Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González
Filosofía elemental
Libro tercero: Ideología

Capítulo tercero
Teoría general sobre el origen de las ideas

Indicadas y discutidas en los precedentes capítulos las principales teorías de los filósofos acerca del origen de las ideas, vamos a exponer nuestra opinión sobre la materia, conforme en el fondo con la teoría ideológica de santo Tomás, bien que modificada en algunos puntos, o si se quiere, desarrollada en algunas de sus fases y aplicaciones posibles. Sentaremos primero las bases de nuestra teoría, reasumiendo las doctrinas psicológicas más directamente relacionadas con el presente problema.

Artículo I
Bases y nociones previas para explicar el origen de las ideas

1ª El entendimiento humano es a la vez una facultad nobilísima, y una facultad imperfectísima. Es facultad nobilísima, en el mero hecho de ser facultad inteligente; porque decir facultad inteligente equivale a decir facultad superior infinitamente a las facultades todas sensibles, por nobles y [415] elevadas que las suponga: equivale a decir, facultad, en cierto sentido, infinita, puesto que su acción alcanza y se extiende a lo espiritual y lo material, a lo inteligible y lo sensible, a lo posible y a lo ideal lo mismo que a lo existente y real, y por decirlo de una vez, a lo finito y a lo infinito. Al propio tiempo, para reconocer que es una facultad muy imperfecta en el orden inteligible, basta tener presente: 1º que en sí misma u originariamente, no posee ninguna idea, ninguna noción, ningún conocimiento objetivo, dormitando, por decirlo así, en su pasividad y receptividad inicial e innata: 2º que para salir de su estado pasivo necesita ser excitada por el ejercicio de la sensibilidad, recibiendo a la vez de ésta los materiales para su desarrollo y para la elaboración de las ideas y conocimientos intelectuales: 3º que aun después de excitada y puesta en movimiento su actividad, no llega al conocimiento científico de las cosas sino por medio de una elaboración sucesiva, gradual, y sobre todo, trabajosa, difícil y vacilante: 4º que lejos de conocer los objetos y entrar en posesión de la verdad objetiva por medio de simples intuiciones y juicios inmediatos, como Dios y los ángeles, se ve obligada a proceder ordinariamente por medio de raciocinios, deductivos unas veces, e inductivos otras, pero siempre más o menos difíciles y complejos. Considerada bajo el primer aspecto nuestra inteligencia, dice de ella con razón santo Tomás que es quodammodo infinita, y también que es impressio quaedam Veritatis Primae; y en otros términos, participata similitudo Luminis increati, in quo continentur rationes aeternae. Considerada bajo el segundo punto de vista, es apellidada por él mismo con profunda razón filosófica, pura potentia in ordine intelligibili.

2ª A pesar de su pasividad o receptividad inicial, el entendimiento humano es una verdadera potencia activa, ya porque es el principio próximo vital de la intelección o acción de entender, ya porque incluye lo que hemos llamado con los Escolásticos entendimiento agente, o sea la fuerza y actividad necesarias para transformar las representaciones sensibles, abstrayendo y elaborando las ideas inteligibles o [416] impresas, representativas de los objetos bajo la forma de universalidad, sin lo cual no podrían determinar y servir de objeto a la acción intelectiva. Ni es preciso imaginar que la elaboración de estas ideas o representaciones inteligibles mediante la acción del entendimiento, sea anterior con duración de tiempo a la acción del mismo entendimiento con la cual percibe el objeto, bastando al afecto la prioridad de naturaleza. Antes bien es más probable que las abstracciones y la intelección son acciones simultáneas o coexistentes, aunque la primera precede a la segunda prioritate naturae. Este modo de ver se halla en armonía con santo Tomás cuando afirma que de la acción del entendimiento agente (abstracción o formación de las ideas impresas) y de la acción del entendimiento posible (la intelección, el conocimiento intelectual del objeto), resulta un acto perfecto: resultat unus actus perfectus.

3ª Además de la abstracción de las especies o ideas inteligibles, función que pertenece al entendimiento agente en orden a las representaciones sensibles, puede y debe admitirse otra abstracción propia del entendimiento posible; pues éste, al pensar sobre un objeto, puede dividirlo en varios conceptos parciales, y reuniéndolos o comparándolos entre sí y con otros formar representaciones intelectuales de realidades objetivas determinadas, respecto de las cuales estas ideas o representaciones formadas por el entendimiento posible, tendrán lugar o harán el oficio de ideas impresas.

4ª Las ideas todas existentes en nuestro entendimiento pueden reducirse a cuatro clases: 1ª ideas que representan o se refieren a objetos corpóreos y sensibles en universal, como la representación inteligible y universal del hombre, del caballo, del mármol: en gracia de la claridad llamo a estas, ideas de abstracción primaria: 2ª ideas relativas a objetos o realidades objetivas, las cuales, aunque incluidas y encerradas en cosas corpóreas y sensibles, no están limitadas o circunscriptas a ellas, sino que pueden existir en cosas incorpóreas e insensibles, como las ideas de causa, efecto, bueno, malo, existencia, sustancia, contingencia, necesidad, &c., las [417] apellidaremos ideas inteligibles: 3ª ideas que se refieren a sustancias espirituales, como las de Dios, de los ángeles, del alma racional, las cuales pueden decirse ideas espirituales: 4ª finalmente, la idea de ente, la cual constituye un género especial, por razón de su universalidad suprema y de su inseparabilidad de las funciones o manifestaciones del entendimiento humano.

Esto supuesto, veamos ahora el origen más probable de cada una de estas clases de ideas.

Artículo II
Exposición sumaria del origen de las ideas

Las nociones expuestas en el artículo anterior, en relación con las doctrinas psicológicas de antemano consignadas, nos conducen a la siguiente teoría ideológica, que puede considerarse como un corolario general de la Psicología, y que puede condensarse en los siguientes puntos:

1º Si se trata de las ideas expresas, todas son producidas por el entendimiento posible, es decir, por el entendimiento en cuanto incluye o significa la facultad de entender los objetos por medio de percepciones, juicios y raciocinios universales, que esto y no otra cosa es el entendimiento posible. No siendo las ideas expresas más que los conceptos o nociones que el entendimiento forma de los objetos que conoce o en cuanto sometidos a la intelección, claro es que deben considerarse como un efecto y producto del entendimiento posible.

2º Si se trata de las ideas impresas, o sea de aquella idea o representación intelectual que establece comunicación actual entre el objeto cognoscible y el entendimiento cognoscente, sirviendo de medio para que el objeto se haga presente al entendimiento con presencia inteligible y bajo la forma de universalidad, entonces es preciso distinguir:

a) Si se trata de las ideas de primera abstracción, estas son producidas por la acción del entendimiento agente sobre las representaciones sensibles, lo cual equivale a decir [418] que son producidas y elaboradas en virtud de la fuerza innata o actividad connatural y espontánea que tiene el entendimiento, para determinar la representación universal del objeto contenido y representado en la sensibilidad con representación singular y sensible.

b) Si se trata de las ideas que hemos llamado inteligibles, estas proceden a la vez de los dos entendimientos: del agente, en cuanto que en las ideas de primera abstracción, por ejemplo, en la idea de hombre, se hallan incluidas otras puramente inteligibles, como la razón de causa, efecto, sustancia, existencia, &c. Proceden también el entendimiento posible o cognoscente; porque este, al conocer o entender al hombre, siguiendo el ejemplo indicado, descubre en él y pasa sucesiva y voluntariamente a pensar y concebir cada una de las realidades objetivas correspondientes a las ideas de causa, sustancia, contingencia y otras puramente inteligibles.

3º Por lo que hace a las ideas puramente espirituales, también es preciso distinguir.

a) La idea o representación inteligible de Dios, bajo el concepto de ser necesario e infinito, resulta de la síntesis o reunión de las ideas de ser con las de necesidad absoluta, o negación de límites y determinaciones respectivamente. Si Dios se presenta bajo el concepto de causa primera, entonces se forma del mismo modo que las ideas inteligibles.

b) Si se trata de los ángeles, formaremos ideas o representaciones inteligibles de estas sustancias, por analogía con la sustancia de nuestra alma; de donde se infiere que son producto del entendimiento posible más bien que del agente.

c) Finalmente, los actos o funciones ejercen el oficio de ideas impresas, sin serlo propiamente, con respecto a nuestra alma, cuya sustancia y atributos conocemos mediante la intuición experimental de sus actos. De aquí se infiere, que en realidad, no hay idea impresa del alma, supliendo sus veces los actos que de ella proceden, y que son manifestaciones y como presentaciones de su ser.

4º La idea de ente, como condición necesaria que es de la actividad intelectual y de su ejercicio, puede considerarse [419] como una idea innata implícita et in fieri, bastando cualquiera excitación de dicha actividad para que se haga explícita, actual, perfecta y clara en la inteligencia, que depende de ella en su desarrollo subjetivo y objetivo.

5º Infiérese de lo dicho que todas las ideas intelectuales pueden decirse dependientes de la sensibilidad bajo dos puntos de vista generales: 1º porque en el hombre no se manifiesta ni desarrolla el conocimiento intelectual, ni adquiere ideas o nociones intelectuales de los objetos, sin que haya precedido el conocimiento sensitivo o la percepción de algún objeto singular por medio de los sentidos: 2º porque, hablando en general, primero conocemos los singulares que los universales, y por otra parte las representaciones sensibles son las que originariamente excitan la actividad intelectual y constituyen, o la materia, o la ocasión respectivamente, para la formación de las ideas y conocimientos intelectuales. En este sentido, puede admitirse como verdadero y exacto el apotegma antiguo: nihil est in intellectu quin prius fuerit in sensu.

6º Este mismo apotegma será inadmisible y conducirá al sensismo, como condujo a Locke, si se toma literalmente como suena. Porque la verdad es: 1º que los sentidos no son verdadera causa eficiente de las ideas y conocimientos intelectuales, sino causa material, cuando más: la razón de causa eficiente corresponde al mismo entendimiento: 2º que con respecto a algunas ideas, ni siquiera tienen razón de causa material; pues las ideas que hemos apellidado inteligibles, solo dependen o proceden de las representaciones sensibles de una manera indirecta y remota; a lo cual se añade, que con respecto a las espirituales de los ángeles y del alma racional, y más todavía con respecto a la idea fundamental del ser, ni siquiera tienen razón de causa material remota, pues esta clase de ideas solo proceden de la sensibilidad como de causa ocasional.

Conviene no perder de vista estas indicaciones, si se quiere saber el sentido o significación en que santo Tomás y otros Escolásticos hacen uso del axioma nihil est in intellectus quod non prius fuerit in sensu.

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Zeferino González Filosofía elemental (2ª ed.)
Madrid 1876, tomo 1, páginas 414-419