Los diputados pintados por sus hechos
R. Labajos y Compañia, Madrid 1869
tomo primero
páginas 164-167

Pedro Mata

Pedro Mata FontanetSi el espacio de que podemos disponer y la índole de la presente obra lo consintieran, no vacilaríamos en dar a estos apuntes la extensión que en nuestro concepto requiere la biografía de una de las celebridades de España, en su triple carácter de conocido político, de eminente fisiólogo y de apreciable literato, tan respetado entre los hombres de ciencia como querido de las masas por su simpática elocuencia y su arte en popularizar los conocimientos filosóficos. Mas a pesar nuestro habremos de concretarnos a seguir al ilustre profesor del Colegio de San Carlos en su larga y agitada carrera política, indicando solo de paso sus trabajos científicos y literarios y sus triunfos académicos.

Nació D. Pedro Mata y Fontanet en Reus, provincia de Tarragona, el 14 de Junio de 1811.

Hizo en Reus sus primeros estudios con notable aprovechamiento, sobresaliendo principalmente en la literatura castellana, en la música y en el dibujo. Su padre D. Pedro, también doctor en medicina y humanista excelente, perfeccionó la educación del joven Mata. Pasó luego a Tarragona, donde cursó tres años de filosofía, alcanzando en todos ellos muy buenas notas. De allí fue a Barcelona a cursar física experimental y botánica, y siete años de medicina, todos los cuales ganó con notas sobresalientes.

Siguió cultivando además la música y el dibujo y en especial la literatura, y siendo todavía estudiante publicó varios artículos literarios y políticos, y algunas poesías en los periódicos de Barcelona, popularizando su nombre como uno de los apóstoles más ardientes del progreso. Recién graduado sacó a luz una traducción de la Historia de Riego y un opúsculo sobre la grippe, que acababa de hacer terribles estragos en toda Europa.

Partidario entusiasta de la causa liberal, tomó las armas cuando la creación de los voluntarios de Isabel II, siendo cabo primero de cazadores, y compuso un himno patriótico que su batallón imprimió y fue muy celebrado. Salió a campaña movilizado en persecución de las primeras facciones de Cataluña, y tomó parte en varias acciones de guerra, entre otras el levantamiento del sitio de Olot, donde cayó prisionero el general O'Donnell.

En 1835, después de la sublevación que produjo la caída del conde de Toreno, fue elegido capitán del batallón de la Blusa.

En otro movimiento popular ocurrido en Barcelona, la Ciudadela fue asaltada por el pueblo que pasó a cuchillo todos los prisioneros carlistas, entre ellos el general O'Donnell, y al día siguiente se proclamó la Constitución del año 12. Pero sobreviniendo una reacción, Mata contribuyó poderosamente a vencerla, y en recompensa de este servicio le buscaron luego para [165] prenderle, y tuvo que estar oculto en Reus cuarenta y nueve días.

Ocurrida la sublevación de la Granja, sublevóse también Barcelona, obligando al general Mina a promulgar la Constitución de 1812. Aquella misma noche Mata fue preso y conducido atado como un facineroso con otros infelices a un buque de guerra, que debía llevarlos a Filipinas. Por fortuna, antes de darse el buque a la vela triunfó la revolución que dio la libertad a los desgraciados prisioneros.

Apartándose entonces de sus antiguos amigos, contra quienes abrigaba fundados resentimientos, entró como folletinista en la redacción de un periódico que hacia la oposición a los bullangueros, lo que le hizo pasar por adicto a los reaccionarios, y para sincerarse publicó un folletín satírico, y después un folleto que fue leído con avidez, separándose al mismo tiempo de la redacción del periódico.

A los pocos días, el 4 de Mayo de 1837, subleváronse algunos milicianos que fueron vencidos, no sin que la lucha fuese encarnizada y sangrienta. Díjose que Mata llevaba la bandera de los sublevados, y él se justificó en un comunicado, probando que no había salido de su casa, ni tomado parte alguna en el movimiento; mas nada le valió. Tuvo que ocultarse, refugiándose a bordo de un buque francés que le condujo a Tolon, y de allí pasó a Montpellier, donde permaneció nueve meses dedicado al estudio y asistiendo a las cátedras y clínicas de aquella famosa escuela. Fue nombrado individuo del Cercle medical de Montpellier, y de la Sociedad médico-quirúrgica de la misma.

Imposibilitado de permanecer más tiempo en el extranjero por falta de recursos, y creyendo que habían cesado las persecuciones en su país, regresó a España en Abril de 1838, y fue a establecerse en Reus, su país natal. Mas a los pocos días de su llegada, cuando tranquilo y disfrutando de las dulzuras del hogar, cuidábase solo de visitar enfermos, fue preso juntamente con D. Pedro Soriguera, su amigo, y conducido con él a Tarragona, donde ambos fueron encerrados en un calabozo: en él murió del tifus Soriguera, y a los dos meses Mata se vio desterrado de España, sin formación de causa y sin saber siquiera cuál era su delito.

Encaminóse a París con pocos recursos, y tras mil amarguras y sinsabores, tuvo la suerte de hallar a su amigo D. Rafael Saura, que a la sazón estaba cursando medicina y que le amparó y buscó trabajo. Dos años estuvo en París ocupado en escribir y asistir a las cátedras y clínicas, aumentando el caudal de sus conocimientos. Tradujo en aquel tiempo cuatro tomos de Memorias para la historia eclesiástica; el opúsculo dado a luz por el autor del daguerrotipo, y el informe de la comisión de la Cámara de diputados; el tratado de la inoculación por Ricord; dos novelas de Walter Scott, y un tratado de economía política de Blanqui. Escribió o reformó un libro titulado Secretos de la naturaleza, y puso al nivel de los conocimientos actuales la Recreación filosófica del padre Almeida, añadiendo algunos tratados, como el de química y de geología. También tradujo algunos romances del Romancero del Cid y un tratadito de beneficiar metales para Mr. Becquerel. Escribió además varias poesías y la novela titulada El poeta y el banquero, que más tarde dio a la estampa en Barcelona. Durante su permanencia en París contrajo matrimonio con una joven española que es su actual esposa.

Después de la revolución de 1840, regresó Mata a su país resuelto a no cuidarse más que de su profesión y de las letras. Rechazó varios cargos populares, y para mantener mejor su independencia trasladóse a Barcelona, se dedicó al ejercicio de la medicina, y tomó parte, aunque secretamente, en la redacción del Constitucional.

Nombráronle alcalde, en cuyo cargo se atrajo las simpatías de los barceloneses por su energía y liberalismo.

Poco tiempo después fue nombrado diputado a Cortes por la provincia de Barcelona, y no poseyendo rentas para vivir en la corte, la sociedad del Constitucional le consideró como redactor del mismo para los asuntos generales que debía tratar desde Madrid.

Al estallar en 1841 la sublevación de León, Concha y O'Donnell, vino a la corte comisionado por el ayuntamiento de aquella ciudad; volvió a Barcelona y tomó una parte activa en los sucesos ocurridos por entonces. Se opuso abiertamente a. la conducta de Vanhalem, capitán general de Cataluña nombrado por el regente. Abiertas las Cortes, tomó asiento en los bancos de la oposición, pronunciando un brillante discurso en contestación al de la corona, otro en la cuestión de aranceles y otros con motivo de la sublevación de Barcelona en 1842.

En la legislatura de este último año fue nombrado secretario del Congreso.

Cerradas las Cortes, permaneció en Madrid, donde se dedicó a escribir artículos y poesías en varios periódicos, único medio de subsistencia que le quedaba después de haber cesado la publicación del Constitucional. Escribió también la Historia de la música y El Panorama español, cuando empezó el tomo tercero. [166]

Barcelona fue bombardeada, y la indignación que produjo este suceso en todos los catalanes determinó a Mata y otros a publicar El Pabellón español, periódico de oposición enérgica, y del cual fue director Mata.

Al regresar el Regente de Cataluña, los pocos diputados catalanes que había en Madrid le elevaron una exposición pidiendo todo el rigor de las leyes para los que habían consentido el bombardeo. Mata redactó la exposición y apoyóla con artículos virulentos publicados en El Pabellón. El del 4 de Febrero fue denunciado; le defendió Mata, y el artículo fue absuelto por once votos contra uno, siendo el autor llevado en triunfo al salir de la Audiencia.

Disueltas las Cortes, y convocadas otras, eligióle diputado la provincia de Barcelona, y el nuevo Congreso nombróle también secretario.

Después del levantamiento de 1843 desempeñó con el ministerio López el cargo de oficial 1º de Gobernación, redactando el plan de Estudios médicos que salió en la Gaceta el 10 de Octubre de 1843.

Al cabo de tres meses presentó la dimisión de su destino, y el ministro le dio la cátedra de Medicina legal y Toxicología, cuya enseñanza inauguró Mata de un modo brillantísimo, conquistándose en ella la envidiable popularidad que disfruta entre la juventud española.

Desde este momento entró en una nueva faz la vida del Dr. Mata. Retirándose de la política se entregó completamente a la ciencia. A los pocos meses de regentar la cátedra, dio a luz una obra de texto para su asignatura, que el gobierno le premió y que fue adoptada por todas las escuelas del reino. Publicó además un Manual de Nemotecnia o arte de ayudar a la memoria, y fundó un periódico titulado La. Facultad, que dio a las publicaciones de la ciencia un impulso desconocido hasta entonces.

El año de 1849 dio a la estampa la Sinopsis filosófica de la Química, obra que compendiaba las lecciones dadas por el mismo método durante dos años en el Ateneo de Madrid y en la Academia Quirúrgica Matritense.

En 1850, estando en auge la homeopatía, Mata se presentó en el Ateneo a dar un curso crítico de este sistema, combatiéndolo con vigor. Dos años duraron estas lecciones, siendo luego publicadas en dos tomos con el título de Examen crítico de la homeopatía.

En 1833, cuando los liberales que habían sido escritores públicos ofrecieron su pluma a la prensa perseguida, Mata puso su firma en la manifestación.

Por aquella misma época publicó una novela con grandes láminas titulada Las Amazonas, y otra en el folletín de El Clamor, llamada Eloisa y Abelardo, lo cual dio margen a que los obispos de España anatematizaran a los lectores del Clamor, confundiendo la novela del Dr. Mata con las cartas de Eloisa y Abelardo.

Después del pronunciamiento de 1854 volvió Mata a la política, tomando parte en las tareas del Círculo de la Unión , de cuya sociedad fue nombrado vicepresidente.

Ocupóse con grande interés en las elecciones, y nombrado presidente del Comité de Médicos y Cirujanos, trabajó en favor de D. Pedro Calvo Asensio, elegido por este Comité para ser propuesto al Comité general.

Resuelto a retirarse de nuevo de la política, dio un manifiesto que publicó en La Iberia, diciendo que se volvía a la vida privada, considerándose libre de todo compromiso y alegrándose de que España tuviese tantos hombres mejores que él para representar al país en las Cortes Constituyentes.

Desde esta época se mantuvo Mata apartado de la política, consagrándose con su ordinaria actividad a los trabajos científicos y literarios que han ilustrado su nombre.

En 1855, abiertas las cátedras del Ateneo, dio algunas lecciones de frenología que le atrajeron un inmenso concurso.

En 1856 sacó a luz una novela titulada Los Trabucaires del Pirineo o el idiota. Publicó en el mismo año la tercera edición de su Tratado de Medicina legal y Toxicología, y otras dos novelas, Los Moros del Riff y La Campana del terror o las Vísperas Sicilianas; esta última con el pseudónimo de Garci Sánchez del Pinar. Con igual pseudónimo escribió otra novela titulada La monja enterrada en vida o el convento de San Plácido.

En 1859 el Dr. Mata publicó un libro titulado Filosofía médica española, donde se halla reunida la famosa polémica que sostuvo en la Academia de medicina contra los partidarios de Hipócrates.

Desde esta época el Dr. Mata viene siendo el jefe de una escuela médica en España, cuyos principios están compendiados en estas palabras: «Filosofía positiva, en oposición a la teológica y metafísica, método analítico para la investigación de la verdad y creación de una ciencia para exponerla.» [167]

En 1861 publicó otra novela titulada Los mártires de la Siria.

Dio además en el Ateneo un curso de lengua universal, exponiendo la que ha inventado el Dr. Bonifacio Sotos.

En 1863, sin abandonar sus tareas científicas, volvió a tomar alguna parte en la política. Ya hacía tiempo que era socio de la Tertulia progresista, pero asistía poco a ella. Mas siguiendo el movimiento que produjo en aquel partido el nombramiento del ministerio Miraflores-Vahamonde, asistió con más frecuencia a las reuniones casi diarias de sus correligionarios en el cuarto segundo del café de la Perla.

Aquel mismo año fue elegido diputado provincial por el distrito del Congreso; pero el gobierno declaró incompatible aquel cargo con el de catedrático y el Dr. Mata tuvo que renunciar al primero.

Durante el año de 1864 siguió la suerte de su partido, y se declaró también, aunque a su pesar, por el retraimiento en las nuevas elecciones.

Consagróse entonces con más asiduidad a la ciencia. Dio a la estampa su segundo curso sobre la Razón humana, y refundió y amplió su Tratado de la medicina legal, y su Compendio de psicología, el cual vio la luz en 1866 en tres voluminosos tomos.

En 1865 siguió Mata trabajando para dar a la prensa otras obras. Escribió su libro sobre La experimentación fisiológica como prueba pericial en los casos de envenenamiento. Publicó algo después un libro con el título de Criterio médico psicológico para el diagnóstico diferencial de la pasión y de la locura.

Después de los sucesos de 1866, la policía ejerció sobre él constante vigilancia, siendo además objeto de los más violentos ataques de parte de los periódicos neos, que le tachaban de ateo, materialista y corruptor de la juventud.

Cuando tuvieron lugar las protestas que casi todas las corporaciones de España hicieron en favor de la ex-reina Isabel, el Dr. Mata fue el primero de los catedráticos de San Carlos que se negaron a firmar aquella patente de virtud. El gobierno de Narváez y Marfori se vengó borrando de las obras de texto el Tratado de Medicina legal.

Al ocurrir la revolución de Setiembre, el Dr. Mata formaba parte de la redacción de El Universal, y en unión del Sr. Asquerino influyó notablemente en aquellos sucesos, organizando los grupos y contribuyendo a la formación de las juntas. Fue nombrado individuo de la que se constituyó en la plazuela de Matute.

Ofreciósele el destino de gobernador de Barcelona, que rehusó por apartarle este cargo de sus ordinarias ocupaciones.

A mediados de Octubre de 1868 pasó a Reus, presentándose candidato para diputado a Cortes por aquella ciudad, donde fue perfectamente acogido.

Mata volvió a Madrid, y encargado de presentar al gobierno un proyecto de arreglo de la Escuela de Medicina, a la sazón cerrada, propuso la reforma de las clínicas suprimiendo las de la facultad por caras e insuficientes para la enseñanza. Con este arreglo quedaron separados los profesores de clínica que eran precisamente los menos simpáticos a los alumnos, y abriéronse de nuevo las cátedras de San Carlos.

Mata fue nombrado decano de la facultad de Medicina, destino que aceptó para poder llevar a cabo la reforma.

A los pocos días trasladóse a la provincia de Tarragona, donde su candidatura tenía por adversarios a los republicanos Garrido y Castelar.

Elegido por los electores monárquicos de Reus, vino a las Cortes Constituyentes, tomando asiento en los bancos de la mayoría. Consumió el segundo turno en la discusión sobre el voto de gracias al Gobierno Provisional, pronunciando un discurso en contestación al del Sr. Figueras.

Mata ha sido nombrado individuo de la comisión encargada de redactar la Constitución del país.

A pesar de las muchas y excelentes obras que ha publicado, principalmente en ciencias, a pesar de los cargos importantes que en la facultad de Medicina por tanto tiempo viene desempeñando, el Dr. Mata es pobre, dicho sea en honra de su moralidad política y de su conciencia de profesor, que no lo ha permitido ejercer nunca el arte de curar, por el cual siente y ha sentido siempre invencible repugnancia. Si Mata se hubiera resignado a practicar la medicina, de seguro que habría recogido ópimos frutos de su gran popularidad y de su inteligencia innegable, aumentando a un tiempo su hacienda y el número de sus amigos y partidarios.

Las notables prendas del Dr. Mata, su claro entendimiento, su instrucción vasta y profunda, su laboriosidad, la pureza de sus costumbres, la amenidad y sencillez de su trato, y sobre todo, y más que todo, la facilidad y el encanto de su palabra, le han granjeado un nombre envidiable en política, y uno no menos ilustre entre la entusiasta juventud universitaria, que le ama con frenesí y lo respeta hasta la veneración.


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Pedro Mata Fontanet Diputados 1869
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