencia anglosajona: entramos en Norteamérica virtual, lo cual es más una ventaja que un peligro.

Hasta pronto,
Alberto Luque.


Symploké 0034
Fecha: Jueves, 3 Oct 1996 19:01:07 +0300
De: Pedro Santana Martínez
Título: internet, idealismo, inglés

No sé si lo que voy a decir se aplica bien al contexto de la discusión tal como la modula Alberto Luque. Ya sé que lo que voy a contar son ejemplos escolares, pero al menos me aclaro yo. Por otro lado, separo los puntos y cada cual que lea el que le interese según el título.

A) Mentalismo y filosofía espontaneo-recreativa de los científicos

Partamos, a modo de ilustración, de que a Pauli, por hablar de física cuántica, le interesaba la filosofía hindú y alguna que otra doctrina esotérica. No porque aceptemos su principio de exclusión nos vemos obligados a aceptar sus ideas en otros campos. O, más en general, todavía dentro de la física cuántica, que un profesor enseñe la ecuación de ondas de Schrödinger un día no significa que ese día sea realista y el día que enseñe la mecánica matricial o el principio de indeterminación sea platónico al modo de Heisenberg. El profesor de marras igual ni se plantea el asunto, aunque ciertamente, según tengo entendido, la mecánica cuántica es uno de esos territorios donde uno se topa con los fundamentos, la epistemología y la gnoseología cada dos por tres.

En el campo de la inteligencia artificial me parece que la situación es similar. Se producen ingentes desarrollos, pero se pueden acompañar éstos de opiniones idealistas ingenuas o de filosofías que criticamos. Una primera cuestión es hasta que punto se producen cierres en las teorías o en las tecnologías o hasta qué punto esto no se ha producido. Lo que plantea Alberto me parece que tiene que ver con la eficacia genética o motora de ciertas componentes de una visión del mundo. Algo así como: sí, en efecto, son idealistas, pero han dado lugar a teorías magníficas en buena parte por el efecto de esas ideas que sustentan. Si se exageran estos motores del desarrollo científico va a resultar que la mecánica cuántica la inventó Keyserling. Desde luego creo que eso es la misma historia de la ciencia y no abundan más los ejemplos de lo contrario. Pero ahora digo:

1) Hay que distinguir entre la teoría científica y sus links -esto lo digo por meter al hipertexto- ideológicos, que a veces aparecen donde la teoría muestra sus limitaciones.Os voy a soltar un ejemplo escolar abusando de vuestra paciencia. Es el caso clásico y que os pido que me corrijáis pues probablemente lo expondré con alguna grave inexactitud: La mecánica de Newton es útil y vale para explicar y calcular una serie de cosas. Esa mecánica la construye un hombre que mantiene una serie de ideas para nosotros disparatadas sobre la alquimia y unos principios filosóficos y religiosos que no compartimos. Nosotros podemos separar una cosa de la otra, salvo en un punto, donde la mecánica newtoniana muestra sus limitaciones (no técnicas y que solventaron Lagrange y tantos otros), en cuestiones relacionadas con las distinciones entre los sistemas de referencia y la naturaleza del espacio y el tiempo, Newton conecta su espacio absoluto con Dios. Por otro lado, la construye more geométrico y prescinde del cálculo diferencial, que le parece poco digno. ¿Todas estas cosas quitan algo a la utilidad y a la verdad, dentro de sus límites y de su campo de aplicación, a la mecánica newtoniana? Más bien nada. La mecánica newtoniana emic, incluyendo la teología newtoniana, no la utilizaba ni el propio Newton. Y que se utilice la mecánica no quiere decir que se acepten todas las demás cosas.

2) De manera opuesta, aunque el idealismo contribuya a mostrar alguna cosa, seguramente oscurece otras. O, por decirlo menos metafísicamente, podemos poner de manifiesto casos en que el idealismo o algún derivado favorezca actitudes poco críticas y poco o nada científicas, o bien promueva unas teorías en detrimento de otras por razones ideológicas, &c. Y esto se puede hacer con menos ingenuidad que la que demuestra Bunge en, p. e., Teoría y realidad.

B) Consecuencias para la discusión sobre internet y el idealismo generalizado

1) En los manifiestos por la libertad en internet podemos tener de las dos cosas vistas antes -idealismo que nos parece fecundo e idealismo de frutos rechazables- Como decía alguien, criticar a alguien es la más alta forma de admiración que podemos expresar a ese alguien. Podemos admirar el valor cívico de una persona y tener simpatía por ella, pero al mismo tiempo criticar sus creencias y sus ideas. Lo mismo vale para la valía y fecundidad científica como bien sabe Alberto.

2) Sobre el último párrafo del penúltimo mensaje de Alberto. Un idealismo sustituye a otro. Se diría que el de la racionalidad mecánica que reemplaza a la orgánica, el de la Gesellchaft a la Gemeinschaft, &c. ¿Podría aplicarse aquí una distinción parecida? El materialismo de una organización estatal moderna es tal desde el punto de vista etic por así decir, pero emic se formula desde una perspectiva idealista. Incluso, la falsa conciencia propende al idealismo por mecanismos como los referidos en el siguiente punto.

3) Los olvidos de la materialidad funcionan en no pocos casos reduciendo la pluralidad de niveles descriptivos a uno solo. Es lo que venimos diciendo sobre el software, o sobre lo que muchos piensan que es. En lingüística, los modelos que propugnan la integración -la deducción exhaustiva de unos desde otros- de los niveles de descripción lingüística acaban cayendo en un formalismo idealista, sin perjuicio de que rindan importantes frutos científicos. De manera conversa, lingüistas que se reclaman emic idealistas son etic materialistas. O sea que en esto como en todo hay sorpresas.

4) ¿Qué opináis de la omnipresencia -en los más vulgares de los discursos y los contextos- de la noción de mundo posible? Esto creo que tiene algo que ver con el trabajo de Alberto porque muchas de las experiencias que nos procura el mundo contemporáneo se categorizan como inmersiones o visitas a otro mundo, total y completo. Cabría incluso echar una ojeada a la abundancia léxica de términos como mundo posible, mundo paralelo, otro mundo ahora y hace treinta años en textos de las más variadas disciplinas, no sólo en lógica o física cuántica o en ciencia-ficción. La idea que se transmite es la de la independencia de unos complejos de experiencia (valga Disney World o el ciberespacio) de las otras cosas del mundo. El sujeto, si no su cuerpo dirán algunos su conciencia, es libre de visitar o vagar por esos mundos tan promisorios. Los lazos entre las parcelas de la realidad son ahora puentes que la conciencia libre cruza entre un universo y otro. En el mejor de los casos las mismas limitaciones físicas se vencen, con lo que el triunfo de los espíritus, o de los cuerpos gloriosos o el de los autómatas perfectos, se consolida.

C) Español contra inglés

A veces a este problema se le da un formato exento. Hay gente para la que hablar en una lengua o en otra se queda sólo en eso, como si escribe con un bolígrafo o con otro. Por el lado aparentemente contrario, es interesante recordar cómo los políticos bilingües administran su uso de las lenguas para más o menos demagógicamente dar a entender la importancia de una comunidad y otras cosas.

Yo no creo que plantear una batalla lingüística sea mera demagogia, ni desde luego que se trate de un asunto instrumental. La gente que defiende la funcionalidad de una lingua franca suele poner ejemplos históricos no del todo adecuados. En la actualidad, proponer el inglés como lingua franca no es proponer una lengua neutral que todo el mundo puede manejar con igual pericia. Por otro lado, lo que se propone al hacer eso no es proponer una gramática y un léxico exentos sino favorecer unos contenidos, modos y problemas propios de un ámbito cultural, que por otro lado pueden ser muy interesantes. Y el otro lado de la moneda es que se está acabando con otros igualmente valiosos, pero creo que ni siquiera ésta es la cuestión de fondo.

No se trata nunca de la imposición, más o menos razonada, de una lengua (como si al decir inglés en este contexto uno estuviera hablando de una gramática entre otras) sino la de contenidos y mensajes que alguien emite. No se trata tampoco de que se pierda alguna rareza etnográfica o histórica. El problema que se plantea entre las lenguas grandes demográficamente es correlato de una batalla cuyos objetivos se encuentran en otros terrenos y su traducción más evidente, más saliente, es la de la lengua. Pero que una lengua exista como tal y a la escala que sea es consecuencia de una historia y, con exactitud, la lengua es compañera o correlativa de una entidad política o cultural de una naturaleza que no cabe determinar de antemano si es imperio o aldea. Me parece de una candidez extrema pensar que ésta es una cuestión neutral. Voy a dar unos ejemplo que creo muy significativos.

Hace dos o tres años, el profesor Bernárdez, catedrático de inglés en la Complutense, hizo y publicó un estudio de las citas que aparecían en los trabajos científicos de los especialistas en filología inglesa españoles. El corpus contenía artículos en inglés y en español por españoles. Lo interesante era que se comprobaba que las citas que los anglistas españoles hacían de sus colegas connacionales eran virtualmente inexistentes y eso que se trata de un gremio donde se cita con entusiasmo. Lo que se ponía de manifiesto era, me parece, la posición subalterna que dichos académicos, al parecer gustosamente, vienen adoptando; su incapacidad, de momento, para constituir una comunidad científica. ¿Se imagina alguien a Paul Preston olvidando a Hugh Thomas o menospreciando a John Elliot?

Otro ejemplo. Muchos traductores del inglés se sienten obligados a explicar sus elecciones terminológicas en diversas disciplinas técnicas y científicas, ignorando que existen tradiciones y normas bien asentadas -aunque patentemente débiles- en lengua española. El caso más ridículo es el de la retraducción del inglés de términos franceses o alemanes -cuando no españoles- bien asentados en España. Item más: la noticia de los arqueones tan publicitada por la prensa y que no tiene nada de nueva en el tiempo ni en España como más de uno se ha molestado en señalar.

El problema no es que uno tenga unos referentes culturales y acabe teniendo otros. Se trata de que cuando se discute de lenguas y de culturas se está luchando por otras cosas. El problema -ya lo dijo un personaje de Carroll, autor al que ya se ha citado en esta discusión y contemporáneo de Bismarck- el problema es saber quién manda.

Pedro Santana Martínez
dfm / UR


Symploké 0035
Fecha: Jueves, 3 Oct 1996 23:12:18 +0000 GMT
De: Javier Espada
Título: RE: internet, censura, &c.

Hola de nuevo.

En primer lugar manifiesto mi agradable perplejidad, justo envío un mensaje a la lista y recibo unos cuantos...

Comienzo por responder a Pedro,

> ....¿Ha notado él si los usuarios que utilizan eudora, netscape, &c., aun manejando estos programas con soltura y conociendo los recursos existentes, saben menos y se preocupan poco sobre el punto citado?

Se preocupan lo mismo que el que está viendo la 'tele' pueda preocuparle Retevisión (la empresa que difunde la señal). Su planteamiento es el mismo: «mientras funcione...»

En cierta lista española (y universitaria) dedicada a Internet, he mantenido una ligera discusión simplemente por preguntar el motivo por el que no se utilizaban ni la eñe ni los acentos, cuando actualmente los programas de correo lo permiten. Digo esto para mostrar la total despreocupación que existe en ciertos ambientes por las cosas más elementales...

> 2) Sobre la censura, procediendo de manera un tanto axiomática, hay que decir con la mayor generalidad:... i) Si alguien censura es porque tiene poder para hacerlo, pero si censura no será sólo por eso.

Totalmente de acuerdo, aunque insisto en que en el caso de Internet el primer axioma (por el momento) no se da, porque nadie puede censurar a esta especie de Hidra de Lerna rediviva, llena de cabezas (cada 'server' es una cabeza), y no creo que se haya reencarnado Heracles, quien por cierto murió a causa de su veneno... Lo que no implica, como acertadamente indica Pedro, es que no se pueda retirar el contenido censurado del 'server' en el que está alojado. Ni al propietario del mismo a colocarlo en otro, como sucedió con la página pro ETA, que curiosamente fue acogida en un 'server' holandés con información de tipo antifascista.

> Tal como funciona la red ahora no puede haber censura previa, pero ésta puede dirigirse a las personas físicas o jurídicas o, mejor, no hay censura previa en internet pero sí puede haberla a o sobre internet, porque ésta es una realidad que está en nuestro mundo.

Opino que eso no es censura sino la persecución de un delito, igual que sucedería con cualquier otro medio de publicación, más preocupante es el problema de la censura económica, frente a la que ya han nacido iniciativas, llamadas 'freenet', son 'servers' que permiten alojar información, disponer de correo electrónico y dan acceso, gratuitamente o por muy poco dinero, dado que carecen de ánimo lucrativo y suelen estar financiadas con dinero público. Por ejemplo, yo estoy utilizando casi 1Mb de espacio en un 'server' gratis, y curiosamente, para llevar a cabo una iniciativa de la que no obtengo ningún beneficio económico, concretamente para poner un índice de recursos de Internet en Aragón, el cual incluye un pequeño manual con toda la información necesaria para poder publicar en Internet. Otro futuro tema de discusión podría ser el de los nuevos tipos de intercambio (en la mayoría de los casos, gratuitos) que está potenciando esta red.

Con respecto a lo comentado por Alberto, no negaré que me molesta el neocolonialismo americano, pero ese sería tema para otro debate...

La presencia anglosajona en la red, dependerá en gran medida de lo que cada cual aporte...

Por mi parte, intento en la medida de lo posible, que no es mucho, potenciar la presencia de nuestra cultura en la red, y paso a comentaros la iniciativa de La Biblioteca Circular (http://www.encomix.es/~espada/circulo.html), la idea es bastante sencilla, consiste en enlazar páginas con un contenido artístico/humanístico en sentido amplio y extenso, pues carezco de animo censor y además, como cualquiera puede comprobar, son pocas las páginas que cumplen tan mínimo requisito. Desde aquí os invito a adheriros a esta iniciativa, y si alguien tiene problemas con el lenguaje HTML, puede leer lo expuesto en: http://www.geocities.com/Athens/1543/aragonet.html y contar con mi colaboración. De momento La Biblioteca contiene solamente unas cuantas páginas, aunque poco a poco, se va difundiendo, y todavía no están puestos todos los enlaces, pero se puede visitar y participar.

Pienso que en la red se va a producir una evolución que hará que las páginas que no se visiten cambien o desaparezcan, y serán determinantes no solamente los contenidos sino también la estética de su presentación y la forma en como se 'navega' por ellos. Esa puede ser otra forma de censura: el ostracismo. Cada vez que se visita una página se está contribuyendo a su 'supervivencia'.

Pese a que el contenido de mi página es bastante pobre y no está demasiado bien presentado, me ha sorprendido la gran cantidad de visitas y los comentarios recibidos, lo cual creo que demuestra, que existe un vacío en la red de contenidos afines a los que he puesto.

Espero, no haberme salido demasiado del tema de la censura.

Saludos,
Javier Espada


Symploké 0036
Fecha: Viernes, 4 Oct 1996 01:21:49 -0100
De: David Teira Serrano
Título: Cuestiones de estilo (al margen de la discusión)

Queridos compañeros,

Decía esta mañana Javier Espada algo que quizá se les esté ocurriendo a muchos otros -aunque no seamos muchos-: si los mensajes de la lista son o no demasiado largos.

Aunque no dé esa impresión, ésta es una disputa muy antigua en filosofía, la de si en la dialéctica conviene emplear discursos cortos o largos. La exposición más clásica de esta disputa se encuentra en el Protágoras de Platón. Debiera ser el mismo objeto de la discusión el que, a mi entender, nos impusiese sus dimensiones, aunque es cierto que de recibirse 15 mensajes de 10 páginas al día, resultaría difícil no dispersarse.

No creo que eso vaya a sucedernos, aunque, por lo demás, en cualquier lista de discusión más o menos académica conviven regularmente mensajes no muy largos (de menos de diez páginas) con otros más largos (de más de diez). Obviamente, si se diera ese extremo cabría llamar a la moderación a los contribuyentes, aunque se dan siempre soluciones intermedias, como esa a la cual recurre Pedro Santana: incluir epígrafes fragmentando un mensaje largo.

Aún así, si no estáis conformes con la forma o dimensiones de los discursos enviados, os queda -nos queda, aunque a mí me vaya la longitud- la educada astucia de Sócrates:

«Protágoras, aquí presente, es capaz, no sólo de pronunciar largos y hermosos discursos, como acaba de demostrar, sino de responder con brevedad a las preguntas, así como de esperar, cuando pregunta, y de aceptar la respuesta, cosa para la que pocos están preparados. Y ahora, Protágoras, sólo me queda una pequeña duda, que si me la aclarases, me quedaría completamente satisfecho» (Protágoras, 329b)

Saludos,
David.


Symploké 0037
Fecha: Viernes, 4 Oct 1996 12:12:45 +0300
De: Pedro Santana Martínez
Título: internet, censura

A propósito del último mensaje de Javier:

INTERNET Y CONOCIMIENTO

La actitud de muchos usuarios tal como la describía Javier («mientras funcione») es el hecho que hay que establecer y luego hay que explicarlo -a qué responde- y también discutir qué consecuencias pudiera tener.

Sobre el hecho:

Hace tiempo (marzo 96) hice una encuesta formal (la encuesta se hizo en departamentos universitarios «de letras» de España, Alemania, Grecia y Gran Bretaña) con un cuestionario que os puedo enviar entre profesores universitarios. Como era de esperar se sabía algo de ordenadores y casi nada de redes.

De modo informal me dediqué también por aquel entonces a interrogar a personas con conocimientos no despreciables de informática y que incluso habían contratado los servicios de un proveedor sobre cómo funcionaba internet, qué compañías, &c., aportaban la red física, &c. Por decirlo de alguna manera, y como apunta Javier, no lo sabían y no les importaba mientras funcionase.

Sobre la interpretación del hecho:

Nuestra actitud hacia ciertas realidades tecnológicas parece que es -mal llamándola- pragmática, instrumentalmente racional (lo uso, pero no malgasto esfuerzos en saber como funciona tal aparato), pero creo que esto da lugar cuando menos a:

- No sacar el debido provecho porque no se sabe lo que se está haciendo.

- La aparición de concepciones mágicas e irracionales sobre la tecnología.

- El descuido de los aspectos políticos y económicos de los sistemas en que las tecnologías se organizan, lo que, dicho sea de paso y según dirían algunos, impide la decisión racional por falta de conocimiento y desvirtúa la democracia.

Y por otro lado:

encuentro un correlato entre esa actitud ante la tecnología y algunas componentes de las ideologías idealistas.

CENSURA

Todo censor dirá que está reprimiendo un delito. Otra cosa es quién opina lo mismo que el censor y quién no.

Aunque cabe definir qué es delito en abstracto, no veo cómo dar una lista universal de delitos que no sea una enumeración de principios en negativo. Sí creo que se puede dar una definición universal de censura -y muy concreta- para unos medios de comunicación dados -lo que excluye censuras psicológicas y cosas por el estilo-. La definición no será jurídica sino operacional.

El censor siempre dirá que defiende a la justicia. Imaginemos que hay quien puede hacer con -pongamos- el servidor de la Autónoma de Madrid cuando el asesinato de Tomás y Valiente algo parecido a lo que se hizo con el servidor de ETA. Ese grupo de gente no dirá que están llevando a cabo una acción injusta. Hay casos en que seguro que la polémica salta sobre si hay que censurar o no, como ya ha saltado: censura a los historiadores nazis o anti-holocausto, pornografía infantil, o cosas así. Seguro que aunque aquí estemos de acuerdo en muchos casos prácticos, no lo estaremos en alguno, o en la forma «justa» de actuar.

¿Hay entonces gente con poder para censurar en Internet?

1) Hay gente con poder para negar el acceso a otros (económica, política o administrativamente).

2) Hay gente que puede reprimir usos que ya se han dado a Internet. El mismo Javier indicaba los procedimientos que van ideándose para prohibir algunas páginas.

3) El asunto de lo previo. La censura previa es previa a 1) la reproducción masiva de un mensaje y/o 2) su distribución. En internet la reproducción no es en unidades múltiples de papel. La distribución tampoco lo es de papel, que pesa, &c., pero es perfectamente material (a través de unos canales, es manipulable, &c.) y la censura puede ser lo suficientemente rápida como para que la distribución (el acceso a la misma de un número significativo de lectores en este caso) sea prácticamente nula. El censor a continuación puede proceder contra las personas.

4) La cantidad masiva de información hace que la publicación de una página, pese a los buscadores, pueda ser algo insignificante. Y que los lectores que den con ella no estén demasiado interesados. La batalla entonces sería entre censores y organizadores de la información y buscadores, porque al permitir encontrar una información se estaría llevando a efecto una reproducción y una distribución real de la misma.

5) Si alguien envía una información a una dirección determinada, a un corresponsal, los supuestos serían similares a los que se darían en la correspondencia sobre papel. El problema de la red es que, salvo en grupos de discusión (aunque menos) o en listas (más) uno no elige su interlocutor o su público, y eso es hasta cierto punto posible con medios de comunicación convencionales (por ejemplo editando en una editorial y no en otra).

6) Los medios por los que se difunde la existencia de un servidor hacen uso de las operaciones (aunque posiblemente automatizadas) de otras personas, pero por lo mismo tales operaciones pueden no darse. Puedo incluir en mi página un vínculo a otra dirección o no. Un buscador puede o podría establecer una discriminación en los servidores que lista, &c.

NOTA: Sobre el punto <5>: La comunidad internet es también virtual en el sentido de que los lazos que unen a sus miembros son en ocasiones mera ilusión y mero voluntarismo.

Pedro Santana Martínez
dfm / UR


Symploké 0038
Fecha: Viernes, 4 Oct 1996 12:25:45 +0000 GMT
De: Javier Espada
Título: RV: Presentacion y +

Hola de nuevo, acabo de percatarme que el primer mensaje que enviaba a la lista, no llego porque no escribí la dirección correctamente, por lo que he decidido volverlo a enviar, aunque no pretendo volver a 'resucitar' el tema de la URSS, de modo que quien lo desee pueda leerlo.

Volviendo a la pregunta de Pedro sobre el grado de (in-) consciencia de los usuarios informáticos me parece oportuno aportar algunos breves extractos que conservo y que me parecen relevantes, sobre la discusión que os comentaba sobre la forma tan extraña de escribir, sin eñes, acentos y demás, que por cierto también contó con apoyos, he incluso alguien creó la iniciativa ¿cigüeña!. Paso a citar un par de fragmentos con la única intención de aportar algo de documentación:

> Pero preguntabas por que la gente prefería un modo de trabajar frente a otro. Y la explicación es la que di: la razón para preferir usar la tilde en lugar de la e~e y demás es el dirigirse a una audiencia mas amplia [...]
> En ausencia de un estandar único solo te cabe esperar: esperar a que la evolución seleccione uno o varios que destaque(n) sobre los demás y sean universales. O esperar a que alguien desarrolle herramientas de interacción
> Como ejemplo: Las obras completas de Quevedo valen unas 20.000 ptas. en Aguilar. Es la única edición que conozco. Las de Shakespeare en inglés las he llegado a encontrar desde 1.500 en varias ediciones a varios costes. Quienes difunden mejor su cultura? Nosotros o los angloparlantes? Que se puede hacer para que leamos mas y los libros sean mas baratos? Responde a eso y te responderás tu mismo.

Finalmente adjunto información (con la foto de los tres jueces...) de otra lista sobre el intento de censura:

> Ya no es noticia comentar que la Communications Decency Act, firmada por el Presidente Clinton el pasado 8 de febrero, ha sido «parada» por anticonstitucional por un tribunal norteamericano (en concreto, por violar la primera enmienda sobre libertad de expresión). En un muy interesante articulo en el Business Week de esta semana se explica como los tres jueces que dictaron la sentencia pasaron de no saber nada sobre Internet a convertirse en quasi-expertos, y como finalmente decidieron la anticonstitucionalidad de la CDA. El articulo esta accesible en el web, en http://www.businessweek.com/1996/27/b348275.htm

De: Javier Espada espada@encomix.es
A: SYMPLOKE-LIST
Asunto: Presentacion y +
Fecha: lunes de septiembre de 1996 10:11

Hola a todos,

En primer lugar deseo manifestar mi sorpresa: tras permanecer suscrito varios meses a esta lista, me ausento y al regresar observo que ya se ha puesto en marcha.

Comenzaré pues con la presentación de rigor (aunque estoy seguro de que alguno de vosotros ya me conoce a través de la página que he puesto en la red). Mi formación (oficial) ha sido técnica, especializándome en el campo de la automática industrial (autómatas programables y robots), al mismo tiempo me he interesado desde la adolescencia por la Filosofía, con la que mantengo una relación un tanto especial -como si fuera una 'querida' frente a la 'esposa' oficial y técnica :( -, y aunque he intentado formalizar mi formación/relación, distintos avatares no me han permitido (por ahora) pasar de tercero. Si bien comparto muchas tesis del materialismo, no es de una forma exclusiva, como supongo que la práctica totalidad de los miembros de la lista, por lo que no creo que sea una gran limitación la orientación de la lista, como parecía afirmar Alberto Luque, en mi caso concreto 'padezco' un cierto humanismo más o menos ilustrado.

Sobre el tema que se está debatiendo, creo que hay tres aspectos fundamentales que explican el proceso de desmembramiento de la URSS, y a los que no se les ha dado, en mi opinión, suficiente importancia en los anteriores mensajes:

1. La falta de un desarrollo tecnológico similar al occidental, que llevó a la utilización de técnicas de producción obsoletas, con la consiguiente pérdida de calidad, bajo rendimiento, altísimos niveles de contaminación del medio ambiente, trabajo de mayor dureza y con mayores accidentes. Esto sin entrar en los errores burocráticos de la planificación centralizada y en el hecho de que buena parte de la economía soviética era de hecho economía de mercado, lo que parece apuntar a la imposibilidad de la economía 'dirigida' en un territorio aislado, como parece que se han percatado los dirigentes chinos.

2. Los problemas sociales de una sociedad intolerante, en la que la mayoría de sus actividades, incluso las más contrarias, como la creación artística o la investigación, estaban dirigidas. Esta situación es similar a la de los estados fascistas o fascistoides, como la que se vivió en España durante el franquismo, con una sociedad oficial y otra 'real', y en la que no se prima la excelencia sino la adhesión a determinadas consignas, en donde la crítica es considerada como traición, se practica una feroz represión, &c., llevando al empobrecimiento generalizado de toda la sociedad.

3. La artificiosa cohesión de distintos países, etnias e incluso religiones, mantenidas unidas por la fuerza y sometidas al yugo de la URSS manu militari, y que al no poder mantener la presión militar produjo el auge de los movimientos separatistas nacionalistas y la posterior fragmentación de la URSS.

Ignoro si con este sucinto resumen, habré conseguido aportar algo a este debate, pero espero que lo que queda patente es que los tres puntos citados están bastante alejados de las ideas de Marx, quien supongo que no los habría legitimado, siendo criticado por los propios 'revolucionarios', a parte claro está, que una cosa en una economía dirigida y otra que la directrices sean correctas. Dejo la pregunta en el aire ¿hasta que punto la ex-economía de la URSS siguió los planteamientos de Marx? Creo que se trata de una cuestión de grados y la respuesta no puede ser, simplemente, si o no.

Por otra parte hay un aspecto sumamente positivo, me refiero a la beneficiosa influencia de los regímenes comunistas en occidente, sin la cual no creo que se hubieran conseguido los avances sindicales ni la construcción del Estado del bienestar, curiosa paradoja.

Algunas discrepancias:

Yo no creo que el mercado sea tan nefasto como piensa Santiago Alfaya, a fin de cuentas, pese a los males del consumismo del primer mundo y a los problemas que sufre el tercero, pienso que solamente desde él pueden abordarse y solucionarse los problemas socioeconómicos. Por lo demás, la ex-economía de la URSS, se quiera o no, también estuvo sometida en gran medida a sus leyes...

Alberto Luque afirmaba que:

«Me consta que la filosofía es un saber contra alguien -y también contra algo: contra cosas, contra estados, contra estructuras, y en general contra la abyecta manera en que los hombres se organizan.» Tanto se puede afirmar que es contra algo que a favor de algo. Quizás estoy pecando de ingenuo, pero todavía pienso que la filosofía surge ante lo extraño, ante lo que uno no entiende, ante la admiración (thaumaste), ante el otro y no necesariamente contra él...

Tampoco comparto su pesimismo, «Porque en lo más íntimo de mi ser no creo que haya evolución en ningún sentido, moral o intelectual, sino sólo en el aspecto tecnológico». Las sociedades, tanto como los individuos, cambian y no siempre es para degradarse más... yo todavía creo en la Cultura frente a las barbaries, frente al monstruo que en determinadas circunstancias (cuando se dan el poder absoluto unido a la impunidad absoluta) se manifiesta en los humanos (Sarajevo está tan cerca) y hace que el hombre sea capaz de matar, torturar, violar, &c.

«En cualquier caso, quiero sugerir que ni el fracaso del comunismo ni el éxito apabullante del capitalismo se explican por motivos de eficacia o falta de eficacia cultural, sino por motivos culturales, antropológicos.»

Me temo que se olvida el más importante, el económico (insisto), y creo que de haber tenido éxito en ese campo, la URSS continuaría existiendo...

Lamento haber estado ausente cuando se inicio el debate, y debido a todo lo expuesto, no me parece oportuno continuar, dado que hay opiniones y replicas mezcladas, en parte porque por el cambio del programa de correo se me han desordenado, y en parte porque ya se han mencionado.

Saludos,
Javier Espada.


Symploké 0039
Fecha: Sábado, 5 Oct 1996 15:33:17 -0100
De: David Teira Serrano
Título: La censura en Internet (Sinopsis)

Queridos compañeros,

Se me ocurre que no es mala idea ir recapitulando los resultados de una discusión una vez que está va apagándose (sin perjuicio de que vayan llegando otros mensajes,claro). Quizá ello nos sea útil y conviniese «institucionalizarlo». De momento, va ésta

LA CENSURA EN INTERNET

La discusión comenzó con la intervención de David Teira llamando la atención sobre la actualidad de esta disputa en diversos foros de Internet, a la vez que oponiéndose a los argumentos empleados mayoritariamente por los defensores de la libertad de expresión (LE): no cabría considerar Internet como un ámbito exento («angélico»). Se añadía como ilustración un manifiesto comentado en el que se destacaban las fuentes norteamericanas de estas ideas -Thoreau, &c.-

Pedro Santana llamaba la atención sobre los esquemas mentalistas de comprensión de Internet, y advertía de la conveniencia de atender a los contenidos expresados cuando se defendía la LE, llamando a su vez la atención sobre los escasos efectos de esta libertad ante la concurrencia de innumerables mensajes.

Teira desarrollaba su indicación anterior sobre las fuentes ideológicas de los defensores norteamericanos de la LE. Según Teira, esta libertad resultaba del enfrentamiento de opiniones, para posibilitar su convivencia, aun cuando se interpretase a menudo como el enunciado de una armonía preestablecida entre éstas.

Alberto Luque intervenía advirtiendo de la efectividad política del conflicto, aun cuando su expresión resultase idealista, y lo ofrecía como indicio de las mutaciones operadas por la aparición de Internet: la ruptura de los monopolios de la información y la alteración de la forma de los discursos (aun cuando se mostraba escéptico sobre sus contenidos).

Javier Espada contribuía informándonos de las restricciones impuestas por el formato electrónico y sus efectos en los discursos en circulación en Internet, así como del origen social de algunos de sus actores más significativos. Observaba además las dificultades formales de imponer la censura en la red, a la vez que advertía sobre el escaso uso dado a sus posibilidades para la difusión de contenidos de auténtico interés.

Aquí la discusión se abre:

Por una parte se discute la cuestión del MENTALISMO: Alberto Luque observaba cómo el discurso mentalista promovía nuevas y sorprendentes invenciones, denunciando cómo este discurso, de origen postmoderno -él lo anclaba en la semiótica- ocultaba la vertiente materialista de estos avances. Esto lo entendía de algún modo inevitable, dentro de la evolución del capitalismo descrita por Weber -el desencantamiento como paso a un idealismo «frío»-

A esto contestaba Pedro Santana señalando la conveniencia de distinguir entre el ejercicio de los científicos y su representación de éste, destacando aquél como el componente duradero de su aportación, a la vez que impugnando el otro.

También, ligada a esta disputa, fue la correspondencia entre Santana y Espada acerca de la ignorancia entre los usuarios de los verdaderos soportes de la red como fuente y sustento de esas ilusiones mentalistas.

También discutieron Javier Espada y Pedro Santana sobre los MODOS DE LA CENSURA. Santana insistía en el imperativo de considerar Internet como un fenómeno en el mundo e inscrito en las luchas de éste: aun cuando el formato de la red dificultase la censura, no desaparecía el conflicto, apareciendo en nuevos modos y formas, que entre ambos fueron enumerando y comentando.

Por otra parte, Teira llamó la atención acerca de la virtud de Internet como ágora global en la cual discutir los fenómenos que afectan a una comunidad ya mundial. A la vez, advertía sobre la estructura de esta comunidad, insistiendo en los efectos de la DIFUSIÓN DEL INGLÉS como lingua franca y «llamando a la resistencia» desde el español.

Alberto Luque se mostraba escéptico respecto a los efectos de ésta, y crítico respecto a algunos de los argumentos clásicos de esta defensa (Ortega, &c.). Advertía además de las virtudes que reportaría un mejor conocimiento de Norteamérica.

Pedro Santana consideraba el conflicto de lenguas como expresión más inmediata de otros conflictos políticos, de los cuales, advertía, no cabía desentenderse.

Saludos,
David


Symploké 0040
Fecha: Sábado, 5 Oct 1996 15:33:20 -0100
De: David Teira Serrano
Título: La censura en Internet (Comentario ante la sinopsis)

Queridos compañeros,

A la vista de la recensión que os envío de nuestra última discusión, me gustaría enunciar algunas observaciones «epilogales» -prólogo de nuevas discusiones, quizá-.

Las coincidencias son, creo, fundamentales: Internet no es un fenómeno exento, está inmerso en el mundo y los análisis de los fenómenos acontecidos en la red nos remiten a otros conflictos más allá de ella. También coincidimos, creo, en los esquemas de análisis: oposición al mentalismo, del cual fuimos destacando sus fuentes desde las ideológicas (desde Thoreau, a la semiotización postmoderna) a la simple ignorancia de los mecanismos que lo sustentan.

Más que de discrepancias, diría que en la discusión quedaron cabos sueltos -es inevitable, ya nos advertía otros Rafael Agacino en la disputa sobre la URSS-: por una parte, coincidimos en oponernos a la censura, y reconocemos sus modos, pero no quedan demasiado claros los fundamentos de esa oposición; denunciamos las apelaciones a la libertad de expresión, pero no se dan argumentos alternativos. Por otra parte, coincidimos en la asunción de unas mismas coordenadas en la red (la comunidad de lengua), pero esto necesitaría, creo, un mayor desarrollo, a efectos de establecer cuáles son los contenidos ínsitos en esas coordenadas -¿nos comprometen del mismo modo a los españoles, en el sur de Europa, que a los mejicanos, junto a EE.UU, por ejemplo?-

Saludos,
David.


Symploké / Cartas
© 1996 Proyecto Filosofía en español (España)

Avenida de Galicia 31 ~ 33005 Oviedo ~ España
www.filosofia.org ~ pfe@filosofia.org
Proyecto Filosofía en español