Antoine
de Saint- Exupèry
"El Principito"
Con ilustraciones
del Autor
VI
De
a poco fui comprendiendo tu pequeña vida melancólica. Tu
mayor distracción era la suavidad de las puestas de sol. De
ello me enteré en la mañana del cuarto día cuando me
dijiste:
-Me gustan las puestas de
sol. ¿Vamos a ver una?
-Bueno, pero debemos
esperar...
-¿Esperar qué?
-Tenemos que esperar a que
el sol se ponga.
Pareciste sorprendido.
Luego riéndote de ti mismo me dijiste:
-¡Creo siempre estar en
casa!
Se sabe que cuando es
mediodía en los Estados Unidos, el sol se pone en Francia.
Sólo bastaría llegar a Francia en un minuto para ver la
puesta del sol. Pero desafortunadamente, esto no es posible;
Francia está suficientemente lejos. Claro que, a diferencia
de esto, en tu pequeño planeta bastaba sólo con mover tu
silla algunos pasos, contemplando así el crepúsculo
cuantas veces quisieras.
-Un día, asistí a
cuarenta y tres puestas de sol.
Poco después agregaste:
-¿Sabes?... Cuando se está
verdaderamente triste, son agradables las puestas de sol...
-¿Aquel día entonces, el
de las cuarenta y tres veces, estabas verdaderamente triste?
El principito no respondió.
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