Antoine
de Saint- Exupèry
"El Principito"
Con ilustraciones
del Autor
XXI
Apareció entonces el
zorro;
-Buenos días-saludó el
zorro.
-Buenos días-contestó
amablemente el principito que al darse vuelta en dirección
a la voz no vio a nadie.
-Si me buscas, aquí
estoy-aclaró el zorro- debajo del manzano...
-Pero..., quién eres tú?-preguntó
el principito- Eres muy hermoso...
-Soy un zorro-dijo el
zorro.
-Acércate..., ven a jugar
conmigo-propuso el principito- Estoy tan triste!...
-Jugar contigo? No..., no
puedo-dijo el zorro- Aún no estoy domesticado.
-Ah! Perdón-se excusó el
principito.
Interrogó, luego de
meditar un instante:
-Has dicho
"domesticar"? Qué significa
"domesticar"?
-Tú no eres de aquí-afirmó
el zorro- Puedes decirme qué es lo que buscas?
-Busco a los
hombres-respondió el principito- Dime, qué significa
"domesticar"?
-Los hombres-intentó
explicar el zorro- poseen fusiles y cazan. Eso es bien
molesto. Crian también gallinas; es su único interés. Tú
buscas gallinas, verdad?
-No-dijo el principito-
Busco amigos. Qué significa "domesticar"?
-Ah!..., es una cosa muy
olvidada-respondió el zorro- Significa "crear
lazos".
-Crear lazos?-preguntó el
principito.
-Así es-confirmó el
zorro- Tú para mí, no eres más que un jovencito semejante
a cien mil muchachitos. Además, no te necesito. Tampoco tú
a mí. No soy para tí más que un zorro parecido a cien mil
zorros. En cambio, si me domesticas..., sentiremos necesidad
uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para
tí único en el mundo...
-Creo que empiezo a
entender-dijo el principito- Hay una flor... Creo que me ha
domesticado.
-Es probable-contestó el
zorro- En este planeta, en la Tierra, pueden ocurrir todo
tipo de cosas...!
-Oh! No es en la Tierra-se
apresuró a decir el principito.
El zorro se quedó no
menos que intrigado.
-Acaso en otro planeta?
-Sí.
-Puedes decirme si hay
cazadores en ese planeta?
-Oh, no! No los hay.
-Me está resultando muy
interesante, Hay gallinas?
-No.
-No existe nada que sea
perfecto-dijo el zorro suspirando.
Luego prosiguió:
-Mi vida es algo aburrida.
Cazo gallinas y los hombres me cazan. Todas las gallinas se
parecen como también los hombres se parecen entre sí.
Francamente me aburro un poco. Estoy seguro que..., si me
domesticas mi vida se verá envuelta por un gran sol. Podré
conocer un ruido de pasos que será bien diferente a todos
los demás. Los otros pasos, me hacen correr y esconder bajo
la tierra. Pero el tuyo sin embargo, me llamará fuera de la
madriguera, como una música. Mira! Puedes ver allá a lo
lejos los campos de trigo? Yo no como pan, por lo que para mí
el trigo es inútil. Los campos de trigo nada me recuerdan.
Es triste! Pero tú tienes cabellos de color oro. Cuando me
hayas por fin domesticado, el trigo dorado me recordará a
ti. Y amaré el sonido del viento en el trigo...
El zorro en silencio, miró
por un gran rato al principito.
-Por favor... domestícame!-suplicó.
-Lo haría, pero... no
dispongo de mucho tiempo-contestó el principito. Quisiera
encontrar amigos y conocer muchas cosas.
-Sabes...? Sólo se
conocen las cosas que se domestican-afirmó el zorro. Los
hombres carecen ya de tiempo. Compran a los mercaderes cosas
ya hechas. Y... como no existen mercaderes de amigos, es muy
simple, los hombres ya no tienen amigos. Si realmente deseas
un amigo, domestícame!
-Y... qué es lo que debo
hacer?-preguntó el principito.
-Debes tener suficiente
paciencia-respondió el zorro- En un principio, te sentarás
a cierta distancia, algo lejos de mi sobre la hierba. Yo te
miraré de reojo y tú no dirás nada. La palabra suele ser
fuente de malentendidos. Cada día podrás sentarte un poco
más cerca.
Al otro día el principito
volvió:
-Lo mejor es venir siempre
a la misma hora-dijo el zorro- Si sé que vienes a las
cuatro de la tarde, comenzaré a estar feliz desde las tres.
A medida que se acerque la hora más feliz me sentiré. A
las cuatro estaré agitado e inquieto; comenzaré a
descubrir el precio de la felicidad! En cambio, si vienes a
distintas horas, no sabré nunca en qué momento preparar mi
corazón... Los ritos son necesarios.
-Qué son los
ritos?-preguntó el principito.
-Se trata también de algo
bastante olvidado-contestó el zorro- Es aquéllo que hace
que un día se diferencie de los demás, una hora de las
otras horas. Te daré un ejemplo. Entre los cazadores hay un
rito. Todos los jueves bailan con las jóvenes del pueblo.
Para mí el jueves es un maravilloso día, ya que paseo
hasta la viña. Si los cazadores no tuvieran un día fijo
para su baile, todos los días serían iguales y yo no tendría
vacaciones.
Fue así como el
principito domesticó al zorro. Pero al acercarse la hora de
la partida:
-Ah!-dijo el zorro- Voy a
llorar.
-No es mi culpa-repuso el
principito- Tú quisiste que te domesticara, no fue mi
intención hacerte daño...
-Sí, yo quise que me
domesticaras-dijo el zorro.
-Pero dices que llorarás!
-Sí-confirmó el zorro.
-Ganas algo
entonces?-preguntó el principito.
-Gano-aseguró el zorro-
por el color del trigo.
Luego sugirió al
principito:
-Vuelve y observa una vez
más el jardín de rosas. Ahora comprenderás que tu rosa es
única en el mundo. Cuando vuelvas para decirme adiós, yo
te regalaré un secreto.
Se dirigió el principito
nuevamente a la rosas:
-En absoluto os parecéis
a mi rosa. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado
a nadie. Así era mi zorro antes, semejante a cien mil
otros. Al hacerlo mi amigo, ahora es único en el mundo.
Las rosas se mostraron
ciertamente molestas.
-Sois bellas, pero aún
estáis vacías-agregó todavía- Nadie puede morir por
vosotras. Es probable que una persona común crea que mi
rosa se os parece. Ella siendo sólo una, es sin duda más
importante que todas vosotras, pues es ella la rosa a quien
he regado, a quien he puesto bajo un globo; es la rosa que
abrigué con el biombo. Ella es la rosa cuyas orugas maté
(excepto unas pocas que se hicieron mariposas). Ella es a
quien escuché quejarse, alabarse y aún algunas veces,
callarse. Ella es mi rosa...
Regresó hacia donde
estaba el zorro:
-Adiós-dijo.
-Adiós-dijo el zorro- Mi
secreto es muy simple: no se ve bien sino con el corazón;
lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible
a los ojos-repitió el principito a fin de acordarse.
-El tiempo que dedicaste
por tu rosa, es lo que hace que ella sea tan importante para
ti.
-El tiempo que dediqué
por mi rosa...-repitió el principito para no olvidar.
-Los hombres ya no
recuerdan esta verdad-dijo el zorro- En cambio tú, por
favor... no debes olvidarla. Eres responsable para siempre
de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
-Soy responsable de mi
rosa...-dijo en voz alta el principito a fin de recordar...