Pedro Mata Fontanet 1811-1877 Médico y filósofo materialista, político y literato español, nacido en Reus en 1811 y fallecido en Madrid el 21 de mayo de 1877. Hijo del también médico Pedro Mata Ripollés (autor de una Refutación completa del sistema del contagio de la peste y demás enfermedades epidémicas en general, Reus 1834, 264 págs.). Estudió medicina en Barcelona, comenzando muy pronto su actividad literaria, política y editorial. Partidario de la causa liberal sufrió los vaivenes propios de la primera guerra carlista, que le obligaron a una estancia de varios meses en París, donde tuvo así ocasión de intervenir en la preparación de la edición aumentada de las Recreaciones filosóficas de Teodoro de Almeida o de convertirse en uno de los introductores de la fotografía en España. Desde 1843 fue el primer catedrático de medicina legal en Madrid, siendo considerado el creador de esta disciplina en España (su manual se reeditó incluso a principios del siglo XX, impulsó en 1862 la creación del cuerpo médico forense y en 1870 la ley de Registro Civil...). Decano de la Facultad de Medicina, rector de la Universidad Central, alcalde de Barcelona, diputado a Cortes, senador del reino, gobernador de Madrid, &c. Su biografía oficial a la altura de 1869 puede leerse en la obra dedicada a los constituyentes salidos de la «Gloriosa»: Los Diputados pintados por sus hechos, donde, entre otras interesantes observaciones, puede leerse: «A pesar de las muchas y excelentes obras que ha publicado, principalmente en ciencias, a pesar de los cargos importantes que en la facultad de Medicina por tanto tiempo viene desempeñando, el Dr. Mata es pobre, dicho sea en honra de su moralidad política y de su conciencia de profesor, que no lo ha permitido ejercer nunca el arte de curar, por el cual siente y ha sentido siempre invencible repugnancia.» Los comentarios que sobre Pedro Mata incluye Marcelino Menéndez Pelayo en su Historia de los heterodoxos españoles han marcado el recuerdo (y también el olvido) de Pedro Mata durante todo el siglo XX.
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Marcelino Menéndez Pelayo, Historia de los Heterodoxos españoles, Tomo 3, Librería Católica de San José, Madrid 1882. Libro VIII, capítulo III («De la filosofía heterodoxa desde 1834 a 1868»), páginas 700-703: «En años posteriores, el propagador más ilustre, elocuente, convencido y honrado, del materialismo{1}, fué el Dr. D. Pedro Mata, catedrático de Medicina Legal y Toxicología en la Universidad de Madrid. No será posible dejar en olvido esta simpática personalidad, cuando se trace la historia de la ciencia española. Tal como fué, tiene más condiciones para durar y ser leído y famoso que Sanz del Río y otros nebulosos plagiarios de libros alemanes. No es original en el sistema, pero lo es en los pormenores. Sirve, digámoslo así, de transición entre el materialismo tradicional del siglo pasado y el positivismo del éste. Tiene del primero la claridad de expresión y cierto buen sentido que le hace invulnerable contra las fantasmagorías idealistas. Recibe del segundo mayor copia de hechos y observaciones fisiológicas, y una más cabal interpretación de los fenómenos naturales. Con haber encarecido toda su vida el poder de la experimentación, con ser tan experimentalista y tan empírico en teoría, no era hombre de anfiteatro ni de laboratorio. Nadie ignora que Mata explicaba Toxicología sin hacer experimentos en la cátedra. Más que hombre de ciencia, para lo cual le faltaba cierto desinterés y reposo, era un activo vulgarizador científico, dotado de extraordinaria lucidez de palabra, que parecía agrandarse al contacto de las realidades de la tierra. Para popularizar una doctrina, para exponerla de modo ameno y accesible a la general comprensión no tenía rival: sus propios libros y sus infinitos discípulos están ahí para atestiguarlo. La filosofía de Mata, aún más que materialista y empírica, era sensualista y nominalista: consistía en un horror a los universales, [701] a la personificación de las abstracciones, a los conceptos puros y abstractos. Era un anti-yoísmo, un anti-idealismo, mucho más que un materialismo en el extricto rigor de la palabra. Claro que el materialismo iba incluído virtualmente en las negaciones del Dr. Mata, y con leve esfuerzo podía deducirse de ellas. No niega el alma, no le escatima sus facultades, pero es lo cierto que el alma en su sistema sobra. Su observación no es la experiencia psicológica, es la observación de la masa encefálica y del sistema nervioso. No niega la psicología, pero la refunde en la fisiología, como una parte de ella. Y, sin embargo, mirada la cuestión con el criterio de la más sana, tradicional y ortodoxa filosofía, esta refundición nada tiene de muy escandaloso y extraño, sino que el Dr. Mata invierte los términos. Admirable, por lo contundente, es su impugnación del absurdo divorcio establecido por los psicólogos, desde Descartes acá, entre las operaciones del alma y las del cuerpo; pero esto va contra los psicólogos pseudo-espiritualistas, no contra la filosofía tradicional. Los fisiólogos en este punto han venido a dar la razón y la victoria a la doctrina escolástica del compuesto humano y del alma como forma sustancial del cuerpo. No hay progreso fisiológico que no sea un nuevo mentís a la incomunicación de los dos mundos amurallados y cerrados cada uno sobre sí, que fantaseó Descartes en el hombre. Lo más curioso, lo más razonable y lo más vivo de la obra filosófica de Mata son sin duda sus ataques, casi siempre certeros, y a veces conducidos con habilidad dialéctica extraordinaria, contra los psicólogos eclécticos y los yoistas alemanes. Pero su clasificación de las facultades intelectuales, de los instintos y de los sentimientos, es una pobreza, atrasadísima ya en 1858 cuando el autor escribía, y sembrada de reminiscencias de la Craneoscopia del Dr. Gall. Ciertamente que tan dudosa originalidad no autorizaba a Mata para llamar a su libro filosofía española. Es filosofía de cualquier parte, de la que se recoge en medio de la calle, de la que destrozan en sus conversaciones los estudiantes de San Carlos. «La razón humana no es una facultad, sino un estado... El cerebro no es un órgano simple, sino un conjunto de órganos... Cada órgano supone una facultad, y cada facultad un órgano... La organización es la causa de los instintos y sentimientos.» Ni siquiera hay novedad en la clasificación de éstos: Filogenitura, Destructividad, Amor a la propiedad, &c. En suma, frenología pura, con alguna novedad de detalles. No es el único pensador en quien la parte negativa vale mucho más que la positiva. [702] El suponer las pasiones y los sentimientos resultado exclusivo de la organización, lleva al Dr. Mata, hombre sincero y de mucha lógica a su modo, a consecuencias ominosas para la libertad moral, y a fundar un criterio médico-psicológico, sumamente laxo, en todas las cuestiones relativas al diagnóstico diferencial de la pasión y la locura y a la imputabilidad de los actos atribuídos a locos y personas enajenadas. En tan resbaladizo terreno se defendió mal de la nota de fatalista, y de los reparos experimentales y de práctica forense, que no ya los psicólogos, ni los juristas, sino los médicos, opusieron a su doctrina{1}, la cual lleva derechamente a considerar el crimen como estado patológico, y a sustituir los presidios con los manicomios. Entre la juventud universitaria llegó a formar escuela, que en 1868 levantó bandera francamente positivista en El Pabellón Médico, cuyo programa (atribuído al mismo Dr. Mata), fue triturado por la recia mano del Dr. Letamendi, en los Archivos de la Medicina Española. Mata, frenólogo primero, y secuaz fervoroso de las doctrinas [703] de Gall, como lo patentizan sus lecciones de La Razón Humana, y aun la primera edición de su Tratado de Medicina Legal, positivista a la postre y pedisecuo de las doctrinas de M. Luys en su libro Del cerebro, fué por más de treinta años el porta-estandarte de los empíricos o nominalistas españoles, para lo cual le sirvieron admirablemente su facundia improvisadora, la claridad de su expresión, su nunca rendido ardor polémico, su ardiente fe científica y el prestigio que su enseñanza le daba entre innumerables oyentes. Casi puede decirse que fué jefe de secta. De él dijo pintorescamente Letamendi que «tuvo fuerza dialéctica, tan robusta de suyo, pero tan mal empleada, que no parece sino encaballada de hierro construida para sostener tejados de esteras». {1} En La Unión Médica, periódico oficial de la Academia Quirúrgica Matritense y de la Cesaraugustana y Mallorquina, causó grave escándalo por los años de 1852, un bachiller, D. José Garrófalo y Sánchez, proclamándose materialista puro, y diciendo, entre otras ridiculeces, que el dogma cristiano se alojó en la escuela de los filósofos platónicos, bien como el forastero que, llegado a una población, se acomoda en la casa de un pariente o íntimo amigo. {1} Filosofía Española. Tratado de la Razón Humana con aplicación a la práctica del foro. Lecciones dadas en el Ateneo Científico y Literario de Madrid, por el Dr. D. Pedro Mata, Catedrático de término en la Universidad Central, encargado de la asignatura de Medicina Legal y Toxicología, &c. Madrid, Carlos Baylli-Bailliere, 1858. 4.º, 756 páginas. Este tomo primero o primera parte, que trata de la razón humana en estado de salud, es el que tiene más curiosidad filosófica. El segundo (1864) versa sobre los estados intermedios (sueño, ensueños, sonambulismo, magnetismo, &c.), y el tercero sobre la locura. – De la libertad moral o libre albedrío. Cuestiones Fisio-Psicológicas sobre este tema y otros relativos al mismo, con aplicación a la distinción fundamental de los actos de los locos y los de los apasionados o personas respetables, por el Dr. D. Pedro Mata... Madrid, Baylli-Bailliere, 1868. En 4.º 450 páginas. Contiene la discusión habida por Mata en la Academia de Medicina de Madrid con los doctores D. Joaquín Quintana, D. Matías Nieto y Serrano, D. José María Santucho y otros, en 1863. Además de estas obras propiamente filosóficas, invaden con mucha frecuencia el terreno de la filosofía las restantes del Dr. Mata, en especial su Doctrina médico-filosófico-española, sostenida durante la gran discusión sobre Hipócrates y las Escuelas hipocráticas en la Academia de Medicina y Cirugía de Madrid y en la prensa médica... Madrid, Baylli-Bailliere, 1860. (Es curioso en sentido contrario el libro del doctor sevillano Hoyos Limón, El Hipocratismo en su evolución contemporánea.) Esta disputa hipocrática, uno de los más curiosos episodios de nuestra ciencia moderna, fué en el fondo una polémica entre los médicos espiritualistas, vitalistas y animistas de una parte, y los materialistas de otra. De Mata debe leerse además el Criterio médico-psicológico para el diagnóstico diferencial de la pasión y la locura, y aun el Examen crítico de la homeopatía, lecciones que dió en el Ateneo, en 1853, todos los cuales libros, y hasta su propio compendio de Medicina Legal y Toxicología, de que hay multiplicadas ediciones, y que todavía sirve para la enseñanza, están salpicados de proposiciones materialistas, más o menos escandalosas y paladinas. Como impugnadores de Mata, vid., a más de los citados, a Campoamor (Polémicas), Navarro Villoslada (Textos vivos); pero, sobre todo, a Letamendi, en el núm. 6.º, año I (1868), de los Archivos de la Medicina Española. Era Mata tan acérrimo nominalista, que llegó a encariñarse con los de la Edad Media, especialmente con Pedro Abelardo, a quien tenía por tal, no con mucha razón, y le convirtió en protagonista de una novela, infelicísima como todos sus ensayos literarios, la cual fué prohibida por varios Obispos, y dió motivo a una defensa del Dr. Mata; que recuerdo haber leído, y que era, o quería ser a la vez, panegírico de la filosofía de Abelardo. Apúntolo por la singularidad del caso.» |
Es curioso advertir el pánico con el que los inquisidores de turno (victimas o agentes de la tenaz propaganda católica en contra) se enfrentan al materialismo que rezuma en las obras de Pedro Mata: en 1866 Luis Vidart no se lo quiere creer: «¿Son fundadas estas acusaciones de materialismo que se lanzan sobre el sistema filosófico del catedrático Sr. Mata? Nosotros, que consideramos el materialismo como el más degradante de los desvaríos filosóficos, no queremos creerlo.»; en 1917 el Espasa habla de «sus erróneas doctrinas...», y se procura quitar hierro al asunto: «Se han achacado al doctor Mata tendencias materialistas y antirreligiosas, pero él intentó defenderse de estos cargos...»; Méndez Bejarano en 1927 le resta valor mientras repite lo que había dejado escrito Menéndez Pelayo: «ninguna originalidad ofrece en el fondo sobre los materialistas de su tiempo y suele considerársele como el tránsito del materialismo al positivismo contemporáneo», &c. El 16 de enero de 1859 pronunció Pedro Mata el discurso de apertura de las sesiones de la Real Academia de Medicina de Madrid, un discurso que provocaría grandes discusiones, titulado Hipócrates y las escuelas hipocráticas. Según Mata se asistía entonces a una tercera restauración de la medicina hipocrática, «en alas de una reacción política, empeñada en desenterrar todos los fósiles y en galvanizar todas las momias que sepultó en el panteón de los tiempos el siglo XVIII», como parte de un proceso más amplio: «Esa reacción funesta se ha dejado sentir, primero en el campo de la filosofía, y si hay quien, al abrigo de aquella, sueña en volver a los tiempos en que esa antorcha de la humanidad era la ancilla theologiae, no faltan otros que con más éxito la han convertido en la sierva de la política. Hecha la reacción en el campo filosófico, ha debido haberla por igual en el de las ciencias especiales; cuyas concepciones respectivas son siempre el genuino reflejo de las de aquel: ley fatal para la que no tiene fuero excepcional la medicina.» Tras el discurso se abrieron las hostilidades. El Siglo Médico inició una cruzada hipocrática y nuestro médico filósofo no se quedó callado. En 1860 publicó Pedro Mata en un volumen de 966 páginas los resultados de aquella interesante batalla: Doctrina médico-filosófica española, sostenida durante la gran discusión sobre Hipócrates y las escuelas hipocráticas en la Academia de Medicina y Cirugía de Madrid y en la prensa médica, por el Dr. D. Pedro Mata (Carlos Bailly Bailliere, Madrid 1860, 966 págs.). «He aquí el objeto de este libro. Su tendencia es iniciar la Medicina positiva, y llamar a la juventud médica española hacia el progreso, trabajando. Es medicina positiva, porque la enseña nacional que enarbolamos el 16 de enero lleva escrito en su corbata: ¡Abajo los ídolos! ¡Libertad de pensamiento! ¡Guerra a las ficciones ontológicas! ¡Paso a las ciencias físicas y químicas en el vasto campo de la vida! Es llamamiento hacia el progreso, porque es la aspiración del siglo XIX, por mas que bastardas pero efímeras reacciones de todo género se esfuercen temerariamente en ahogarla.» (página 7). «Hubo un orador romano que siempre concluía diciendo: Delenda Carthago. Yo siempre concluiré diciendo. Delenda idolatría.» (página 963, final). En Reus, donde nació, se dio en 1910 el nombre de Instituto Pedro Mata a una institución frenopática creada en 1896 como Manicomio de Reus, y que hoy se llama Institut Pere Mata. Bibliografía cronológica de Pedro Mata
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