5 3 38174 12487 190 2 1 18600 12487 191 5 4 23668 12487 192 8 7 52215 12487 193 3 2 38026 12487 194 4 2 17289 12487 195 84 13 622479 12487 196 2 2 8205 12487 197 56 12 444858 12487 198 2 1 33302 12487 199 44 11 345658 12487 200 37 9 202049 12487 201 13 10 133932 12487 202 14 11 84905 12487 203 11 7 412930 12487 205 31 10 253206 12487 206 5 4 4193 12487 207 18 2 143131 12487 208 88 18 632254 12487 209 4 3 41183 12487 210 3 2 41599 12487 211 2 1 19355 12487 212 2 1 21700 12487 213 1 1 15324 12487 214 2 1 30942 12487 221 33 17 204541 12487 222 2 1 33350 12487 223 10 6 2062 12487 229 3 1 22803 12487 233 8 4 70350 12487 234 1 1 266 12487 235 8 2 10903 12487 236 59 34 517232 12487 237 88 44 314374 12487 238 76 44 423281 12487 239 70 13 490939 12487 240 8 4 69733 12487 241 2 1 19777 12487 243 23 7 4654 12487 248 29 12 208871 12487 249 17 14 127589 12487 250 5 5 20329 12487 251 3 1 15048 12487 252 59 2 462063 12487 253 20 12 129693 12487 254 36 14 222789 12487 255 7 4 69237 12487 256 80 14 597948 12487 257 24 6 249859 12487 258 15 13 29198 12487 259 27 27 73889 12487 261 26 9 10230 12487 262 26 9 43595 12487 264 46 13 158590 12487 266 83 12 218736 12487 268 3 2 25573 12487 271 1 0 2190 12487 272 42 19 365907 12487 274 30 11 181875 12487 275 8 7 42434 12487 281 12 0 54271 12487 285 2 1 30543 12487 286 2 1 18123 12488 0 89 15 647384 12488 1 36 30 293538 12488 2 4 4 22837 12488 3 22 6 4982 12488 4 5 4 68181 12488 8 25 13 188710 12488 11 33 16 275506 12488 12 18 5 115150 12488 15 2 1 14849 12488 18 7 3 63146 12488 23 2 1 47537 12488 27 2 1 35724 12488 33 1 0 2190 12488 34 2 1 22579 12488 35 1 0 199 12488 36 5 2 38030 12488 37 2 1 5146 12488 38 1 0 199 12488 39 43 15 288758 12488 40 26 16 195892 12488 41 5 4 14240 12488 42 32 29 329435 12488 43 35 27 502783 12488 44 23 17 219700 12488 45 20 7 210877 12488 46 84 11 599148 12488 47 12 9 112338 12488 48 7 7 38179 12488 49 13 12 29527 12488 50 44 15 32956 12488 51 7 4 57361 12488 52 28 12 80507 12488 53 3 3 597 12488 62 1 1 1134 12488 65 20 7 171305 12488 66 24 7 179895 12488 68 35 18 229100 12488 75 2 1 15126 12488 89 1 1 1146 12488 94 2 1 4450 12488 113 51 9 407175 12488 120 2 1 21700 12488 123 27 1 214266 12488 125 2 1 17288 12488 133 1 0 4184 12488 135 1 1 936 12488 138 3 1 5518 12488 143 1 1 199 12488 146 4 4 44438 12488 148 4 3 36005 12488 149 1 0 4203 12488 154 23 15 28672 12488 155 2 1 19709 12488 157 2 1 14897 12488 158 1 1 12683 12488 160 1 1 737 12488 162 2 1 4402 12488 165 1 0 4203 12488 169 29 17 180387 12488 170 4 4 25359 12488 172 2 1 23123 12488 174 4 4 865 12488 175 21 4 55059 12488 176 32 15 184041 12488 177 4 2 37996 12488 178 5 2 1021 12488 179 23 9 4656 12488 181 2 1 11952 12488 182 1 1 285 12488 185 2 1 5120 12488 187 4 2 29698 12488 189 3 1 11447 12488 190 6 2 47164 12488 191 6 3 63715 12488 193 1 1 936 12488 195 22 6 146597 12488 200 22 6 4454 12488 201 9 5 66297 12488 202 1 0 199 12488 203 4 1 23468 12488 204 9 7 36734 12488 205 46 20 328182 12488 206 17 11 82717 12488 207 3 2 63814 12488 210 4 2 45488 12488 212 3 2 597 12488 213 24 9 47009 12488 214 4 2 66424 12488 219 64 7 512524 12488 221 83 13 600252 12488 222 11 8 210305 12488 223 15 3 3556 12488 225 2 1 4862 12488 226 44 25 276983 12488 227 48 30 471473 12488 228 17 14 146004 12488 229 21 19 227182 12488 230 77 42 620847 12488 231 2 1 24263 12488 232 20 9 115301 12488 233 37 16 61779 12488 234 5 3 69132 12488 235 1 0 19808 12488 236 27 8 191639 12488 237 9 8 36407 12488 238 6 4 73861 12488 239 8 5 26243 12488 240 1 1 5521 12488 241 13 8 81568 12488 242 62 20 518048 12488 243 24 12 263437 12488 244 19 10 27415 12488 245 1 1 28752 12488 246 1 1 9961 12488 248 23 7 152962 12488 249 4 2 45106 12488 250 1 1 11716 12488 251 15 6 112901 12488 252 91 12 680129 12488 253 48 10 340810 12488 254 20 1 142486 12488 255 5 3 20102 12488 256 40 23 139185 12488 257 33 7 387155 12488 259 3 2 11463 12488 260 4 1 23834 12488 262 1 1 678 12as causas de la propagación de los ídolos. Cosa análoga a esta es el primitivo pilar o columna de piedra, en el que se manifestaba el dios cuando lo rociaban con sangre. En las Nuevas Hébridas, al morir una persona de significación, hacen una imagen de la misma, de caña bambú, la embadurnan con arcilla y la ponen en el templo o en casa, acompañándola con las armas y objetos que el difunto poseía. Boyd, al describir estas figuras (Journal of Anthr. Institute, XI, 76) duda de si las tales son objetos de pura afección y cariño o de adoración, pero lo más natural parece que una estatua, puesta como recordatorio y a la que se hacen ofrendas, tenga más bien los caracteres de ídolo. Y esta particularidad se observa en muchas tribus, por ejemplo entre los nayars del S. de la India, en donde se ofrece arroz y otras cosas a esta clase de figuras (Fawcett, Boletín del Museo de Madrás, III, 248). Pero los que más marcadamente toman estas representaciones como objetos idolátricos son los cafires del Hindu-kush, los cuales hacen sacrificios delante de ellas y rocían sus pedestales con sangre cuando algún miembro de la familia está enfermo. Los ostiacos de Siberia construyen figuras análogas, siendo éstas objeto de adoración por todo el tiempo que señala el chamán, pero al cabo de tres años se quema la imagen. Durante estos tres años, a cada comida de la familia se pone parte de ella a los pies de la estatua y si ésta representa al marido difunto, la esposa la besa y abraza haciendo grandes demostraciones de afecto. Los micmacs, como los peruanos y otros, guardan los cadáveres en los templos o en sus casas, en la creencia de que el espíritu les advertirá los peligros que corren, como el ataque del enemigo, &c., como también de que inspirará a los sacerdotes en bien de la tribu.

En la India, la adoración de los espíritus de los antepasados constituye como la base de todos los ritos fúnebres. A este propósito dice Monier-Williams (Brahmanism and Hinduism, pág., 277, Londres, 1887): «Como recientemente ha proclamado el brahmanismo oficial, el objeto de estos ritos es proporcionar al espíritu que se fue, una especie de cuerpo intermediario, como lazo de unión entre el cuerpo terreno que acaba [272] de ser destruido por el fuego y el nuevo cuerpo, también terrenal, que se ve obligado a tomar.» Dicho escritor sigue comentando esta doctrina y dice que el cuerpo intermediario, compuesto de elementos groseros, aunque no tanto como los de tierra, es necesario, puesto que el espíritu individualizado, una vez incinerado el cuerpo terreno, no ha dejado cosa alguna para defenderlo de la reabsorción en el alma universal, excepto su cuerpo sutil, incombustible que, por estar compuesto de elementos impalpables, no solamente escapa a la acción del fuego de la pira fúnebre, sino que es incapaz de percibir sensación alguna en el cielo ni en el infierno, por uno de los cuales ha de pasar todo espíritu humano separado de su cuerpo, antes de volver a la tierra y ser reinvestido del cuerpo terrenal grosero, y a no ser que se provea de este nuevo cuerpo, ha de andar errante por la tierra o en el aire, entre los demonios y otrosespíritus impuros. Además, el nuevo cuerpo, así creado para el espíritu, ha de ser alimentado y el espíritu ha de recibir ayuda para su progreso desde el mundo inferior al superior, por medio de los ritos llamados sraddha que se celebran periódicamente. Este deber de la familia para con los difuntos, entienden los hindús ortodoxos que únicamente queda cumplido cuando se celebra el rito dicho, en algún lugar sagrado. El templo de Gaya, en Bihar, es el más apropiado para esto, aunque los hindús occidentales, tratándose de los obsequios a la madre difunta, prefieren el templo deSidhpur, en Baroda. Tienen, además, los hindús un período destinado a la propiciación de los espíritus de los antepasados, conocido por Kanagat, porque coincide con la constelación Virgo (Kanya). Todo este período (que dura quince días) está destinado al culto y adoración de los espíritus de los antepasados, ayunando en él las personas devotas, mientras que los demás por lo menos se abstienen de comer carne o comen pescado en vez de carne. El budismo, particularmente el de Birmania, está profundamente informado por la adoración de los espíritus. La modalidad meridional de la fe budista ha triunfado, pero las creencias septentrionales en la magia y el culto de los espíritus han dejado huellas indelebles en la religión de aquel país y aún más profundas en el budismo de los Estados Shan. No sólo reconocen aquellos pueblos los 12 espíritus guardianes de la religión de los hindus, sino que consultan constantemente y ofrecen sacrificios y rinden todo género de adoración a los nats, espíritusdel aire. Al buda o sacerdote sólo se acude en los díasconsagrados al culto. Dentro de las cercas de los conventos se ven crecer y prosperar los árboles de los espíritus y entre las sombras de las pagodas se ven los espíritus de los altares, a los cuales se hacen mayor número de ofrendas que a las verdaderas reliquias que se guardan en las vitrinas. La idea predominante es que los espíritus son malignos y hay que aplacarlos para tenerlos propicios, a fin de substraerse a sus nocivas influencias; además, están en todas partes, son invisibles y maliciosos y despliegan una actividad incansable. Cada aldea, tiene, más o menos cerca, unapagoda, y las más de ellas también un monasterio, pero en cada hogar hay una capilla para el culto de los espíritus y a ellos se consulta en todos los accidentes de la vida, al ir a construir una vivienda, al contraer matrimonio, al firmar un contrato y al comenzar la labor diaria. En la época en que hubo en Birmania gobierno indígena, el Estado reconocía formalmente las fiestas de los espíritus y había largos tratados escritos sobre los ritos y ceremonias que habían de celebrarse en este culto. Existe aún una lista de «los 37 nats (espíritus) de Birmania», con fórmulas rítmicas para cantar y reglamentos para las danzas, preceptos para la indumentaria que hay que usar en esta ocasión, además de relatos biográficos relativos a estas divinidades antropomórficas.

En la antigua China se creía firmemente en la supervivencia del alma humana y se le rendía culto como a espíritu que podía conceder bienes y acarrear males. Hay un texto del año 1400 que habla extensamente del Elíseo celeste y de los efectos de las bendiciones y maldiciones de los espíritus de los antepasados. En el culto que los primitivos chinos rendían a los espíritus, una tablilla de madera servía de medium entre el difunto y sus descendientes, y ante ella se ofrecían al difunto manjares y otros objetos. Invitábasele declamando direcciones, cantando versos y tocando música, «no porque creyesen los que le invocaban, que vendía o que de hecho comería lo que le ofrecían, dicen los comentadores, sino por esperar que el espíritu del antepasado, al conocer la pena que se tomaban sus descendientes para honrarle, les enviaría su bendición y con ella les sobrevendría la felicidad». Sin embargo, se hablaba y obraba como si realmente se aguardase la venida del difunto. A veces, en las ocasiones más solemnes, y para dar mayor animación a la escena, uno de los descendientes del difunto se vestía con las ropas de éste, cuidadosamente conservadas, ofreciendo los manjares y los cantos a este representante del espíritu del antepasado. En el Japón, el sintoísmo ofrece al lado del culto de la Naturaleza, el culto de los espíritus. «Históricamente, el sintoísmo se presenta como una agrupación de cultos diversos. A la adoración de los dioses se une la de los emperadores; paralelamente al culto de la Naturaleza se desarrolla el de los antepasados, el cual, a su vez, reviste una forma particular en el culto de los, héroes y de los grandes hombres del Japón. El culto del Mikado, como hijo de los dioses, estuvo, desde la más remota antigüedad, unido al sintoísmo, y ha progresado con el tiempo, al extremo de que ha pasado a ocupar, poco a poco, el primer término, siendo el punto más saliente de dicha religión. El sintoísmo asocia los grandes hombres al Mikado. Se les han construido templos en los que residen sus espíritus a modo de kami (espíritus divinos), del mismo modo que en el santuario nacional de Isé habitaban el espíritu de la gran abuela divina y los espíritus de la familia imperial. Todo el pueblo se unía en esta veneración de los emperadores y los héroes, y el sintoísmo, encarnando en cierto modo las tradiciones nacionales, constituyó el enorme poderío del patriotismo japonés. Los mejores ciudadanos tenían por la más alta recompensa de su adhesión a la patria, en la idea de que después de muertos habían de ser testigos de su propia gloria» (J. Dahlmann, en Christus. Manuel, d’histoire des religions; pág. 216, Paris, 1921). Desde los tiempos más remotos el sintoísmo ha creído que los espíritus de los difuntos eran acreedores a la veneración de los hombres, y por lo mismo les rindió un culto particular. Este triple culto sintoísta (emperador, héroes, antepasados) opone al culto de la Naturaleza la adoración de los es espíritus. «Esta multiplicidad en el sintoísmo provoca naturalmente la pregunta: ¿De qué elemento se forma originariamente el sintoísmo, el «Camino de los dioses»? El predominio alcanzado por el triple culto de los espíritus le ha hecho considerar como el elemento esencial y primitivo del sintoísmo. La exposición parcial que los modernos escritores japoneses hacen del culto Shinto, favorece manifiestamente esta opinión.» (Dahlmann, ob. cit., pág. 217). Es cosa que llama la atención ver cómo los japoneses cultos hablan de la religión nacional, pues lejos de confesar, que es, por lo menos en su mitad, religión naturista, cuyos mitos tienen íntimo parentesco con los de las islas del Océano, tocan someramente este lado del sintoísmo o la pasan por alto, haciendo resaltar los demás rasgos característicos. En particular, al explicar el sintoísmo a los europeos, lo hacen consistir esencialmente en un culto honorífico de los héroes de la historia japonesa, en un ceremonial patriótico [273] destinado a perpetuar la memoria de los grandes hombres que merecieron bien de la patria. En cuanto al culto de la Naturaleza, dan a entender que es una serie de prácticas que han ido sedimentando por la influencia la superstición, la cual atribuyó a este ceremonial ciertas virtudes preservadoras contra las fuerzas maléficas de la Naturaleza. Este empeño tiende a separar el culto de los espíritus de la adoración de los dioses de la Naturaleza, sobre todo al tratarse del culto del emperador. «Este movimiento, empero (termina diciendo el autor citado), por hábilmente imaginado que sea, no es capaz de metamorfosear el sintoísmo. Considerado históricamente, desde la más remota antigüedad el «Camino de los dioses» es una religión naturista, o sea la adoración de los fenómenos naturales y las fuerzas de la Naturaleza, concebidos por los hombres de la prehistoria como animados y provocando, con su poder, la admiración y el terror de la humanidad. La teoría que une al culto de los espíritus el origen del sintoísmo, no responde al carácter fundamental de esta institución. Es todo lo contrario. El culto sinto se basa originariamente en la divinización de las fuerzas de la Naturaleza. La adoración de los espíritus de los emperadores, de los héroes y de los muertos en general, no fue sino la extensión y el complemento de esta divinización.»

No se puede pasar por alto, antes de dar por terminado este artículo, una superstición muy extraña, vigente entre, varias tribus de Australia y Melanesia y que descubrieron Spencer y Gillen, los cuales la explican en su libro The native tribes of Central Australia (cap. IV, pág. 119-127, Londres, 1899), y en The Northern Tribes of Central Australia (págs. 146-148, 156-158 y 170, Londres, 1904). Spencer, por su parte, comenta también esta superstición en Native tribes of the Northern territory of Australia (Londres, 1914). Trátase de los «espíritus niños» (spirit children). Dichos etnólogos observaron esta creencia por primera vez entre los aruntas, habitantes de Alice Springs, distrito de la Australia Central. Los aruntas creen que en tiempos remotísimos, el territorio que ocupó su tribu estaba habitado por seres semihumanos y semianimales, a los que dan el nombre de alcheringas y de los que descienden los miembros de la actual tribu. Vagaban por aquel país, junto con otros que pertenecían al mismo totem, y practicaban varios ritos o ceremonias, particularmente de magia, algunos de los cuales se conservan, asociados con circunstancias locales, como grutas, rocas, fuentes, &c., La tribu tiene gran número de tradiciones relacionadas con el modo cómo los alcheringas fueron asociándose con localidades determinadas, extendiéndose por todo aquel territorio y señalándolo con signos característicos. En algunos sitios se limitaban a practicar alguna ceremonia y luego proseguían su camino; en otros penetraban debajo de tierra, dejando tras de sí sus cuerpos o parte de los mismos y aun a las veces penetraban en lo profundo de los abismos en cuerpo y alma; pero en todos estos sitios dejaban cierto número de espíritus niños (erathipa o ratapa). Y estos espíritus viven en el centro totémico aguardando la reencarnación. Acerca de la naturaleza de estos espíritus varían las opiniones de aquellos indígenas: los más los suponen niños en pleno desarrollo y gozando de vida perfecta; son invisibles para las personas vulgares, pero pueden ser vistos por ciertos magos o hechiceros. Varían asimismo las opiniones acerca del modo cómo el espíritu niño entra en cuerpo de la mujer al quedar ésta encinta cuando pasa cerca del centro totémico, lugar y morada de los erathipa. Uno de estos espíritus puede entonces entrar el seno de la mujer. Afirman también aquellos naturales que, en algunos casos, el antepasado alcheringa entra por sí mismo en el seno de la mujer y ésta concibe. Este caso (dicen) es muy raro y puede fácilmente conocerse, pues los hijos concebidos de este modo tienen ojos azules y el pelo muy fino.

Bibliografía. A. Dorsey, Traditions of the Skidi Pawnee, en American Folklore Society Memoirs (Boston, 1904); J. G. Frazer, Golden Bough (Londres, 1900); Morgan, League of the Iroquois (Nueva York, 1901); H. C. Yarrow, Mortuary customs of the North American Indians, en Bureau of American Ethnology (Wáshington, 1880); José de Acosta, Natural and moral history of the Indies (Londres, 1880); Arriaga, Extirpación de la idolatría del Perú (Lima, 1621); D. G. Brinton, Essays of an Americanist (Filadelfia, 1890), y Myths of the New World (Nueva York, 1876); Antonio de la Calancha, Crónica Moralizada de la Orden de San Agustin en el Perú (vol. I, Barcelona, 1639); Antonio de Herrera, General History of the vast continent and Islands of America (traducción de Steverus, Londres, 1875-76); Lafitau, Moeurs des sauvages Amériquains (Paris, 1724); Diego de Landa, Relation des choses du Yucatan (traducción de Brasseur de Bourbourg, Paris, 1869); Motolinia, Historia de los Indios de Nueva España (Méjico, 1858); Oviedo y Valdés, Historia General y Natural de las Indias (Madrid, 1851-55); P. Simón, Not. Hist. de las conquistas de Tierra Firme, en Antiquities of Mex. de Kingsborough (t. VIII); Sangermans, Description of the Burmese Empire (Roma, 1833); Spearman, British Burma Gazetteer (Rangoon, 1880); C. Lowis, Census Report (1901); W. G. Aston, Shinto (Londres, 1905); Nobushige Hozumi, Ancestor worship and japanese Law (1901); E. Satow, Ancient japanese rituals, en Transactions of Asiatic Soc. Japan (VII, 97-132), y The revival of pure Shinto, en Transactions of Asiatic Soc. Japan (III apéndice, 1-87); Percival Revon, Occult Japan (1895); G. W. Knox, The development of religion in Japan (Nueva York, 1907); C. Strehlow, Die Aranda-und Loritja-Stämme in Zentral-Australien (Francfort, 1907).


Espíritu | Alquimia | Filosofía y Teología | Historia de las religiones. Adoración de los espíritus | Lingüística | Milicia | Mitología | Política | Química | Teología ascética | Espíritu malo | Discernimiento de espíritus | Espíritus animales | Espíritu Santo, historia | Espíritu Santo, Teología | Espiritual | Espiritualidad | Espiritualismo


www.filosofia.org Proyecto filosofía en español
© 2000 www.filosofia.org
  Espasa
Enciclopedias