Zeferino González (1831-1894)
Obras del Cardenal González
Historia de la Filosofía
Segundo periodo de la filosofía griega

§ 89

Discípulos y sucesores de Epicuro

La corrupción general que a la muerte de Epicuro se había apoderado de la Grecia y del Asia, la molicie en las costumbres, la irreligión y el descreimiento [375] que reinaban en aquellos países, al propio tiempo que comenzaba a propagarse en Roma y en las provincias sujetas a su dominación, contribuyeron poderosamente al desarrollo, extensión y permanencia, que por espacio de siglos alcanzó la escuela epicúrea entre griegos y romanos. Bien es verdad que la importancia y mérito de sus discípulos y adeptos no corresponde a su número; pues, si se exceptúa al famoso autor del poema De rerum natura, apenas hay alguno que sea digno de especial mención.

a) Diógenes Laercio, en quien se descubre cierta predilección por Epicuro y cierta complacencia bastante significativa en la exposición de su doctrina, habla de sus discípulos y sucesotes más inmediatos en los siguiente términos:

«Tuvo muchos y muy sabios discípulos, como Metrodoro Lampsaceno, el cual, desde que le conoció, jamás se apartó de él, excepto seis meses que estuvo en su casa, y se volvió luego... Era constantísimo de ánimo contra las adversidades y contra la misma muerte, según dice Epicuro en el Primer Metrodoro. Dicen que murió siete años antes que su maestro, a los cincuenta y tres de su edad...

b) »Fue también discípulo de Epicuro Polieno de Lampsaco, hijo de Atenodoro, hombre benigno y amable, como le llamó Filodemo. Lo fue igualmente su sucesor en la escuela Hermaco de Mitilene, el cual al principio seguía la oratoria. De éste quedan excelentes libros, que son veintidós Cartas acerca de Empedocles. –De las Matemáticas, contra Platón y contra Aristóteles. Murió en casa de Lisias este varón ilustre. Fueron también discípulos suyos Leonteo con su mujer [376] Temistia, a la cual escribió Epicuro, y asimismo Colotes e Idomeneo, todos naturales de Lampsaco.»

c) Sucedió a Hermaco en la dirección de la escuela Polistrato; a éste sucedió Dionisio, por cuyo fallecimiento entró a regir la escuela epicúrea Basilides y después Apolodoro, autor de más de cuatrocientas obras. Su discípulo Zenón, originario de Sidón, escribió también bastantes obras, según el citado Diógenes Laercio. Filodemo, discípulo de Zenón, lo mismo que los dos Tolomeos de Alejandría, Demetrio de Lacón, Diógenes de Tarso, conservaron las tradiciones y la enseñanza de la doctrina de Epicuro, sin introducir en la misma modificaciones notables ni desarrollos científicos. Generalmente se limitaron a reproducir y popularizar la doctrina de su maestro, si bien algunos acentuaron las tendencias materiales y ateas del mismo. Los partidarios griegos del epicureísmo fueron superados en este terreno por el admirador entusiasta del Grajus homo, o sea por el autor del poema De rerum natura, según veremos más adelante.

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Zeferino González Historia de la Filosofía (2ª ed.)
Madrid 1886, tomo 1, páginas 374-376